Eliana Fernández V.
Eliana Marcela Fernández Vanegas es Bailarina, Psicóloga y Magister en Artes. Actualmente se desempeña como docente en la Universidad de Antioquía y atiende consulta privada en su proyecto Casa Pneuma: Movimiento Sincrónico del Alma, donde tiene grupos regulares en Imaginación Activa en Movimiento. Es miembro del Consejo Directivo de ADEPAC, y su correo electrónico es: casapneumamov@gmail.com
RESUMEN
Este texto lo presenta la autora como una reflexión posterior a una vivencia de una experiencia estética [1], apoyada en la imaginación activa y el trabajo con el inconsciente a través de sus sueños. Según ella, “parto de la siguiente premisa, si la experiencia estética es una experiencia transformadora y el viaje se puede leer como una iniciación, se podría decir que un viaje [2] es análogo a una experiencia estética. Hay por lo tanto viajes internos y externos, que estamos llamados a seguir y en los cuales sus diferentes pruebas nos van a dar la posibilidad de contemplar otros universos, los cuales nos harán comprender y degustar la vida con mayor amplitud.”
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“Ella era la vasija santa donde las fuerzas catatónicas y espirituales se unían”.
Ella es la dadora de la alegría sexual y el recipiente donde los instintos animales
se transforman en amor, en hacer el amor”. No necesitaba de un hombre
para que le diera el sentido de su propia identidad;
al contrario, este sentido estaba basado en su propia feminidad”
Corbett, Nancy.
“Incapaz de percibir tu forma te encuentro a mi alrededor,
tu presencia llena mis ojos, con tu amor, pone humilde mi corazón.
Porque estas por todas partes.”
Fragmento de la película La forma del agua, Guillermo del Toro.
Nombro a la primera: la diosa lunar Innana [3] o también llamada Isthar [4], madre de las estrellas, a Laskmi [5], a Saraswati [6] y a la gran maga Isis [7]. Todas ellas, Imágenes arquetipales en distintas culturas de la diosa del amor, la pasión, la fertilidad y la vida esto es, de la prostituta sagrada. Aquella que ofrece el don de vivir la consciencia femenina integrada al cuerpo, la sabiduría instintiva, la sabiduría emocional y la que ofrece el principio de eros en las relaciones, aquella que nos enseña a amar, a ser soberanas de sí. La que todo lo acepta. Amada diosa que penetras con tu bálsamo, que purificas, permíteme ser y estar en tu divina presencia [8].
En cada hombre y en cada mujer, habitan ellas, como una polifonía [9] de voces que permiten encontrarnos en los hilos de la existencia, en las experiencias cotidianas, en la danza, en los sueños, en los suspiros y en las relaciones que establecemos con lo otro, con el Otro, con el universo…
Para este texto utilizo la imagen del extranjero, el cual en los templos antiguos ofrendaba a las diosas a partir del encuentro con una mujer real, en este caso, lo nombro en primera persona a través de un ejercicio de imaginación activa:
En un día de luna llena llegó a mí un extranjero, sembrando en mi pecho, con sus suaves abrazos, una bandada de aves con sus cantos, abriendo la puerta a mis ramas para buscar el cielo…algo en mi interior desde entonces busca expansión. En el silencio de la noche y del día sus melodías no cesan de cantar y de contar historias de su recuerdo.
Días antes, te había presentido, con un susurro “tú eres mágica” recordándome la divinidad, invitándome a reconocer quienes siempre hemos sido, somos y seremos. Desde ese día tendí un lazo desde mi ombligo como una intención, un llamado, para re-encontrarte nuevamente, para encontrarnos en las imágenes del encuentro sacro.
A través de la danza Odissi puedo conectarme con su fuerza, sus gestos en mí, en la dulzura de sus pliegues, el golpeteo de los pies me recuerdan la conexión con la androginia primigenia “la ella en la tierra” y “él en el cielo” en los movimientos de mi pecho, la expansión del amor fluye hacía el infinito. Su danza me invita a abrir el pecho: darle expresión a la emoción, a los sentimientos y al amor. Eres quien me endulza con tus suaves aromas:
“Quien conmigo camine sentirá la ternura infinita, quien sepa leer mi alma encontrará un corazón apasionado, sueños alados de mariposa, nidos de acurruque, estanques de agua tibia rodeados de abuelos árboles, agua y muchas humedades, vapores y burbujas…
Quien se acerque a mí, podrá abrazarme en todos los tonos musicales, dormiremos noches enlazadas, enroscadas de besos, miradas profundas, deseosas, penetrantes, jugaremos a las escondidas, beberemos hasta embriagarnos de sudor, besos y danzaremos en el fuego de las sábanas.
Quien se acerque a mí, podrá conocer los secretos del universo y las constelaciones del infinito, bordaremos juntos un camino nuevo donde la contemplación y el éxtasis detenga el correr del tiempo.
Abrir el pecho es creer de nuevo, que una posee alas, abrirle las ventanas a ellas para que salgan: es confiar, confianza, confianza.
Hice el enlace de sueños anteriores en los que diferentes paisajes se dibujaban en el centro de mi pecho primero fueron serpientes en forma de uróboros, luego árboles antiguos con ramas nacientes, poemas, advertencias, animales y hombres; luego te di forma en un tejido en tela, pintado con mis manos, con un corazón de mariposas: Mi animus.
Adentro era símbolo, afuera volvió a activarme un desafío, que he venido labrando desde hace años: padre, hermanos, amantes, amigos y maestros, los distintos matices de mis relaciones con ellos, por un lado; los laberintos de sus ausencias, la dificultad de sus presencias, la imposibilidad del encuentro, la indiferencia, sus fragilidades; por otro sus entregas, sus enseñanzas, sus palabras. Poco a poco fui haciéndome fuerte a través de ellos, de sus enseñanzas conscientes, inconscientes, heredadas, aprendidas, esquematizadas. Cada vez y poco a poco, fui comenzando a diferenciarme, a depurarme, ir soltando el lastre de la familia. Implicó aceptar de donde se viene y a dónde se quiere ir… yo quería ir al encuentro de mí, saber más.
Pero quiero volver al encuentro con la imagen del extranjero [10] …tuve un sueño, “Una presencia joven y una presencia masculina adulta, advirtiéndome un peligro.” La sensación me dejó inquieta y busqué el oráculo del I Ching. “El impedimento”. “Abstenerse de proceder como uno siempre lo ha hecho”. Esa frase quedo resonando como una gota de agua en un estanque. No tuve más opción que replegarme, para intentar digerir aquello que emocionalmente se me presentaba como ansiedad, necesidad, impulso. Y convertir eso en no acción con consciencia y auto-observación. El extranjero había tocado fibras sutiles en mi ser, como advenimiento de algo desconocido se mostraba borroso e inquietante y me generaba emociones encontradas.
Comencé a escribir intentando disipar mi desazón, quería escribir sobre la sensación de su recuerdo en mi boca y mi estremecimiento, pero fue infructuoso, se salió con la suya la razón, y empecé a escribir sobre la imagen arquetípica de la puta y la santa, escuché conferencias, retomé lecturas de hace años, frases, ideas, quería entender que se había desarticulado en mí y necesitaba volver a centrar. Sin embargo, continué intentando dejar que otras voces en mí salieran y son éstas últimas las que tú (lector que estás leyendo ahora), las que quería dulcificar, entonces encontré una frase de un fragmento de una carta de amor de Rainer María Rilke a Lou Andreas Salomé: cuando ésta lo había dejado…
Aunque me cierres los ojos he de verte, aunque me tapes los oídos he de oírte y hasta sin pies habría de seguirte y hasta sin boca habría de invocarte. Arráncame los brazos y mi corazón te estrechará como una mano, párame el corazón y me palpitará el cerebro, préndeme fuego al cerebro y te llevaré en mi sangre. (1999. P. 123)
Seguía sintiendo un silencio, que sonaba a indiferencia y una corazonada de aquel encuentro. En la historia antigua, el extranjero iba de paso y el enlace con la prostituta sagrada era la posibilidad de ofrendar a la diosa. En mi historia ¿Qué de esa experiencia quedó como vacío? ¿Qué de ese encuentro quedó como siembra? Tuve que ir a mí nuevamente para calmarme, para acunar mis ideas, para intentar comprender.
Entendí que la imagen de la prostituta sagrada es como dice Ester Harding: “Como era una diosa debe actuar de acuerdo con su naturaleza; y su naturaleza es tal que, cuando ama, ha de darse por entero. Porque, como la luna, no puede ser poseída. Es para siempre virgen”
Y, fue en las relaciones de algunas mujeres grandes que son oráculo para mí, que pude encontrar imágenes refrescantes, bálsamo a mis oídos. Ellas me mostraron el valor para continuar conquistando-me. Mujeres transgresoras como yo, aun naciendo en contextos ferozmente aplacadores hacía la libre expresión del femenino, del deseo, de la pasión, que sus cuerpos reclamaban con justo anhelo, lograron abrirse un camino propio, librar batallas, enfrentar monstruos, a un precio alto, el de ser mujeres con cicatrices, sin que eso impidiera que siguieran floreciendo y brillando.
Entonces quiero traer otra de las cartas que le escribe Rilke a Lou Andreas en ese duelo que fue terrible para él.
Me apretaste contra ti, no para burlarte sino como aprieta el barro la mano del alfarero su mano creadora. Ella soñaba con una forma y cansada renunció a ella. Me abandonó y yo me rompí. Tú fuiste para mí la más maternal de las mujeres, una amiga como lo son los hombres, una mujer bajo mi mirada, y más a menudo aún una niña. Tú fuiste la mayor ternura que jamás conocí. El elemento más duro contra el que yo haya luchado, tú fuiste la sublime que me bendijo, y te convertiste en el abismo que me devoró.
En esta carta presiento algo que ocurre cuando uno ha degustado un ser en la profundidad. Cuando todas sus facetas lo han conmovido, cuando se es todas las caras de los dioses. En el caso de ellos [11], este duelo se subsanó con el tiempo. Fueron después grandes amigos, y es este aspecto, el de la amistad, el que comienza a abrirse para mí como una posibilidad de relación. Si el amor se transforma en cualquiera de sus vertientes, la amistad viene como una ventana nueva que puede configurar nuevos paisajes a mi vida, me conforta. Entonces sí, la amistad [12], es un amor renovado y fresco. Es algo que me adviene como una lanza certera de lo que vengo acunando como huevo.
Donde estamos, estaba hablando del extranjero y terminé hablando del pasado, Ah, ¡quizá porque también soy eso! Soy todas las experiencias que he vivido, y comparto trozos de recuerdos de mis amores, a veces tan dolorosamente exquisitos, a veces como punzones que atraviesan el cuerpo de gozo y otras veces son sólo piel, sólo piel.
Recordé lo que me habías compartido de tu historia, y sentí nuestro encuentro mágico, sincrónico, como dos extraños que se desnudaron con la palabra deteniendo el tiempo de Cronos. Supe que iba a servir de iniciadora pero esta imagen, que no es una imagen fija, pues se expresa en la apertura de la palabra, en la pasión, en la lujuria, en el deseo abierto, sin tapujos, en la creatividad, en la alegría; es la instintiva conexión vivida en el plano físico y al mismo tiempo es la elevada espiritualidad sagrada. Y comprendí que culturalmente hemos estado tan enrarecidos, divididos, que nos urge ir al rescate de la sexualidad sagrada a través de nuestras imágenes interiores. Y agradecí entonces por ese nuestro encuentro. Estamos buscando resarcir, sanar y liberar la relación paterna y materna para poder amar en libertad.
Pensé en lo que me compartiste de tu madre y pensé en mí ser materno, en mis pechos, los que negué la maternidad para no repetir la historia de mi madre. Los míos han sido placer. Ahora son un vuelo de pájaros al mundo. Y recordé las historias de todas las madres y abuelas encarceladas, aprisionadas en un mundo del “deber ser”, en un mundo de virtudes, bondades, que sujetaron sus instintos sólo a la procreación: Simone de Beauvoir escribe en “Una muerte muy dulce”, luego de acompañar a su madre en una enfermedad que acabó con su vida, donde pudo entablar ese dialogo necesario entre madre e hija. (Me recuerda el que vengo haciendo con la mía desde hace varios años y ha sido y es, un encuentro sanador, en donde conversamos como intimas amigas, ella recapitulando su historia, sus secretos, ha aminorado un peso impuesto por la religión, le ha dado palabras y liberación a su dolor y hemos podido reír juntas, en complicidad. Yo, le he hablado de mis aventuras y de ese impulso que inconscientemente venía a resarcir esa historia de opresión, de la que estoy cada vez comprendiendo a profundidad.
Dice Beauvoir de su madre:
Pensar en contra de sí a menudo resulta fecundo. Pero lo de mi madre era otra cosa: vivió contra sí. Era rica en apetitos y empleó toda su energía para reprimirlos, soportando con cólera sus renuncias. En su infancia comprimieron su cuerpo, su corazón y su espíritu bajo un arnés de principios y prohibiciones. Le enseñaron a meterse en cintura a sí misma. En ella subsistió una mujer de sangre y de fuego: pero contrahecha, mutilada y desconocida para sí misma. (1977. P. 55)
Es en esta historia que hombres y mujeres necesitamos explorar-nos, para sanar-nos. Hace algunos años, hice un Body paint, el cual denominé “Representaciones arquetípicas de los sentidos del placer” [13] en el que incorporé unos símbolos con los que he sentido resonancia en distintos momentos de mi vida. El árbol de la vida, la serpiente del conocimiento, la vasija alquímica, el ánfora sagrada o cuenco vital. Imágenes que atravesaban mis sueños y trazaban un rumbo de mi esencia profundamente femenina y cíclica, es decir, una fuerza potente que irradiaba desde mi centro vital, desplegando una conjunción de elementos relacionados con fuerzas primitivas creativas y creadoras, asociada a la fuerza primigenia de las antiguas diosas que saben de sí. Esas aguas son las que intuitivamente he seguido, navegado y me han conectado con este tejido actual.
Entonces con el paso del tiempo, me di cuenta de que no soy una sola y en ese sentido, lunar y cíclica. Puedo compartir con otro que tenga nombre como yo, desde la lujuria, el deseo, el instinto salvaje y también puedo ser sumamente tierna, abrazadora y maternal.
Podemos permanecer en silencio, y mirarnos a los ojos incansablemente. Encontrarnos en los rincones y secretos de la mirada, degustarnos en cada pliegue de nuestros cuerpos. Puedo también, dejarme abrazar y proteger sintiéndome frágil a su lado y otras veces puedo apretarle tan fuerte que mi fuerza se haga más grande que la suya. Quiero el abrazo y que me rodee contra su pecho, dejarme llevar a navegar en sus mundos.
Recordé una película [14] donde un hombre visita un burdel, y comienza a frecuentar a una prostituta, la cual exhibe su cuerpo desnudo en una vitrina, él se enamora de ella y la película transcurre mostrando como la va vistiendo lentamente, es una imagen poderosamente erótica, restablecedora y humana, el amor a veces nos viste cuando hemos estado tan desnudos.
Hace poco vi una serie que se llama The orange is the new black [15] en la que se ve lo que es la mujer o el hombre atrapados en la cultura, (trata sobre unas reclusas). En cada capítulo nos van dando un fragmento de la vida cotidiana de cada una de estas mujeres, es conmovedor como muestran su lado más humano y tierno, su lado pasional, además de su faceta criminal. Sus contextos y situaciones en las que se vieron de una u otra forma obligadas a cometer un crimen y a la vez la fortaleza para asumir el castigo, su capacidad de supervivencia, también sus artimañas para manipular y protegerse de un ambiente hostil. Cómo las mujeres en situaciones tan extremas como la de perder su libertad, están dispuestas a mantener en su fuero interno una esperanza de vida. No deja de ser una serie comercial, con las trampas para que el espectador quede atrapado, sin embargo, me parece interesante destacar que juegan con la complejidad de las múltiples facetas de los seres humanos y desmitifican aquellos estereotipos que hemos construido y fijado desde la cultura, entonces he visto en la más fea: belleza, en la más ruda: ternura, en la más blanca y refinada: maldad y cinismo, en la más anciana: deseo de vivir, en la más joven: profundidad. En este programa y en la vida me atrevo a decir que hasta la más puta de las putas [16] necesita un abrazo, un reconocimiento y una palabra bella. Porque amar en exceso puede ser tormentoso, porque quizá saben que su energía es tan grande que tiene cabida el mundo entero en ellas. Porque cuando se entregan lo hacen desde los huesos y la carne, con la piel y el sudor con las lágrimas y la risa.
Porque quizá les duele el amor tanto que quieran enmascararlo con sólo placer, olvidando el componente espiritual que nos dejaron las antiguas prostitutas de los templos. En esa imagen del dolor puede suceder otra enantiodromía y pensé en otro tipo de padecimiento que nos muestra la obra de Bernini [17] el éxtasis de Santa Teresa o también conocida como la transverberación de Santa Teresa, en la que la expresión nace en la carne y se eleva hasta lo sublime o espiritual.
Escuché la canción de Manu Chao “Me llaman calle” en la que el artista le hace un himno poético a las mujeres trabajadoras sexuales [18], y las llama por su nombre. Pensé en las que por una necesidad de venganza, rencor, rabia no tuvieron más opción que convertirse en prostitutas. Pensé en Artemisa Gentileschi la artista del periodo barroco en Italia, la cual fue violada y pasó por humillaciones brutales para que creyeran su declaración, y luego su obra va a tener ese toque de rebeldía contra un sistema que solo estaba hecho para las hombres, que se atrevió a agredir un momento histórico en el que las mujeres no podían ser artistas, ni mucho menos pintar desnudos masculinos.
Recordé a Lou Andreas Salomé, Simone de Beauvoir, Margarite Yourcenar, mujeres que para la época fueron transgresoras de la cultura, de lo que se esperaba de ellas en su momento histórico, se atrevieron a ser soberanas de sí mismas y de sus deseos. Y pensé en mi historia, la cual se ha salido de las expectativas sociales, me he atrevido a construirme, incluyendo en ello el valor de la equivocación, la duda, y también pensé en que no ha sido fácil ganar amistades masculinas, porque el impulso del deseo se ha cruzado en algunas ocasiones. Sin embargo, me he permitido ir hasta el lugar que el deseo me ha llevado o me ha traído, quizá hasta aquí, en este nuevo cruce de camino…
Y pensaba en él…
en el fuego de su cuerpo, en la belleza de sus formas, en esa juventud que enloquece, en sus labios carnosos, en su mirada auscultante, en la pasión de los cuerpos, en la inquietud que me late de querer sentirlo muchas veces, en saber que aquella tarde viendo salir la luna, bajo las estrellas en algún lugar de la ciudad, él me abrazó, y en ese abrazo me desmoroné, algo se trastocó, sentí la fuerza de un hombre y me sentí como entre besos y agua, como dos extraños despojándose de sus miedos, arriesgando la piel en la mirada del otro, como entre besos y agua…
Y después un segundo sueño: lugar de mi infancia paterna, un lenguaje más elegante en algunos familiares cercanos, veo un masculino cargando un bebe, símbolo de algo naciente. Yo quiero amarte, tú me dices que lo que necesito realmente es un abrazo. Y luego, un tercer sueño: lugar casa de mi infancia. Tú me invitabas a salir. Luego nos tomábamos de las manos.
Ahora después de dejar que se asentaran las emociones, y mirándolo a los ojos, tuve la certeza de darle la bienvenida a Anteros, dios que la cultura ha escondido y ocultado. Es la amistad, la posibilidad de conectar con el hermano de Eros, el que trae otra faceta tan necesaria en estos tiempos, la de la intimidad fraternal, aquella que es solidaria en la compañía y puede ser tan profunda como la erótica, le doy la bienvenida también a Anteros, quien trae nuevos vientos, me llama a una solitud, es decir, a vivirme en una experiencia de soledad creativa, de acercamiento poético y fraternal conmigo misma y con otro.
Un cuarto sueño, aparece dándome pistas para saberme desde tu imagen. “desperté con el nombre tuyo en mi boca. Estábamos en un lugar donde corría agua. Tú novia te daba un beso, yo tomaba distancia.
Imagen actual: Se despertó en mí la danza intuitiva, la danza que convoca al júbilo, el éxtasis, la amistad y el gozo de los cuerpos en el ritmo, en el espacio y en el tiempo. Hay presente, pura contemplación, dejarse acunar en el agua de la limpieza de los pies, golpear la tierra de muchas formas, vibrar con todo el cuerpo. Emprender el viaje en confianza. Que queda, la promesa de cuidarse, desde la distancia, de seguir cada uno su propio camino al corazón. El agradecimiento por siempre, por lo vivido, las bendiciones por lo nuevo que llega, por la vida, por la vida.
REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS
-
Bouvaire, Simone. 1977. Una muerte muy dulce. España: Ed. Edhasa.
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Corbett, N. Q. 2004. La prostituta sagrada. Un aspecto eterno de lo femenino. Una imagen provocadora del alma. España: Ed. Obelisco.
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Farina, Cynthia. 2009. Formación estética y políticas de lo sensible. Del libro Cartografías do sensivel estética e subjetivacao na contemporaneidade. Brasil: Ed. Evangraf Ltda.
-
Han, Byung Chul. 2014. La agonía del eros. Barcelona.
-
Klossowski, Pierre. 1997. Rainer Maria Rilke – Lou Andreas Salome Correspondencia. España.
-
Stephenson, E. C. 2015. Anteros. Un mito olvidado. Bogotá: Fondo de Cultura Económica.
-
Soto, Marita. 2014. La puesta en escena de todos los días. Prácticas estéticas de la vida cotidiana. Buenos Aires: Editorial Universidad de Buenos Aires.
-
Ronnberg, Ami. 2011. El libro de los símbolos. Reflexiones sobre las imágenes arquetípicas. Ed. Taschen.
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Rilke, R. M. 1999. El libro de las horas. España: Editorial Lumen.
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