Liliane Frey-Rohn fue una analista junguiana y una de las colaboradoras más cercanas de Carl Gustav Jung. Resalta su obra De Freud a Jung, trabajo de especial importancia en el que se equiparan detalladamente las semejanzas y diferencias en la obra de ambos autores. A partir de la teoría del inconsciente, Carl Jung y Sigmund Freud estructuraron dos sistemas de acercamiento a la psique humana que, si bien mantuvieron siempre una independencia conceptual, confluyen en puntos básicos. Este texto traza la extensa línea de coincidencia entre ambos y permite apreciar una visión panorámica de los orígenes del psicoanálisis. Este documento corresponde al Capítulo 1 de esta obra. La obra puede comprarse en Amazon.
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El alcance y la importancia de las realidades descubiertas por Freud explican de por sí la enorme influencia ejercida sobre Jung. Impulsado por las mismas preocupaciones de su trato con los enfermos mentales, la obra de Freud le proporcionó un cúmulo de sugerencias. La fascinación fue tal que en un principio abandonó los importantes comienzos de una ciencia psicológica propia para formarse primero un juicio sobre la obra de Freud. Su actitud científica la formuló de este modo:
Me dije… que sólo podría refutar a Freud quien hubiera utilizado el psicoanálisis en múltiples aplicaciones e investigaciones como Freud investiga. Es decir: observando larga y pacientemente la vida cotidiana, la histeria y los sueños, desde su punto de vista [1].
Pero veía en Freud algo más que una mera obra individual. Era para él la personificación de la tensión espiritual característica de los últimos años del siglo XIX. Lo consideraba en parte vástago del materialismo científico, por su empeño en extrapolar el determinismo causal y las bases mecanicistas propias de la ciencia del siglo XIX a la vida de la psique y, en parte, exponente de nuevo siglo, que, a semejanza de Nietzsche, anticipaba la trascendencia y el significado de la afectividad para la comprensión del alma humana.
Pero se vio de todos modos impulsado a elaborar un método más exacto, viendo la inseguridad reinante en cuanto al diagnóstico y terapia de las psicosis, así como también el alto grado de subjetivismo en la tipificación científica de los casos concretos, trabajo que dirigía su jefe Eugen Bleuler en el que colaboraba con su colega Franz Riklin. La investigación consistía en experimentar por medio de la asociación, de la cual se prometía grandes avances en la diagnosis psiquiátrica. También esperaba comprobar así el grado de exactitud de las hipótesis freudianas. La observación de los procesos asociativos en personas no era nueva en la clínica de Burghölzli. Desde hacía tiempo, Bleuler y sus colaboradores practicaban dicho experimento, introducido en psiquiatría por Kraepelin y Aschaffenburg [2]. También Jung lo utilizó, desde los comienzos de su carrera profesional, en la exploración de las disfunciones de los enfermos mentales. Esto hizo, en más de una ocasión, que pudiera formarse una idea del estado interior del paciente. Bleuler concedía gran valor a este método de investigación:
En la actividad asociativa se refleja todo el ser psíquico, pasado y presente, con todas sus experiencias y deseos. Con base en ella se puede confeccionar un índice de todos los fenómenos psíquicos que sólo necesitamos descifrar para conocer al hombre completo [3].
Bleuler consideraba que uno de los mejores frutos de la investigación de Jung era que éste hubiera conseguido acceder, de forma insospechada, a los «mecanismos inconscientes» de la psique y al «operar inconsciente de la mente». La asociación, como Freud lo había indicado, no era algo fortuito. sino que se encontraba implicada en todo el enchaînement de la vida psíquica.
Para estructurar el procedimiento a seguir en el experimento asociativo, Jung y sus colaboradores recurrieron en primer lugar a la metodología de Wundt y Aschaffenburg, [5] de quienes también tomaron la clasificación de las asociaciones. Sin embargo, difirieron respecto a los métodos de trabajo en sí, orientados sobre todo hacia la conexión entre asociación y alteración de la atención, pues Jung estableció el suyo propio, basado en la observación de las alteraciones afectivas. En efecto, en el análisis de las asociaciones descubrió Jung un aspecto sumamente significativo: ciertas respuestas (que como tal reacción no respondían al sentido de la palabra estímulo), a las que la escuela de Wundt consideraba «fallos aparentemente irrelevantes», poseían un valor específico para la comprensión de la situación anímica del enfermo. Es decir, precisamente las alteraciones del proceso asociador de las que hasta entonces no se había hecho caso, como, por ejemplo, la «perseveración», la «prolongación del tiempo de respuesta», la «ausencia de reacción» y, sobre todo, la «reproducción defectuosa de la palabra inducida», eran indicadores importantísimos de interferencias emocionales a menudo muy fuertes. La comprobación de este hecho indujo a Jung a reconocer la importancia de la observación del aspecto afectivo de las asociaciones para la «investigación experimental de los cambios emocionales patológicos y sus consecuencias«. [6] Así pues, los «fallos de reacción», entendidos hasta entonces, en pura observación externa, como mera falta de atención, pudieron ser valorados desde dentro, a partir de la afectividad. En efecto, dichos fallos parecían responder a la operatividad de un factor psíquico aún desconocido, ausente de la conciencia. Dicho de otro modo: podían interpretarse, con toda seguridad, como consecuencia de conflictos emocionales subyacentes. De todo ello extrajo Jung una importantísima teoría para sus investigaciones psicológicas: en el inconsciente de la psique existen complejos teñidos emocionalmente. Y las perturbaciones en la asociación eran nada menos que indicadores de dichos complejos, señales del complejo, [7] En 1902 y con base en sus investigaciones sobre los fenómenos del sonambulismo, Jung había probado ya que el origen de los sueños radicaba sobre todo en representaciones emocionales. [8] Sin embargo, con ocasión del experimento asociativo reconoció el valor de estas representaciones como factores provocadores de las alteraciones de dicho proceso. Esto era a su vez enormemente importante en otro sentido: relativizaba la importancia de la conciencia del yo, la cual aparecía más como subproducto del proceso que como su agente operador.
Nuestro yo consciente cree que la asociación es obra suya, sometida a su discreción, libre voluntad y atención, cuando en realidad, como muestra de forma excelente nuestro experimento, el yo consciente es sólo la marioneta que representa en escena un oculto automatismo. [9]
¿Qué entendía Jung por complejo? Su primera definición lo consideraba el «conjunto de representaciones relativas a un determinado acontecimiento cargado de emotividad». [10] Definición ampliada sustancialmente en 1920 con la inclusión del «núcleo» [11] y completada por último en 1934 con la diferenciación entre un aspecto en el que predominaba lo emocional y otro en el que predominaba el significado.
Jung había dado desde siempre, como rasgo característico del complejo emocional, el tono emocional (tono=tensión), [12] dinamismo que podía comprender, desde los estados de mínima emotividad hasta aquellos de mayor excitación traumática, incluida la posesión. No sólo por la frecuencia de su aparición, ni sólo por el grado de su intensidad, sino también por su calidad emotiva, el complejo emocional podía llegar a ser una escala excepcional para medir la afectividad y el «punto nodal» de todos los procesos emocionales del alma humana.
Los primeros logros científicos aportados por Jung fueron la elaboración y valoración del experimento asociativo, sobre todo el establecimiento de las características del complejo. Jung creía que el valor esencial del experimento residía en que posibilitaba un juicio objetivo válido sobre las manifestaciones del psiquismo inconsciente. Como medio de comprensión de los factores emocionales de los trastornos mentales, que residen en el inconsciente, llegó a ser para él un instrumento indispensable en la investigación de fenómenos psicopatológicos. Un logro adicional en modo alguno despreciable, consistió en que confirmó de forma fehaciente la eficacia del método de asociación freudiano para determinar la etiología de las neurosis. Su satisfacción fue enorme cuando pudo comprobar con éxito la efectividad de su «método de verificación del complejo» en un delincuente. [15] Desde entonces, utilizó el experimento de la asociación como un instrumento indispensable para el diagnóstico objetivo.
El método asociativo de Jung abrió un camino nuevo, tanto para la comprensión de los síntomas de las psicosis y neurosis, como también para la explicación de las perturbaciones afectivas en la «psique normal». En sus investigaciones con personas sanas por medio de la asociación, pudo probar que la existencia de complejos es un fenómeno general, característico de toda vida anímica. Los complejos son asimismo la clave que permite comprender los actos fallidos -las equivocaciones orales, los olvidos, las equivocaciones al escribir, etc.- estudiados por Freud en su Die Psychopathologie des Alltagslebens (Psicopatología de la vida cotidiana). [14] Sin embargo, no compartía la opinión de Freud al respecto, según la cual estos fenómenos se debían a la interferencia de «motivos» conscientes e inconscientes, por parecerle una explicación demasiado racional.
Las experiencias de Jung con la asociación se limitaron a este tema. Pudo aplicar sus conclusiones y confirmarlas, además de experimentalmente, en cualquier campo en el que tuviera lugar un diálogo entre personas. En 1934 expresaba así algo que, para él, fue fundamental desde siempre:
Lo que ocurre en la asociación se da también en todo diálogo entre personas. En uno y en otro caso tiene lugar una situación experimental que llega a crear una constelación de complejos, a la que acaban asimilándose el contenido de la conversación, la situación como tal e incluso los mismos interlocutores. [15]
No es pues de extrañar que las observaciones que hicieran en sus experiencias con la asociación coincidieran con las efectuadas por Freud con sus pacientes. Todos los fenómenos observados por él en los sujetos experimentales con trastornos –disminución de la capacidad asociativa, perturbaciones de memoria, dificultades en la capacidad mnémica, olvido y falseamiento de los recuerdos- habían sido detectados por Freud en sus sesiones psicoterapéuticas. [16] También la verificación de «amnesias sistemáticas», [17] ausencia de atención limitada a una serie concreta y conexa de recuerdos, coincidía con el fenómeno denominado por Freud «amnesia histérica».
Por lo pronto, los resultados del experimento asociativo hicieron patentes los puntos de coincidencia esenciales entre Freud y Jung: ambos investigadores establecían una relación interior entre procesos asociativos alterados y fenómenos psicopatológicos. Para ambos, la causa residía en un factor inconsciente, teñido de afectividad, que ejercía una influencia mayor o menor sobre la vida anímica, el obrar y el pensar conscientes del individuo. Descubrieron que ciertos hechos, retenidos en el inconsciente, seguían activos, desencadenando perturbaciones neuróticas. Para Freud eran acontecimientos traumáticos que no habían sido objeto de elaboración consciente; para Jung eran complejos con tinte emocional y afectivo. Con base en este sorprendente paralelismo, Jung llegó en 1906 a la impresionante conclusión de que el psicoanálisis no era otra cosa que un experimento asociativo o, dicho de otro modo, que este experimento constituía la verificación objetiva del psicoanálisis. [18] Esta observación sólo perdió su validez años más tarde.
Resumiendo: con la investigación del experimento asociativo, Jung creó un instrumento de acceso objetivo a los fenómenos irracionales y a la psique inconsciente en general. Jung prosiguió lo que Freud había comenzado. Éste había proporcionado la prueba empírica de la existencia en el inconsciente de factores perturbadores con tinte emocional; Jung tuvo oportunidad de corroborarlo experimentalmente. Ambos contribuyeron a abrir al conocimiento empírico el inconsciente, que hasta entonces sólo era objeto de concepción filosófica. Leibniz había visto ya la necesidad de completar las representaciones conscientes mediante percepciones inconscientes, y Schelling amplió la conciencia humana con la visión de lo inconsciente eterno. Carus y Schopenhauer derivaban la conciencia del inconsciente y E. von Hartmann fundamentaba su construcción teórica en el supuesto de un espíritu inconsciente que serviría de base al Absoluto. Frente a estas formulaciones más o menos especulativas sobre el inconsciente, la prueba empírica representaba un logro científico de extraordinaria importancia. Con el experimento asociativo, Jung creó finalmente la base experimental gracias a la cual llegó a ser posible la emisión de juicios objetivos, independientes del criterio personal, sobre la existencia de complejos con tinte emocional en el fondo del alma humana.
Notas de pie de página
[1] C. G. Jung, Über die Psychologie der Dementia praecox, 1907, Prólogo, p. iv (Ges. Werke, III, p. 4).
[2] C. G. Jung, «Experimentelle Untersuchungen über Assoziationen Gesunder», 1905, en Diagnostische Assoziationsstudien, I, p. 7. Estos estudios comprenden varios artículos que se publicaron ya en 1904 y 1905.
[3] E. Bleuler, «Über die Bedeutung von Assoziationsversuchen», en Diagnostische Assoziation studien, I, p. 4 (resaltado en el texto).
[4] Ibid., p. 6.
[5] Cf. C. A. Meier, Die Empirie des Unbewnußten, sobre todo el capítulo IV acerca del experimento asociativo.
[6] C. G. Jung, «Experimentelle Untersuchungen über Assoziationen Gesunder», 1905. Diagnostische Assoziationsstudien, I, p. 142.
[7] De entre las notas características del complejo sintetizó Jung los siguientes factores: «Tiempo de reacción prolongado, reacción extraña, falla, perseveración, repetición estereotipada de una palabra de reacción… traducción en otro idioma, expresiones vulgares, cita, promesa, asimilación de la palabra estímulo…» «Über das Verhalten der Reaktionszeit», etc., en Diagnostische Assoziationsstudien, I, p. 222. Posteriormente tuvo en cuenta también el intento de reproducción, que indicaba sobre todo lagunas de memoria y falsedades. Cf. «Psychoanalyse und Assoziations- experiment», 1906, ibid., p. 262 s.
[8] C. G. Jung, Zur Psychologie und Pathologie sogenannter okkulter Phänomene (Ges. Werke, I. p. 76).
[9] C. G. Jung, «Über das Verhalten der Reaktionszeit beim Assoziationsexperiment», 1905, en Diagnostische Assoziationsstudien, I, p. 211.
[10] C. G. Jung, «Experimentelle Untersuchungen über die Assoziationen Gesunder», en Diagnostische Assoziationsstudien, I, p. 57, nota.
[11] C. G. Jung, Über die Energetik der Seele, 1928, p. 21 (Ges. Werke, VIII, p.11.
[12] C. G. Jung, «Experimentelle Untersuchungen über die Assoziationen Gesunder», en Diagnostische Assoziationsstudien, I, p. 57. p. 11).
[13] C. G. Jung, «Zur psychologischen Tatbestandsdiagnostik», Zbl, Nervenhk. XXVIII (Ges Werke, I, p. 236).
[14] S. Freud, Die Psychopathologie des Alltagslebens, 1904 (Ges. Werke, IV).
[15] C. G. Jung, «Allgemeines zur Komplextheorie», 1934, p. 9 (Ges. Werke, I, p. 110).
[16] Véase la p. 27.
[17] C. G. Jung, Psychologie und Erziehung, 1946, p. 82.
[18] C. G. Jung, «Die Hysterielehre Freuds», 1906.
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