Juan Carlos Alonso (Colombia) tiene una Maestría en Estudios Políticos (Universidad Javeriana), es psicólogo (Universidad Nacional, Bogotá), y analista junguiano afiliado a la Asociación Internacional de Psicología Analítica (IAAP). Es miembro fundador y Director de ADEPAC (Amigos de la Psicología Analítica en Colombia) y miembro de la Sociedad Colombiana de Analistas Jungianos (SCAJ). Se certificó como analista junguiano en Copenhague en el año 2013. Autor del libro Psicología junguiana: teoría, práctica y aplicaciones (2018) y editor y coautor de la obra Trauma en la primera infancia: análisis psicológico junguiano (2016). Trabaja en la práctica privada como psicoterapeuta y analista junguiano. Correo electrónico: adejungcol@yahoo.com.
Este artículo fue publicado en The Journal of Analytical Psychology con el título On prophets and disciples: the case of Osho, Volumen 67, Número 2, abril 2022, Páginas 412-422. Corresponde a la ponencia presentada por el autor en la Conferencia Latinoamericana organizada por el Journal of Analytical Psychology, celebrada en Sao Paulo, del 9 al 11 de abril de 2021. La traducción al español es hecha por el autor.
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Resumen
En tiempos de crisis, los profetas suelen surgir en diferentes ámbitos, incluido el de la religión. Este trabajo realiza un análisis junguiano del fenómeno presentado entre el líder espiritual Osho y sus discípulos en las décadas de 1970 y 1980, como ejemplo de los riesgos que conlleva el tipo de proceso grupal donde líder y seguidores se identifican inadvertidamente con los arquetipos colectivos de profeta y seguidor. Se analizan situaciones psicosociales que predisponen a la aparición de profetas y se recuerdan casos de suicidios colectivos en las últimas décadas. El artículo también destaca la intervención de otro fenómeno psicológico: el conflicto entre la ética de los individuos versus la de los grupos, ya que los grandes grupos producen una disminución de la responsabilidad y la ética individual.
Palabras clave: Jung, cultos religiosos, Osho, arquetipo de profeta, arquetipo de seguidor, ética individual, ética colectiva.
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En tiempos de crisis social, existe la tendencia al surgimiento de profetas carismáticos y nuevos cultos, fenómeno que se da en diferentes ámbitos, no sólo a nivel religioso. Comienza con individuos que encuentran su propio “sistema explicativo” del sentido de la vida y lo comparten con los discípulos, lo que conlleva graves peligros. A continuación realizaré un análisis junguiano del fenómeno presentado entre el líder espiritual Osho y sus discípulos, durante las décadas de 1970 y 1980 como ejemplo representativo del tipo de riesgos que involucran los procesos grupales en busca del desarrollo personal, cuando líder y discípulos se identifican inconscientemente con los arquetipos colectivos del profeta y el discípulo.
El movimiento Osho
Osho nació en India en 1931. Ya adulto, en 1970, se instaló por un tiempo en Bombay, donde comenzó a iniciar discípulos y asumió el papel de maestro espiritual. En 1974 se mudó a Puna, donde estableció un ashram que atrajo a un número creciente de visitantes occidentales. Allí, desarrolló su ‘Movimiento del Potencial Humano’, que fue noticia en la India y en el extranjero debido a su clima permisivo y al discurso provocativo de su líder. Abogó por una actitud más abierta hacia la sexualidad, una posición que le valió el apodo de «gurú del sexo».
En 2018, Netflix lanzó una exitosa serie documental llamada Wild Wild Country (Lembi et al.), que narra el nacimiento, desarrollo y declive del movimiento. Me voy a referir a algunos aspectos relatados en este documental, particularmente los hechos y testimonios ofrecidos por algunos de los principales discípulos de Osho.
La propuesta inicial de Osho
Osho promovió una «meditación dinámica», que incluía la respiración caótica que conducía a la hiperventilación, la explosión emocional, la fase de liberación y la fase de silencio. Luego, el grupo se unió a una meditación colectiva que empleó deliberadamente imágenes sexuales, ya que el ritual replicaba conscientemente una orgía sexual. Concibió un nuevo ser humano cuya espiritualidad no rechazaba lo material. Específicamente propuso aceptar la generación de riqueza por parte de él y de la comunidad. Bajo este principio, se explica, que a lo largo de los años, Osho dirigiera claramente sus enseñanzas a los intelectuales adinerados (‘la flor y nata de la sociedad’, como la describiría su secretaria privada). Osho llegó a poseer numerosos coches Rolls Royce y el ashram de Puna era considerado un oasis de riqueza en medio de la pobreza de la India. Retomando el tema central, creo que en algún momento de su vida, Osho comenzó a identificarse con el arquetipo del profeta. En Puna empezó a hablar de ser la reencarnación de una deidad y de tener una misión mesiánica, pues se proponía transformar la conciencia del planeta. Buscó crear un hombre nuevo que no perteneciera a ningún país o religión, sino que fuera simplemente un ser despierto que coexistiera en armonía con el resto del mundo. Consideró que lo que proponía era un experimento que nunca antes se había planteado en la historia, y que sería la cuna de una nueva raza cósmica, luego de que el resto del mundo fuera destruido por un gigantesco holocausto nuclear.
Riesgos del desarrollo de la personalidad
Jung se refiere al proceso de desarrollo de la personalidad como el proceso de individuación, a través del cual todos los seres humanos buscan llegar a ser ellos mismos. Esto implica un doble trabajo. Internamente, debemos conocer e integrar nuestros aspectos oscuros, pero también externamente, debemos buscar diferenciarnos psicológicamente de las figuras colectivas, llegando a ser distintos de los demás seres humanos, sin aislarnos, sino manteniendo una relación con ellos. Quiero centrarme en esta segunda tarea de individuación, ya que existe un gran peligro de identificarnos sin darnos cuenta con algunos de los arquetipos del inconsciente colectivo. Para nuestro caso, el riesgo consiste en identificarnos con los arquetipos del profeta o del discípulo. Este es un peligro inherente a cualquier proceso de autoexploración, ya sea que se realice a través de un proceso de psicoanálisis o por medio de un movimiento como el de Osho.
Partamos del hecho de que en cada uno de estos caminos del desarrollo psíquico, estamos obligados a contactar con el inconsciente, lo cual presenta grandes riesgos. Un sano avance en la individuación lleva a trasladar contenidos del inconsciente personal a la conciencia, haciendo que ciertas personas se sientan un poco más sabias. Esta actitud despierta en otros individuos el deseo de seguirlos. Este vínculo puede ser negativo si existen circunstancias psicosociales desfavorables en el entorno y se potencia aún más si se produce en personalidades vulnerables.
Situaciones que facilitan la aparición de profetas
Jung afirma que los profetas a menudo aparecen en tiempos de dificultades, en momentos en que la humanidad está en un estado de confusión, como cuando se ha perdido una guía antigua y se requiere una nueva. Cuando surgió el movimiento de Osho, comenzó la Guerra de Vietnam en los Estados Unidos y la gente estaba dejando de creer en lo que decía el gobierno, cuestionando la validez de sus religiones y creencias, lo cual generó una rebelión entre los jóvenes que buscaban respuestas dentro de sí mismos.
En la obra Así hablaba Zaratustra de Nietzsche, el profeta aparece en un momento en que ha sucedido algo grave: Dios ha muerto. Esto hace necesaria la presencia de Zaratustra, porque la gente necesita una reorientación, y el viejo sabio debe aparecer para dar a luz una nueva verdad. Según el analista junguiano Anthony Stevens (1990), con el colapso del marxismo a fines de la década de 1980, el fervor revolucionario entre los miembros descontentos de la sociedad tendió a canalizarse hacia la formación de cultos religiosos centrados en figuras carismáticas y autoritarias despiadadas. A su vez, desde la década anterior a Osho, se habían dado casos dramáticos, como el suicidio en Guyana en 1978 de casi 1.000 discípulos del movimiento Peoples Temple, liderado por Jim Jones.
Dinámica entre profeta y discípulo
La teoría junguiana ofrece enfoques que explican cómo los arquetipos del profeta y del discípulo pueden activarse negativamente en los individuos, atrayéndose mutuamente.
Cuando el líder que ha encontrado un sistema explicativo sobre el sentido de la vida se identifica con la figura del profeta, inmediatamente se produce una inflación psicológica y un estado de arrogancia al que Jung se refiere como la “personalidad mana” (Jung, 1966). Este fenómeno de posesión se opone a la individuación y comprende el tipo de posesión que pudo haber experimentado Osho, considerando su reacción externa: un sentimiento exaltado y desbordante de sí mismo, con dones sobrenaturales, que podría ser la fuerza interior que dio origen a su movimiento.
Sin embargo, tal movimiento no surge sólo de la necesidad de un individuo como Osho, que desee alcanzar poder. También es necesario que haya una audiencia en busca de alguien a quien le puedan otorgar tal poder. Es un fenómeno colectivo, ya que las sociedades necesitan figuras mágicas. Jung afirma que en el fenómeno de los profetas, deben confluir tanto la voluntad de poder de un individuo como la voluntad de sumisión de muchos. A nivel psicológico, se puede hablar de una posesión de este par de figuras colectivas, siendo en este caso el profeta y el discípulo. Es como si se produjera una disolución de la personalidad en sus pares de opuestos, y la consecuencia será que cada individuo mostrará conscientemente una de las polaridades, mientras que su inconsciente buscará el equilibrio de esa unilateralidad con la polaridad opuesta, gracias al principio compensatorio de la psique entre el consciente y el inconsciente.
Esta imagen nos puede ayudar: si el yo fuera la luna con sus dos caras, la luminosa sería la polaridad consciente, mientras que la oscura sería la inconsciente. En el caso del profeta, su actitud visible será la del hombre sabio pero compensatoriamente, los contenidos reprimidos por la conciencia se trasladan al inconsciente, formando allí la polaridad inversa del discípulo. ¿Cómo se manifiesta esto? Bajo el grandioso sentimiento exterior del individuo poseído por la figura colectiva del profeta subyace una honda inseguridad, y su arrogancia constituye la contrapartida consciente y compensatoria de esa impotencia. Es precisamente su inseguridad inconsciente la que lo impulsa entonces a buscar prosélitos para que estos aseguren que sus convicciones son confiables.
Sucede lo contrario en los adeptos que rodean a este individuo. La polaridad que se hace consciente en ellos es la del discípulo. De manera compensatoria, el lado reprimido forma en el inconsciente la polaridad inversa del profeta, en un intento de corregir el desequilibrio. En otras palabras, detrás de la inseguridad consciente de estos discípulos está el arquetipo del profeta que, al no ser reconocido interiormente, se proyecta exteriormente sobre quien parezca poseedor de la verdad. Si se piensa bien, la conversión de las personas en discípulos es una situación que tiene muchas ventajas. Jung dice, «el discípulo se siente indigno y por eso se sienta modestamente a los pies del maestro y eso le evita el trabajo de pensar por sí mismo” (Jung 1966, § 263), y habla de una pereza intelectual.
En la serie se observa que los discípulos de Osho no tienen grandes responsabilidades, ya que las obligaciones se descargan sobre su maestro. Tampoco necesitan descubrir las grandes verdades de la vida, pues las reciben cómodamente de él. Es decir, disfrutan pasivamente del gran tesoro de sabiduría que les transmite el gurú, que muchas veces se ve obligado a actuar, iluminando al mundo, mientras sus seguidores simplemente se dejan iluminar. El de los discípulos es un papel social fácil de cumplir ya que la responsabilidad se traslada al profeta, lo que, como veremos, es una delegación peligrosa.
Hay algo en común entre profetas y discípulos, y es el hecho de que ambos parecen tener límites poco claros en cuanto a la arrogancia e inferioridad. Se podría decir que, psicológicamente, uno tiene una inflación psíquica, mientras que los otros tienen una deflación psíquica. Sin embargo, algo que debe subrayarse es el hecho de que el riesgo de esta “disolución de la persona en la psique colectiva” (Jung 1966, § 260) es grande, no solo para los fieles, sino también para el profeta. Ambos son víctimas del inconsciente colectivo.
Perfiles de personalidad de profeta y discípulo
Por supuesto, no todos los que se identifican con el arquetipo del profeta adquieren las características de líder. Osho era una persona carismática, que llenaba estadios, con una ‘apariencia sabia’, como lo define uno de sus seguidores. Otro de sus seguidores mencionó que quien escuchaba sus enseñanzas estaba ‘como drogado’, porque ‘canalizaba una energía que se te metía dentro’ (Lembi et al., 2018).
Además, la figura del profeta también requiere una apariencia que atraiga el prestigio personal y el reconocimiento general, para que, con el tiempo, el individuo pueda destacarse por la peculiaridad de sus ornamentos y formas de vida, es decir, las peculiaridades de su máscara colectiva, que le permite destacarse del resto. Eso le sucedió a Osho con sus muchos autos Rolls Royce y sus atuendos con gorros, túnicas que resaltaban sus anchos hombros, maquillaje para mejorar su tez y una larga barba.
También es constante la posesión de rituales secretos que acentúan la preponderancia de la máscara colectiva del profeta y su prestigio mágico, facilitando un éxtasis colectivo que busca disolver el yo individual de los discípulos. Algunas de las estrategias para lograrlo consistieron en que los devotos se vistieran con túnicas naranjas y adoptaran nuevos nombres y que nunca se usara el pronombre “yo”, sino siempre “nosotros”. Además, el líder recomendó a los discípulos que renunciaran a sus vínculos con hijos y padres, y la práctica del aborto y la esterilización, puesto que los hijos eran considerados una distracción del compromiso. Todo esto fortaleció el valor de lo colectivo a expensas del yo racional.
Por el contrario, ¿qué perfil suelen tener los discípulos de los profetas? Por lo general, suelen estar atravesando situaciones de duelo personal, crisis emocionales o rupturas sociales, como la muerte de un familiar, divorcios, conflictos de pareja o desempleo, agravados en ocasiones por fallas en las redes sociales de apoyo de estas personas. También pueden ser situaciones de depresión, o el inicio de edades conflictivas, como la adolescencia o la crisis de la mediana edad.
En el documental de Netflix vemos cómo una mujer australiana, ferviente seguidora de Osho, relata la crítica situación en la que se encontraba, resentida, enfadada y con serios problemas de pareja. Otro discípulo entrevistado, un abogado estadounidense, dice que después de estudiar derecho y manejar casos exitosos como abogado litigante, acababa de divorciarse y estaba cansado y destruido, trabajando, comiendo y bebiendo demasiado.
En la mayoría de los casos, también existe una disposición entre los adeptos a mostrar una dependencia ingenua y afectiva hacia las personas con autoridad, lo que se nota en los casos mencionados, en los que es notoria una gran tendencia a la veneración y adoración hacia su maestro. Cuando la discípula australiana conoce a Osho, dice que él le dio “la impresión de que no tocaba el suelo cuando caminaba”.
Movimiento Osho en los Estados Unidos
El sueño de Osho era crear una «tierra prometida» que fuera un modelo a seguir para el mundo. No fue posible hacerlo en la India porque ya para finales de los años 70 él tenía grandes tensiones con el gobierno de Indira Gandhi, pero descubrió que en Estados Unidos las leyes de este país permitían instalar su ashram. El movimiento compró unos extensos terrenos en Oregón donde construyeron una compleja comuna con huertos, salas de meditación, centro comercial, restaurantes, tiendas de ropa, banco, estación de bomberos, periódico y hasta un aeropuerto. Todo lo necesario para albergar inicialmente a unas 2.000 personas. La nueva comuna se construyó junto a un pueblo perdido llamado Antelope, habitado por un máximo de 50 habitantes, en su mayoría personas mayores. La llegada de la numerosa comunidad fue, para estos pobladores, una invasión que cambió por siempre su tranquilidad. Conmocionados, comenzaron a ver que los discípulos no sólo se estaban quedando dentro de la ciudadela, sino que muchos de ellos comenzaron a comprar casas y negocios en el pueblo.
Pronto se produjeron actos de violencia por ambos lados. Desconocidos colocaron bombas en el hotel que el grupo Osho había construido en la ciudad de Portland. La respuesta del movimiento fue comprar armas de fuego y comenzar el entrenamiento con armas pesadas. Posteriormente, los miembros de Osho se postularon para cargos públicos y ocuparon los principales puestos, incluida la oficina del alcalde. Eso les dio derecho a cambiar el nombre del pueblo por un nombre oriental y a tener su propia comisaría, con agentes armados. El conflicto entre el pueblo y la comuna siguió escalando, y tiempo después, fueron miembros del movimiento Osho quienes intentaron envenenar a los aldeanos con la bacteria Salmonella, depositada en secreto en las barras de comida de varios restaurantes.
A principios de la década de 1980, las cosas comenzaron a ir mal para el movimiento. El gobierno de los Estados Unidos comenzó a investigar cosas extrañas que sucedían en el sitio. Desde hacía un tiempo, Osho había entrado en un silencio voluntario, nombrando a Sheela, una joven secretaria privada, como su vocera, lo que le dio a ella un enorme poder. Más tarde se descubrirá que la mayoría de los delitos investigados por las autoridades habían sido coordinados por ella. Lo más grave ocurrió cuando le informaron a Sheela que el gobierno de Estados Unidos había designado a un fiscal para investigar el movimiento. Ella reunió a los miembros de su grupo más cercano para informarles que era necesario eliminar a ese fiscal, y la discípula australiana se ofreció como voluntaria para hacerlo. Afortunadamente, no tuvieron suerte en el atentado.
Ética individual frente a la ética colectiva
Este grave hecho se relaciona con otro fenómeno psicológico estudiado por Jung, que es el conflicto entre la ética individual y la ética grupal. Jung se opuso a la pertenencia a grandes grupos, ya que tenía la convicción de que éstos producían una disminución de la responsabilidad de la ética personal, dado que el sujeto tendía a ver que sus obligaciones y deberes eran absorbidos por la ética grupal colectiva. Dijo: “Cuanto más fuertes son las normas colectivas que gobiernan la vida de las personas, mayor es su inmoralidad a nivel individual” (Jung 1971, § 747).
Lo anterior se verifica con la declaración rendida por la voluntaria del atentado, quien posteriormente declaró que no se explicaba por qué se había ofrecido a cometer el atentado. Es como si pertenecer a la comunidad la hubiera llevado a actuar inconscientemente de manera diferente a como lo hubiera hecho fuera del grupo. Jung escribe: “Cuantos más individuos se unen, más se extinguen los factores individuales y, con ellos, la moralidad” (Jung 1971, § 747).
Decadencia del movimiento
En 1985, la comuna colapsó cuando Osho denunció a sus colaboradores. Sheela huyó de Estados Unidos a Alemania, con un grupo de 20 discípulos. Osho abandonó su silencio y habló ante los medios, condenando públicamente a Sheela por la planificación de varios delitos, entre ellos, los ataques al fiscal y a su médico personal, el envenenamiento de la gente del pueblo, el robo de dinero y el hackeo de micrófonos y teléfonos en la misma comunidad. Sheela, a su vez, respondió amenazando sutilmente con revelar todos los secretos que sabía sobre el movimiento.
Las declaraciones de Osho legitimaron la entrada del FBI para investigar los crímenes. Cuando el líder vio que la investigación estaba dirigida en su contra, intentó huir del país pero fue capturado en el camino. El gobierno detuvo a Sheela y a Osho simultáneamente. Este fue acusado de violaciones de las leyes de inmigración y posteriormente fue deportado de los Estados Unidos. Veintiún países le negaron la entrada, por lo que viajó por el mundo antes de regresar a la India, donde murió en 1990. Sheela fue condenada a cuatro años de prisión, y su discípula australiana, a 10 años. A pesar de todo lo sucedido, las enseñanzas de Osho han tenido un impacto notable en el pensamiento de la Nueva Era, y su popularidad ha aumentado considerablemente desde su muerte.
Conclusión
Este análisis no es una crítica a las enseñanzas de Osho ni a la de cualquiera de los muchos otros líderes espirituales. Es muy comprensible que alguien que ha adquirido un conocimiento sobre el sentido de la vida, y le ha servido, sienta el deseo de compartirlo, considerando que puede ser de utilidad para los demás. El análisis tampoco propone abandonar la búsqueda de la verdad interior, que puede conducir a una «sabiduría» adquirida durante este proceso de autoconocimiento. Tampoco se considera un problema el hecho de que se active el arquetipo del profeta , ya que la individuación puede avanzar al relacionarnos con esa figura interior, que puede tener cosas cruciales que comunicar. El mismo Jung experimentó la presencia de este arquetipo a través de la técnica de la imaginación activa, en sus diálogos con el profeta Isaías, tal y como relata en El Libro Rojo. Lo importante es tener en cuenta que es una fuerza diferente al yo.
El llamado es a evitar ser poseídos por las figuras colectivas del profeta y del discípulo, lo que puede derivar en maltratos como los ocurridos en el movimiento liderado por Osho. Los individuos se vinculan a este tipo de grupos carismáticos, porque la participación en ellos les da un sentido de pertenencia y una sensación de vitalidad y compromiso, pero todo se hace a costa de la desintegración de la propia identidad personal.
En las décadas posteriores al fallecimiento de Osho y hasta el día de hoy, han surgido una serie de sectas, caracterizadas por constituir alternativas a la sociedad establecida y promover un fuerte proselitismo, que afirman la falsedad de las religiones existentes y promueven un cambio radical. Aunque no son solo movimientos religiosos, pues es posible encontrar sectas en campos como la autoayuda, la psicoterapia, lo político o lo comercial.
Los más peligrosos de estos grupos son los catalogados como ‘sectas destructivas’, que ocasionan daños económicos a sus seguidores y, en muchos casos, suman violencia física, que desemboca en tragedias. Para mencionar solo algunos de ellos, 87 miembros del movimiento Branch Davidians con sede en Waco, dirigido por David Koresh, fueron asesinados en 1993. El período 1994-1997 también estuvo marcado por el suicidio colectivo en Francia, Suiza y Canadá de 74 personas. perteneciente al movimiento Orden del Templo Solar, fundado por Joseph Di Mambro y Luc Jouret. En 1995, el ataque llevado a cabo por el movimiento Aum Shinrikyo con sede en Japón, integrado por seguidores de Shoko Asahara, cobró 12 vidas en un ataque con gas sarín. El año 1997 estuvo marcado por el suicidio colectivo de 39 personas, miembros de la secta Heaven’s Gate, liderada por Marshall Applewhite en San Diego, California.
En cada uno de estos casos, podemos encontrar individuos identificados con el arquetipo del profeta, invadidos por sentimientos de superioridad, teñidos de semejanza divina, acompañados de discípulos que los siguen ciegamente y aceptan ultrajes de todo tipo.
Finalmente, vuelvo a uno de los mandamientos dados por el mismo Osho, pero que lamentablemente no lo promovía. Afirma que “La verdad está dentro de ti, no la busques en otra parte” (Lewis & Peterson, 2005: 186).
Referencias
Jung, C.G. (2009). The Red Book. Liber Novus, ed. S. Shamdasani. New York & London: W.W. Norton.
Jung, C. G. (1966) Two Essays on Analytical Psychology, Collected Works of C. G. Jung, Vol. 7. Bollingen Series XX, Princeton, N. J.: Princeton University Press.
Jung, C. G. (1971) Psychological Types, Collected Works of C. G. Jung, Vol. 6. Bollingen Series XX, Princeton, N. J.: Princeton University Press.
Lembi, J., Way, C. & Way, M. (Producers) & Way, C. & Way, M. (Directors). (2018). Wild Wild Country [TV mini series; documentary/crime]. USA: Netflix.
Nietzsche, F. (1883/2006). Thus Spoke Zarathustra. A Book for All and None, ed. Robert Pippin, trans. Adrian del Caro. Cambridge: Cambridge University Press
Lewis, J. & Petersen, J. A. (2005). Controversial New Religions. New York; Oxford: Oxford University Press.
Stevens, A. (1990). On Jung. New York: Routledge.
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