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Lexicón Jungiano
Parte II
Compendio de términos y conceptos
de la psicología de Carl Gustav JungDaryl Sharp
Daryl Sharp es analista canadiense, graduado del Instituto C. G. de Zurich, estrecho colaboirador y discípulo de Marie-Louise von Franz. Autor de varios libros entre los que se encuentran, además del que comernzamos a publicar, Querida Gladis: análisis junguiano de una crisis de la edad mediana, Tipos Psicológicos Junguianos, y ¿Quién soy yo realmente?, todos editados en Santiago de Chile por Cuatro Vientos Editorial.
(Continuación)
Anima. Aspecto femenino interno del hombre. (Véase también ánimus, Eros, imagen del alma y Logos).
El ánima es tanto un complejo personal como una imagen arquetípica de mujer en la psique masculina. Es un factor inconsciente encarnado en cada niño, y es responsable del mecanismo de proyección. Inicialmente identificada con la madre personal, el ánima se vivencia más adelante no sólo en otras mujeres, sino como una penetrante influencia en la vida de un hombre.
El ánima es el arquetipo de la vida misma" (Archetypea of the Collective Unconscious" -Arquetipos del inconsciente colectivo-, CW 9i, pár. 66).
[En el hombre] existe un imago no sólo de la madre sino de la hija, la hermana, la amada, la diosa celestial y la diosa infernal. Cada madre y cada amada está obligada a convertirse en portadora y encarnación de esta imagen omnipresente y eterna, que corresponde a la realidad más profunda de un hombre. A él le pertenece esta peligrosa imagen de Mujer; ella representa la lealtad, a la cual él debe a veces renunciar en beneficio de la vida; ella es la muy necesaria compensación por los riesgos, esfuerzos, sacrificios que terminan en desilusión; ella es el consuelo de todas las amarguras de la vida. Y, al mismo tiempo, es la gran ilusionista, la seductora, que lo arroja a la vida con su Maya -y no sólo a los aspectos razonables y útiles de la vida; sino a sus terribles paradojas y ambivalencias donde el bien y el mal, el éxito y la ruina, la esperanza y la desesperación, se contrapesan entre sí. Ya que ella constituye su mayor peligro, ella exige lo mejor del hombre, y si él lo posee, ella lo recibirá. ( "The Syzygy: Anima and Animus" -La sicigia: ánima y ánimus-, CW 9ii, pár. 24.)
El ánima se personifica en los sueños a través de imágenes de mujeres que van desde seductoras hasta guías espirituales. Se asocia con el principio de eros, de modo que el desarrollo del ánima de un hombre se refleja en cómo se relaciona con las mujeres. Dentro de su propia psique, el ánima funciona como su alma, influyendo en sus ideas, actitudes y emociones.
El ánima no es el alma en el sentido dogmático, no un anima rationalis, que es un concepto filosófico, sino un arquetipo natural que resume satisfactoriamente todas las afirmaciones del inconsciente, de la mente primitiva, de la historia del lenguaje y la religión... Es siempre el elemento a priori en los estados de ánimo, reacciones, impulsos y en cualquier otra cosa espontánea de la vida psíquica [de un hombre]. ("Archetypes of the Collective Unconscious", CW 9i, pár. 57).
El ánima... intensifica, exagera, falsea y mitologiza todas las relaciones emocionales con su trabajo y con otras personas de ambos sexos. Las fantasías y embrollos resultantes son obra suya. Cuando el ánima está fuertemente constelada, debilita el carácter del hombre volviéndolo quisquilloso, irritable, caprichoso, celoso, vanidoso e inadaptado. ("Concerning the Archetypes and the Anima Concept -Acerca de los arquetipos y el concepto de ánima-, ibid., pár. 144).
Como personalidad interna, el ánima es complementaria a la persona y se sitúa en una relación compensatoria con ella.
La persona, imagen ideal que tiene un hombre de cómo debería ser él, es internamente compensada por la debilidad femenina, y mientras el individuo juega a ser el hombre fuerte hacia afuera, se convierte internamente en mujer, es decir, en el ánima, porque el ánima es lo que reacciona frente a la persona. Pero ya que el mundo interno es oscuro e invisible... y ya que el hombre es incapaz de ver sus debilidades, cuanto más se identifica con la persona, la contraparte de la persona, el ánima, permanece completamente en la oscuridad y a la vez es proyectada, de modo que nuestro héroe se mete bajo el talón de la zapatilla de su esposa. ("Anima and Animus" -Anima y Animus-. CW 7, pár. 114).
Por lo tanto, el carácter del ánima generalmente puede deducirse del de la persona; todas aquellas cualidades ausentes en la actitud externa serán encontradas en el interior.
Una figura típica es el tirano atormentado por malos sueños, oscuros presentimientos y temores internos. Externamente despiadado, cruel e inalcanzable, salta internamente ante cada sombra, está a merced de cada estado de ánimo, como si fuera el más débil e impresionable de los hombres. Así, su ánima contiene todas esas cualidades humanas falibles que su persona no posee. Si la persona es intelectual, el ánima ciertamente será sentimental. ("Definitions", CW 6, pár. 804).
Asimismo, cuando un hombre se identifica con la persona, en realidad está poseído por el ánima, con los síntomas concomitantes.
La identidad con la persona conduce automáticamente a una identidad inconsciente con el ánima porque, cuando el ego no está diferenciado de la persona, no puede tener una relación consciente con los procesos inconscientes. Por lo tanto, es estos procesos, es idéntico a ellos. Cualquiera que desempeñe su rol externo como sí mismo, sucumbirá infaliblemente a los procesos internos; frustrará su rol externo por una absoluta necesidad interna o lo reducirá a niveles absurdos, por medio de un proceso de enantiodromia. Ya no puede seguir por su camino individual, y su vida tropieza con una paralización tras otra. Además, el ánima inevitablemente se proyecta en un objeto real, con el cual él establece una relación de dependencia casi total. (Ibid., pár. 807).
Jung distinguió cuatro etapas esenciales del ánima, análogas a los niveles del culto de Eros descritos en el último período clásico. Las personificó como Eva, Helena, María y Sofía. ("The Psychology of the Transference". CW 16, pár. 361).
En la primera etapa, Eva, el ánima es indistinguible de la madre personal. El hombre no puede funcionar bien sin una relación estrecha con una mujer. En la segunda etapa, personificada en la figura histórica de Helena de Troya, el ánima es una imagen sexual colectiva e ideal ("Todo es escoria si no es Helena" -Marlowe). La tercera etapa, María, se manifiesta en sentimientos religiosos y en la capacidad de mantener relaciones duraderas. En la cuarta etapa, como Sofía (llamada Sabiduría en la Biblia), el ánima del hombre funciona como guía de la vida interior, llevando a la conciencia los contenidos del inconsciente. Coopera en la búsqueda de significado y es la musa creativa en la vida de un artista.
Idealmente, el ánima del hombre pasa naturalmente por estas etapas a medida que envejece. De hecho, como fuerza vital arquetípica, el ánima se manifiesta en cualquier figura o forma que sea necesaria para compensar la actitud consciente dominante.
Siempre que el ánima sea inconsciente, todo lo que ella representa es proyectado. Muy comúnmente, debido a la relación inicialmente estrecha entre el ánima y el imago madre protector, esta proyección recae en la pareja, con resultados fáciles de predecir.
La imagen ideal [que tiene un hombre del matrimonio[ está estructurada de forma tal que su esposa debe asumir el rol mágico de la madre. Con el pretexto del matrimonio idealmente exclusivo, en realidad está buscando la protección de su madre, y así le hace el juego a los instintos posesivos de su esposa. Su temor al oscuro e incalculable poder del inconsciente da a su esposa una autoridad ilegítima sobre él y forja una unión tan peligrosamente estrecha que el matrimonio está permanentemente a punto de explotar debido a la tensión interna. ("Anima and Animus". CW 7. pár. 316)
No importa dónde se encuentre un hombre en términos de desarrollo psicológico, siempre será propenso a ver los aspectos de su ánima, su ama, en una mujer real. Lo mismo ocurre con el ánimus. Sus aspectos personales pueden ser integrados y su significado comprendido, pero su naturaleza esencial no puede agotarse.
Aunque los efectos del ánima y del ánimus pueden hacerse conscientes, ellos mismos son factores que trascienden la conciencia y que están fuera del alcance de la percepción y la voluntad. En consecuencia, siguen siendo antónomos a pesar de la integración de sus contenidos, y por esta razón deben ser tomados en cuenta constantemente. ("The Syrygy: Anina and Animus CW 7 pár. 316).
Para un hombre, la prioridad psicológica en la primera mitad de la vida es liberarse de la fascinación del ánima por la madre. Más adelante, la falta de una relación consciente con el ánima va acompañada de síntomas característicos de la "pérdida del alma".
Las personas más jóvenes... pueden soportar incluso la pérdida total del ánima y salir ilesas. Para un hombre, lo importante en esta etapa es ser un hombre...
Sin embargo, después de la mitad de la vida, la pérdida permanente del ánima significa una disminución de vitalidad, de flexibilidad y de bondad humana. Por regla general, el resultado es rigidez prematura, aspereza, estereotipia, parcialidad fanática, obstinación, pedantería, o bien resignación, lasitud, descuido, irresponsabilidad y finalmente una ramollissement [petulancia] infantil con tendencia al alcohol" ("Concerning the Archetypes and the Anima Concept", CW 7, párs. 323f).
Un hombre puede familiarizarse con la naturaleza de su ánima a través del método de imaginación activa. Esto se hace personificando al ánima como una personalidad autónoma, haciéndole preguntas y prestando atención a la respuesta.
Esto es de hecho una técnica... Su arte sólo consiste en ''permitir que nuestra compañera invisible sea oída, en poner el mecanismo de expresión momentáneamente a su disposición, sin dejarnos vencer por el fastidio que naturalmente sentimos al jugar con nosotros mismos un juego aparentemente tan ridículo, o por dudas acerca de la autenticidad de la voz de nuestra interlocutora. ("Anima and Animus", CW 7. párs. 323f).
Jung sugirió que si el encuentro con la sombra es la "obra del aprendiz" en el desarrollo de un hombre, entonces el llegar a vivir en armonía con el ánima es la "obra maestra". ("Archetypes of the Collective Unconscious", CW 9i, pár. 61). La meta es su transformación de molesta adversaria en una función de relación entre la conciencia y el inconsciente. Jung llamó a esto "la conquista del ánima como un complejo autónomo".
Lograr esta meta permite liberar al ego de todos sus embrollos con la colectividad y el inconsciente colectivo. A través de este proceso, el ánima pierde el poder demoniaco de un complejo autónomo; ya no puede ejercer el poder de posesión, puesto que ha sido privada de él. Ya no es la guardiana de tesoros desconocidos; ya no es Kundri, el Mensajero demoniaco del Grial, mitad divino y mitad animal; el alma ya no se puede llamar "Ama", sino función psicológica de naturaleza intuitiva, similar a lo que los hombres primitivos quieren decir con "Fue al bosque a hablar con los espíritus" o "Mi serpiente habló conmigo", o, en el lenguaje mitológico de la infancia, "Un pajarito me contó". ("The Mana-Personality" -La personalidad mana- , CW 7, pár. 374).
Animus. Aspecto masculino interno de la mujer. (Véase también ánima, Eros, imagen del alma y Logos).
Al igual que el ánima del hombre, el ánimus es tanto un complejo personal como una imagen arquetípica.
La mujer es compensada con un elemento masculino, y por lo tanto, su inconsciente tiene, como quien dice, un sello masculino. Esto resulta en una considerable diferencia psicológica entre el hombre y la mujer, y por consiguiente, he llamado ánimus -que significa mente o espíritu- al factor proyectivo en la mujer. El ánimus corresponde al Logos paterno, así como el ánima corresponde al Eros materno. ("The Syzygy: Anima and Animus", CW 9ii, pár 28f).
El ánimus es el depósito, por así decirlo, de todas las experiencias ancestrales de hombre que tiene la mujer, y no sólo eso, también es un ser creador y procreador, no en el sentido de la creatividad masculina, sino en cuanto a que genera lo que podríamos llamar... la palabra espermática. ("Anima and Animus", CW 7, pár. 336).
Mientras el ánima del hombre funciona como su alma, el ánimus de la mujer se parece más a una mente inconsciente. A veces Jung también se refería al ánimus como el alma de la mujer. Véase alma e imagen del alma. Se manifiesta negativamente en ideas fijas, opiniones colectivas e inconscientes suposiciones a priori que reclaman ser verdades absolutas. En una mujer que se identifica con el ánimus (poseída por el ánimus), Eros generalmente está en segundo lugar con respecto a Logos.
Una mujer poseída por el ánimus está siempre en peligro de perder su feminidad ("Anima and Animus", CW 7, pár. 337).
No importa cuán amistoso y complaciente sea el Eros de una mujer, ninguna lógica puede estremecerla si está dominada por el ánimus... [Un hombre] no se da cuenta que esta situación altamente dramática llegaría instantáneamente a un final banal y aburrido si él abandonara el campo, dejando a otra mujer seguir la batalla (su esposa, por ejemplo, si ella misma no es un fiero caballo de guerra). A él, rara vez o nunca se le ocurre esta acertada idea, porque ningún hombre puede conversar con un ánimus durante cinco minutos sin convertirse en víctima de su propia ánima. ("The Syzygy: Anima and Animus", CW ii, pár. 29).
El ánimus se convierte en un factor psicológico útil cuándo una mujer puede ver la diferencia entre las ideas generadas pror este complejo autónomo y lo que ella realmente piensa.
Al igual que el ánima, el ánimus también tiene un aspecto positivo. A través de la figura del padre, expresa no sólo opiniones convencionales, sino también lo que llamamos "espíritu", ideas filosóficas o religiosas en particular, o más bien la actitud resultante de ellas. Así, el ánimus es un psicopompo, un mediador entre lo consciente y lo inconsciente y la personificación de este último. (Ibid., pár. 33).
Jung describió cuatro etapas del desarrollo del ánimus en la mujer. Primero aparece en sueños y fantasías como la encarnación del poder físico, un atleta, un hombre musculoso o un matón. En la segunda etapa, el ánimus le brinda iniciativa y capacidad para acciones planificadas. El está detrás del deseo que siente una mujer de tener independencia y una carrera. En la etapa siguiente, el ánimus es la "palabra", a menudo personificada en los sueños como un profesor o sacerdote. En la cuarta etapa, el ánimus encarna el significado espiritual. En este nivel, al igual que el ánima como Sofía, el ánimus es el mediador entre la mente consciente y el inconsciente de una mujer. En la mitología, este aspecto del ánimus aparece como Hermes, mensajero de los dioses; en los sueños, es un guía muy útil.
Cualquiera de estos aspectos del ánimus se puede proyectar en un hombre. Tal como en el caso del ánima proyectada, esto puede conducir a expectativas poco realistas y a relaciones ásperas.
Al igual que el ánima, el ánimus es un amante celoso. Es hábil para poner, en lugar del hombre real, una opinión sobre él, asunto sumamente discutible que nunca se somete a críticas. Las opiniones del ánimus son invariablemente colectivas y pasan por encima de los individuos y los juicios individuales, exactamente de la misma manera en que el ánima introduce sus prejuicios emocionales y proyecciones entre marido y mujer. ("Anima and Animus", CW 7, pár. 334).
La existencia de complejos contrasexuales significa que en cualquier relación entre un hombre y una mujer hay al menos cuatro personalidades involucradas. Las flechas del diagrama indican las posibles líneas de comunicación. (Adaptado de "The Psychology of the Transference". CW 16, pár. 422).
Mientras la tarea del hombre para asimilar los efectos del ánima implica descubrir sus verdaderos sentimientos, la mujer se familiariza con la naturaleza del ánimus cuestionando constantemente sus ideas y opiniones.
La técnica de llegar a vivir en armonía con el ánimus es, en principio, la misma que en el caso del ánima; sólo que aquí la mujer debe aprender a criticar y a reservarse sus opiniones; no para reprimirlas, sino que, al investigar sus orígenes, para penetrar más profundamente en el cimiento, donde entonces descubrirá las imágenes primordiales, tal como lo hace el hombre en sus relaciones con el ánima. ("Anima and Animus", CW 7, pár. 336).
Antropos. Hombre original o primordial, imagen arquetípica de totalidad en alquimia, religión y filosofía gnóstica.
En el inconsciente hay una totalidad preexistente, el "homo totus" de Occidente y el Chén-yén (hombre verdadero) de la alquimia china, el ser global primordial que representa al gran hombre interno, el Antropos, que es análogo a Dios. ("The Personification oí the Opposites" -La personificación de los opuestos-, CW 14, pár. 152).
Apercepción. Proceso psíquico mediante el cual un nuevo contenido consciente se une con contenidos similares preexistentes, de forma tal que logra ser comprendido. (Compárese con asimilación).
Las percepciones sensoriales nos dicen que algo es. Pero no nos dicen qué es. Esto no lo captamos mediante el proceso de percepción, sino a través del proceso de apercepción, que tiene una estructura altamente compleja. Pero esto no quiere decir que la percepción sensorial sea algo simple; sólo que la complejidad de su naturaleza es más fisiológica que psíquica. Por otra parte, la complejidad de la apercepción es psíquica. ("The Structure of the Psyche" -La estructura de la psique-, CW 8, pár. 288).
Jung distingue la apercepción activa de la pasiva. En la apercepción activa, el ego se apodera de algo nuevo y lo estudia. En la apercepción pasiva, el nuevo contenido entra a la conciencia a la fuerza, ya sea desde afuera (a través de los sentidos) o desde adentro (el inconsciente). La apercepción también puede ser dirigida o no dirigida.
En el primer caso se habla de "atención", en el segundo de "fantasía" o "sueño". Los procesos dirigidos son racionales, los no dirigidos, irracionales. (Ibid., pár. 294).
Apotropaico. Describe el "pensamiento mágico", basado en el deseo de aminorar la influencia de un objeto o persona.
Las acciones apotropaicas son características de la introversión como un modo de orientación psicológica.
Vi a un niño introvertido que hizo sus primeros intentos dé caminar sólo después de haber aprendido los nombres de todos los objetos de la pieza que él podría tocar. ("Psychological Types" -Tipos psicológicos-, CW 6, pár. 897).
Arcaico. Primitivo u original. (Véase también participation mystique).
Todo ser humano civilizado, por alto que sea su desarrolló consciente, sigue siendo un hombre arcaico en los niveles más profundos de su psique. ("Archaic Man" -El hombre arcaico-, CW 10, pár. 105).En antropología, el término arcaico generalmente describe la psicología primitiva. lung lo usó para referirse a pensamientos, fantasías y sentimientos que no están conscientemente diferenciados.
El arcaísmo se asocia principalmente con las fantasías del inconsciente, es decir, con los productos de la actividad de la fantasía inconsciente que llegan a la conciencia. Una imagen es arcaica cuando posee paralelos mitológicos inequívocos. Las asociaciones-por-analogía de la fantasía inconsciente y su simbolismo también son arcaicos. La relación de identidad con un objeto, o participation mystique, es igualmente arcaica. La concreción de pensamiento y sentimiento es arcaica; también la compulsión e incapacidad de controlarse (estado extático o de trance, posesión, etc.). La fusión de las funciones psicológicas, de pensamiento con sentimiento, sentimiento con sensación, sentimiento con intuición, etc., es arcaica, como también la fusión de una parte de una función con su contraparte. ("Definitions", CW 6, pár. 684).