Las diosas en la mujer de mediana edad

«LAS DIOSAS EN LA MUJER DE MEDIANA EDAD«

Dinorah Machín García
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Dinorah Machín es licenciada uruguaya, con Postgrado en Psicología Analítica en la Universidad Católica; cursando la Maestría en Psicoterapia Orientación en Psicología Analítica en la Universidad Católica. Sexóloga Clínica y Educadora Sexual. Este texto fue presentado durante el V Congreso de Psicología Junguiana, celebrado en Chile, de 4 a la 8 de septiembre de 2009. E-mail: machindin@dedicado.net.uy



La realización de este trabajo se debió a que nos preguntáramos ¿existe la presencia de una Diosa en la mujer de mediana edad de nuestro tiempo?

En nuestra investigación utilizamos un cuestionario en el que se planteaban seis Diosas que si bien no fue la idea profundizar en ellas las tendremos presentes en las próximas imágenes y sin lugar a dudas en nuestra sala ya que están representadas en todas nosotras.

INTRODUCCION

Hemos visto en nuestro trabajo clínico muchos estereotipos negativos ante la mujer que transita la segunda mitad de la vida; como consideramos que es posible encontrar su lado creativo, nos propusimos realizar esta investigación para explorar en estas mujeres la presencia de alguna diosa y, de ser así, cuál.

Si bien la búsqueda del aspecto creativo se halla presente en gran número de mujeres, no siempre se manifiesta; muchas veces la falta de información adecuada o no saber a quién acudir hace que el tema sea dejado de lado por las mismas sin tomar en cuenta que, de esta manera, se están apartando de sí mismas.

Es reiterada la tendencia de mujeres que dejan transcurrir el tiempo como si ya no quedara nada por hacer, sin un sentido, sin considerar que se está viviendo un proceso, un camino que es necesario transitar, para luego salir del mismo enriquecidas.

La posibilidad de encontrar una salida creativa a través de la búsqueda que cada mujer puede realizar en su interior, “en su mundo subterráneo”, para encontrarse consigo misma y con aspectos de sí no considerados hasta ese momento, puede resultar beneficiosa.

En este contexto, de acuerdo con Bolen (1993), planteo que existen fuerzas internas arquetípicas representadas como las diosas griegas, que podrían determinar las principales diferencias entre las mujeres. Las diosas griegas han vivido en la imaginación de la humanidad durante más de 3000 años; se diferencian unas de otras y cada una tiene sus rasgos positivos y negativos; todas ellas se hallan potencialmente en cada mujer. Esto constituiría una razón más para explicar por qué cada mujer reacciona de diferente manera al transitar esta etapa de la vida.

Una mujer atraviesa muchas etapas a lo largo de su vida y cada una de éstas tiene una diosa que la caracteriza. Las figuras mitológicas de las diosas griegas ejemplifican, o son reflejo de diferentes aspectos presentes en cada mujer. La segunda mitad de la vida puede aportar una nueva configuración de las diosas o la supremacía de una de ellas, lo que nos permitirá entender algunos cambios en la mujer, desde otra perspectiva.

Es importante que la mujer se relacione con partes profundas de sí misma, con sus diosas, con sus fuerzas arquetípicas, lo que le permitirá conocerse de verdad, encontrarse con sentimientos que tal vez no había querido experimentar y así fortalecerse. El conocimiento de estas diosas ayudaría a las mujeres a comprenderse a sí mismas y también a los vínculos que establece.

Para realizar la investigación exploratoria se utilizó el cuestionario “La Rueda de las Diosas” cuyos autores son Roger y Jennifer Woolger (1987). Es un cuestionario de autoaplicación diseñado para que cada mujer pueda descubrir cuáles diosas están influyendo más en su vida presente, ayudando a identificar con mayor precisión los diferentes aspectos de la psicología de las diosas en su personalidad. Será una herramienta útil para encontrar cuáles diosas tienen una presencia fuerte en su personalidad y cuáles están reprimidas o heridas.

Es importante aclarar que la poca presencia de alguna diosa no implica necesariamente que ésta esté herida en esa mujer. Es natural que a lo largo de la vida le sea dada mayor o menor importancia a una u otra de las diosas.

El identificar las diosas que rigen la vida implicaría un aumento de la conciencia, un logro de autoconocimiento y una herramienta útil para el psicoterapeuta. Al intentar hacer más consciente las cualidades y heridas de cada una de las diosas, y traerlas a la conciencia, permitiría trabajar con ellas con el propósito de desarrollar esas cualidades y curar las heridas. Esto posibilitaría en nuestro trabajo terapéutico la percepción más nítida de los conflictos interpersonales e intrapsíquicos que estarían en juego.

Estos patrones de las diosas podrían ayudar a explicar las diferencias de personalidad, síntomas, potenciales dificultades y posible evolución de acuerdo a la predominancia de cada diosa en particular.

Nos propusimos profundizar en el tema teniendo en cuenta el arquetipo de la Diosa, cómo influye en la mujer en esta etapa de la vida y cómo puede ser diferente en cada mujer.

Plantearemos un abordaje de la segunda mitad de la vida desde la Psicología Analítica, intentando analizar los arquetipos que están presentes durante esta etapa.

Recordemos que Jung (2002) percibió que existía una parte del inconsciente que no era exclusividad personal sino que respondía al colectivo, denominándolo inconsciente colectivo. Este tiene formas de comportamiento que son iguales en todas partes y en todos los individuos; dedujo la existencia de un registro para las vivencias de la humanidad a lo que llamó arquetipos.

Nos indica que en la psique existen determinadas formas que están presentes siempre y en todo lugar. Son imágenes generales existentes desde tiempos inmemoriales que proporcionan pautas de conducta, de sentimientos y de experiencia perceptiva que trascienden la historia personal.

Éstos pueden surgir en todo momento y en todas partes de modo espontáneo y de manera tal que quede excluida cualquier influencia que provenga del exterior. Esto significa que existen en cada psique disposiciones, formas, inconscientes pero activas, vivas que prefiguran instintivamente e influencian el sentir, pensar y obrar.

Es posible encontrar tantos arquetipos como situaciones típicas en la vida. Cuando surge una situación que se corresponde a un arquetipo determinado, es activado y aparece una fuerza instintiva tal, que contra toda razón sigue su camino o produce cualquier otro conflicto de dimensiones patológicas.

Jung (2002) también nos plantea el ánima como un concepto empírico que no pretende más que dar un nombre a un grupo de fenómenos afines o análogos. Su esencia no se muestra solamente en lo personal, o en instintos o en lo social, sino que lo hace también en fenómenos del mundo en general. Así es que cuando queremos entender el “alma” tenemos que incluir en ella el mundo.

Siendo el anima un arquetipo, nos propone para entender la naturaleza de lo que formula este concepto recurrir a la filosofía clásica china, en la que ánima se entiende como una parte femenina y ctónica del alma.

El ánima nos sale al encuentro sobre todo en las sicigias divinas, las parejas de dioses masculino-femeninas. Estas sicigias son tan universales como la existencia de hombres y mujeres.

Para este trabajo no podíamos dejar de considerar a la Gran Madre.

Podríamos decir que el simbolismo de la madre se relaciona con el del mar y con el de la tierra, en el sentido que son receptáculos y matrices de la vida; son símbolos del cuerpo maternal.

Las grandes diosas madres han sido todas diosas de la fertilidad: Gea, Rea, Hera, Demeter, Isis.

En este símbolo de la madre se encuentra la misma ambivalencia que en el del mar y la tierra: la vida y la muerte son correlativas. Nacer es salir del vientre de la madre; morir es retornar a la tierra.

Por una parte está el hecho histórico, la madre de Dios existe; expresa la realidad espiritual de la encarnación; por otra parte, es un puro símbolo, la madre divina revela la realidad espiritual del principio femenino. Esta es la fuerza vital universal que se manifiesta, y esta fuerza es el principio espiritual expresado con forma femenina.

En el análisis moderno, el símbolo de la mujer asume el valor de un arquetipo.

Algunas propiedades del arquetipo de la madre son lo “maternal”: la mágica autoridad de lo femenino, la sabiduría; da crecimiento, fertilidad y alimento; el lugar de la transformación mágica, del renacer; lo secreto, lo tenebroso, el mundo de los muertos, lo que devora.

Al carácter contradictorio de estas propiedades Jung (2002) las plantea como la madre amante y la madre terrible.

El arquetipo de la madre constituye la base del complejo materno, sus efectos son diferentes según se trate del hijo o de la hija. (Encontramos que la imagen de la madre está a un nivel diferente si la expresa un varón o una mujer).

Vemos a través de la mitología que una de las particularidades de la Gran Madre es que aparezca con frecuencia junto con la correspondiente pareja masculina, sicigia, como ya hemos mencionado.

Luego de recorrer este camino llegamos a La Diosa.

Podemos decir que una Diosa es un arquetipo mítico que nos explica y enseña nuestra propia naturaleza interior. Ella nos descubre nuestro auténtico Yo y el trabajo interior que debemos realizar para alcanzar la felicidad.

El papel de las Diosas se ha relacionado desde los primeros tiempos de la humanidad con la potencia femenina que ha intervenido en la creación del cielo y la tierra.

Según la cultura, la religión o la raza nos hablan de vírgenes, otros de la unión del Ying y el Yang, siendo el Ying la parte femenina de la creación, del eterno femenino divino, la “Gran Madre”, la creadora, y otros reconocen una parte femenina en las deidades así como en cada uno de los humanos.

Este sagrado femenino, representado por la Diosa, nos invita a lograr un mundo más rico y equilibrado. La potencia espiritual que se deriva del eterno femenino divino, honrado eternamente, nos permitirá aprovecharnos de su protección así como también de su sabiduría cotidiana para hacer del día a día una experiencia de motivación y estímulo.

Hemos visto que se han encontrado imágenes sagradas de la forma femenina desde mucho tiempo atrás que han dado origen a la creación de los mitos más antiguos de la humanidad. Estos nos mostrarán la profunda veneración hacia la vida y muy especialmente hacia la Gran Madre. Es posible encontrar en los mitos de la creación de muchas culturas el papel que ha desempeñado el principio femenino en la conformación del mundo en el que habitamos.

Se ha reconocido a la Diosa de formas diferentes; todo procede de ella y todo vuelve a ella. Se podría hablar de la polaridad de la Diosa: la Diosa da y la Diosa quita. Inmortal y eterna, encarnaba todos y cada uno de los aspectos de lo femenino. Las mujeres eran a imagen de la diosa, ya que ellas también traían al mundo vidas nuevas a través de sus cuerpos. Se valoraba la tierra fértil y la fertilidad de las mujeres.

La historia de la Diosa nos habla del desarrollo de las grandes civilizaciones, ilustrando el papel, supremo, de lo femenino en calidad de divino; y su posterior declive donde su poder y atributos disminuyeron hasta volverse insignificantes o bien los dioses masculinos los acapararon apropiándose de ellos. La Gran Diosa fue fragmentada en muchas diosas menores.

A pesar de su gradual supresión, la Diosa no ha llegado a desaparecer de nuestro inconsciente. Hemos podido apreciar que la Diosa aparece en una cultura tras otra con multitud de denominaciones. Sus santuarios se encontraban por todas partes. Todos ellos estaban consagrados a la Diosa.

Podríamos decir que la Diosa vuelve a nosotros en estos momentos para recordarnos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos y que mediante ella podremos encontrarnos viviendo una vez más en un contexto sagrado. La Diosa vuelve; negada y reprimida durante miles de años de dominación masculina, aparece en un momento de extrema necesidad.

Lo femenino exige un nuevo reconocimiento y en lo profundo de la psiqueinconsciente surge de nuevo la antigua Diosa. Esta exige reconocimiento y homenaje y si nos negamos a reconocerla puede desatar fuerzas destructoras; pero si le otorgamos lo que le es debido, nos guiará hacia la transformación.

Esa búsqueda de mayor entendimiento y comprensión cuando recorremos el camino hacia la madurez podemos relacionarla con lo que Thomas (1999) nos habla de lo “oscuro femenino” como uno de los arquetipos que afectan a la vida de todas las mujeres, en particular al envejecer. Es importante su exploración porque muchas mujeres mayores se convierten en caricaturas de este arquetipo, adoptando el tono incisivo de la bruja o hechicera malévola. En contraste con las mujeres sabias que se han encontrado con la energía de lo oscuro femenino y han aprendido qué hacer con ella.

Es importante descubrir el arquetipo de la buena madre, la mayoría comprenden cómo cuidar y hacer de madre para otros, pero pocas han desarrollado la habilidad de envejecer de madres de ellas mismas.

Otro aspecto a considerar en este recorrido son nuestras limitaciones; tenemos que sentarnos a solas con ellas, esto nos permitirá centrarnos en ellas. Al prepararnos para envejecer, tenemos que afrontar las limitaciones, los errores y los fracasos que se produjeron en nuestra vida. Esta elaboración es interna, se da en nuestra psique. Cuando nos hacemos conscientes de las limitaciones que nos han sucedido, nos damos cuenta de que una solución externa no nos curará o resolverá el problema.

Es fundamental poder comprender algunas de las partes reprimidas de nosotras mismas, para llegar a una relación consciente con ellas. De esta manera podremos reconciliarnos con algunos aspectos desconocidos de nuestra personalidad que están empezando a emerger. Todos tenemos aspectos reprimidos; la represión es una parte natural de la madurez. Es mejor conseguir una relación consciente con ellos aunque se manifiesten de forma monstruosa, desconcertante o incluso destructiva.

Al relacionarnos con el material reprimido de la sombra vamos hacia un conocimiento más completo de quienes somos.

Buscando a las diosas presentes en cada mujer, vemos que Bolen (1993) intenta describir y comprender la psicología femenina haciendo referencia a diferentes imágenes de mujeres – proporcionadas por las diosas griegas – y plantea una teoría basada en la observación de la diversidad de las variedades normales existentes entre las mujeres.

De igual modo que las mujeres son inconscientes de los efectos que tienen en ellas los estereotipos culturales, pueden serlo de las fuerzas internas que están siempre presentes en lo que hacen y que de alguna manera están pautando sus vivencias. Sostiene que las características más relevantes de la personalidad y las metas que cada mujer tenga en su vida van a depender de cuál es la “diosa” que está activa o tiene mayor peso en cada mujer. Nos dice que: “el conocimiento de las ‘diosas’ proporciona a las mujeres medios de entenderse a sí mismas y de entender sus relaciones con hombres y mujeres, padres, amantes e hijos” (p.20).

A lo largo de la vida, diferentes arquetipos van a ir tomando cuerpo e irán incidiendo en el desarrollo de la mujer, marcando caminos y actualizando potencialidades.

Bolen nos dice que: “la mitad de la vida es una época de transición que suele marcar el comienzo de un cambio de diosa…palidece la intensidad del arquetipo predominante de los años anteriores, permitiendo que emerjan otras diosas” (p.58).

Podemos decir que relacionar ciertas diosas con la mediana edad nos permitirá entender algunos cambios en la mujer en esta etapa de su vida desde otra perspectiva. Las características de cada diosa nos permitirán una mayor comprensión de la mujer.

En nuestra INVESTIGACIÓN EXPLORATORIA como ya mencionamos se utilizó el cuestionario “La Rueda de las Diosas” de Roger y Jennifer Woolger (1987) para obtener un perfil de las diosas presentes en cada mujer encuestada. El mismo fue respondido en forma completa por 50 mujeres cuya edad estaba comprendida entre 40 y 59 años.

Encontramos en la muestra que en el 46% de las mujeres predomina la presencia de la Diosa Afrodita. También se analizó si podían surgir diferencias al considerar por separado las mujeres mayores o menores de 50 años, concluyendo que las mismas no son significativas. Asimismo identificamos, sin ser un objetivo de la investigación, que la Diosa Perséfone surge como Diosa reprimida o herida.

El 62% de las mujeres encuestadas son casadas; el 84% de las entrevistadas tienen hijos; el 56% ha cursado estudios secundarios, el 34% de la muestra son empleadas, el 68% respondió ser católicas.

Planteamos a continuación algunas características de la diosa Afrodita que nos ayudarán a comprender mejor a las mujeres de mediana edad.

• Se le conoce como la diosa del amor y la belleza, de las aventuras amorosas; rige la sexualidad y sensualidad de las mujeres. Las impulsa a las funciones creativa y procreativa.

• Adora las ropas finas, los cabellos resplandecientes, joyas de todo tipo, perfumes.

• Podríamos decir que posee un sentido estético innato y gran capacidad para relacionarse con los otros.

• Se la asocia con las palomas, cisnes, flores (rosas), fragancias y frutos.

• Se vincula su nacimiento (de los órganos genitales cortados y arrojados al mar de Urano, dios del cielo) con la sexualidad masculina lo que podría explicar la atracción de Afrodita por todo lo que es fálico.

• Es la diosa de la compasión, posee una visión acumulada a través del sufrimiento, la paciencia y la abstención de venganza; ella fue rechazada, abandonada, su corazón despedazado tantas veces que alcanzó proporciones asombrosas en su capacidad de amar.

• Los hombres se sienten atraídos por su belleza física y también por su sabiduría femenina espontánea en lo que refiere a asuntos del corazón.

• Envejecer para la mujer Afrodita puede significarle una realidad devastadora ya que su atractivo fue su fuente de gratificación. Pero la mediana edad no es un período difícil para las mujeres Afroditas involucradas en un trabajo creativo que se dan por entero a lo que les interesa aprovechando de la experiencia lograda.

• La Afrodita que envejece bien lo consigue porque ha cultivado su sabiduría.

• Los aspectos sombríos de Afrodita, desde no acudir a las citas, hasta traicionar la confianza y fidelidad. Como consecuencia, la mujer tiene opción de eliminar a Afrodita, que es lo que suele suceder, o buscarle lugar en el ámbito de la creatividad, el trabajo, la imaginación o el matrimonio.

• De todos los arquetipos femeninos, Afrodita fue el más anulado y explotado: toda mujer que se respetara debía renunciar a esa parte de sí misma.

• Su culto se practicó en el pasado, pero a medida que la cultura fue cambiando, terminó convirtiéndose en la diosa vilipendiada de las rameras.

• Podemos decir que existe un eros o química no sexual entre dos personas con una relación transformadora y creativa, como por ejemplo, la que implica promocionar a alguien, enseñarle, dirigirle, someterlo a terapia, según la cual uno de los miembros extrae el potencial del otro a partir de una combinación de pericia y amor. La gente comprometida en estas profesiones se entrega en cuerpo y alma al trabajo.

• La Afrodita tardía puede aparecer por sorpresa en un matrimonio que lleve décadas casado. Puede hacerlo cuando el último hijo abandona el hogar.

• A veces la menopausia libera a Afrodita, quien surge cuando ya no hay riesgo de quedar embarazada.

• El cambio de circunstancias, los trastornos hormonales y las mutaciones de arquetipos contribuyen a hacer posible la aparición de Afrodita.

• En el caso de Afrodita, Jung habla de un despertar del arquetipo de la bruja en el inconsciente de los hombres.

CONCLUSIONES

Recordando lo que plantea Bolen (1998):

Cuando se adoraba y se representaba a Afrodita, antes de que ella y su sexualidad fueran profanadas, el hombre que acudía a su templo para participar en un ritual…se acercaba a la mujer que representaba ser la encarnación de la Diosa con la esperanza… de que, a través de ella, podría experimentar a la Diosa ( p.120).

Este planteo reafirma lo que surge de nuestra investigación: el predominio de la diosa Afrodita en las mujeres de nuestra encuesta, nos permitiría pensar que la misma está abriéndose paso y buscando ocupar el lugar alguna vez perdido.

También podríamos decir que se estaría manifestando un cambio en la sexualidad femenina con más apertura, mayor expresión de las emociones, más auténtica y creativa. Dejando de lado miedos y represiones, buscando a la Diosa interna que hay en cada mujer.

Como lo femenino necesita expresarse, nos preguntamos si lo hace a través del poder. Tal vez impulsivamente porque no sabe o no puede hacerlo adecuadamente.

Para que esto ocurra es importante poder generar espacios habilitantes para que la Diosa pueda manifestarse en todo su esplendor y sustentar la idea que la mujer que transita la mediana edad puede hacerlo de una manera creativa y no necesariamente patológica como muchas veces se ha pretendido argumentar.

Es importante crear los espacios para que la Diosa pueda expresarse, como también que cada mujer pueda reconocer en sí misma su presencia y así permitir su manifestación.

Podríamos decir que es un gran desafío que le impone su propia femineidad inconsciente y no debe desaprovecharlo.

Pensamos que recrear los rituales que existieron hace mucho tiempo y hoy están olvidados nos podrían ayudar a contactarnos más con esos aspectos de la Diosa que están buscando manifestarse.

Nos preguntamos si se le ha dado el lugar a lo femenino así como también qué idea tenemos del lugar que ha ocupado a través de los años; y vemos que generalmente el mensaje que nos llega es que ha tratado de ocupar un lugar, pero no puede porque es censurado.

Encontramos un mensaje de la mujer polarizada: “prostituta o santa “. Este mensaje ¿cómo puede influir en la mujer de mediana edad?

Suele suceder que la mediana edad por estar relacionada con el envejecimiento y con la muerte es rechazada por muchas mujeres; son formas de evitar enfrentarse a una situación difícil, por eso en esta etapa muchas se mantienen ignorantes y evasivas con respecto a las transformaciones que irán a enfrentar. Pero si estuviera amparada en una actitud positiva en relación a sí misma durante esta etapa, podría hacer de ésta una experiencia progresiva, positiva a pesar de los conflictos e incertidumbres.

Afrodita constituye una tremenda fuerza para el cambio, a través de ella fluye la atracción, la unión, la fertilización, la incubación y el nacimiento de una nueva vida; esta secuencia es la misma en cualquier otro proceso creativo.

Afrodita como fuerza creativa puede conducir a una mujer a un intenso esfuerzo creativo tras otro, lo que no puede ser desaprovechado. Es posible que hoy como en la Grecia Antigua la abundante sexualidad de Afrodita aparezca como una reacción a un excesivo control mental procedente de lo masculino. ¿El Poder?

Por tanto es necesario trabajar y descubrir qué cosas necesitamos resolver con la Diosa para luego poder solucionarlas. Cuestiones no resueltas retornan para ser completadas, como ocurre en la mediana edad, en la que generalmente es el momento en que tenemos que comenzar a enfrentar lo que dejamos pendiente en la primera parte de la vida. Lograr armonizar la presencia de las Diosas sería de gran ayuda para que las mujeres transiten esta etapa con plenitud.

Creo que es una buena tarea a desarrollar permitir que surja la creatividad de Afrodita, facilitando que este arquetipo florezca para que la mujer se sienta con fuerza para elegir con la sabiduría de la madurez cómo transitar esta etapa de la vida.

Qualls (2004) nos dice: “La esencia de Afrodita es la transformación mediante el poder de la belleza y el amor, el poder psíquico responsable de todas las metamorfosis” (p. 86).

Utilicemos el poder de la Diosa con amor para poder encontrarnos a nosotras mismas permitiendo que emerjan otras diosas.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

– Getty, Adele. (1996). La diosa. Madre de la naturaleza viviente. 1ª Edición. Madrid: Debate.

– Jung, Carl G. (2002). Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, en: Obras Completas, Vol. 9/I. Madrid: Trotta. (Págs. 3-104).

– Murdock, Maureen. (1992). Ser Mujer: Un Viaje Heroico. 1ª Edición. Madrid: Gaia.

– Qualls-Corbett, Nancy. (2004). La prostituta sagrada. Un aspecto eterno de lo femenino. Una imagen provocadora del alma. 2ª Edición. Barcelona: Obelisco.

– Saiz, Mario E., Amézaga, Pilar. (2006). Psiconeurociencia: Arquetipos y Psicopatología en: Psicopatología Psicodinámica Simbólico-Arquetípica. Una perspectiva junguiana de integración en psicopatología y clínica analítica. Montevideo: Prensa Médica Latinoamericana. (Págs. 47-74).

– Shinoda Bolen, Jean. (1993). Las diosas de cada mujer. Una nueva psicología femenina. 9ª Edición. Barcelona: Kairós (2002).

– Shinoda Bolen, Jean. (2003). Las diosas de la mujer madura. Arquetipos femeninos a partir de los cincuenta. Barcelona: Kairós. (Págs. 13-118/ 201-265).

– Shinoda Bolen, Jean. (1998). Viaje a Avalon. La peregrinación de una mujer en la mitad de la vida. Barcelona: Obelisco.

– Thomas, Ann G. (1999). Esa mujer en la que nos convertimos. Mitos, cuentos y leyendas sobre las enseñanzas de la edad. Barcelona: Paidós.

– Whitmont, Edward C. (1998). El retorno de la diosa. El aspecto femenino de la personalidad. Barcelona: Paidós.

 


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