Patricia Berry se graduó del Instituto Jung en Zurich en 1975. Es una de las fundadoras de la Psicología Arquetípica y es la autora de Echo’s Subtle Body: A Contribution to Archetypal Psychology (El cuerpo sutil de Echo: una contribución a la psicología arquetípica). En 1991 fue la primera becaria residente en Pacifica Graduate Institute. PhD en Psicología de la Univ de Dallas. Se ha desempeñado como presidente de New England and the Inter-Regional Societies of Jungian Analysts. Actualmente reside en Carpinteria, CA. Este documento se tomó de la página web de la IAAP
______________________________________
Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso G.
El arquetipo es, sin duda, una de las primeras nociones que asociamos con el trabajo de CG Jung. Sin embargo, lo que Jung quiso decir con esta noción puede resultar bastante confuso. Parte de la dificultad proviene de que ha utilizado el término de diferentes formas, en diferentes momentos y en distintos contextos. Jung no pensaba de una manera típicamente lineal y lógica como lo habían hecho muchos otros pensadores serios. Incluso Freud, con su estilo más narrativo y lógico, es a veces más fácil de seguir que Jung. Jung no tendía a volver a las nociones anteriores ni a corregirlas, como había hecho Freud en ocasiones. Jung simplemente no era ese tipo de pensador.
Y de varias maneras, podríamos encontrar más riqueza en el estilo de Jung. Desde luego, sí nos encontramos, en la Psicología Analítica actual, en un campo muy vivo con múltiples perspectivas y nuevas ideas.
La comprensión más amplia y útil de la noción junguiana de arquetipo es, en general, una metáfora, un «como si», una posibilidad o potencial, que puede explorarse en profundidad desde varias perspectivas diferentes. Sin embargo, esta metáfora también tiene algo de fundamento, lo que no pretende implicar nada preexistente, rígido o fijo, como con las formas de Platón, por ejemplo. Jung dijo, explícitamente, que no estaba haciendo filosofía como Platón. Más bien Jung, dice, estaba haciendo psicología. Entonces, por arquetipo se refería a algo empírico, vivo, fenoménico en el sentido de que se revela a sí mismo solo en procesos vivos, y a través de ellos.
Jung utiliza una serie de metáforas para describir tales posibilidades arquetípicas. Cada ejemplo trae consigo diferentes implicaciones de la imaginación, y cada metáfora puede comentarse mejor haciendo referencia a otra imagen o metáfora.
Una de las formas de Jung de imaginar lo arquetípico es como cuando un cristal se sumerge en una solución, de modo que se revela la delicada estructura tridimensional del cristal. Para Jung, los motivos, los mitemas del folclore, los cuentos literarios o las producciones, son también potencialmente arquetípicos. Otra imagen que Jung usa para el arquetipo es como si fuera el lecho de un río excavado profundamente por la experiencia; con otro más, describe el arquetipo como si fuera un órgano psíquico, o como una «percepción instintiva de sí mismo». Se podrían agregar otros ejemplos potenciales, incluidos temas de la vida, formas típicas de experimentar, modos de pensar, etc. Hay muchas posibilidades.
Sin embargo, otra forma más obvia de describir los arquetipos es la personificada más tipológicamente, por ejemplo, en la Gran Madre, el Viejo Sabio, el Guerrero… y así sucesivamente. Esta forma más tipificada de pensar sobre los arquetipos es emblemática y concreta pero además tiene su propia clase de utilidad.
A veces, estos usos son aclaratorios y útiles; otras veces lo son menos, dependiendo de cómo se los esté usando y qué se esté haciendo con ellos. Para denotar tipos de personas o personalidades dentro de un grupo o asociación empresarial, estas personificaciones pueden ser útiles. Para otras situaciones, pueden ser demasiado simplistas o simplemente tipológicas en formas que pierden u oscurecen la individualidad, la particularidad y la complejidad.
Jung a veces pensaba de una forma, a veces de otra, según el contexto y la situación. Pero cualquiera que sea el caso, lo principal para Jung era que el arquetipo no solo era una simple imagen en acción, sino que también era siempre bipolar. Jung pensó en opuestos. Fue clave para su método y parte de su fuerza.
Psicológicamente hablando, pensar en opuestos sentó las bases para la consciencia continua de la ambivalencia y la ambigüedad en lo profundo de la noción misma de arquetipo. Esto nos sirve como un precursor de un sentido cada vez mayor de diferenciación y complejidad psicológicas.
La simple reducción nunca fue lo que pretendía Jung. Para él, es probable que la causalidad provenga del pasado o del pensamiento más científico o evolutivo, así como de nociones más finalistas o teleológicas de futuro o propósito. Para Jung, existía un tiempo y un lugar para cada tipo de pensamiento, aunque su especialidad, y la forma principal en que veía su diferencia con Freud, era definitivamente hacia la más decidida y finalista.
Otro lugar en donde se produce un enbrollo frecuente en el pensamiento arquetípico tiene que ver con el lugar del instinto. Para Jung, los comportamientos a nivel instintivo son a veces factores notables, pero nunca son la única causa de los fenómenos arquetípicos. Para Jung, el arquetipo es espiritual. Como una «imagen del instinto», Jung ve el arquetipo como «una meta espiritual hacia la cual toda la naturaleza del hombre se esfuerza…» (Jung 1960)
Una buena forma de concentrarse en los niveles arquetípicos de cualquier fenómeno que se esté considerando es verlo principalmente como una metáfora. De esta manera uno no necesita preocuparse por inflar o reclamar demasiado. Y, al mismo tiempo, la práctica puede permitir la mayor cantidad de posibilidades y el alcance más amplio. Lo que no se entiende por metáfora es ver las cosas en un solo nivel singular o literal. Si tenemos esto en cuenta, la noción de arquetipo continuará sirviéndonos bien en la disciplina de la Psicología Analítica.
Referencia
Jung, C.G., (1960). “On the Nature of the Psyche,” CW 8, para. 415. London: Routledge & Kegan Paul LTD.
Debe estar conectado para enviar un comentario.