AMPARO CÉSPEDES Y OTROS
Amparo Céspedes, Liceht Ortega, Liliana Hoyos, Eliana Marcela Fernández, Fernando Baena Ruiz, Laury López, Eloina Zuleta, Hector Ospina y Maria Patricia Quijano, son integrantes del grupo de estudio de ADEPAC (Asociación para el Desarrollo de la Psicología Analítica en Colombia) en la ciudad de Medellín. Este artículo corresponde a la ponencia presentada por ellos en el Segundo Encuentro de Mitos y Cuentos Colombianos, realizado en Medellín, Colombia, el 5 de abril de 2008.
Introducción
“Las leyendas, son una especie de relato literario, cuya escritura se fundamenta en personajes presuntamente históricos a los que se atribuyen aspectos pertenecientes a relatos míticos anteriores y que han llegado hasta nosotros a través de la tradición oral”. La leyenda constituye un texto literario elaborado y estético, en el que hay personajes heroicos y populares que buscan la exaltación de valores de una determinada población o lugar.
Según Marie Louise Von Franz, en los mitos y leyendas, “se logra llegar a las estructuras de base de la psique humana a través de muchos elementos culturales, a diferencia de los cuentos que poseen muchos menos, ofreciendo por ello una imagen más clara de las estructuras psíquicas” (Von Franz, 1993)
A continuación se hace una breve diferencia entre la narración de un cuento de hadas, el mito y la leyenda, con el fin de señalar aspectos que caracterizan este trabajo:
Cuento de hadas: Es un relato que refleja las estructuras universales del alma, por lo tanto está más allá de las diferencias culturales, constituyéndose en lo más elemental y fundamental de la psique, que es indestructible y básicamente esencial.
Mito: Es un relato que refleja el carácter nacional de una civilización, por tanto es una producción del consciente colectivo cultural, particularizando un rasgo humano universal.
Leyenda: Es un relato literario donde sus personajes son presuntamente históricos, con características de relatos míticos que son ficción. Generalmente exalta los valores patrióticos de un pueblo. A diferencia del cuento y el mito, los arquetipos en la leyenda son accesorios, no necesariamente son la razón de ser del relato.
Leyenda de la Princesa de Guatavita
“Mucho tiempo antes de que los conquistadores llegaran al país de los Muiscas, los habitantes de la región de Guatavita, al oriente de la sábana de Bogotá, adoraban a una antigua princesa que, en las noches de luna llena, emergía del fondo de la laguna y se paseaba sobre las aguas en medio de la espesa neblina. He aquí su historia.
Un gran cacique de los Guatavitas, de la misma dinastía que daría origen al zipasgo y al imperio de los muiscas, estaba casado con la más bella de entre los suyos, una noble princesa a quien todos sus súbditos amaban, y su hogar había sido bendecido con el nacimiento de una bella niña que era la adoración de su padre.
Pasado algún tiempo el cacique comenzó a alejarse de la princesa: sus muchas ocupaciones en los asuntos del gobierno como también otras mujeres, lo mantenían lejos del calor de su hogar. La princesa soportó algunos meses, como correspondía, a una mujer de su rango, las ausencias prolongadas y las continuas infidelidades de su esposo, pero un día pudieron más la soledad y la tristeza que las rígidas normas sociales, y se enamoró de uno de los más nobles y apuestos guerreros de la tribu. Para su dicha y fortuna fue enteramente correspondida.
Los enamorados no pudieron verse tan pronto como hubieran querido, pues el gran cacique estaba por esos días entre los suyos. Pero cierta noche tras una de las acostumbradas orgías del mandatario la pareja pudo consumar sus amores, mientras el pueblo dormía. Sospechando algo, el cacique encomendó a una vieja la tarea de vigilar a la princesa. Una noche cualquiera, la anciana descubrió lo que ocurría y le llevó la noticia al jefe.
Al día siguiente, el cacique organizó un gran festín en honor de su esposa. A la princesa le fue servido un sabroso corazón de venado. Apenas ella acabó de comerse el delicado plato, el pueblo- con el cacique a la cabeza- estalló en una horrible carcajada, que la hizo comprender la verdad; su amante había sido asesinado, y la habían dado a comer su corazón.
Desesperada decidió huir del lado de su marido. Algunos días después de la tragedia, tomó a su pequeña y partió hacía Guatavita. Al llegar, casi a la medianoche, se detuvo un momento en la orilla para contemplar la laguna, de la que se levantaba una espesa neblina; luego miró amorosamente a la niña y se lanzó con ella a las aguas.
Al enterarse de la noticia, el cacique corrió hacía la laguna y llamó a su mujer varias veces, sin obtener más respuesta que el silencio de la noche. Entonces ordenó a sus moanes- sacerdotes- que la buscaran. Los mohanes hicieron conjuros y ritos a orillas de la laguna, y uno de ellos descendió a las profundidades, para averiguar qué había sido de la princesa y de su hija. Al poco rato regresó con el cadáver de la niña y contó que la princesa estaba viva y feliz en el reino de las aguas. Desde entonces, en las noches de luna menguante aparecía la princesa en medio de la espesa neblina, para escuchar los ruegos de su pueblo, y la laguna se convirtió en un lugar sagrado, donde se realizaba la ceremonia que dio origen a la leyenda de El dorado.”
Leyenda: La princesa de Guatavita, tomada de Mitos y leyendas de colombia tradición oral indígena y campesina.
La interpretación psicológica de la leyenda desde
la perspectiva junguiana
Marie Louise Von Franz, refiere que la interpretación de un relato busca el mensaje emotivo y las circunstancias afectivas y para ello plantea un método de interpretación donde cabe la posibilidad de lo simbólico; esto evitaría que los contenidos de la narración sean llevados al marco de los prejuicios conscientes personales.
Cabe anotar que las interpretaciones no son verdades absolutas, son una forma moderna de contar historias; en otros tiempos nuestros antepasados quedaban satisfechos con escuchar el mito, el cuento o la leyenda, ahora, en nuestra modernidad, estamos aspirando a la renovación que comporta la comprensión de las imágenes arquetípicas y, que como bien lo expone Marie Louise Von Franz: “solo podemos decir en lenguaje psicológico lo que el mito parece representar” (Von Franz, 1993)
Para este escrito, se realiza un análisis psicológico de una leyenda que hace parte del folclor y tradición nacional, que posee una riqueza infinita en imágenes y nos posibilita el entendimiento de cierta parte de los contenidos del inconsciente colectivo.
La leyenda “La Princesa de Guatavita”, surge en el país de los Muiscas, en el oriente de la Sabana de Bogotá. A continuación se presenta una mirada general sobre la cultura muisca, para lograr una interpretación más objetiva, tal como lo exige el análisis de una leyenda.
Contextualización de la leyenda a partir de la cultura muisca
En una leyenda hay necesidad de desentrañar, de los muchos elementos culturales, la estructura base de la psique que hay reflejada en ésta. Así que en este análisis recurrimos a los elementos característicos de la cultura Muisca en torno a los cuales se desenvuelve esta historia, y al mismo tiempo revisamos la estructura psíquica que está en juego.
Los Muiscas existieron entre el siglo IV a.c. hasta la conquista española. Los territorios Muiscas estaban estructurados en confederaciones, grandes territorios ubicados en el altiplano Cundiboyacence; dicha estructura fue la más grande y organizada del continente; se mantuvo hasta la llegada de los conquistadores.
Cuatro grandes cacicazgos llegaron hasta la época de los conquistadores: Zipa de Bacatá (descendiente de la luna), Zaque de Hunza (descendiente del sol), Iraca de Sugamuxi (gran sacerdote) y Tundama de Duitama.
Aunque el tipo de organización que poseían no permitía la existencia de un rey o monarca, existía un cacique dominante dentro de las confederaciones al que se tributaba, pero este respetaba la autonomía de cada cacique sobre sus territorios. En cada zona operaba una superposición de estructuras de caciques y comunidades autoritarias, sobre otras de menor poder, coexistiendo caciques de diferentes jerarquías. Según la denominación de los españoles, iba de señor (Zipa), cacique (Uzaque), capitán (Sybintiba), a capitanes menores.
La estructura dentro de cada cacicazgo era piramidal, de poder absoluto del cacique sobre sus súbditos, a tal punto que no se podía siquiera mirar a los ojos del cacique directamente.
La organización social Muisca estaba representada, así:
Zipa o cacique, jeques o mohanes (sacerdotes), guerreros o guechas, artesanos, tejedores, alfareros, orfebres, mercaderes, trabajadores de la sal y las esmeraldas, trabajadores del campo y, en el último nivel de la organización social, los esclavos producto de las guerras.
Eran familias que constituían clanes y cacicazgos, en los cuales el poder era heredado por línea materna. El señor, en este caso, el Zipa, mantenía varios centenares de mujeres llamadas “Thiguyes”, de las cuales sólo una era considerada legítima. En general trataban mal a sus mujeres, que les servían como esclavas, pretextando que las compraban.
Vale la pena mencionar, como curiosidad dentro de sus celebraciones, que “a las puertas de las habitaciones cerradas de los caciques que presidían las fiestas públicas, se mantenían dos indios viejos, desnudos y descarnados, que tocaban la ‘chirumá’, de la cual salían los sonidos más tristes. Estos guardianes se hallaban allí para que se pensara en la muerte, aún en medio de los placeres”.
La religión politeísta dominaba todos los ámbitos de la vida Muisca. Los sacerdotes eran formados desde la infancia y alejados de sus familias; a sus templos sólo podían únicamente acceder los sacerdotes.
La religión Muisca estructuraba un Olimpo y cada divinidad tenía su atribución, como lo veremos a continuación:
El Sol y la Luna, su compañera, eran los seres sobrenaturales más venerados después de Chiminigagua.
Bochica: protegía a los Usques o Caciques.
Chibabacun: era el patrono de los campesinos, los comerciantes y los orfebres.
Mencatacoa: era el Dios que imploraban los tejedores y los pintores de telas. Además presidía las orgías, pues era una especie de Baco, a quien se le ofrecía un licor embriagante, la chicha.
Fo: vigilaba los límites de los campos cultivados.
Bachué: fuente del género humano, era propicio al cultivo de las legumbres.
Dentro de sus ceremonias religiosas eran contemplados inmolaciones humanas, ejemplo de ello era que a la muerte del cacique debían sacrificarse algunas de sus mujeres y esclavos para que le acompañaran y sirvieran en la otra vida.
El único caso de resurrección que se cuenta dentro de su simbología religiosa es el de la cacica Guatavita que se arroja a la laguna con su niña.
Fases del método de análisis de cuentos
según Marie Louise Von Franz
Von Franz propone 5 puntos a desarrollar para el análisis de los relatos:
1- La introducción (tiempo y lugar de la acción)
2- La dramatis personae o los actores del drama.
3- La exposición del problema.
4- La peripateia o altibajos del relato.
5- La lysis o resultado final.
Introducción
“Mucho tiempo antes de que los conquistadores llegaran al país de los Muiscas, los habitantes de la región de Guatavita, al oriente de la sábana de Bogotá”… (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003)
Lo que supone un tiempo y espacio real, aproximadamente entre el 1.400 y el 1.500, antes de la conquista de América, en la Sabana de Bogotá.
Dramatis personae
En la leyenda se hacen evidentes seis personajes, tres principales, dos secundarios y los habitantes de la región que aunque no figuran como protagonistas, son determinantes en el desarrollo de toda la historia.
Personajes principales
• Gran Cacique: Pertenece a la dinastía que da origen al Zipasgo y al imperio de los Muiscas y cuenta la leyenda que estaba casado con una noble princesa. Este cacique se aleja de la princesa por sus múltiples ocupaciones y por otras mujeres, no obstante dentro de su papel en la cultura, le estaba permitido. También fue el Cacique quien descubrió el engaño de la Princesa y se vengó. En el desenlace de la historia, busca en vano a su esposa por medio de los mohanes o sacerdotes.
• Noble Princesa: Era bella y noble y todos sus súbditos la amaban. En la historia, su esposo se aleja de ella; aunque inicialmente lo soporta como corresponde a una mujer de su rango, sin embargo, al sentirse tan sola y triste, transgrede las normas sociales y se enamora de un guerrero, con el cual consuma su amor. Esta mujer sufre la venganza de su esposo al verse obligada a comer el corazón de su amante. Huye del lado de su marido con su hija y se lanza a las aguas de la laguna de Guatavita. La princesa termina feliz en el reino de las aguas y aparece en las noches de luna menguante para escuchar los ruegos de su pueblo.
• Niña: La niña en la leyenda no tiene una personalidad definida, sin embargo se hace necesaria nombrarla en los personajes principales puesto que era la adoración de su padre y acompaña a su madre en su transformación, dice la leyenda que la madre miró amorosamente a su hija y se lanzó con ella a la laguna.
• Guerrero: Es el guerrero, noble y apuesto, quien posibilita la ruptura del vínculo entre el cacique y la princesa al corresponder sentimentalmente a ésta y convertirse en su amante. Con el cuerpo del guerrero se cobra venganza, al ser asesinado por orden del cacique.
Personajes secundarios:
• Vieja: el Cacique le encomienda la tarea de vigilar a la princesa, posteriormente la descubre y delata ante éste.
• Mohanes: En la leyenda se habla de varios mohanes o sacerdotes, los cuales también eran súbditos del Cacique y tras la orden de aquél, realizan la aproximación a la laguna a través de conjuros y ritos; sin embargo fue sólo uno de ellos quien descendió para averiguar por el estado de la princesa y de la niña, cumpliendo así el papel de mediador o intermediario, regresa y da información sobre el estado de ambas.
Habitantes de la región de Guatavita: En el relato son mencionados como el Pueblo, el cual pertenece a la cultura Muisca. Ellos están del lado del cacique durante toda la historia; en un principio, cuando éste cobra venganza, estallando en una carcajada ante la desgracia de la princesa y, al final, el pueblo haciendo ruegos frente a la princesa como deidad.
Exposición del problema
“Un gran cacique de los Guatavitas, de la misma dinastía que daría origen al Zipasgo y al imperio de los Muiscas, estaba casado con la más bella de entre los suyos, una noble princesa a quien todos sus súbditos amaban, y su hogar había sido bendecido con el nacimiento de una bella niña que era la adoración de su padre. Pasado algún tiempo el cacique comenzó a alejarse de la princesa: sus muchas ocupaciones en los asuntos del gobierno como también otras mujeres, lo mantenían lejos del calor de su hogar. La princesa soportó algunos meses, como correspondía a una mujer de su rango, las ausencias prolongadas y las continuas infidelidades de su esposo, pero un día pudieron más la soledad y la tristeza que las rígidas normas sociales, y se enamoró de uno de los más nobles y apuestos guerreros de la tribu. Para su dicha y fortuna fue enteramente correspondida”. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003)
El problema central se evidencia a través de la ruptura familiar y social generada activamente por la princesa; puesto que para la época y cultura imperante (patriarcado) era permitido al esposo buscar otras relaciones, no así a su mujer. Se evidencia la insurrección referida a un vínculo social, en este caso es el matrimonio. En la historia tiene básicamente como causa, aunque indirecta para la cultura en cuestión, el abuso de poder del hombre y su distanciamiento de lo femenino, al descuidar el cacique su hogar y olvidarse de su mujer. Este hecho, sin embargo, también remite a la colectividad pues señala como en la cultura lo femenino está devaluado y marginado, y por tanto así también la esfera del mundo emocional (por ejemplo, el matrimonio no se realiza por amor), pero son- justo en este relato- las emociones, soledad y tristeza de la princesa, las cuales van a dinamizar el drama y en particular la ruptura que genera la crisis para luego ser resuelta y superada.
Peripateia
“Los enamorados no pudieron verse tan pronto como hubieran querido, pues el gran cacique estaba por esos días entre los suyos. Pero cierta noche tras una de las acostumbradas orgías del mandatario, la pareja pudo consumar sus amores, mientras el pueblo dormía. Sospechando algo, el cacique encomendó a una vieja la tarea de vigilar a la princesa. Una noche cualquiera, la anciana descubrió lo que ocurría y le llevó la noticia al jefe.
Al día siguiente, el cacique organizó un gran festín en honor de su esposa. A la princesa le fue servido un sabroso corazón de venado. Apenas ella acabó de comerse el delicado plato, el pueblo- con el cacique a la cabeza- estalló en una horrible carcajada, que la hizo comprender la verdad; su amante había sido asesinado, y la habían dado a comer su corazón.
Desesperada decidió huir del lado de su marido. Algunos días después de la tragedia, tomó a su pequeña y partió hacía Guatavita. Al llegar, casi a la medianoche, se detuvo un momento en la orilla para contemplar la laguna, de la que se levantaba una espesa neblina; luego miró amorosamente a la niña y se lanzó con ella a las aguas”. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003)
Lysis o resolución
“Al enterarse de la noticia, el cacique corrió hacía la laguna y llamó a su mujer varias veces, sin obtener más respuesta que el silencio de la noche. Entonces ordenó a sus mohanes- sacerdotes- que la buscaran. Los mohanes hicieron conjuros y ritos a orillas de la laguna, y uno de ellos descendió a las profundidades, para averiguar qué había sido de la princesa y de su hija. Al poco rato regresó con el cadáver de la niña y contó que la princesa estaba viva y feliz en el reino de las aguas. Desde entonces, en las noches de luna menguante aparecía la princesa en medio de la espesa neblina, para escuchar los ruegos de su pueblo, y la laguna se convirtió en un lugar sagrado, donde se realizaba la ceremonia que dio origen a la leyenda de El Dorado”. (Galindo Caballero, García López, & Valencia Cuellar, 2003)
Dentro de la metodología que se plantea, la Lysis o desenlace del relato, conlleva la resolución del problema psíquico que anteriormente se ha expuesto. Aparece primero una búsqueda de relación a través del amor (la relación entre los enamorados: princesa y guerrero), imperando así la esfera emocional sobre los condicionamientos sociales y culturales; segundo la restitución del principio femenino dentro de la cultura, a través de la muerte tanto de la mujer como de la niña, con la consecuente veneración de la figura de la princesa Guatavita.
Símbolos al interior de la leyenda
Dentro del análisis de la leyenda aparecen símbolos que contribuyen al desarrollo del tema de la historia.
Para Carl Gustav Jung los símbolos son la mejor expresión posible de algo desconocido; él exponía que los símbolos tienen como propiedad la capacidad de transformar y redirigir la energía instintiva y que el trabajo de esta energía generaba una vida anímica más productiva.
A continuación entonces se presentan algunos símbolos con su respectiva relación de acuerdo a la comprensión que se hace de la leyenda.
• La Noche:
Aparece en la leyenda como acompañante del proceso de descenso de la princesa Guatavita a la laguna. En la noche las personas de la tribu ofrecen ritos en honor a la princesa y piden favores en auxilio de sus propias almas. Además es durante la noche que el amor se presenta y se vivencia entre la princesa y el guerrero. Entonces, es la noche una testigo activo de ciertos momentos de la leyenda, es un elemento que reúne las aventuras de lo femenino, en el plano terrenal, en la relación con el guerrero y, también en el espiritual, la aparición de la princesa en las noches como diosa. La noche, simboliza también un estado del alma humana, es el momento en que la psique entra a otra dimensión en la que los sentidos se perciben más, hay mayor agudeza, mayor soledad y meditación en cuanto a la actividad diurna. En la leyenda es un elemento que favorece los momentos de desarrollo de lo femenino, perteneciendo a todos los momentos cruciales de actividad psíquica, anímica y social de la princesa. Siempre en la noche la princesa se hace más dueña de si misma, es decir sus pasiones e impulsos más esenciales, es más dueña de su realidad interior.
• El corazón de venado:
Es ofrecido a la princesa como una muestra de reconocimiento por parte del cacique y es en realidad el corazón del guerrero. Como símbolo es el que evidencia la unión de lo emocional con lo físico. Cuando el corazón es entregado a la princesa, aunque parezca un hecho grotesco, ésta se devuelve a su propio proceso emocional, es el órgano que la reconecta con su propia dimensión emocional, a través del reconocimiento de sus afectos los cuales pretendía mantener en secreto para conservar su integridad y posición social. Es finalmente la conexión con la profundidad de sus sentidos la que la obliga a sumergirse en las aguas, como llevada por algo que no siendo racional, obedece a una situación de fuerza emocional.
• El agua:
Manifestada en la laguna, esta relacionada con el origen de la vida y por lo tanto es un elemento que contiene lo femenino. En la leyenda, la princesa desciende a las profundidades de la laguna y al introducirse en ellas, resurge su condición de vida a un estado de si misma al que antes no había podido acceder. La relación con el agua también representa la conexión con lo nutricio y proveedor de la vida, la propiedad de la naturaleza que alimenta. En el ámbito de lo psíquico lo emocional e inconsciente que nutre la vida interior. Por ello cuando la princesa se arriesga a lanzarse, al adentrarse en las profundidades de las aguas, encuentra respuestas en las profundidades del mundo interior, de lo abismal. La laguna desde afuera parecería exenta de movimiento pero en la leyenda al contrario presenta al interior de ella dos procesos, uno, la muerte de la hija, que implica una condición de la princesa a nivel psíquico (la niña) y dos, el renacimiento de la mujer, cuando aparece por encima de las aguas como diosa para ser reconocida por su comunidad. El ingreso al mundo de las aguas, requiere un preparación espiritual, tal y como nos lo participa la leyenda a través de los ceremoniales y rezos que los mohanes practicaban antes de ingresar a la laguna, esto hace pensar en el hecho de que el agua siempre aparece como elemento fundamental que purifica en los ritos de iniciación y en los procesos de curación y por tanto tampoco es la excepción en este relato en particular.
• La luna:
Como otro elemento de la naturaleza, es otro símbolo reconocido del mundo de lo femenino. En la leyenda la luna aparece como la que acompaña las noches en que la princesa, luego de su tragedia, emergía en la laguna en medio de la espesa neblina, para escuchar los ruegos de su pueblo y en las noches de luna llena los Muiscas adoraban a su princesa. De esta manera, la luna aparece en dos fases, la primera la que corresponde a la fase menguante, la cual concuerda con el momento en que la princesa recibía los lamentos de su gente y la segunda fase, la luna llena, donde la princesa era venerada. Desde una perspectiva del desarrollo de lo femenino, los ciclos lunares corresponden a los ciclos menstruales en la mujer y cada momento del ciclo genera a nivel energético ciertas cualidades en la percepción de lo femenino, entonces en la fase menguante la princesa aparece está representada en la figura de la hechicera en su descenso hacia la oscuridad del mundo interior, esta es la fase en la que la princesa, como una reina del submundo, puede escuchar los lamentos de su gente, tal cual lo hacía la diosa del inframundo griego, Perséfone. Visto desde el ciclo menstrual, las características de esta fase corresponden al periodo donde hay una reducción de la energía física desde la ovulación hasta la menstruación, expandiéndose las energías destructivas internas y de la conciencia, las cuales propician momentos de cambio. En la segunda fase, la princesa en la noche de luna llena se encontraba en la más alta posibilidad de su creatividad interna, hasta el punto de generar una nueva vida y, en este caso, dicha creatividad se manifestaba en la recién adquirida condición de madre del pueblo a la que se adoraba.
Nótese como todos los símbolos que se plantean remiten a lo femenino y sus correlatos a nivel psíquico, los cuales son justamente los elementos centrales, que pretende reivindicarse dentro del relato. De esta manera, al predominar dentro de esta cultura, la estructura patriarcal, surge la necesidad de hacer equilibrio entre los opuestos, el principio masculino y el principio femenino.
Los arquetipos de la leyenda
• La vieja:
Imagen arquetípica de compresión y sabiduría, en la terminología Junguiana, el viejo sabio es una personificación del espíritu masculino, en la psicología de un hombre, o de la anciana sabia en la psique femenina. En esta leyenda sin embargo, se trata de un aspecto negativo del arquetipo, que remite a un femenino desgastado que sirve a los propósitos destructivos de la vida a manos de lo masculino.
• El guerrero o héroe:
El arquetipo del guerrero o héroe supone un compromiso con valores y causas que trascienden la personalidad, estando dispuesto a sacrificarse por ellos. El guerrero no necesita disfrazarse porque se respeta a sí mismo y no le teme a los juicios de los demás, es lo suficientemente fuerte para ser sensible ya que para ser un buen guerrero hay que tener un corazón tierno, como muy bien apunta Robert Bly en su libro “Iron John”. En el pasado, para ser guerrero, era necesario ser sensible y ser buen amante. Hoy en día es todo lo contrario, a los soldados se les adiestra para perder su sensibilidad.
El guerrero en esta leyenda sirve a los propósitos de quebrantar definitivamente la estructura vincular que ya ha sido resquebrajada por el Gran Cacique. Es a través del amor que el guerrero subvierte la estructura social existente, pero recibiendo así mismo el castigo por sublevarse en el orden jerárquico y arrebatar la posesión de su Señor.
El guerrero compensa la actitud negativa del masculino que representa el Zipa, remplazando el masculino que abandona. Es una figura de cambio que entra a normalizar una situación a nivel psíquico, es un héroe que se sacrifica.
• La niña o el niño:
La infancia es símbolo de inocencia, es el estado anterior a la falta y por ende el estado edénico, simbolizado en diversas tradiciones por el retorno al estado embrionario, del que la infancia permanece próxima. En la evolución psicológica del hombre, unas actitudes pueriles o infantiles marcan periodos de regresión; a la inversa, la imagen del niño puede indicar una victoria sobre la complejidad y la ansiedad, así como la conquista de la paz interior y la confianza en sí mismo. El niño o la niña, como arquetipo, personifican poderes vitales que están más allá del limitado perímetro de la conciencia, representan caminos y posibilidades de los que la conciencia, en su unilateralidad, nada sabe, y una globalidad que abarca las profundidades de la naturaleza.
En esta leyenda la niña muere para dar paso a la mujer, para permitir el advenimiento de ésta. La mujer y la niña descienden al submundo, se integran para finalmente procurar un estado de totalidad, generando así un reconocimiento y actitud sagrada de parte de la comunidad. El orden social se transforma a partir de este suceso en un orden espiritual.
• Los enamorados:
Los Enamorados encarnan la facultad de discernimiento respecto de la elección en el amor. El deseo respecto del otro acelera el desarrollo del individuo, a través de los enredos y conflictos que surgen de la elección que se ha hecho. Este arquetipo, representado incluso como arcano en el Tarot, también nos recuerda la necesidad de hacer la síntesis para elegir el camino que nos conducirá al reino de la unidad.
En la leyenda, la princesa en su desencantamiento por su pareja, sigue buscando el amor que le permita confrontarse con ella misma y desarrollarse psíquicamente. Ella y el guerrero deciden arriesgarse a vivir el amor a sabiendas de ser descubiertos y de obtener por ello un castigo, ya que la misma comunidad, bajo las normas o leyes establecidas, conserva un orden preestablecido. El amor es un gran iniciador en la leyenda, pues permite subvertir el orden ya existente y generar una gran transformación no sólo a nivel personal sino también colectivo.
• La muerte:
Corresponde a la transformación permanente de lo manifestado. Todo debe morir, cambiar de estado en este mundo evanescente que consideramos tan real y que sin embargo es una ilusión, sólo producto de la percepción. Es la transformación profunda en la cual mueren las viejas formas, los viejos esquemas y se renace a una nueva y más amplia orientación del Ser: lo trascendente. Aquí nos encontramos también con un arcano dentro del Tarot.
Es relevante mencionar que en la leyenda de la princesa de Guatavita no se dice que ella se suicidara, sino que se lanza a las aguas, pues la princesa muere para transformarse, ya que en la leyenda aparece su muerte como la transformación psíquica e incluso social y cultural. Pareciera que la muerte fuera un pasaje obligado para poder acceder a otras condiciones superiores en el proceso colectivo y personal que exhibe la leyenda, en particular aquí la muerte es vivida como una regeneración de la esencia de lo femenino.
• Masculino:
Principio vital expresado en lo que Jung denominó logos, el cual crea una atención enfocada y distintiva que continuamente lucha para liberarse a sí mismo de la oscura inconciencia del útero materno, el reino del inconsciente. Este principio es fálico, penetrante, combativo y maestro de las fuerzas que vencen la oscuridad del inconsciente. En la mujer el principio masculino, el ánimus, es el depósito de todas las experiencias ancestrales de hombre que tiene la mujer – y no solo eso, también es un ser creador y pro-creador, en el sentido de la creatividad masculina. El ánimus de la mujer, personifica en su psique al psicopompo, un mediador entre su dimensión consciente e inconsciente.
En la leyenda es el masculino quien motiva emocionalmente a la princesa al cambio y a la transformación. En la leyenda, también lo masculino representa el orden social patriarcal ya en ese momento histórico particular.
• Femenino:
Principio vital que tipifica las cualidades de lo que Jung denominó Eros, el cual representa la relación terráquea femenina con todas las cosas, criaturas y seres humanos. El principio del Eros es el oscuro, desenfocado y confuso inconsciente del útero materno, de la madre naturaleza en toda su institucionalidad lunar y de mareas, siempre aumentando y menguando, anudando y tejiendo juntas todas las formas de los seres naturales, dándoles nacimiento y reabsorbiéndolos en la muerte. A la imagen inconsciente femenina del alma en un hombre, Jung la llamó ánima, la cual representa el principio de Eros en aquél.
La princesa Guatavita, representando en la leyenda este principio femenino, inicialmente, aunque estando sometida, quiebra el orden social imperante al generar nuevos vínculos, no sólo de carácter personal sino también colectivo, para ella y para su comunidad. En su sociedad lo femenino está negado, pero es a través de lo simbólico, posterior al sacrificio y a la tragedia, cuando la princesa vuelve a su esencia, restituyéndose.
• Matrimonio:
Siendo la unión amorosa del hombre y la mujer, en el contexto arquetípico, el matrimonio manifiesta, en el curso del proceso de individuación o integración de la personalidad, la conciliación de lo inconsciente, principio femenino, con la conciencia, principio masculino. Las hierogamias (matrimonios sagrados) se encuentran en casi todas las tradiciones religiosas como representaciones de las uniones místicas entre el espíritu y el alma.
En la leyenda el matrimonio está expresando un principio social y cultural que hace parte de la estructura que sostiene la comunidad, pero que ha perdido su cualidad integradora y sagrado.
Ampliaciones sobre la leyenda de la princesa Guatavita
En esta parte del análisis se retoman algunos extractos de cuentos y mitos que exponen y comparten el mismo conflicto central del texto que se viene desarrollando. Se pretende encontrar elementos colectivos que desde otros enfoques enriquezcan la comprensión de la leyenda desde la visión psíquica y social, como maneras de desarrollo de lo humanidad.
Para efectos de este análisis, se citarán dos cuentos: “Piel de foca piel del alma” y “La llorona”, exposición de Clarisa Pinkola Estés en su texto “Mujeres que Corren con los Lobos” y posteriormente los mitos de Medea y Perséfone. En estas narraciones se encuentran situaciones paralelas al desarrollo psíquico de lo femenino y de su lugar en el orden social, en relación con la leyenda de la princesa de Guatavita.
En el cuento “Piel de foca piel del alma” se relata que un hombre solitario se impresiona con la belleza de una mujer foca y deseando quedarse con ella, hurta la piel de foca con la que la mujer se cubre y que la hacía lucir bella. El hombre pacta con la mujer que luego de un tiempo determinado (siete veranos, en el cuento), se la devolvería y le permitiría regresar al lugar de donde ella provenía. La mujer, por el robo de su piel, se ve obligada a aceptar el pacto y concibe con el hombre un hijo en el lapso de tiempo que permanecen juntos.
Pasado los siete veranos la figura de la mujer se encontraba muy marchita y seca. Una noche, ella decide reclamar a su esposo la piel de foca y este, muy disgustado, se niega a entregársela argumentando que ella se marcharía y los dejaría a él y a su hijo, la mujer suplicó pero su esposo no fue comprensivo. Unas noches más tarde, su hijo, preocupado ya por la situación de la madre y convocado por el gran espíritu de las focas, encuentra la piel y decide entregarla a su madre; ésta para no abandonarle, se sumerge con él para mostrarle su mundo, así luego de un tiempo el niño regresa al mundo donde vivía con su padre.
En el cuento de “La llorona”, se relata que un rico hidalgo se enamora de una pobre pero hermosa mujer, ganándose su afecto. Ella le da dos hijos. Un día éste le dice que va a regresar a España, su ciudad de origen, y que va a contraer matrimonio con una acaudalada mujer. La joven enloquece de dolor y actúa con los gritos y aspavientos de las locas y toma a sus hijitos, corre con ellos hacia el río, arrojándose al agua y todos se ahogan. La mujer asciende al cielo y allí se le exige que antes de entrar encuentre el alma de sus hijos. Por esta razón ella los busca incesantemente a orillas de las aguas.
Para efectos del análisis de ambos cuentos y la leyenda, en primer lugar hay que referirse a un pacto que se establece en el vínculo en la relación entre lo femenino y lo masculino. Lo femenino representado por la mujer foca, la llorona y la princesa de Guatavita, quienes se sienten vulneradas y abandonadas en la relación, ellas han servido con aspectos de si mismas para que la relación se mantenga, su amor, pero esto no es suficiente para que las figuras masculinas correspondan a los compromisos emocionales y de participación adquiridos en la relación con las mujeres.
La princesa, la llorona y la mujer foca inician un proceso de alejamiento de lo masculino, como respuesta ante el pacto que se rompe. Se acompañan en esta distancia con los hijos, el fruto del amor del vínculo establecido, que aparentemente son una extensión de si mismas. Madre e hijo se pertenecen, actúan como dos lados de una misma moneda, uno es la imagen del otro y es por esta razón que son elegidos como compañeros de descenso al mundo de las aguas, al mundo subterráneo de lo inconsciente y de las fuerzas originarias de la vida. Aparece en ellas la necesidad de introducirse a este mundo, llevando consigo entre sus aspectos, el infantil (niño-niña), pero entrando cada uno a un estado particularmente diferente. Lo femenino retorna a lo femenino, el elemento agua lo evidencia en la leyenda de la princesa y en los dos cuentos anteriores.
En los dos cuentos, con relación a la leyenda, se describe la relación hombre y mujer dentro de una estructura social monogámica, siendo esperado que la mujer la respetara, más no necesariamente así el hombre, es decir, aquí ya se puede leer el desequilibrio entre los principios femenino y masculino del orden social. Como respuesta al incumpliendo de los acuerdos pactados en la relación, ellas se sienten traicionadas y, producto de esta traición se genera en lo anímico de estás mujeres un debilitamiento interior, una vivencia de pérdida que las lleva a la búsqueda de la muerte como única posibilidad. La traición es concebida por las mujeres como una perdida de algo vital en sus vidas y conlleva a nuevas pérdidas, entre ellas la muerte de los hijos, quienes simbolizan los potenciales creativos respecto de la relación con lo masculino. Así mismo, la muerte de estos niños aparece como parte de un proceso que invita a lo femenino a despertar de si mismas a un nuevo estado de conciencia, ingresando las madres a un estado de transformación en su vida anímica.
También en el mito de Medea veremos como se repiten los elementos anteriormente planteados, desembocando en una gran tragedia. Se cuenta que en la hazaña de la conquista del Vellocino de oro, a manos del héroe Jasón, Medea, una poderosa maga, se enamora perdidamente de éste y le ayuda a vencer los obstáculos que se encuentra a su paso. Pero una vez Jasón llega a Corinto, acompañado de ésta, luego de haber retomado el lugar que le correspondía, como su estirpe determinaba, su ambición le lleva a querer otro reino y por tanto se promete en matrimonio con Glauce, la hija del Rey Creonte de Corinto. Cuando Medea está a punto de partir de Corinto al destierro por orden de Creonte, solicita y obtiene permanecer un día más. Como compensación a este favor, envía por medio de sus hijos como regalo a Glauce un vestido y una corona de oro, con los cuales al engalanarse, aquella muere, así como también Creonte abrazado a su hija. Zeus al ver el espíritu de lucha de Medea se enamora de ella y le dice: “haré que tus hijos sean inmortales, si los tiendes sobre el altar de sacrificios de mi templo”. Así lo hizo Medea, mata a sus hijos y luego huye en un carro tirado por serpientes aladas, que recibió de su abuelo Helio.
En el mito de Medea con relación a la leyenda se conjugan elementos similares que atañen al tema de un rompimiento con el orden preestablecido socialmente, impulsado por el dolor de la traición, esta situación, como se veía anteriormente en los cuentos, genera una renovación en el desarrollo de lo femenino y, a su vez moviliza en lo colectivo, el restablecimiento de lo femenino. Un aspecto importante y compartido en ambas narraciones es la alusión al templo, o lugar físico sagrado como elemento simbólico, donde tiene lugar el sacrificio que va a poner en evidencia la ruptura que ellas hacen a ese orden social, es decir la trasgresión, que se convierte en un acto sacro. Medea sacrifica a sus hijos en el altar de la inmortalidad y la princesa se lanza, con su hija, a la laguna sagrada; ambas como una forma de regeneración, restableciendo lo femenino a un nuevo ámbito psíquico a nivel de lo colectivo imperante y restableciendo su posición social a partir de su drama, conectándolas luego con un ámbito no terrenal. Medea ascendida al cielo por su abuelo y la princesa Guatavita adorada y vista como un ser sobrenatural en las noches de luna, es decir, para lo colectivo, ambas adquieren el valor sólo comparable al de las diosas, trascendiendo su lugar de victimas a heroínas.
En estos relatos, el mito y la leyenda, lo que tiene lugar en una dimensión personal y también colectiva, es el restablecimiento del femenino en relación con lo masculino.
Finalmente en lo que atañe al ingreso al submundo y el proceso de transformación que opera allí, en el mito de Perséfone se encuentra una valiosa referencia a este proceso. Cuenta el mito que ella y su madre Démeter, la diosa de la tierra, vivían pacíficamente en permanente unión, hasta que un día, el tío de la Core Perséfone, Hades, el señor del mundo subterráneo, inundado de deseo por la muchacha la rapta hasta llevarla a su morada. Démeter, angustiada, buscó desesperadamente a su hija sin encontrarla y en su ira hizo que la tierra se volviera estéril, negándose a devolverle su abundancia. Pero gracias a la intervención del dios Hermes se logró un acuerdo para que Démeter se volviera a reunir con su hija durante una época del año; mientras que los restantes meses, Perséfone gobernaba el mundo subterráneo junto con su esposo Hades.
En el mito y la leyenda, Perséfone y la princesa, descienden a la profundidad del mundo de lo psíquico, representado en el Hades y la profundidad de la laguna, respectivamente, encontrando allí la renovación de un aspecto de lo femenino esencial. En el mito de Perséfone es la niña, Core, quien es ingresada de una forma ingenua a las profundidades, emergiendo luego como una mujer, es decir, en ese ámbito profundo tiene lugar su transformación y, en la leyenda de la princesa, es ella quien se sacrifica junto con “su niña”, recuperando así a la mujer, lográndolo en el descenso a las profundidades, en este caso de la laguna. Se podría decir que ambas necesitan sacrificar a su niña interior psíquicamente hablando, para poder acceder a la mujer transformada y sólo a través de esta nueva condición, son exaltadas a los términos de imágenes deidificadas, siendo tratadas así por el colectivo como tal, y restaurando un aspecto psíquico correspondiente al femenino en medio de la cultura predominantemente patriarcal.
Ampliaciones respecto de algunas versiones
sobre la leyenda de la princesa Guatavita
En las distintas versiones sobre la leyenda de La Princesa Guatavita hallamos coincidencias con el argumento central sobre el cual se basa el análisis. Para nuestro estudio referenciamos dos aspectos que la historia base no posee.
Se toma de la página www. Caballeros andantes, el relato que hace alusión al guerrero Ebaté, de quien la princesa se enamora. En esta versión se afirma que “Ebaté había sido el gran amor de la Princesa y a su vez la Princesa había sido el gran amor de Ebaté. Cuando supieron la noticia que la joven sería entregada al Zipa, Ebaté en su condición de Usaque de Tenjo o noble del reino, trató desesperadamente en hacer que el Rey, el Suba, reconsidera su decisión y dejara que él se casara con la joven. El Suba pensando en política y no en la felicidad de su hija negó a Ebaté la mano de la joven y en contra de la voluntad de los dos amantes, la envió al Rey de Guatavita” .
Esto permite inferir que el encuentro amoroso entre ambos tenía antecedentes, existiendo entre ellos mutua atracción. Por tanto la elección del guerrero como amante no es gratuita, ni está signada por el hecho de una venganza ante la indiferencia de su esposo o por motivos pasionales, obedece a una elección conciente de la princesa y da un argumento a su favor para entender que en ella esta presente el amor y esté le da fuerzas para infringir las férreas leyes que dominaban en el imperio y cuya trasgresión se pagaba con la vida.
De la leyenda que presenta la página www. Etnias de Colombia se anexa el párrafo que hace mención al suplicio que soporta el guerrero. Le mutilan distintas partes de su cuerpo, Se hace referencia en particular a su sexo como expresión del deseo y, al corazón como motivador del delito. “El guerrero fue puesto preso y sometido a vejámenes y torturas inimaginables; su sexo fue cortado y colocado en una urna; su corazón, culpable del delito que se castigaba, también fue sacado en vida y colocado aparte. El Cacique de Guatavita miró satisfecho los dos miembros culpa de su deshonra; una parte de su venganza estaba consumada” .
Algunas conclusiones respecto del análisis
de la Leyenda de Guatavita
En la exposición de esta leyenda el conflicto básico que aflora es la perturbación del orden social a través de la ruptura en el matrimonio, en la unión entre el cacique y su esposa, luego de que el cacique comenzara a alejarse de la princesa y consecuentemente ésta, después de soportar algunos meses, y pudiendo más la soledad y la tristeza que las rígidas normas sociales, se enamorara de uno de los más nobles y apuestos guerreros de la tribu, lo cual da como resultado la consiguiente tragedia para uno y otro. Pero a nivel psíquico también se puede hablar de una perturbación entre la unión del masculino y el femenino, en donde el principio femenino, estando sometido inicialmente al principio masculino, queda marginado incluso colectivamente, pero posteriormente es reestablecido su lugar a un nivel superior y espiritual.
El conflicto lo pone el amor, al movilizar todos los elementos de la estructura social y de la unión entre los principios masculino y femenino. El representante inicial del principio masculino (el cacique) sustituye el amor por el poder, perdiendo su conexión con lo femenino e invalidando el sagrado vínculo, reflejo esto del acontecer colectivo.
La leyenda da cuenta de un contexto de patriarcado (período Pre-Colombino, entre 1400 y 1500), en donde prima el poder masculino sobre el femenino y donde las mujeres están subyugadas a los hombres en general, especialmente aquí al doble poder que detenta el Gran Cacique, primero como hombre y segundo como cacique.
Notemos que es en el momento en que la mujer deja de lado sus deberes y devoción como esposa que se hace evidente y peligroso para la estructura que no haya conexión entre los esposos. Mientras no ha sido así, la estructura social no se pone en riesgo, pues el hombre tiene posibilidades de extralimitarse en sus comportamientos sin perder aparentemente nada.
En esta situación el orden social se ve aún más amenazado porque es la figura de un guerrero, inferior en rango a un cacique, aunque también detentando el reconocimiento de su rango, que interfiere en el matrimonio de su señor. Es decir, en el orden social se establece un desequilibrio que hay que remediar con el castigo y la expiación.
Pero veamos a un nivel psíquico cuáles serían las condiciones en las cuales se genera esta situación. Lo masculino rompe un pacto de alianza con lo femenino, lo relega y pasa por alto su presencia. Lo femenino inicialmente se reserva, pero a su naturaleza le es propio el enriquecimiento a partir de las relaciones (mundo emocional) y éstas al fracasar, le hacen dirigir su atención al amor que nuevamente se ofrece como posibilidad. Este masculino que ingresa, el guerrero y héroe, tiene como particularidad que socava un orden de poder vía el amor.
Comparativamente tenemos en la estructura social de la caballería, por ejemplo, el ideal del caballero era no sólo el coraje sino también su capacidad para el amor y su búsqueda en éste. Dentro del mundo caballeresco aparece una figura central que es Lancelot, el cual siendo el mejor de los caballeros del mundo, al mismo tiempo es el más traidor de todos y aunque inicialmente ayuda a construir algo (el esplendor de los caballeros de la mesa redonda), más adelante él mismo lo destruirá. Así el guerrero de nuestra leyenda, al tiempo que participa en la construcción del orden social Muisca amaga, sin quererlo, como Lancelot, su destrucción, sin poder permanecer fiel a la estructura.
“Así como Lancelot es una encarnación del ideal varonil, que existe, no sólo en el mundo de la acción social masculina, sino en las esperanzas y fantasías de la imaginación femenina” , una imagen psíquica de la virilidad que habita en el alma de la mujer, así el guerrero de nuestra leyenda se constituye en la proyección de la Princesa Guatavita de ese ideal masculino.
En esta leyenda el sacrificio precede a la poderosa resolución de los infranqueables conflictos que se habían generado no sólo en el ámbito familiar sino también en el orden social y personal. Al morir el héroe (el guerrero) y su contraparte femenina (la princesa), se desanuda del viejo orden.
Para superar la traición, el desamor y a sí misma, la princesa Guatavita se sumerge en las aguas con su pequeña hija. Tal como otras heroínas, Guatavita no se somete y prefiere la muerte a la posibilidad de que su vida siga siendo un castigo.
En la leyenda, en este tránsito, la princesa reintroduce un elemento que se encontraba negado en este orden, el principio femenino, reintegrándose, a partir de la vivencia del amor como experiencia ritual fundante, de este principio en un nuevo ámbito sobrenatural.
Finalmente, la profundidad también nos conecta con la imagen psíquica del femenino que desciende al Hades, la core Perséfone, aquí esta imagen nos devuelve con la hija de Guatavita, arrastrada por ella a las profundidades, simbolizando la inocencia de Guatavita, el estado anterior a la falta y por ende una suerte de estado edénico, pero la hijita muere y pareciera que esto da paso es a la mujer transformada. Al personificar “la niña” el augurio de otras posibilidades, en la leyenda, dichas posibilidades adquieren la condición del nuevo estado que se genera en aras del restablecimiento del femenino dentro del universo personal y colectivo de la comunidad.
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