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Juan Carlos Alonso
Gran parte de las obras de Marie-Louise von Franz son el resultado de la transcripción de sus conferencias y este libro es un ejemplo de ello. Lo que le falta en profundidad a esta modalidad, se gana en fluidez narrativa, ya que el lector siente la presencia viva de esta amena conferencista, tan conocedora del alma humana. La obra corresponde a doce charlas ofrecidas en el Instituto Jung de Zurich, en 1959 y 1960, sobre el tema del Puer Aeternus. Con este término, que significa juventud eterna, se designa a aquellos individuos, hombres y mujeres, que, producto de un complejo materno no superado, desarrollan conductas típicamente adolescentes durante toda o buena parte de sus vidas.
No todo es negativo en estos pueri aeterni. M-L von Franz muestra el doble aspecto de estas personalidades, tan asociadas al arquetipo del niño. Estas personas pueden ser una fuente infinita de creatividad y espontaneidad. Pueden llegar a ser seductores, encantadores en su forma de ser, amenos conversadores, y poseedores de “la chispa de una copa de champán”, como dice la autora. Pero en su aspecto negativo, pueden ser personas que temen atarse a situaciones que demanden responsabilidad. No se suelen comprometer afectivamente con alguien, pues tienen la certeza de que al final de la relación se producirá una decepción que prefieren evitar y por eso no se entregan completamente a la experiencia. Asumen una actitud infantil que consiste en considerar que la vida real adulta llegará siempre más tarde, por lo que tienden a vivir una “existencia provisional” de fantasías y proyectos que nunca inician. Se trata de una huida de la realidad, que puede adquirir muchas vías simbólicas de evasión, entre otras, la dedicación a ocupaciones de alto riesgo, una inusitada espiritualidad, una intelectualidad seudo filosófica, o el consumo de drogas alucinógenas. Casi todas estas actividades los mantienen “en el aire”, sin poner los pies en la tierra.
El gran reto de estos individuos es lograr superar la actitud infantil y dependiente, para iniciar una nueva senda renovadora. No es una tarea fácil, pues deben enfrentarse a la madre “demasiado buena”, como decía Jung, que trata de proteger tanto al hijo, que lo asfixia psicológicamente entre sus abrazos. El camino del héroe consiste en superar la nostalgia de la infancia, y renunciar a ciertas ilusiones, pero sin cortarlas de raíz, sino re-direccionar positivamente la energía y hacer que fluya hacia un futuro de madurez. Algunas personas se pueden liberar de ese comportamiento adolescente, otras no lo logran. Estos últimos estarán además bastante atraídos por la idea, consciente o no, del suicidio.
M-L von Franz aborda esta interesante problemática a través de tres estudios de caso que describe a lo largo del libro.
El primero es el análisis de la conocida obra El Principito, asociándola a la vida de Antoine de Saint-Exupéry. Este es, en nuestro concepto, el estudio más interesante de los tres, tanto por la belleza del cuento, como por la cándida transparencia de la vida de su autor, quien fue un típico puer aeterno, que nunca consiguió pisar con solidez la realidad. Eligió un trabajo simbólico, la aviación, que literalmente lo mantenía en el aire la mayor parte del tiempo, sin poner los pies en la realidad cotidiana. Su gran placer era revolotear en su avión por encima de la tierra. Von Franz toma apartes de la historia de El Principito y analiza simbólicamente cada uno de los personajes que aparecen: la boa, el elefante, la rosa, la oveja, los baobabs, el asteroide, los volcanes y, por supuesto, el pequeño niño. Paralelamente, demuestra la lucha de Sain-Exupéry con la pauta arquetípica de la madre-muerte operando en su psique. Un primer llamado de las tendencias regresivas del inconsciente se evidenció con el accidente aéreo que tuvo este escritor, quedando perdido en el desierto, junto con su mecánico. Posteriormente, el dominio de la pulsión de muerte sobre la liberación, quedará comprobado con la desaparición y muerte de Sain-Exupery, algunos años después.
En el segundo caso, la autora analiza un material de su práctica clínica con la serie onírica de un joven de 31 años que le consultó inicialmente y le enviaba periódicamente sus sueños, pero que nunca trabajó terapéuticamente con regularidad, lo cual como ya mencionamos es un rasgo común en este tipo de pacientes. También este caso era resultante de un complejo materno, y en la interpretación de los sueños, Von Franz muestra las dificultades del soñante para adaptarse a la vida adulta. El peligro permanente era caer en la tendencia devoradora del inconsciente-madre, que le impedía desarrollarse y que ahogaba su vida.
El tercer caso, se centra también en otra obra literaria poco conocida. Se trata del libro El reino sin espacio, del escritor Bruno Goetz. Si el primer caso se basa en la interacción entre la vida y la obra del autor, y el segundo lo hace focalizada en el material onírico de un paciente con el que dialogó poco, este tercer caso es un análisis de la obra literaria, sin tener Von Franz ningún conocimiento de la vida del autor. En esta novela, la realidad que rodea a un joven, se va disolviendo paulatinamente en medio de misteriosos acontecimientos “del otro lado de la realidad”: la magia, el simbolismo rosacruz, la astrología y las ciencias ocultas. En el desarrollo de la vida del protagonista, se ve también claramente la atracción romántica hacia el mundo inconsciente y hacia la muerte.
A través de estos tres casos, Von Franz estudia en profundidad las complejidades de este fenómeno evolutivo que impide la autorrealización de un individuo, dando muestras la autora de su gran experiencia clínica, ofreciendo consejos prácticos sobre la manera de conducir la terapia en estos casos, ilustrando sus argumentos con ejemplos de la vida real cotidiana, y alimentando sus análisis con amplificaciones provenientes de la mitología universal.
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