Adolf Guggenbühl-Craig
Analista junguiano suizo, nació en Zurich (Suiza) en 1923 y falleció en 2008 en la misma ciudad. Estudió Teología en la Universidad de Zurich, luego Filosofía e Historia en la Universidad de Basilea y después Medicina en la Universidad de Zurich. Luego de graduarse en Psiquiatría y Psicoterapia, inició la práctica privada en Zurich. Conoció directamente a Jung y fue muy influido por la psicología de Jung. Autor de Poder y destructividad en Psicoterapia. El siguiente texto es la traducción hecha por la psicóloga clínica venezolana María Luisa Fuentes ©, del Capítulo 1 de su obra Marriage: Dead or Alive (1986). Putnam: Spring Publication. Esta no es una traducción oficial sino una versión personal y se hace con fines pedagógicos para ADEPAC y otros centros de estudios junguianos.
Traducido del inglés por María Luisa Fuentes
CONTRAPORTADA
El psiquiatra suizo Adolf Guggenbühl-Craig examina el matrimonio, con su acostumbrado rigor y su prosa engañosamente fácil, en relación con los individuos y su búsqueda del alma. Este brillante libro cuestiona y radicaliza nuestras nociones convencionales acerca del “matrimonio feliz,” o incluso si la felicidad es necesaria para que un matrimonio sea exitoso. Guggenbühl-Craig entiende el matrimonio como una expresión de la fantasía y la imaginación humanas en lugar de simplemente una institución social. Concluye que el matrimonio es un lugar para la individuación, para ese difícil proceso de profundizar en uno mismo.
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CAPITULO UNO
Guerra y Paz en el Matrimonio
Una vez cuando Zeus y Hermes se vistieron de formas mortales y viajaron a través del país de Bitinia, todas las puertas permanecieron cerradas para ellos y ningún hogar les ofreció hospitalidad. En la ladera de la colina de una ciudad particularmente inhóspita, encontraron la modesta cabaña de una pobre y anciana pareja llamada Baucis y Filemón. Aquí la puerta estaba abierta, y la anciana pareja conversó con ellos de manera muy amigable. Durante la comida los anfitriones observaron que el vino no disminuía en lo más mínimo, y de manera maravillosa continuaba reponiéndose en el cántaro. Rápidamente cayeron en cuenta de que sus huéspedes no podían ser meros mortales, después de lo cual ambos Dioses revelaron sus verdaderas identidades. Dejaron a la anciana pareja en el punto más alto de la colina, desde donde ellos pudieron ver y descubrir que abajo en el profundo valle el inhospitalario pueblo había desaparecido bajo un lago. Al mismo tiempo su choza se había transformado en un templo y Zeus les prometió cumplir cualquier deseo que ellos pidieran. Baucis y Philemón sólo deseaban que les permitieran pasar el resto de sus vidas sirviendo en el templo y que si uno de ellos moría, el otro no permanecerá con vida por mucho más tiempo. Zeus les garantizó su deseo, y Baucis y Philemón se ocuparon del templo por el resto de sus vidas. Cuando murieron uno fue transformado en un roble y el otro en un árbol de tilo, y ambos crecieron el uno al lado del otro.
La llamada Sagrada Familia es conocida por nosotros a través del Nuevo Testamento. Compuesta por María, José y el Cristo niño, es descrita en numerosas leyendas y representada en muchísimas pinturas. En ésta familia reinan invariablemente la paz y la comprensión. Algunas veces uno ve a Jesús en el pesebre, otras en el regazo de María, o jugando, mientras ella lo mira feliz y José permanece parado al lado de ellos. Aún la persecución que los obligó a huir a temporalmente a Egipto, no pudo turbar la armoniosa paz de la Sagrada Familia. Todas las imágenes de esta familia expresan piedad, armonía y amor.
La secularización de la Sagrada Familia nos recibe con sonrisas felices en los libros populares sobre el matrimonio o en las propagandas de ajuares para las bodas; incluso sirve para alegrar los avisos televisivos. Vemos una joven pareja paseando por floridas praderas, mientras un niño alegre y juguetón retoza con un pequeño cachorro. Cada miembro de la familia está feliz y satisfecho. Por supuesto su buen humor deriva de causas de carácter mundano. Ellos están satisfechos porque se comprenden unos a otros particularmente bien, o porque sus ropas han sido lavadas con un detergente particular, o porque comen granola todas las mañanas. Por ello en esta familia feliz no hay nada más que luz, comprensión, alegría, y sonrisas llenas de mutuo amor. Entonces Baucis y Philemón, la Sagrada Familia, la familia feliz de los libros matrimoniales, la radiante y satisfecha pareja de los aviso de televisión, es nuestra manera de representar un “matrimonio feliz”. Hablamos frecuentemente de “matrimonios felices” y a menudo leemos en anuncios de obituarios que alguien “disfrutó de un feliz matrimonio”. Se desea a los recién casados un “feliz matrimonio”.
El trabajo de muchos psicólogos y consejeros matrimoniales está determinado por una imagen, poco más diferenciada del matrimonio feliz. Procesos neuróticos pueden ser aclarados y “canales de comunicación bloqueados pueden ser depurados y limpiados”. Los problemas matrimoniales deben ser resueltos. Los integrantes de la pareja matrimonial deben arribar juntos a una relación clara y madura. El matrimonio neurótico deviene en uno saludable. Un matrimonio feliz es la meta de los dedicados esfuerzos de la psicología.
Sin embargo desde tiempos inmemoriales nos han llegado otras imágenes de la vida matrimonial. Para los Griegos, Hera y Zeus representaban la pareja matrimonial. Como Reina del Cielo, Hera es la Diosa del matrimonio y la fertilidad. La historia de esta pareja divina es todo menos pacífica. Sus padres estaban en contra de su matrimonio, aun así, Zeus se introdujo en la cámara de Hera en forma de polluelo para seducirla. Finalmente Hera le parió tres hijos, uno se convirtió en el Dios de la Guerra, Ares. Una vez por razones desconocidas, Hera ató a Zeus, con la ayuda de Atenea y Poseidón, y sus ayudantes tuvieron que ser convocados desde el Tártaro para liberarlo. Zeus por otra parte, colgó a Hera por las muñecas de las vigas del cielo y le ató un yunque, de modo que la suspensión resultara suficientemente dolorosa.
Anteriormente a su matrimonio Zeus tuvo incontables aventuras amorosas, las cuales, sin ningún remordimiento por su parte, prosiguió durante su matrimonio. Ni humanas, ni ninfas, ni Diosas se libraban de sus avances. Hera se vengaba de manera horripilante en contra de estos amores de su esposo, aunque ella no era inmune a los ataque a su castidad. La feroz naturaleza de esta Diosa del matrimonio se muestra en las siguientes historias. Antes de su matrimonio Zeus era amigo de Leto, la madre de Artemisa y Apolo. Hera odiaba a Leto aunque este romance con Zeus había ocurrido antes de casarse con Hera y la Diosa juró que Leto no encontraría paz. Sólo con gran esfuerzo por parte de Poseidón fue posible aliviar un poco el sufrimiento de Leto. Zeus ya estaba casado con Hera cuando sedujo a Ío, la hija de Inaco. Para vengarse Hera transformó a Ío en una vaca. No satisfecha todavía, le puso una mosca, un insecto gigante que llevó a Ío a la locura. En completo pánico como vaca Ío corrió a través de gran parte del mundo.
Cuando Zeus tuvo una relación con la hija de Cadmo, Sémele, Hera habló con la chica y la convenció para que ésta le pidiera a Zeus que se le mostrara en toda su divina magnificencia, lo cual significó ciertamente la muerte de la tonta Sémele. Una vez Zeus durmió con su amada Egina por lo cual Hera mató a casi todos los habitantes de la isla que llevaba su nombre. Hera también se irritó cuando Zeus, de manera independiente y sin la ayuda de su compañera o de ninguna otra mujer, dio a luz una hija, Atenea. Para vengarse Hera parió al monstruo Tifón, quien creció para ser un peligroso enemigo de su esposo. Zeus le fue infiel a Hera no sólo con mujeres sino también con muchachos jóvenes. Ganímedes y Faetón se supone que fueron sus amantes.
El matrimonio de Zeus y Hera difícilmente puede ser considerado un “matrimonio feliz.” Aun así Hera es la Diosa del matrimonio. Hera y Zeus podrían ser descritos como la pareja pendenciera antecesores de la Sagrada Familia. Para los Griegos ellos simbolizaron el matrimonio par excellence.
La imagen del matrimonio como lleno de contiendas se refleja, sin embargo, no sólo entre los Dioses, sino también en populares historias acerca de los mortales. Por ejemplo, las tensas relaciones entre Sócrates y su esposa Jantipa son legendarias. Se cuentan muchas historias sobre la pendenciera y demandante Jantipa, pero el mismo Sócrates a pesar de su sabiduría, debió haber sido aún más un desagradable esposo. La manera tan despiadada en que se comportaba con su esposa es descrita en la historia de su muerte: rodeado por sus amigos, Sócrates les pidió que mantuvieran lejos de él aquella “criatura llorona”.
Imágenes y chistes, tanto antiguos como modernos, presentan frecuentemente el matrimonio de una manera infeliz. Así también, los hombre de hoy hablan entre ellos de la “vieja”, o la “dragona”, etc. En numerosas historietas vemos la esposa parada detrás de la puerta, con los brazos en alto y un bate en las manos, esperando a su esposo, quien se dirige serpenteando hacia su casa, ligeramente borracho desde el bar local. En baladas populares a través de toda la Cristiandad se encuentra el tema de la mujer malévola a quien ni siquiera el demonio podrá llevar después de muerta.
El marido brutal que golpea a su esposa desempeña aun hoy día y en todas partes un firme papel en la imaginación popular.
En contraste la imagen del marido aburrido quien se esconde mañana y tarde detrás del periódico es ubicua. Muchos chistes se burlan del esposo quien hace todo lo que puede para mantener sus ojos apartados de las mujeres jóvenes. Por supuesto también el marido cornudo es el blanco de muchos chistes.
Lo que a mí me parece notable, no obstante, es que esta imagen del matrimonio particularmente negativa y ampliamente diseminada, rara vez lleva a cuestionar el matrimonio en sí mismo. Pero ya no es así en muchas películas y producciones literarias. La película de Bergman, Secretos de un Matrimonio, presenta la idea de que una relación genuinamente humana es apenas posible dentro del matrimonio. Los dos principales personajes en esta película aprenden a comprenderse realmente el uno al otro solamente después de haberse separado.
Para muchos críticos sociales modernos, el matrimonio en sí mismo es una institución destructiva, hipócrita y restrictiva. Que puede mantenerse sólo con falsedad y engaño. Con frecuencia es visto como un instrumento de dominación del orden social para condicionar a la gente hacia la mentalidad de esclavo y el servilismo.
Por lo tanto debemos preguntarnos ¿el matrimonio es una institución moribunda? ¿Puede ser incluso un instrumento de tortura por parte de la sociedad?
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