La vida es bella

NORA GALLIANO

Nora Galliano es psicóloga terapeuta junguiana, que reside y trabaja en Buenos Aires, Argentina, y tiene una muy original página web junguiana llamada Jung Buenos Aires, cuya visita no dudamos en recomendar. Este Texto que presentamos es la respuesta a un debate realizado en el año 1998 en APDEBA (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires), sobre la película «La Vida es Bella». El E-mail de Nora es: nora@jungba.

La mejor forma de expulsar al diablo, si no se rinde ante el texto de las Escrituras, es mofarse y no hacerle caso porque no puede soportar el desprecio”
Lutero

“El diablo…el espíritu orgulloso…no puede aguantar que se mofen de él…”
Tomás Moro

Alguna vez, Chesterton dijo “Satan fell by force of gravity”, que significa tanto “Satán cayó por la fuerza de gravedad” como “Satán cayó a fuerza de gravedad”. Impecable juego de palabras.

Aparte de mencionar esto en su libro “Cartas del diablo a su sobrino”, C.S.Lewis, hace referencia al daño, según su óptica, causado por Milton con sus diablos cargados de grandiosidad y de elevada poesía, pero dice que es el Fausto, de Goethe, quien exhibe una imagen realmente nociva.

Lo cito textualmente : “Es Fausto, y no Mefistófeles, quien de verdad exhibe la implacable, insomne y crispada concentración en sí mismo que es la marca del infierno. El divertido, civilizado, sensato y flexible Mefistófeles ha contribuido a fortalecer la ilusoria creencia de que el mal es liberador(…) Porque el humor implica un cierto sentido de las proporciones, y la capacidad de verse a uno mismo desde fuera, y yo creo que, atribuyamos lo que atribuyamos a los seres que pecaron de orgullo, no debemos atribuirles precisamente eso.(…). Se debe representar al Infierno como un estado en el que todo el mundo está perpetuamente pendiente de su propia dignidad y de su propio enaltecimiento, en el que todos se sienten agraviados, y en el que todos viven las pasiones mortalmente serias que son la envidia, la presunción y el resentimiento.(…) El mayor mal no se hace ahora en aquellas sórdidas “guaridas de criminales”que a Dickens le gustaba pintar. Ni siquiera se hace, de hecho, en los campos de concentración o de trabajos forzados. En los campos vemos su resultado final, pero es concebido y ordenado (instigado, secundado, ejecutado y controlado) en oficinas limpias, alfombradas, con calefacción y bien iluminadas, por hombres tranquilos, de cuello y camisa blanco, con las uñas cortadas y las mejillas bien afeitadas, que ni siquiera necesitan alzar la voz. En consecuencia, y bastante lógicamente, mi símbolo del Infierno es algo así como la burocracia de un estado-policía, o las oficinas de una empresa dedicada a negocios verdaderamente sucios.(…) Todos desean el descrédito, la degradación y la ruina de los demás : todos son expertos en el arte del informe confidencial, la alianza fingida, la puñalada a traición. Por encima de todo eso, sus buenos modales, sus expresiones de grave respeto, sus “homenajes” a los invaluables servicios prestados por los demás, constituyen una tenue corteza, que de vez en cuando se agrieta, y hace erupción la lava ardiente de su odio mutuo.(…). (Los demonios) tienen dos motivaciones. La primera es el temor al castigo.(…) Su segunda motivación, es una especie de hambre. Me imagino que los diablos pueden, en un sentido espiritual, devorarse mutuamente; y devorarnos a nosotros, claro. Incluso en la vida humana hemos visto la pasión de dominar, casi de digerir al prójimo; de hacer de toda su vida intelectual y emotiva una mera prolongación de la propia : odiar los odios propios, sentir rencor por los propios agravios y satisfacer el propio egoísmo, además de a través de uno mismo, por medio del prójimo.(…) En la tierra, a este deseo con frecuencia se le llama “amor”. En el infierno, me imagino, lo reconocen como hambre”

Vaya, yo creo que quienes hemos vivido suficiente, reconoceremos haber estado en el infierno alguna vez, al menos en el infierno tal como lo concibe Lewis.

Creo que el director de La vida es bella, no cuenta la historia de los campos de concentración, ni siquiera la historia del mal. Cuenta la historia de un hombre, que está absolutamente convencido que la vida es bella. Pero no por eso deja de ver que no para todos es así. Es más, considera que es absolutamente normal que haya quienes no gusten de los judíos y los animales domésticos…¿porqué no podría ser así, si a él mismo no le gustan los visigodos y las arañas ?

Guido admite todo el tiempo la diferencia, y defiende la suya con un arma implacable: su sentido del humor. Incluso, en un terrible momento de decepción frente al médico quien en algún momento pensó que podría ayudarlo a él y a su hijo, se recompone rápidamente y continúa con su vida bella, casi hasta sintiendo piedad por ese hombre mortalmente serio, tan mortalmente serio, que un juego inocente, le está trastornando la vida.

¿Le miente Guido a su hijo? ¿Distorsiona la realidad? ¿Y qué es la realidad? ¿Qué es la verdad?

Ayer se nombraron a múltiples escritores, sobrevivientes de los campos, que terminaron su vida suicidándose. Yo conozco una persona que se suicidó porque había muerto su gato. También conozco a Victor Frankl, sobreviviente de un campo, escritor de uno de los libros más hermosos que se han escrito en este siglo, y que hasta donde yo sé, aún goza de buena salud. ¿Quién de todos estos tiene la verdad? ¿Es lícito suicidarse por la muerte de un gato? ¿Se puede buscar el sentido a través del horror? ¿Hay que suicidarse por algo?

Ninguna de estas preguntas tiene sentido por sí mísma. No existe una respuesta objetivamente válida a la pregunta del sentido; pues además del pensamiento objetivo, la valoración subjetiva también juega un papel. Cada respuesta constituye un mito que el hombre crea para responder a lo que no tiene respuesta.

Y creo que en este sentido, es el hombre co-creador del mundo con el dios. Dándole continuamente, una y otra vez, un sentido que le es propio.

Cuando ayer el sobreviviente de Auschwitz relató la experiencia de la muerte de su hermano, su hermano que iba rumbo a la muerte en ese camión, y el corriendo detrás con un mendrugo de pan, como un “loco” (como el mismo mencionó) sin importarle que le arrojaran los perros, morir, que lo torturasen por eso, o incluso correr su misma suerte, allí donde fue nada más que humano, diferenciándose absolutamente de los nazis y poniendo tanta pasión en un pedazo de pan compartido con amor, como ellos en el exterminio sistematizado, queriendo a toda costa repetir esa escena diaria y cotidiana de alimentar a un ser que amamos, aunque vaya camino a la muerte (¿o acaso todos no estamos camino a la muerte ?) y repitió las palabras de su hermano, tan absolutamente humanas también : Cuenta todo, cuando salgas cuenta todo (En tan pocas palabras, tantas cosas: esperanza (vas a salir) cuenta, cuenta (no permitas que yo “muera” aquì), ilusión (si cuentas todo quizá este horror no se repita) etc., etc.), frente a esta escena, digo, yo murmuré : “qué belleza”, y en el mismo momento, la persona que estaba a mi lado murmuró : “qué horror”.

¿En qué quedamos? ¿Quien tiene razón? ¿Es un horror o una belleza? Es las dos cosas a la vez, y ninguna de las dos cosas. Hay horror allí donde debería haber belleza (el amor entre hermanos) y hay belleza, aún allí donde por lógica no debería haberla (en el horror). Y creo que ésta es la gran enseñanza de La vida es bella.

Guido sostiene y defiende su diferencia y la de los demás, hasta las últimas consecuencias, y eso lo hace humano. Ve la vida como bella, y transmite esto a su hijo. Y esto excede el amor: esto es Agape. Esto es vida.

“Si permaneces en el centro y abrazas la muerte con todo tu corazón, vivirás siempre.
Ver en la oscuridad es claridad.
Saber cómo rendirse, es fortaleza.
Usa tu propia luz
y regresa a la fuente de la luz.
Esto se llama practicar la eternidad.”

Lao Tzu

Hitler escribe con respecto a los orígenes de su antisemitismo:
“Paseando por el centro de la ciudad tropecé con una figura vestida con una levita y largas trenzas cayéndole sobre los hombros. Mi primer pensamiento fue: ¿es esto un judío?…pero cuanto más miraba su estrafalario aspecto la pregunta fue transformándose poco a poco hasta que se convirtió en otra: ¿es un alemán?…Por primera vez en mi vida, compré un folleto antisemita.”

El enemigo no existe, al enemigo hay que crearlo. Fabricamos enemigos para tratar de escapar de nuestra propia hostilidad reprimida. Y creo que en vez de seguir hipnotizados con la imagen del adversario, debemos empezar a prestar atención a los ojos que ven al enemigo.

Dice Sam Keen :

“Necesitamos ser héroes, estar del lado de Dios, eliminar el mal, purificar el mundo, vencer a la muerte aunque para ello tengamos que sembrar la destrucción y la muerte de todo lo que se interponga en nuestro camino hacia nuestro heroico destino.
Nosotros somos inocentes. Ellos son culpables
Nosotros decimos la verdad. Ellos mienten
Nosotros informamos. Ellos hacen propaganda
Nosotros tenemos un Departamento de Defensa de Guerra Ellos tienen un Ministerio
Nuestros misiles y armas son defensivos. Las suyas son ofensivas”

Y un enemigo se crea, fundamentalmente, no aceptando la otredad, ni en nosotros, ni en los otros. Nos quedamos con el bien, para adjudicarle al adversario el mal: borramos su risa, hasta que adopte un aspecto tenebroso, hacemos desaparecer cualquier indicio de amores, esperanzas y temores, exageramos cada rasgo, y lo despojamos de su ser humano, para convertirlo en un concepto: es un judío, una mujer, un negro. Entonces podemos matarlo y descuartizarlo sin vergüenza. Entramos en una dualidad maniquea: ellos son el mal, nosotros encarnamos el bien, Dios está con nosotros, por ende, adivina quien está con ellos?

Olvidarnos de lo que ocurrió en los campos, sería fatal para la humanidad; pero si nos quedamos hipnotizados con ese único horror, corremos el riesgo de no ver los Auschwitz cotidianos que ocurren bajo nuestras narices todos los días, como por ejemplo la pornografía infantil. El bien y el mal, la luz y la oscuridad, moran en nuestras almas. Y sólo reconociéndolo, dejaremos de proyectarlo en los demás, de crear enemigos y de destruirnos unos a otros. Ya que cuando no lo reconocemos, el aspecto oscuro escapa de nuestro control.

Porque como dice Rilke:

“Solo aquel cuya radiante lira
haya tañido en la sombra
podrá seguir mirando hacia adelante
y recobrar su infinita alabanza.
Solo quien haya comido
amapolas con los muertos
descubrirá para siempre
sus acordes más armónicos.
No obstante la imagen en el estanque
suele desvanecerse:
Conoce y permanece en paz.
En el seno del Mundo Dual
todos los sonidos terminan
entremezclándose eternamente”

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Jung Buenos Aires
1998 – 2004

Tomado con autorización, de:
http://www.jungba.com.ar/reflexiones/body_texto_reflexiones04.asp

 

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