Capítulo 3. Las Muchas Caras del Matrimonio y la Vida Familiar – Guggenbühl-Craig

Adolf Guggenbühl-Craig

LibroGuggenbuhl4

Analista junguiano suizo, nació en Zurich (Suiza) en 1923 y falleció en 2008 en la misma ciudad. Estudió Teología en la Universidad de Zurich, luego Filosofía e Historia en la Universidad de Basilea y después Medicina en la Universidad de Zurich. Luego de graduarse en Psiquiatría y Psicoterapia, inició la práctica privada en Zurich. Conoció directamente a Jung y fue muy influido por la psicología de Jung. Autor de Poder y destructividad en Psicoterapia. El siguiente texto es la traducción hecha por la psicóloga clínica venezolana María Luisa Fuentes ©, del Capítulo 3 de su obra Marriage: Dead or Alive (1986). Putnam: Spring Publication. Esta no es una traducción oficial sino una versión personal y se hace con fines pedagógicos para ADEPAC y otros centros de estudios junguianos.

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Traducido del inglés por María Luisa Fuentes

CAPITULO TRES

Es el  Zeitgeist (el espíritu de la época) contemporáneo  el que  lentamente está socavando el matrimonio como institución. El deterioro contemporáneo  de la  moral, la reinterpretación o incluso la disolución de los valores,  no se detiene ante  el matrimonio y la familia. La sociedad occidental se encuentra en una crisis espiritual.  Esta crisis está sacudiendo los cimientos de nuestra vida social, del matrimonio y la familia.

Conclusiones semejantes se  escuchan  provenientes de  círculos que también tienen la impresión de que la juventud de hoy es particularmente problemática, que la criminalidad se ha incrementado en proporciones aterradoras, que el  arte está degenerando, etc. Esta opinión viene de aquellos que sostienen que las cosas eran  mejor en tiempos pasados. Esta gente  está frecuentemente influenciada por la antigua imagen de la “edad de oro”.  Esa veneración por el pasado nos es de tan poca utilidad como lo es el anhelo por un futuro nuevo. La gente que  sufre por este anhelo cree que todo lo nuevo es mejor de lo que fue antes.  Los del primer tipo creen que una vez hubo una edad de oro, el otro cree ingenuamente en el progreso y espera por futuro paraíso.

En diferentes períodos históricos matrimonio y familia han tenido significados diferentes. Todas las instituciones sociales, incluyendo el matrimonio y la familia, están  sometidas  a continuos cambios. Un  matrimonio en la época de  la reforma de Zinglio en Zúrich, no era con certeza,  lo mismo que un matrimonio en los tiempos de Rudolf Brun en el siglo XIII. El matrimonio de un rico mercader en el tiempo de Luis XIV debió ser comprendido de manera diferente al  matrimonio de un acomodado hombre de negocios en el París de hoy día.

En tierras Cristianas hasta la Reforma y en las culturas Católicas (y  hasta cierto punto en culturas Protestantes hasta tiempos recientes) hubo significativamente menos  divorcios que hoy. Pero esto no significa que los matrimonios fueran mejores o peores. La unión hasta la muerte, la cual  aún hoy día nosotros fomentamos como ideal para los cónyuges, fue  tomado muy seriamente por los tribunales hasta  hace poco. La integridad de un matrimonio monógamo en  el mundo Cristiano Occidental  era  con frecuencia una ficción legal. Entre  la nobleza de la Europa occidental en los siglos XVI, XVII y XVIII, por ejemplo, era común que el esposo tomara una querida  y la esposa un amante.  Y en los países donde hasta hace poco el divorcio era imposible – como en Italia—muchas parejas casadas vivían separadas y mantenían un hogar común  con un amigo o amiga.

Los estudiosos no están de acuerdo sobre cómo se originó el matrimonio.  Muchos antropólogos son aficionados a la fantasía  de que los humanos en un principio vivían en manadas y disfrutaban de una completa promiscuidad. Todos los hombres tenían contacto sexual con todas las mujeres;  Se desconocía que la relación sexual conducía al embarazo;  el papel del hombre en la generación  de niños no era comprendido;  Los niños eran criados por la manada como un todo.  La familia, el  matrimonio, las asociaciones monógamas o polígamas, todas son entendidas  como desarrollos secundarios.

 Otros estudiosos prefieren otras fantasías.  Matrimonio y Familia son para ellos primarios y primordiales.  Ellos creen  esto porque muchos mamíferos tienen “matrimonios,”   bien sea monógamos o polígamos.  La estructura social primaria de la humanidad  se supone  está reflejada en la imagen de un hombre con un racimo de mujeres y niños alrededor de él.

¿Se debe buscar el origen del matrimonio en el deseo sexual,   en el impulso de propagación de la especie? ¿O  su origen  está relacionado con la propiedad?  ¿Los hombres y las mujeres comenzaron en algún momento a poseerse el uno al otro? No lo sabemos.

Mirando a través de la historia vemos  que el matrimonio y la familia han sido  fundados y formados   de modos diversos  y comprendidos de manera diferente.  En la antigua Persia, por ejemplo,  el matrimonio su raison d’ etre  estaba en proveer guerreros al  rey.  La generación de niños jugaba un papel decisivo entre mucha gente,  aunque no siempre tenía  que ver con la producción de tropas para el rey. Así  Abraham con el consentimiento de su esposa,  tuvo hijos con  la doncella Agar, porque Sara era infértil.

Las naciones de la tierra se han aproximado mucho más en nuestra era a través de la tecnología.  No obstante  las concepciones y organización del matrimonio y la familia mantienen una  gran diversidad. Todavía la fundación de una familia tiene lugar de acuerdo a una variedad  de criterios.  La elección romántica  de pareja, casarse motivados por el amor y la atracción sexual,  está ganando terreno continuamente como criterio, pero  hay todavía muchos segmentos de la humanidad donde esto no ha creado ninguna conmoción.  En la India cerca del ochenta por ciento de los matrimonios todavía son arreglados por los padres, y mientras se espera una conexión romántica, esta no surge frecuentemente.  Es interesante  el hecho de que estos arreglos matrimoniales no son mejores ni peores que aquellos basados en amor romántico. Ambas clases de matrimonio traen decepciones.

La  compra de esposas es todavía practicada por mucha gente. El robo de esposas por otro lado, ya no está muy extendido.  El número de esposos y esposas en algunos lugares no es el mismo.  La monogamia estricta es sólo una de muchas posibilidades. La posesión de varias esposas todavía ocurre en Asia y África.  Y de acuerdo  a algunos  reportes de viajeros  la poliandria (múltiples  esposos) aparentemente todavía existe. Incluso una mezcla de poliandria y poligamia  es descrita  en ciertas áreas.

El matrimonio se vive  bajo las más diversas concepciones. Los Etnólogos han descrito casi cualquier forma imaginable de vida matrimonial y familiar. La joven pareja se muda al hogar de los padres del marido. En otros lugares ellos se mudan al hogar de los padres de la esposa. El esposo tiene completo poder legal sobre la esposa, exceptuando el poder de vida y muerte, o la esposa tiene mejor posición bajo la ley. Encontramos matriarcados y patriarcados. Hombres que viven juntos y se encuentran con sus esposas sólo en determinados días. El trabajo está dividido; el trabajo se realiza conjuntamente. Un mínimo de contacto sexual está determinado por estatutos legales, o el contacto sexual está limitado por la ley, etc.

Los etnólogos también reportan las más diversas costumbres respecto a la posibilidad o no posibilidad de divorcio; el divorcio puede ser solamente una formalidad menor; el divorcio sólo es posible cuando uno de los cónyuges ha cometido adulterio; puede no haber posibilidad de divorcio bajo ninguna circunstancia; la iniciativa de divorcio puede provenir sólo de la esposa;  entre muchas personas sólo la muerte puede terminar un matrimonio. Una forma extrema de unión matrimonial indisoluble ocurre con  la costumbre de incinerar la viuda, en la cual la  esposa  sigue siendo fiel a su esposo  aún después de la muerte y por voluntad propia se arroja a su  pira funeraria.  Sin embargo  la más inusual  forma de matrimonio descrita por los etnólogos es la siguiente: Una doncella es casada por sus padres con un niño. Ya que una vida sexual  con este niño es naturalmente  imposible,  la joven esposa es autorizada para tomar un amante e incluso tener hijos con él. Cuando el esposo alcanza la edad de  capacidad sexual, ella lo introduce en la sexualidad. Después de varios  años el esposo toma como amante la esposa de un esposo-niño, y mantiene estas relaciones hasta que el  esposo alcanza la edad en que ella lo introduce en la vida sexual.

Por lo tanto en lo que se refiere al  matrimonio y la familia como institución,  no han sido  ni son lo mismo,  entre  todos los pueblos  ni en todas las épocas. Son engañosas afirmaciones tales como: “La familia o el matrimonio son la unidad básica de la sociedad humana,” “Padre, madre y niño son  la comunidad natural” etc. Entre ciertas especies de animales existe una estructura familiar que se encuentra idéntica en todas partes. Esta estructura es creada instintivamente entre estos animales una y otra vez exactamente de la misma manera. Pero entre humanos inequívocamente este no es el caso. Las estructuras matrimoniales y familiares  no son naturales, no son instintivas y son un producto artificial del esfuerzo humano. El matrimonio es antinatural, es un opus contra natura. Esta es la razón por la cual encontramos tan diversas formas de matrimonio en el curso de la historia y entre diversas culturas.  Muchas  imágenes estampan  su sello  en el matrimonio y la familia.

En este punto uno podría objetar  y decir que todo esto son tonterías. Los niños tienen que  ser criados de alguna manera,  y esto tiene lugar de  la forma  más natural con la familia, bajo el cuidado del padre y la madre. Padre, madre e hijos, constituyen la imagen primordial de la familia  y sin matrimonio y familia  los humanos habrían muerto hace mucho tiempo. Los niños necesitan,  al menos hasta los doce o trece años,  el refugio y la protección de ambos padres, y el cuidado de la próxima generación es la base  para unidad familiar original y natural.  Es más,  los argumentos continúan, ha sido demostrado que sólo donde hay una familia saludable,  un esposo y esposa trabajando cariñosamente juntos,  los niños pueden crecer física y espiritualmente saludables. Cualquier disturbio en la relación entre esposo y esposa  tiene un efecto perjudicial  en los niños. Mirado desde el  punto de vista  de la crianza de los hijos, no puede haber duda que el matrimonio, como lo concebimos idealmente hoy día, debe ser  una de las instituciones humanas  más natural  y primordial   imaginable.

Esta objeción es menos  evidente  de lo que podría parecer a primera vista. Concedido, los hombres y las mujeres deben  unirse si  van a tener niños.  Sin embargo, después  de la  consiguiente concepción y después del nacimiento,  quedan varias posibilidades para la crianza de los hijos por parte de  las personas involucradas.  En diversas  épocas y en diferentes culturas y estratos sociales, los humanos  se han afrontado la tarea de la crianza y educación de los hijos  de las más diversas maneras.  Si el modo actual de criar a los hijos en el mundo Occidental es realmente la única posibilidad, o aún la mejor posibilidad, esta pregunta debe permanecer abierta.  Tal vez  el psicólogo moderno  no se da cuenta con suficiente claridad que las concepciones acerca de las condiciones,  bajo las cuales un niño se desarrolla de manera saludable, y aún acerca de qué es un desarrollo saludable, están condicionadas y definidas por las imágenes de la cultura a la que  el psicólogo pertenece,  están por lo tanto condicionadas y definidas  a través de una mitología dominante.

Aquí debo  ser más específico.  Hasta épocas recientes hubo grandes grupos sociales,  política y culturalmente significativos, cuyos métodos de crianza infantil  guardaban poca relación con la mítica imagen de la Sagrada Familia.  Que el resultado de este tipo de crianza fuera  peor –sin duda era diferente– que el nuestro, tiene que ser probado todavía. Entre  la aristocracia inglesa, por ejemplo, al menos entre  aquellos individuos quienes poseían  dinero y propiedades, se acostumbraba dar los niños, luego de nacidos a una niñera,  tan pronto como era posible. Esta niñera, no  la madre o el padre, tomaban el niño a su cuidado. Los padres se apartaban  en todas las formas  posibles de la tarea de la crianza de los niños. Los muchachos  y hasta cierto punto también las muchachas,  cuando  habían  superado  la etapa de los cuidados de  nodrizas y niñeras, eran inmediatamente enviados a un internado, donde ellos vivían con niños de su misma edad y donde eran criados por un grupo de hombres y mujeres.  El padre se dedicaba a gestiones del Estado o hacer carrera como oficial colonial, oficial militar, o un libertino.  La madre buscaba su satisfacción en la vida social. Condiciones similares también existieron entre la aristocracia Francesa.

Podemos concluir que hay varias posibilidades para la crianza y educación de los niños. La clase de familia centrada en la crianza que nosotros imaginamos como ideal hoy día, no es en ningún sentido la única forma, y con toda probabilidad no es inequívocamente mejor o peor que otras. Todo sistema educacional tiene sus ventajas y desventajas. El sistema de  la aristocracia Inglesa quizás  fomentó el desarrollo de un ser humano algo desapegado e impersonal quien  podría perseverar con una cierta fortaleza  a través de las más diversas circunstancias, bien sea como comisionado en África u oficial  colonial en la India. El esmerado control parental que ejercemos sobre nuestros jóvenes desde su  infancia  pasando por su  adolescencia,  forma personas con  fuertes sentimientos y  lazos personales, pero que tienden a  ser continuamente desilusionados   por el mundo grande y malo, una vez que  se dan cuenta que no todas las personas son tan amorosas como papá y mamá. El inconveniente de nuestro sistema de crianza es quizás el mimo narcisista. La ventaja por otro lado, es que incrementa  la capacidad de amor personal.

El mejor sistema de crianza no existe. El  romano de las clases superiores quien quería hacer que sus hijos encajaran como soldados y estadistas capaces,  tenía que criar a sus hijos de  modo diferente al de  los primeros Cristianos, para quienes la mayor preocupación era hacer lo posible para que sus hijos aprendieran acerca de Dios y alcanzaran el Paraíso. Los niños en los estados totalitarios, como la Unión Soviética,  deben ser criados  de una manera diferente de los niños criados en un estado democrático como Dinamarca, por ejemplo.

Los objetivos de nuestros esfuerzos en  educación y crianza  cambian prácticamente cada diez o veinte años en algo diferente.  Mientras  que los objetivos estén en  cambiando continuamente, es casi imposible examinar la eficacia de una educación en particular.  Hoy día es de tal modo, que tan pronto como un estilo educativo ha funcionado, entonces  ya el objetivo de la educación ha cambiado,  porque  se ha presentado una nueva imagen de persona. Como   siempre se desea “otro tipo de  persona”, uno es incapaz de hacer un juicio acerca de los resultados de la educación.

La pedagogía no es una ciencia objetiva. Incluso aquellos educadores quienes dan la apariencia de ser científicos,  son niños  de su tiempo y crean sistemas educativos conforme a  expectativas  que se ajustan a  una imagen de la humanidad en  un  momento determinado.  Ya que nunca tenemos tiempo suficiente para probar los resultados de nuestras tentativas, los variados sistemas educativos expresan simplemente nuestras propias fantasías y concepciones acerca de la educación,  respondiendo a la pregunta de cómo  formar a los niños para que lleguen a ser  los adultos que nosotros deseamos que sean.

Mirado desde el punto de vista del cuidado de los niños, es cuestionable  suponer que nuestra imagen actual de la familia es  algo natural o necesaria.  Yo creo que estaremos más cerca de una comprensión del matrimonio y la familia una vez que tengamos claro que matrimonio y familia son creaciones artificiales, expresiones de la fantasía humana,  creación humana en el verdadero sentido de la palabra y lejos de cualquier instinto natural.

Cuando en este libro hablamos de matrimonio, entendemos que  el matrimonio, como se experimenta  actualmente en Europa occidental   y los Estados  Unidos,  es una institución social que está  continuamente cambiando.  Es el resultado de una larga historia de desarrollo y de cambios filosóficos, religiosos, políticos, sociales, concepciones económicas y actitudinales.

El matrimonio contemporáneo es entendido  todavía como un compromiso de por vida. El divorcio es posible pero no deseado.   La concepción dominante hoy día es que en el matrimonio,  dos o más socios más o menos igualmente cualificados se unen de por vida. La posición de la esposa está legalmente diferenciada de la del esposo, por lo menos en Suiza,  en que  el esposo es responsable de su apoyo  y manutención.  Esta carga es compensada por ciertos derechos: el esposo da a la familia su apellido;  su lugar de residencia  se convierte también en la residencia  de la esposa;  él tiene la última palabra en la educación de los hijos, y usualmente  él controla el dinero.  En opinión de muchos ciudadanos, las leyes concernientes al matrimonio están algo anticuadas. Actualmente hay esfuerzos dirigidos a establecer la total igualdad del esposo y la esposa ante los ojos de la ley.  El que las leyes matrimoniales  se encuentren  algo passé,  no es  ningún motivo para censurar a los creadores del código Suizo de derecho civil. La mayoría  de las leyes que tienen que ver con instituciones sociales deben estar  necesariamente  algo anticuadas.  Las concepciones e imágenes en las cuales descansan las instituciones sociales cambian  bastante rápidamente. Las leyes no pueden ser alteradas tan  rápido  como para reflejar  estos cambios sociales,  por lo demás  los continuos cambios de las leyes crearían incertidumbre en cuanto a lo qué  es legal  en lo que a derechos se refiere.

Por otra parte, de acuerdo a las actuales concepciones,  esposo y esposa –y también los niños– deberían  estar en capacidad de desarrollar todo  su potencial psicológico.  Que ambos deban  desarrollarse de esta manera  no es ni  auto-evidente  ni natural;  Esta es una de las concepciones que pertenecen   a una época determinada  y que  puede cambiar un  día. Hoy vemos la igualdad entre los cónyuges como algo auto- evidente,  pero  no podemos saber si   incluso  en cien años la mayor parte de la humanidad  encontrará correcto  que la esposa o el esposo sean tratados como un cónyuge con menos derechos.

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