El mágico juego de arena en investigación

AICIL FRANCO Y ELIZABETH BATISTA P.

Aicil Franco es Psicóloga, alumna del curso de Postgrado en Psicología Clínica del IPUSP. Dirección electrónica: aicil@uol.con.br. Elizabeth Batista es Profesora Doctora del Programa de Postgrado en Psicología Clínica del IPUSP. Dirección electrónica:ebatista@usp.br. Este trabajo fue publicado por la Revista de Psicología USB de la Universidad de Sao Paulo (Vol. 14, No.2, 2003, pp. 91-114) y autorizada su traducción al español.

Traducido del portugués por Juan Carlos Alonso

 

RESUMEN

Este trabajo presenta el Juego de Arena conforme fue concebido por Kalff (1980) en un abordaje teórico junguiano. Se consideran algunos de los estudios que validan su aplicación en servicios públicos de salud, así como en pacientes con cáncer, víctimas de abusos y otros casos clínicos. Se discute también la expansión clínica del Juego de Arena como un método psicoterapéutico no verbal. Se considera y justifica, asimismo, la necesidad del uso del Juego de Arena como objeto de investigación. También se presentan algunas posibilidades de ampliación del Juego de Arena como un instrumento de investigación académica en psicología clínica, centrándose en sus propiedades proyectivas y diagnósticas..

Descriptores: Juego de arena. Psicología junguiana. Investigación.
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Introducción

El Juego de Arena y su fundamentación Junguiana

Este trabajo presenta y discute el Juego de Arena, método de psicoterapia junguiano, conforme fue concebido por su autora (Kalff, 1980), enfocando aspectos de su desarrollo en el contexto de investigación en psicología clínica y sugiriendo posibilidades de expanción.

El Juego de Arena como «método psicoterapéutico», fue ideado por Dora Maria Kalff, analista junguiana suiza, a partir de una técnica psicológica creada por Margaret Lowenfeld, pediatra inglesa que en forma contemporánea a Melanie Klein introdujo el juego en la relación analítica con niños (Thompson, 1981).

El procedimiento creado por Kalff, entre 1954 y 1956 consiste en la utilización de dos cajas llenas de arena y una amplia colección de miniaturas representativas de todo el universo (animales, personas, viviendas, medios de transporte, vegetación, figuras mitológicas, religiosas, etc.). El paciente, niño o adulto, es invitado a escoger una de las cajas en la cual deberá construir un escenario, con miniaturas escogidas por él. La diferencia entre las cajas es que, en una de ellas, el paciente podrá añadir agua a su voluntad, trabajando de forma más lúdica, emocionalmente más regresiva y con más plasticidad. Por el patrón propuesto por su creadora (Kalff, 1980), es esencial que se presente al paciente la opción de las dos cajas, especialmente porque la inclusión o no de agua en la elaboración del escenario podrá tener características simbólicas importantes en el proceso. Kalff (1980) asumió que la arena, de manera general, es lúdica por sí misma, e invitaría al modelaje de formas o escenas.

Las cajas tienen un patrón en su forma (rectangular, con 7,5 cm de profundidad), color (internamente pintada de azul, favoreciendo la fantasía del uso de su fondo como agua) y tamaño (72 cm x 50 cm aproximadamente), lo cual correspondería al campo de visión de una persona sentada al frente de la caja (Ammann, 1991). (ver figuras 1 y 2, caja de arena y miniaturas, respectivamente).

El psicoterapeuta observará la creación del paciente, pero no intervendrá. Según Kalff (1980) y Weinrib (1983), se decidió adaptar a su creación el procedimiento junguiano para interpretación de sueños, lo que significaría aplazar, en el proceso de ejecución, las interpretaciones de los escenarios.

El escenario permanece montado en la caja y será fotografiado por el psicoterapeuta después de la sesión, sin la presencia del paciente. Después de una secuencia de escenarios construidos – independientemente del tiempo pasado entre ellos o de la utilización de sesiones verbales intermediarias – paciente y terapeuta observarán juntos la serie de fotografías correspondientes.

En ese momento, el terapeuta podrá o no hacer interpretaciones. Diferentes autores que sucedieron a Kalff propusieron procedimientos diversos sobre esto último. Se observa que tales diferencias se originaron probablemente en la propia propuesta de la autora (Kalff, 1980), que no clarificó lo que consideró por «aplazar (o suprimir) las interpretaciones».

Algunos admiten, sólo circunstancialmente, la posibilidad de interpretar en el momento de revisar las fotos (Weinrib, 1983, citado por Bradway, 1997); otros, por el contrario, consideran que permitir que el paciente salga de la sesión sin una interpretación inmediata podrís representar un riesgo (Ryce-Menuhin, 1992, citado por Bradway, 1997); hay otros aún, que abogan por la tesis de que los insights del paciente son siempre más importantes y deben sobreponerse, haciendo innecesaria cualquier interpretación del terapeuta (Bradway, 1997).

La opinión de que el Juego de Arena dispensaría cualquier interpretación se basa en la existencia de un supuesto perjuicio representado por la interrupción del proceso creativo, presuponiendo que éste sería terapéutico por sí sólo: «Es la vivencia del proceso, y no su interpretación teórica, lo que cura» (Bradway, 1997, p. 46). Más aún, según Weinrib (1983), la caja de arena aceleraría y profundizaría, por sí sola, el proceso psicoterapéutico.

Tal vez sea importante distinguir lo que sería una interrupción del proceso creativo por consideraciones cognitivas hechas por el terapeuta durante la ejecución del escenario y lo que sería una interpretación que posibilitaría elaboraciones.

Partiéndose del presupuesto de que el Juego de Arena es un procedimiento incluido en la relación clínica dual y transferencial, se entiende por interpretación de los escenarios la investigación, por parte del terapeuta, del lenguaje simbólico expresada por el paciente, de tal forma que éste pueda hacerse consciente de los contenidos surgidos en ese procedimiento.

El terapeuta experto realizará esa investigación a través de la cuidadosa observación de los contenidos presentados en los escenarios, de la investigación de su simbolismo y del análisis de sus reacciones contratransferenciales, de manera que acumule posibles significados para los contenidos inconscientes, investigarlos y/o interpretarlos, con el objeto de estructurar o ampliar la conciencia del paciente.

Además, en el contexto de la relación analítica, es genuino pensar que las intervenciones suceden consciente o inconscientemente. El propio Jung (1966) dedicó un amplio estudio sobre la complejidad de las proyecciones y transferencias presentes en esa, y en otras relaciones. Como lo admitió Jacoby (1995), todo el diagnóstico, así como todas las interpretaciones y evaluaciones del material traído por el paciente, se basan en los sentimientos y en las percepciones del terapeuta.

Para ilustrar la configuración de transferencia y de contratransferencia que, típicamente, suceden en el Juego de Arena, se puede adecuar el diagrama sobre la complejidad de la relación analítica propuesto, inicialmente, por Jung (1966) y, posteriormente adaptado por Jacoby (1995) (ver figura 3). Se percibe, en esa ilustración, que en el campo propuesto como el de la inconsciencia común, o sea, el campo de la interacción entre paciente y terapeuta, se incluyen la caja de arena y los escenarios en ella elaborados por el paciente. Se pueden entender los escenarios como producto de la relación y, por lo tanto, portadores, aunque inconscientes, o no verbales, de los sentimientos, evaluaciones e intervenciones del terapeuta.

Kalff (1980) definió, así, el Juego de Arena: «no es sólo un método de terapia, sino un medio activo a través del cual los contenidos de la imaginación se hacen reales y visibles». Así, algunos aspectos de la situación psíquica podrían ser proyectados en la caja y vistos en una representación tridimensional. Esa transposición de conflictos del mundo interior hacia el mundo exterior los haría visibles, y ellos serían, entonces, elaborados – por el creador de los escenarios – de manera espontánea y evolutiva, «tal como el desenlace de un drama».

El método de Kalff fue desarrollado apoyándose en el supuesto de que, cuando el paciente comienza a jugar o construir escenarios en intervalos regulares, se iba a poder observar también, el inicio de un proceso de desarrollo psicológico, guiado por una totalidad inconsciente. Jung (1991) reconoció la existencia de esta totalidad inconsciente que, como un principio de autorregulación, tendería a conducir a la unión de aspectos contradictorios de la personalidad que impiden el equilibrio y el bienestar psíquico. La expresión y la visualización,en la caja, de los aspectos conflictivos y de fuentes de angustia llevarían entonces a la psique, a activar este principio, que la orientaría en la dirección de un arreglo más armonioso. La singularidad del Juego de Arena sería, por lo tanto, según su autora, la de ser, por sí mismo, un mediador entre polaridades visibles e invisibles, conscientes e inconscientes (Kalff, 1980).

Sin embargo, a partir de la propia práctica clínica y de las consecuentes y diferentes proposiciones de los autores, antes referenciados, se percibe la posibilidad de expandir la comprensión del Juego de Arena, al reconocerse en él, otras especificidades, como, por ejemplo, su capacidad como procedimiento proyectivo. Ahora, la definición de un procedimiento proyectivo trae, en sí, la necesidad de explicitar criterios de interpretación. El individuo es puesto en presencia de situaciones poco estructuradas y de estímulos ambiguos, los cuales permiten «leer, según reglas de interpretación propias del tipo de material y de actividad creadora propuestos, ciertos rasgos de carácter y ciertos sistemas de organización de comportamiento y de emociones» (Anzieu, 1960, citado por Laplanche & Pontalis, 1989).

El Juego de Arena y su expansión clínica

Desde su concepción, a finales de la década de los 50, el Juego de Arena viene siendo divulgado y desarrollado por medio de la publicación de estudios en diversos países del mundo, especialmente EUA y Japón. Estos estudios vienen describiendo un conjunto de procedimientos o de técnicas que pretenden demostrar las ventajas de su utilización en diferentes procesos psicoterapéuticos, así como discutir comportamientos en determinados cuadros patológicos.

Tales estudios consisten, principalmente, en la descripción de casos clínicos, o de análisis de los símbolos presentes en diferentes procesos clínicos. Como, por ejemplo: el proceso de individuación femenina (Bradway, 1981), la transferencia en el Juego de Arena (Kawai, 1985), las producciones de alcohólicos (Kusas & Hondas, 1990) y el acompañamiento de adolescente con cáncer (Yosgikawa, 1999). Se registran, también, estudios normativos o comparativos que investigan tipos de construcciones de escenarios hechos por ciertos grupos de personas, buscando correlaciones que lleven al establecimiento de patrones de referencias, como: Crable (1976), Denkers (1985), Grubbs (1995), Jones (1986), Mitchell y Friedman (1998) y Shaia (1991).

El uso del Juego de Arena en servicios públicos de salud es discutido y aplicado, como ocurre, por ejemplo, en Italia (Montecchi, 1993), en servicios de protección a los abusos infantiles, en hospitales para niños con cáncer y en instituciones psiquiátricas.

Sin embargo, la comunidad usuaria y productora de conocimiento sobre el Juego de Arena ha demostrado, a lo largo de los últimos años, preocupación con relación a su fase de desarrollo en el ámbito científico de la psicología clínica, conforme lo afirmó Ammann (1997):

Considero que la terapia con El Juego de Arena aún no está completamente aceptada y apreciada en el campo de la psicoterapia, y que se hacen necesarias más investigaciones, juntamente con más esfuerzos de todos nosotros. Aún seguimos siendo vistos como los «alquimistas» en la psicoterapia, una percepción que es agradable y en cierta forma correcta, pero esto también significa que permanecemos mirados como alquimistas misteriosos trabajando en forma «no científica», «oscura» y milagrosa … (p. 11)

En 1998, la propia International Society of Sandplay Therapy (ISST) creó una comisión de investigación con el objetivo de incentivar, principalmente, investigaciones científicas internacionales sobre el Juego de Arena utilizado como método en «procesos psicoterapéuticos junguianos» (Ammann, 1999).

Aún no se conoce el resultado de esa comisión, aunque se observa que la dedicación a la investigación académica sobre el Juego de Arena, en el ámbito internacional, es pequeña y, hasta el momento, poco ha contribuido a las demandas de la Psicología. En este momento histórico de la Psicología como ciencia, conforme afirmó Batista Pinto (1999), sería importante que la investigación con el Juego de Arena pudiera afinarse con gran parte de los esfuerzos que apuntan a la necesidad de integración entre los intereses académicos y la práctica clínica.

En Brasil, la amplitud de intereses sociales requiere de la Psicología clínica una búsqueda de formas de aplicación específicas, más amplias y menos elitistas. La experiencia con El Juego de Arena permite especular acerca de su posible adaptación a esta demanda. Además, generalmente, en la fase de desarrollo actual de la Psicología clínica como ciencia, en la cuál aún es necesario que se solidifiquen prácticas de investigación cualitativas, el Juego de Arena podría llegar a afirmarse como un procedimiento metodológico paradigmático (Batista Pinto, 1999).

Es un hecho que este procedimiento se encuentra en creciente expansión y viene afirmándose como un atractivo instrumento psicológico de práctica clínica brasileña. Algunas investigaciones académicas han sido presentadas por psicólogos brasileños en congresos nacionales e internacionales de Psicología.

Con características y objetivos bastante específicos, el uso de la caja de arena en estos estudios difiere de aquel propuesto por Kalff (1980) como método psicoterapéutico, pero amplía el ámbito de actuación del Juego de Arena. Vieira (1998) utiliza la caja de arena como material lúdico en estudio sobre la capacidad del niño para expresar su subjetividad. Ya Gimenez (1998) y Zimmermann (1996) presentaron, respectivamente, la caja de arena como técnica facilitadora de integración de procesos simbólicos y como instrumento facilitador en la orientación profesional.

Otros estudios brasileños han sido realizados por grupos aislados, como alumnos de la Facultad de Psicología de la Universidad Mackenzie (Universidad Mackenzie, 2002), que investigan la posibilidad de adaptación del Juego de Arena en la clínica-escuela. El grupoProteja (Proyectos y Estudios en Terapia con El Juego de Arena), formado por psicólogas clínicas de São Paulo, investigó la significación de la presencia de figuras femeninas típicamente brasileñas – como Iemanjá, la mulata y Nuestra Señora Aparecida – en los escenarios de los pacientes (Proteja, 1999). Ese grupo promovió, además, un simposio en el cual la posibilidad de investigación con El Juego de Arena fue presentada en forma pionera en Brasil y expandida más allá de los límites académicos, buscando integrarla a la práctica clínica y a otras modalidades psicoterapéuticas (Simposio Naturaleza y Simbología de lo Femenino, 1999).

Investigación científica con y sobre el Juego de Arena

Al admitirse la necesidad de que se realicen más investigaciones con El Juego de Arena, se debe tener en cuenta que intereses menores -como los de pequeñas agrupaciones profesionales y de comunidades no científicas- no deberían sobreponerse a la diversidad de demandas internacionales y, principalmente, a la especificidad de demandas nacionales, siendo, pues, fundamental, que sean tenidas en consideración las distintas características de los contextos sociales y políticos en que esas investigaciones serán realizadas.

Al mismo tiempo, es importante discriminar qué investigaciones serían realizadas con El Juego de Arena y cuáles serían realizadas sobre el Juego de Arena. O sea, es deseable que el Juego de Arena, diferente a como se viene realizando, debería también prestarse para ser objeto de investigación.

Investigaciones con el Juego de Arena han enfatizado, predominantemente, en sus eficientes propiedades terapéuticas, pero, en general, se eximen de explicar fenómenos clínicos o mecanismos psicológicos con un rigor metodológico que les ofrezca credibilidad. Aunque se puedan observar, empíricamente, cualidades del Juego de Arena, las cuales le atribuyen un significativo valor psicoterapéutico, es necesario que, por medio de más investigaciones científicas, se consiga demostrar su importancia como instrumento de la psicología clínica, retirándolo del caparazón dogmático en que aún se encuentra. Se trataría, entonces, de la investigación sobre el Juego de Arena, ante todo de sus aspectos teóricos y funcionales

En ese caso, cabría, por ejemplo, profundizar en la discusión acerca de la afirmación de los autores mencionados antes, según la cual la vivencia del proceso sería, por sí misma, curativa. O, entonces, explorar los posibles aspectos de la subjetividad implicados en la relación entre paciente y terapeuta, los cuales, presentes en la «vivencia del proceso», lo hacen menos o máscurativo. O más aún, desarrollar una metodología de investigación que especifique la validez del Juego de Arena, con generalizaciones rigurosas o transferibilidades divididas que pudieran quitarle el peyorativo lugar de «milagroso» o «mágico».

Recuérdese, aquí, que, en metodología científica, se entiende que la generalización de los resultados, considerada criterio de calidad en las investigaciones cuantitativas clásicas, equivale a la noción de transferibilidad, adoptada como criterio de buena calidad en las investigaciones cualitativas. La transferibilidad de resultados de un estudio es la posibilidad de utilización posterior -en situaciones semejantes- de los procedimientos y resultados validados en una situación inicial, respetándose las peculiaridades de nuevos contextos (Valles, 1997, citado por Silva, 1998).

Posibilidades de expansión de investigación científica con El Juego de Arena

En el ámbito de la investigación científica en Psicología clínica, se presentan diversas cuestiones sobre los aspectos intrínsecos de la relación que se establece con el objeto de estudio. Al realizarse un proyecto de investigación sobre terapias psicodinámicas, se debe especificar el fenómeno y la situación que serán estudiados. La metodología de investigación o método de investigación considera la subjetividad que encierra la relación entre sujeto y objeto.

Así como otros abordajes terapéuticos psicodinámicos, la investigación en la Psicología Junguiana permite que se adopte un abordaje cualitativo de investigación en que fenómenos o hechos clínicos sean descritos. Este abordaje, por su parte, permite que se discutan aspectos subjetivos de la actividad clínica que tienden a repetirse en diferentes procesos, preservando singularidades e idiosincrasias. Su mayor mérito está en la contribución que puede ofrecer a la construcción del conocimiento de la singularidad humana, permitiendo que se aplique el criterio de transferibilidad de los resultados.

Se enfatiza, así, el mérito del Juego de Arena como un procedimiento cualitativo por excelencia, en el cual las características psíquicas pueden ser visualizadas y descritas en forma absolutamente singular y sensible de transferibilidad. Sus evidentes especificidades psicológicas permiten suponer que la ampliación de su estudio, efectuada también por otros abordajes teóricos, sólo traería ventajas para la Psicología como ciencia y para la elucidación de la eficacia del método.

Considerándose esas especificidades, como se verá en Especificidades psicológicas del Juego de Arena, se enfatiza en ese trabajo la importancia de la inserción del Juego de Arena en el universo de los procedimientos proyectivos, cuya teoría general no necesariamente se atiene a un único enfoque epistemológico. No se trata de quitarle méritos al abordaje junguiano delmétodo, pero sí, de encarar la tarea de explorar toda la riqueza inherente al procedimiento, en beneficio del conocimiento científico.

Así, el desafío de la realización de investigación científica con El Juego de Arena no tendrá, a priori, de mantenerse circunscrito sólo al cuadro teórico de la Psicología Analítica, pero podrá recurrir a los aportes de otras filiaciones teóricas y epistemológicas. Tanto la investigación con como la investigación sobre el Juego de Arena podrán, por lo tanto, partir de diferentes enfoques y adoptar principios epistemológicos de diversas teorías -sin descuidar, evidentemente, los peligros de un eclecticismo teórico que, en la mayoría de los casos, acaba por dejar de caracterizar el propio objeto de investigación. Considerándose, pues, la subjetividad inherente a la tarea, será importante que el rigor del método de investigación, de la descripción de los criterios y de los fenómenos sea coherente con los principios teóricos adoptados.

Especificidades psicológicas del Juego de Arena

A – Cualidades proyectivas

Aunque se encuentre poco en la bibliografía especializada acerca de informaciones sobre las propiedades proyectivas del Juego de Arena, estas características son también reconocidas, como en Weinrib (1983, p. 78): «Al exteriorizar su fantasía, él (el paciente) la proyecta en las miniaturas». En el ámbito de la psicología clínica, la propiedad proyectiva del Juego de Arena, tal vez, sea su mejor contribución para la comprensión y validación del método.

El conocimiento acumulado sobre procedimientos proyectivos y la experiencia con El Juego de Arena permiten que se amplíe la comprensión de la definición del procedimiento creado por Kalff (1980) y que se coloquen las propiedades del Juego de Arena en posición similar a la de lastécnicas de investigación clínica, conforme fueron definidas por Trinca (1997). Según este autor, las técnicas de investigación clínica ofrecen acceso no sólo a datos relativos a un momento psicológico del individuo, sino también registran características de su desarrollo emocional y de la calidad de relación entre paciente y psicoterapeuta.

Se sabe que los instrumentos proyectivos de psicodiagnóstico pueden revelar aspectos que el paciente no trae al contexto de psicoterapia, omisión que, a veces, se origina en un pacto inconsciente con el psicoterapeuta. Los instrumentos proyectivos pueden revelar sufrimientos profundos que quedan ausentes del área mental de la conciencia, siendo, pues, un procedimiento de más a la disposición de la clínica psicológica (Grassano, 1996).

Así, los escenarios en la caja de arena -en la observación de su elaboración y en su producto final- permiten al psicólogo experto inferir aspectos más amplios del desarrollo psíquico del paciente, siendo posible formular hipótesis que van más allá de las características de personalidad y del momento terapéutico vivenciado.

Ese aspecto, una vez más, coloca en discusión las singularidades del Juego de Arena, las cuales permiten que sea considerado, bien como método psicoterapéutico (Kalff, 1980), bien como coadyuvante en procesos psicoterapéuticos, o bien como procedimiento proyectivo de investigación clínica, dependiendo de la contextualización de su uso. Tal vez se deba recordar además, conforme lo afirmó Safra (1996) en relación con la práctica psicoanalítica, que ejercer la clínica es investigar. También en el abordaje junguiano y en otras terapias psicodinámicas, el trabajo clínico se integra al trabajo investigativo. O sea, la ejecución de escenarios en la caja de arena puede ser vista, al mismo tiempo, como un procedimiento psicoterapéutico e investigativo.

La cualidad de los sentimientos (tristeza, alegría, rabia, hostilidad, inseguridad, etc.), lasprincipales defensas (negación, sublimación, regresión etc.), las tendencias de los impulsos(obsesión, perfeccionismo, excitación, espontaneidad, contención etc.), los diferentes aspectos de desarrollo intelectivo (falta de concentración, limitación, alta elaboración, abstracción, etc.), las funciones psicomotoras (uso del espacio, esquema corporal, lateralidad, equilibrio, coordinación viso-motora, etc.) y asimismo los indicios de compromisos neurológicos pueden ser perceptibles por medio de los gestos, de la manipulación de las miniaturas, de la elaboración de las escenas y de la relación de estas -gestos, miniaturas y escenas- con el espacio de las cajas. Se señala, aquí, la inexistencia de investigaciones en esa área, las cuales, por ejemplo, podrían suministrar material para la comprensión de algunos disturbios psiconeurológicos, aún hoy de difícil evaluación (por ejemplo, toda la complejidad de la tartamudez y de las afasias).

Se entiende que el Juego de Arena en calidad de juego simbólico o como técnica de investigación clínica, pueda ser considerado un poderoso instrumento proyectivo, que posibilita la concienciación e interpretación de contenidos que aún no pueden ser totalmente expresados en palabras y que, en muchos casos, dificultan el diagnóstico o el direccionamento de un tratamiento multidisciplinar. La actividad lúdica, aparentemente desvinculada de la queja, puede disminuir la ansiedad del paciente, que se siente menos amenazado para expresarse de forma que parece ser controlada sólo por él mismo.

El Juego de Arena como procedimiento proyectivo puede ser ilustrado por un caso clínico en el que había una sospecha inicial de autismo, con difícil elucidación diagnóstica. La paciente se mostraba resistente a cualquier tentativa de interacción aún en las situaciones lúdicas. Manifestaba, de entre otros, comportamientos de aislamiento y rasgos típicos de neurosis obsesiva, con serias consecuencias sociales. La introducción del Juego de Arena, aplicado en forma bastante flexible y alternativa a las propuestas originales de Kalff (1980), permitió, inicialmente, cambios graduales en el comportamiento de la paciente en las sesiones terapéuticas y, posteriormente, la comprensión de aspectos psicológicos familiares graves, expresados en escenarios, a los que no se tuvo acceso por otros procedimientos. Se observó, a partir de entonces, la creciente interacción de la paciente, no sólo con la terapeuta, sino también con las demás personas de su entorno. Los escenarios del Juego de Arena permitieron diferenciaciones diagnósticas, visualización del desarrollo intelectual y de la personalidad, explicaciones de la dinámica del caso, rumbos adecuados y orientaciones la familiares y profesores (Araújo & Franco, 1998).

Ese estudio ilustra el potencial proyectivo del procedimiento, indica la eficacia de su aplicación para tratamientos de casos, tenidos, en general, como refractarios a los tratamientos psicoterapéuticos clásicos y refuerza la necesidad de investigaciones profundas y rigurosas que puedan ser referencia para diagnóstico y tratamiento de diferentes psicopatologías.

B – Calidades psicodiagnósticas

Kalff (1980) desarrolló su método a partir de investigaciones anteriores tanto de Lowenfeld (Mitchell & Friedman, 1994), como de Bolgar y Fischer (1940) y también de Bühler (1951), que utilizaban el World Technique (nombre original de la técnica psicológica propuesta por Lowenfeld), principalmente como instrumento de psicodiagnóstico. Esas investigaciones incluían estudios de correlación y pretendían probar la capacidad del instrumento para diagnosticar patologías, comparable al Rorschach y otras técnicas proyectivas reconocidas (Mitchell & Friedman, 1994, p. 115).

De hecho, desde sus inicios, el Juego de Arena ya se caracterizaba como un medio a través del cual la vida emocional y mental de los niños era comunicada en una forma que podría ser objetivamente registrada y analizada. Además de eso, según Friedman y Mitchell (1994):

Lowenfeld vio la transferencia en los «mundos» de sus pacientes cuando ellos mostraban sus aspectos primarios en la caja a través de la elección de las miniaturas, de sus arreglos espaciales y de sus historias en las cajas de arena, más que percibir transferencia en una perspectiva tradicionalmente psicanalítica – solamente entre terapeuta y paciente. Con la ayuda de esta técnica, ella (Lowenfeld) podría ahora comenzar su trabajo de exploración del proceso mentaldel niño. (p. 79)

Kalff, sin embargo, probablemente influenciada por referencias de la práctica clínica en Psicología Analítica, fue enfatizando cada vez más la aplicación del Juego de Arena comométodo de expresión simbólica en el contexto psicoterapéutico. Tanto Kalff como algunos de sus seguidores evitaron métodos cuantitativos o abordajes diagnósticos para la comprensión de los escenarios (Mitchell & Friedman, 1994, p . 87).

Aunque el Juego de Arena pueda ser usado como instrumento de psicodiagnóstico, no es así como es percibido por la comunidad internacional usuaria del método: «No es un diagnóstico ni una prueba psicológica, principalmente por ser encarado como un método que se desarrolla en un proceso psicodinámico de inter-relación del paciente y el terapeuta, a lo largo del tiempo, meses o años» (Ammann, 1999).

Se percibe en las afirmaciones de esa autora (Ammann, 1999) y, en general, en las referencias presentes en la bibliografía especializada, que el encuadre psicoterapéutico junguiano parece rechazar propiedades psicodiagnósticas en las características del Juego de Arena. Según Mitchell y Friedman (1994):

… esta actitud refleja una perspectiva junguiana básica, en la cual la psique es vista como teniendo en sí la capacidad de promover la totalidad, y no desde el punto de vista médico, según el cual el comportamiento es rotulado por una autoridad externa, para fines de tratamiento.

Sin embargo, el Juego de Arena tal vez pueda venir a afirmarse más como un importante recurso, si, como propuso Trinca (1997), atribuimos un nuevo estatus para el diagnóstico psicológico, por medio de un abordaje más flexible y de tipo más comprensivo, en el cual prevalezca el espíritu de investigación antes que la sumisión a los patrones establecidos por las teorías dominantes.

Si se consideran las características descritas por Vilhena (1997, citada por Tardivo, 1997) como las necesarias para un psicodiagnóstico en el abordaje junguiano, el Juego de Arena se aplicaríaahora en esa especificidad de la Psicología clínica, toda vez que se trata de un instrumento que posibilita «el análisis del desarrollo arquetípico-simbólico a través de la emergencia de símbolos posiblemente constelados en el eje ego-Self». Además de eso, el Juego de Arena posibilitaría el»levantamiento de hipótesis sobre las capacidades defensivas y creativas, operantes y potenciales del paciente». En los escenarios del Juego de Arena, se pueden también visualizar – conforme lo priorizó aquella autora (Vilhena, 1997, citada por Tardivo, 1997) – el «patrón transferencial y las elaboraciones creativas precoces».

La propia Kalff reconoció, según Mitchell y Friedman (1994), la propiedad de los escenarios iniciales como facilitadores en la comprensión de la dirección a ser seguida en el tratamiento. Después de las conferencias de 1966, Kalff publicó un artículo en el cual enfatizó que el primer escenario de una serie ofrecería al terapeuta una guía para el tratamiento, porque frecuentemente daría informaciones – contenidas en los símbolos – sobre la naturaleza del problema, el pronóstico y cómo iría a ocurrir la cura (Mitchell & Friedman, 1994).

Montechi (1993) también observó e ilustró como, en una fase preliminar del tratamiento, los escenarios en la caja de arena pueden suministrar evaluaciones sobre lo «tratable o no del caso (por lo menos con ese instrumento terapéutico)».

Aberastury (1982) constató que «ya durante la primera sesión – fuera ésta el inicio de un análisis o simplemente de observación diagnóstica – aparecía la fantasía inconsciente de enfermedad o cura» (p. 111). La misma autora concluyó que, en todos los casos de niños estudiados por ella, el niño sabía que estaba enfermo y comunicaba, desde la primera hora, cuál era su fantasía inconsciente sobre la enfermedad o conflicto por el cual era traído al tratamiento y, en la mayor parte de los casos, presentaba, también, su fantasía inconsciente de cura (Aberastury, 1982).

Especialmente en lo que atañe a la posibilidad de investigación psicodiagnóstica del primer escenario del Juego de Arena y a su carácter de investigación clínica de la personalidad, se pueden considerar, como paradigmas de estudio, aportes teóricos como los de Aberastury (1982), debido a los aspectos comunes de la relación y a los objetivos similares – investigación y tratamiento psíquico.

Las afirmaciones de esa autora también corroboran estudios hechos por autores especialistas en el Juego de Arena (Amatruda, 1998a; Amatruda, 1998b; Amatruda, 2000; Bradway, 1997; Franco, 1998; Macnofsky, 1996), según los cuales los primeros escenarios, analizados retrospectivamente, mostraron, por ejemplo, señales evidentes de grave enfermedad orgánica que, algunas veces, se manifestarían años después. La hipótesis de que, inconscientemente, la presencia de una enfermedad física se presenta en los escenarios de pacientes sometidos al Juego de Arena está siendo frecuentemente estudiada y descrita por algunos autores. Ramos (1999) afirmó que la psique contiene informaciones a las cuales el consciente no tiene acceso, pero que pueden aparecer en sueños y/o en escenarios de la caja de arena, revelando registros de enfermedades orgánicas y también de los símbolos que podrían indicar elementos faltantes para que el paciente amplíe la conciencia de sí mismo e incluso se cure.

Bradway (1992) presentó estudios sobre lo que llama «escenario corporal», en el cual los cuerpos o partes de cuerpos pueden ser visualizados en la configuración del escenario, hechos de forma inconsciente por los pacientes, o sea, probablemente revelando el conocimiento inconsciente de alguna anomalía o tensión en relación al cuerpo. Por ejemplo, aparecieron»montañas» en la arena que se configuraron como senos en un cuerpo de mujer, o «lagos» que pueden presentar formas semejantes a pulmones o riñones.

Ramos (1999) corroboró esta idea, afirmando que pacientes psicosomáticos tienen, en general, una estructuración psicológica muy regresiva y vivencian graves conflictos en un nivel muy profundo en el cual el dolor emocional sería insoportable. La enfermedad orgánica sería, en esos casos, símbolo de una disfunción mayor, probablemente en la relación ego-self. El Juego de Arena utilizado con esos pacientes permitiría la aparición simbólica de ese sufrimiento y, probablemente, su constelación corpórea, en una forma en que el paciente podría sentirse protegido para la integración consciente del símbolo, y, probablemente, para la resolución del conflicto.

Bradway (1994) también estudió los primeros escenarios de pacientes, comparando el desarrollo, en psicoterapia, de dos grupos de mujeres, uno de los cuáles llamó de»profesionales» y otro de «mujeres de hogar». Percibió aspectos comunes y aspectos diferenciados inter y intragrupales que le posibilitaron varias generalizaciones, estimulando estudios que exploren las potencialidades de los primeros escenarios en el Juego de Arena en otras investigaciones comparativas.

Otros post-junguianos, como Hall (1983), consideraron también que un psicoterapeuta experto puede utilizar de material onírico, y extendieron esa aplicación al contenido simbólico del Juego de Arena, entendiéndolo como un factor adicional en la evaluación diagnóstica y prognóstica, así como un sutil indicador de la oportunidad de dar comienzo o alterar una medicación, considerar la hospitalización y/o variar la frecuencia de las sesiones terapéuticas.

El mismo autor (Hall, 1983) comprendió los sueños como elementos de observación acerca del funcionamiento intelectual del paciente y de su capacidad para sintetizar, de su orientación en cuanto al tiempo, lugar y situación. Otros aspectos subjetivos de importancia diagnóstica, presentes en contenidos oníricos que se asemejan a los contenidos simbólicos del Juego de Arena, se refieren a las dimensiones afectivas y emocionales, así como a sugerencias de desenlaces para cuestiones específicas.

Así, a pesar de la desconsideración de algunos autores en cuanto al valor diagnóstico y en cuanto a la necesidad de que se expliciten criterios de interpretación que puedan complementar la eficacia del Juego de Arena y hasta establecer patrones de referencia para diferentes grados y cuadros de psicopatologia, se percibe que su posibilidad de contribución en esa área de la psicología clínica merece más estudios.

Se puede suponer que el Juego de Arena permitiría evaluaciones significativas e interpretaciones basadas en diferentes referencias teóricas, lo que ciertamente no lo equipararía a las pruebas psicológicas – las cuales han sido vistas con sospechosa pérdida de méritos-, sino que probablemente daría cuenta de otro modo de investigación de la personalidad, más flexible y de tipo más comprensivo, como afirmó Trinca (1997) sobre otras técnicas de investigación clínica.

Conclusiones

Partiendo de los relatos sobre la eficiencia del Juego de Arena en el contexto de las psicoterapias, se puede decir que éste viene afirmándose como un método psicoterapéutico, desarrollado con un instrumental clínico junguiano singular.

Se reconoce la necesidad de ampliación del conocimiento existente sobre el Juego de Arena, suponiéndose que, a través de él, la psicología clínica pueda tener algunos mecanismos psíquicos más bien explicados, lo que propiciaría articulaciones teóricas tal vez aún no establecidas y, al mismo tiempo, retiraría el Juego de Arena del lugar «mágico» en que aún es injusta e insistentemente colocado.

El Juego de Arena presenta amplias posibilidades de estudio para el favorecimiento psicoterapéutico de adultos y niños en situaciones especiales, probablemente prestándose a diferentes abordajes teóricos.

De forma más amplia, el Juego de Arena puede venir a establecerse, también, como rico método de investigación en la psicología clínica, necesitando de mayor divulgación e investigación para su solidificación y reconocimiento.

Especialmente en lo que se refiere a la demanda brasileña y de otros países similares, se debe considerar la posibilidad de que la aplicación del Juego de Arena sea incuida en investigaciones que respeten las especificidades socio-políticas y culturales.

La demanda de atención psicológica en Brasil está lejos de ser caracterizada y atendida. Por lo tanto, se deben perseguir formas en las cuáles los servicios psicológicos puedan ser más accesibles, rápidos y eficaces; éste parece ser un desafiante e inmenso campo abierto para la intervención y la investigación con el Juego de Arena.

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