David E. Schoen
David Schoen es Analista junguiano, con práctica privada en Covington, Louisiana, cerca de Nueva Orleans. Experto en el tema de alcoholismo y dependencia al consumo de sustancias químicas. Ofrece conferencias y enseña a nivel nacional. Analista senior en la Sociedad Interregional de Analistas Junguianos, asesor de la Sociedad C.G. Jung de Baton Rouge. Autor de la obra Divine Tempest:The Hurricane as a Psychic Phenomenon (1998) y The War of the Gods in Addiction: C.G. Jung, Alcoholics Anonymous, and Archetypal Evil (2009.). El siguiente documento es la traducción del capítulo 2 de este último libro. Esta traducción y publicación fue autorizada por el autor.
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Traducido del inglés por Juan Carlos Alonso y Ana Rico de Alonso
Hay básicamente cinco etapas principales en el desarrollo de una típica adicción psicológica.
Etapa 1 – La identificación Ego/Persona se alinea con el falso self
Etapa 2 – El desarrollo de la Sombra Personal
Etapa 3 – La introducción de la conducta potencialmente adictiva
Etapa 4 – La creación del Complejo Adicción-Sombra
Etapa 5 – El Complejo Adicción-Sombra se hace cargo de la psique
(Por favor, consulte el diagrama de «Desarrollo de la Adicción» en el texto).
ETAPA 1 – LA IDENTIFICACIÓN EGO/PERSONA SE ALINEA
CON EL FALSO SELF
Este modelo psicodinámico se basa en gran medida en los conceptos tradicionales de la psicología junguiana, no sólo porque soy un analista junguiano, sino porque creo que el mapa de Jung tiene los conceptos teóricos que mejor describen y reflejan con mayor precisión lo que realmente está sucediendo en el desarrollo del alcoholismo y la adicción. Tiene la capacidad como sistema psicológico de representar y delimitar el complicado y único panorama de la adicción, que es el fenómeno que estamos tratando de entender.
Lo que voy a describir es el desarrollo típico de una adicción. No se va a replicar la experiencia de nadie, sino que de la retroalimentación que he recibido de individuos en recuperación, refleja el proceso general, en la gran mayoría de los casos. Cuando las experiencias de los individuos difieren de este modelo teórico, son como variaciones sobre un tema, más que un proceso completamente diferente. No se pretende de ninguna manera ser la última palabra sobre el tema.
Psicológicamente, el ego es el órgano central de nuestra conciencia, es el controlador de tránsito aéreo de lo que vemos, pensamos, percibimos, sentimos, intuimos y experimentamos. Percata, selecciona, focaliza, concentra, subraya, organiza y procesa nuestra relación con nosotros mismos, con el mundo y con los demás. Forma nuestras decisiones, creencias, decisiones, juicios y valores, y nos da la luz verde para actuar o no actuar. Defiende su existencia e integridad frente a amenazas a su poder, control y supervivencia. Nos identificamos con nuestros egos. El sentido de «Yoidad» se deriva de nuestro complejo sistema del ego.
Los egos débiles son órganos psicológicamente mal adaptados, que tienen dificultades para hacer que negocien los mundos interno y externo de la realidad. Los egos débiles pueden resultar de bases del desarrollo pobres, abandonadas, abusadas, traumáticas, problemas biológicos o genéticos, o de la incapacidad de sintetizar e integrar el complejo circuito, necesario para crear y operar un mecanismo adaptativo del ego que funcione bien. También los egos débiles pueden ser resultado de los efectos de la enfermedad mental, o del deterioro físico y la enfermedad.
Un ego fuerte y saludable nos es muy útil y nos permite crecer, desarrollarnos, adaptarnos y cambiar, en respuesta a las demandas de la vida. Sin un fuerte complejo de ego saludable en el centro de nuestra conciencia, no podemos explorar ni relacionarnos adecuadamente con los contenidos del inconsciente.
La mayoría de los individuos identifican inicialmente sus egos con sus personas. La persona es la máscara que nos ponemos para relacionarnos con el mundo y con los demás. Se crea mediante una combinación de socialización, expectativas sociales, la propia experiencia en el mundo, y atributos y tendencias naturales del individuo. Combina elementos de cómo queremos vernos idealmente, y cómo queremos que el mundo nos vea, así como la forma en que el mundo nos ve y quiere que seamos. Nuestra persona define nuestra identidad social; se construye en relación con los papeles que desempeñamos en nuestras vidas y en nuestro mundo, la forma en que queremos vernos y ser vistos. Es la cara que usamos para estar presentables y aceptables ante nuestra sociedad. No es necesariamente lo que realmente somos, sino lo que queremos y pretendemos ser para los demás y, muchas veces, para nosotros mismos. El gran peligro de un ego sobre-identificado con la persona es que empezamos a creer que somos nuestra bien construida máscara, excesivamente idealizada, y no quién y qué somos en realidad, con todos nuestros defectos.
Las personas no son intrínsecamente malas; son muy importantes y necesarias para poder funcionar en el mundo, trabajar, jugar e interactuar con los demás. Quienes que no poseen suficiente persona son deficientes en su capacidad para tratar con el mundo real. Parecen nunca saber qué decir o cómo actuar, y siempre se meten en problemas y alteran a los demás, porque no han desarrollado ningún sentido de lo que es o no es apropiado, en diferentes situaciones sociales y relacionales. A menudo son experimentados por otros como faltos de tacto, groseros, molestos, ofensivos, y «sin tener ni idea» acerca de cómo comportarse en público.
El problema con los individuos que desarrollan una adicción no es, por lo general, que tengan poca o ninguna persona, sino que tienen mucha persona, demasiado sofocante, demasiado pesada. Cuando el ego se identifica con la persona y no con el verdadero Self, los junguianos llaman a esto, una identificación alineada con un falso self. Sería como si alguien se enamorara de una marioneta que él o ella ha creado, y que de alguna manera cree que es un ser humano real, capaz de amar y de relacionarse. Cuando cae en cuenta de la verdad, le espera un despertar rudo y doloroso. Es una auto-decepción cuando creemos que, en última instancia, no es realidad lo que de hecho somos. Otra analogía es la diferencia entre alguien que en la tradición judeo-cristiana se relaciona con el Dios viviente Yahvé, y alguien que adora un objeto inanimado de su propia creación (por ejemplo, el becerro de oro del Antiguo Testamento). El verdadero Self, como Yahvé, dice: «Yo soy el señor de tu psique, no tendrás extraños y falsos self ante mí.»
Este identificación del Ego/Persona alineado con el falso self conduce directamente a la Sombra Personal y a la etapa 2 en el desarrollo de la adicción.
ETAPA 2 – EL DESARROLLO DE LA SOMBRA PERSONAL
La sombra personal reside en esa parte de la psique descrita en la psicología Junguiana como el inconsciente personal, en contraste con el inconsciente colectivo del que se derivan los contenidos impersonales, objetivos, universales de los arquetipos. Nuestra sombra personal son los «aspectos inconscientes ocultos [de nosotros mismos], tanto buenos como malos, que el ego ha reprimido o nunca ha reconocido.»(1) Son todos los pensamientos, sentimientos, deseos, fantasías y acciones incompatibles, que hemos suprimido y reprimido en el inconsciente personal, junto con nuestros más primitivos e indiferenciados impulsos e instintos. En la concepción freudiana de la psique, es lo que Freud identifica como la totalidad del «inconsciente». Es lo que me gusta describir como la caneca de basura psicológica personal de nuestra psique.
Jung dice de la sombra personal, «La sombra es un problema moral que desafía toda la ego-personalidad, ya que nadie puede llegar a ser consciente de la sombra sin un considerable esfuerzo moral. Tomar conciencia de ella implica el reconocimiento de los aspectos oscuros de la personalidad, como presentes y reales». (2)
Todos tenemos una caneca de basura psicológica personal y todos tenemos una sombra personal. Los contenidos de nuestra sombra personal están directamente relacionados con nuestra persona. Todos los aspectos rechazados e inaceptables que tenemos, entran en nuestra sombra personal, donde tratamos inicialmente de sepultarlos y suprimirlos, encerrarlos con llave, escondidos en armarios oscuros, áticos y sótanos de nuestra psique, donde esperamos que nadie se atreva a ir y descubra estos hijos bastardos negados, nuestras sombras personales.
Por supuesto que cuanto más nos identificamos con nuestra persona, más conseguimos hacinar nuestra sombra personal. Puede llegar a ser llenada hasta el tope. A veces, para nuestro bochorno y vergüenza, comienza a emitir malos olores, desbordamientos y filtrarse para molestarnos y hacerse notar de los demás, así que tratamos de asegurar la cubierta, taponar los escapes o reforzar la puerta con cerrojos (suprimir, reprimir, negar y racionalizar más), o bien utilizamos un desinfectante (poner un manto de respetabilidad social al unirnos al Club Rotario, la Liga Junior, o volvernos un diácono en la iglesia), o tratamos de enterrarla profundamente en la psique (aún más rechazo, olvido y evitación, o la creación de mayores y más elaboradas precauciones para ocultar la sombra personal de la detección por parte de otros). Ninguna de estas estrategias es, en última instancia, eficaz. La sombra tendrá, de una manera u otra, su voz y su día.
Estos esfuerzos y estrategias requieren más y más defensas del ego y de energía psicológica para mantener a raya a la sombra de la consciencia. La sombra personal, entonces comienza el primer drenaje y necesita energía del sistema del complejo del ego. Para mantener bajo control a este monstruo creciente y evitar que se vuelva consciente, siguen creciendo las defensas necesarias, agotando al sistema del ego de la energía vital necesaria para adaptarse y funcionar en el mundo cotidiano. Además, la energía psíquica es requerida para mantener y conservar nuestras personas. Cuanto mayor es la incongruencia entre nuestra persona y lo que realmente somos, mayor es la energía necesaria para defender y mantener el sistema. Háganse una idea: cada vez es mayor la tensión y el estrés creado psicológicamente, cada vez es mayor la vigilancia y defensa requerida a diario, hasta que comienza a volverse algo abrumador e insoportable, cada vez más imposible de aguantar.
La realidad de la sombra personal exige ser reconocida y tratada. Los gritos, gemidos y el ruido de las cadenas en nuestros armarios, áticos y sótanos psíquicos se hacen cada vez más fuertes, más duros y más difíciles de ignorar, evitar u olvidar.
Desde luego, la exigencia de la sombra personal para salir a la luz del día, para ser liberada, está totalmente en contra con lo que la persona es exige. La posición del ego consciente está ahora atrapada entre la espada y la pared, se ha sobre-identificado con la persona, no sabe qué hacer con estas cosas primitivas y locas de la sombra personal, no tiene un lugar aceptable para ponerlas, y aparentemente no tiene alternativas ante estas demandas completamente opuestas. Realmente parece ser una situación irreconciliable, imposible y sin salida.
Esta parte del proceso nos lleva a la etapa 3 en el desarrollo de la adicción, que sucede cuando la conducta potencialmente adictiva entra en escena para, aparentemente, salvar el día, aliviar la tensión y el estrés sobre el sistema del ego, y resolver el problema, o al menos, eso es lo que promete.
ETAPA 3 – LA INTRODUCCIÓN DE LA CONDUCTA
POTENCIALMENTE ADICTIVA
La tensión aparentemente irresoluble de la persona y de la sombra personal aumenta hasta que el sujeto llega a enfermarse físicamente o psíquicamente. Físicamente, a menudo hay síntomas de alta presión arterial, úlceras, y problemas intestinales y cardiacos. Psíquicamente, los síntomas a menudo se constelan en torno a la ansiedad, depresión, PTSD (Trastorno de estrés postraumático) y trastornos obsesivo-compulsivos. La neurosis e incluso la psicosis no son inusuales. Para otros individuos aparece como cansancio, agotamiento, o un colapso nervioso, sin poder aguantar más.
Como tantas veces en la vida, la necesidad se convierte en la madre de la invención. Si el ego quiere evitar la crisis nerviosa pendiente, tiene básicamente dos opciones: una, puede elegir entre obtener ayuda médica, psicológica o espiritual, es decir, puede ser ayudado por un nuevo período de gracia o toma de consciencia o una voluntad de cambio a través de alguna forma de consejería o análisis que sea capaz de abordar eficazmente el problema de la sombra personal individual. Dos, puede buscar alivio a través de una estrategia de escape y evasión, a través de un mecanismo de defensa que se concentra en torno a la descarga repetida de tensión, proporcionada por diversas conductas potencialmente adictivas, como el uso de alcohol o de las drogas, el juego, el sexo, la comida, el trabajo, las relaciones, o cualquier otra cosa.
Hay muchas formas y razones individuales específicas por las cuales un individuo desarrolla su adicción, pero el resultado final es el mismo. Todos, por supuesto, tienen su historia particular. El patrón básico, sin embargo, es el mismo – las dinámicas son muy típicas y previsibles, y siguen un curso común. Lo más fascinante de esto es que casi todo individuo alcohólico o adicto que he conocido, creía inicialmente que era «la excepción a la regla.» Aceptaba que podría ser cierto para todos los demás, pero no para él. Se trata de la negación clásica en el núcleo de todas las adicciones psicológicas, pero lo más importante, es que señala también un aspecto del individuo adicto que opera narcisístamente para separarlo de su misma gente – amigos alcohólicos y adictos -, quienes realmente podrían ver, entender y apreciar por lo que está pasando el sufriente individuo adicto. Recordemos lo que dijo Jung en su carta a Bill W. acerca de un individuo no protegido por el cielo, y aislado de la sociedad, y de cómo este individuo «no podía resistir el poder del mal.» Este mismo aspecto del maquillaje psicológico de los individuos alcohólicos y adictos los prepara para ser poseídos por la adicción. Ciertamente tienen una sensación diabólica en un sentido arquetípico, en que hay una poderosa dinámica impersonal que influye, dicta, y controla su conducta. Lo mismo que podría ayudar a salvar al individuo es rechazado de plano y por adelantado, de manera que, inconscientemente y sin saberlo, se condena a sí mismo, por el camino que conduce a la muerte y la destrucción. Obviamente, para la salvación es necesario un poder mayor a uno mismo.
Ahora que la conducta potencialmente adictiva ha entrado en escena, los riesgos son cada vez mayores, y así es el peligro de que la conducta se convierta en una adicción plena, se hace completamente incontrolable. En este punto del proceso, para muchos individuos, todavía hay una posibilidad de que a través de la fuerza de voluntad, la autodisciplina, la toma de consciencia, la terapia, o el control del ego, puedan evitar los riesgos de convertirse en adictos. Muchos sujetos en esta etapa, tratando de minimizar las cosas, describen su conducta potencialmente adictiva como recreativa, social, experimental o normal (puede que no sea una adicción, pero sin embargo, ciertamente califica como un nivel de abuso de alcohol o drogas, o lo que sea, que se está volviendo peligroso). Es destructivo y poco saludable, pero todavía está bajo el control del ego consciente, para posiblemente, moderar o cambiar. Quiero reiterar que los tratamientos farmacológicos, conductuales y de análisis del ego pueden ser eficaces en esta etapa del proceso, antes de que se haya convertido en una adicción plena. Esto es cierto porque todavía no han intervenido los aspectos de la Sombra arquetípica/Mal arquetípico en la dinámica del proceso de adicción. En general, la sombra personal individual, y los repetitivos malos hábitos del sujeto, pueden ser tratados eficazmente con terapias tradicionales, incluyendo el psicoanálisis.
Algunos individuos no tienen la buena oportunidad de evitar la adicción psicológica. Para ellos, la primera vez que se involucran en la conducta potencialmente adictiva, quedan enganchados a la adicción desde el comienzo, desde el primer momento que lo usan, y así continúan en adelante. Sé de individuos que han crecido en situaciones libres de alcohol que nunca lo probaron hasta muy tarde en la vida, pero que después del primer trago, quedaron consumidos en él, tan irremediablemente, como aquellos que habían abusado del alcohol durante décadas, antes de haber cruzado la línea de la adicción. Algunos sujetos están biológica o hereditariamente predispuestos a ser adictos, pero incluso, aquellos que parecen fisiológicamente cargar de bombas de tiempo para la adicción, aún así cruzan y participan de las mismas dinámicas psicológicas adictivas que poseen, matan y destruyen a otros que pueden haber tomado un camino más largo para llegar a esa misma puerta. A menudo, este parece ser el caso de muchos nativos norteamericanos con el alcohol.
La activación de conductas potencialmente adictivas nos lleva entonces a la etapa 4 en el desarrollo de la adicción. Es lo que describo como la creación del «Complejo Adicción-Sombra», en donde la unión de todos los elementos necesarios, incluyendo la Sombra arquetípica/Mal arquetípico, coexisten en un fenómeno loco, auto-destructivo, asesino, que conocemos como la verdadera adicción.
ETAPA 4 – LA CREACIÓN DEL COMPLEJO ADICCIÓN-SOMBRA
Desde una perspectiva Junguiana, la conducta potencialmente adictiva permite un tipo de liberación y de expresión de la sombra personal, de una manera que no sería permitida por el ego consciente, con su exceso de identificación con la persona. La analista junguiana Linda Leonard, en su maravilloso libro Witness to the Fire: Creativity and the Veil of Addiction (3) (Testigo del fuego: La creatividad y el velo de la adicción), sostiene firmemente que la sombra personal está buscando la forma que sea para expresarse, y muchas veces la conducta adictiva es la primera oportunidad en muchos años que tiene la sombra para salir del armario, el ático o sótano, y aprovecha al máximo su oportunidad de tomar todo lo que puede, a menudo como venganza. Esto se manifiesta con frecuencia como el comportamiento salvaje, peligroso, arriesgad, vergonzoso, fuera del control, de los individuos cuando están bebiendo o consumiendo sustancias, lo cual suele ser completamente diferente de su forma habitual de actuar.
Leonard ve el alcoholismo y otras adicciones como atajos que intenta la creatividad – un tiquete rápido y un viaje gratis que tiene el artista al paraíso -, pero, por supuesto, esto nunca funciona realmente, es sólo una ilusión muy tentadora. Tal vez es por eso que tantos artistas parecen dejarse seducir por el encanto de la adicción, como por Satanás y sus falsas promesas.
Leonard dice que, en última instancia, la adicción envuelve por completo y destruye la creatividad. Dice que todas las adicciones son asesinas y, como mencioné antes, que la adicción quiere, al final, quemar y sacrificar todo en su propio altar.
En este punto del proceso de adicción, otros observan a menudo lo que se conoce como el fenómeno Dr. Jekyll/Mr. Hyde, un cambio de personalidad fundamental que tiene el sujeto cuando está participando con su conducta adictiva y que contrasta con su forma de ser habitual. Cuando están sobrios y en orden, pueden ser los sujetos más simpáticos, amables, cariñosos y gentiles de la tierra (Dr. Jekyll). Cuando están bebiendo o consumiendo sustancias, pueden convertirse en los monstruos vivos más malos, más crueles, más brutales y abusadores (Mr. Hyde). Nótese el contraste entre el comportamiento de Dr. Jekyll (agradable, simpático, cariñoso, amable), que encaja perfectamente con un exceso de identificación del ego con una persona positiva idealizada, y el comportamiento de Mr. Hyde (malvado, cruel, brutal, abusador), que se ajusta perfectamente con la expresión más cruda y no integrada de la sombra personal reprimida. Robert Louis Stevenson, quien escribió la historia de Dr. Jekyll y Mr. Hyde a finales de 1800, contó que se le había ocurrido la idea para su novela, a partir de sus propios sueños, que por supuesto le habían ido dando abundante retroalimentación nocturna sobre su sombra personal.
La historia es una perfecta ilustración literaria del posible resultado de una escisión no integrable entre la persona y la sombra personal. Incluso, incorpora el uso de drogas en el proceso del guión del relato. «La historia habla de un médico que toma una droga que lo transforma en una nueva persona, físicamente horrible y espiritualmente malvada. Como una investigación psicológica en la naturaleza del mal que existe en todos los individuos [sombra personal], la novela anticipa brillantemente la moderna ficción psicológica [y también mucho de la no ficción psicológica]” (4).
Bajo la influencia de la conducta adictiva, el otro lado, la sombra, sale en formas que son a menudo todo lo contrario de las actitudes, comportamiento y personalidad típicamente normales del individuo. Penosos introvertidos bailan sobre las mesas, tímidas almas apacibles se enganchan en peleas con bandas de motociclistas, predicadores moralmente correctos buscan compañía de damas de la noche, y prudentes padres conservadores se vuelven jugadores de alto riesgo y altas sumas de dinero. De esta forma, la sombra personal refuerza, estimula, y se vuelve dependiente de la conducta adictiva para expresarse, para tener una existencia a la luz, fuera del armario, ático y sótano, donde había estado encerrada y escondida durante tanto tiempo. A menudo, la conducta adictiva permite a la sombra personal las únicas oportunidades de vivir y de ser. Cuanto más desconectados e inconscientes estemos de nuestras sombras personales, más vulnerables somos de tener esas fugas de las sombras y de que las conductas adictivas se liberen temporalmente.
Este vínculo entre la conducta adictiva y la sombra personal lleva al alineamiento de un complejo muy poderoso en la psique. Es más poderoso que casi todas las demás estructuras y complejos de la personalidad. Este vínculo entre la conducta adictiva y la sombra personal es por lo menos la mitad de los ingredientes necesarios para crear el Complejo Adicción-Sombra. Es muy parecido a un hombre que está hasta el cuello en aguas profundas, que no sabe nadar y la tierra está muy lejos. Aún no se ha ahogado, pero está llegando a lo muy inevitable, a menos que suceda algo dramático e inesperado que cambie el escenario.
Esto conduce a la última parte del proceso de creación del Complejo Adicción-Sombra, cuando entra en la dinámica el ingrediente esencial final de la Sombra Arquetípica/Mal Arquetípico, y solidifica la adicción para siempre.
ETAPA 5 – EL COMPLEJO ADICCIÓN-SOMBRA
SE HACE CARGO DE LA PSIQUE
La combinación de la conducta adictiva, la sombra personal y la Sombra Arquetípica/Mal Arquetípico se convierten ahora en el poder más dominante, formidable en la psique, haciéndose cargo literalmente de ella, y desplazando al complejo rector normal del ego y sustituyéndolo por una creación propia. El Complejo Adicción-Sombra pronto pone al ego dominante completamente fuera de control – lo depone, desplaza y lo lleva a la impotencia. El Complejo Adicción-Sombra reemplaza al complejo dominante del ego, con su propio gobernante, una marioneta pseudo-rey que sirve en últimas sólo a los deseos, intereses y agendas de la adicción, que no se preocupa por otros valores o necesidades de la persona, la psique, o el verdadero Self, ni por sujeto u objeto alguno. Esta es la naturaleza de la adicción que todo lo consume.
La dinámica de este golpe de Estado en la psique es cualitativa y cuantitativamente diferente de estar temporalmente atrapado en un complejo cargado de emociones, o en una sobre-identificación del ego con un falso self. Es diferente de la mayoría de otros trastornos psiquiátricos. En la neurosis, el ego continúa funcionando, aunque relativamente ineficaz, y en la psicosis, hay poco o nada de ego funcionando, porque ha sido inundado y agotado, abrumado por el contenido de las profundas aguas del inconsciente. En los trastornos de la personalidad, el ego sigue funcionando y conspira con patrones poco saludables de toda la vida y complejos establecidos en la primera infancia. Supongo que estoy proponiendo una nueva y diferente categoría de funcionamiento del ego en relación con la adicción.
En la adicción hay un permanente secuestro de todo el sistema psíquico; es como si el complejo normal del ego y todas sus funciones se sometieran a un poderoso hechizo diabólico que suspendiera y paralizara a todo el reino y a todo lo que hay en él. La adicción, entonces, reemplaza el antiguo sistema con un sistema de ego que domina por completo, equipado para percibir, juzgar y actuar de forma experta, adaptada e interesada de una manera semejante a como originalmente funcionaba el sistema normal del complejo del ego. Por supuesto que es un impostor, un mentiroso, un engañador y un charlatán, pero ahora la persona adicta, su verdadero Self y el ego sano, están indefensos e impotentes para luchar o incluso para oponerse a la nueva dictadura establecida por el Complejo Adicción-Sombra. Es como si cayéramos en nuestro complejo más profundo, oscuro, destructivo y debilitante que existiera, del que normalmente saldríamos, pero en este caso estamos atrapados y encerrados en él, aparentemente para siempre – una verdadera pesadilla.
Sé que esta descripción de lo que ocurre con el sistema del ego normal cuando toma el poder el Complejo Adicción-Sombra, es altamente metafórico, mitológico, y narrativo en la naturaleza. No es clínico ni secuencial en la forma en que normalmente esperamos, pero estoy tratando aquí de describir un fenómeno en los límites de nuestra capacidad de entender, y mucho menos para describir adecuadamente. Hay elementos desconocidos arquetípicos de misterio y poder, en este proceso, de los que sólo tengo destellos, para ofrecer la mejor descripción que puedo por ahora.
Lo más importante de entender en el proceso de desarrollo de la adicción, es que en esta etapa 5, la totalidad de la psique, el ego y la personalidad son tomados y gobernados por el Complejo Adicción-Sombra. La adicción a estas alturas posee completamente a la persona individual, y ha confiscado la capacidad normal del ego, la voluntad, la autodisciplina, la elección, la comprensión y las buenas intenciones que realmente puedan tener un efecto o impacto en un grado significativo. La directiva principal es ahora la adicción y sus agendas; todo lo demás gira en torno a ella, es secundario y es subsumido por ella. En Alcohólicos Anónimos, se describe el paso uno como la impotencia y la ingobernabilidad de nuestras vidas a causa del alcoholismo.
Permítanme aclarar aquí: el Complejo Adicción-Sombra permitirá que una persona continúe funcionando de formas aparentemente normales, en algunas o incluso en la mayoría de las áreas, siempre y cuando esas decisiones y comportamientos de ninguna manera, amenacen o intenten boicotear la agenda principal de la adicción, que es continuar con la participación de la persona en la conducta adictiva. Al igual que en un país ocupado, se puede operar con relativa normalidad en la vida cotidiana y en las actividades, siempre y cuando no se haga nada que desafíe o amenace al régimen gobernante – algo de esa naturaleza se traducirá en el pago de un precio muy alto y será severamente castigado. La resistencia es algo muy peligroso. El Complejo Adicción-Sombra sabe cómo presionar todos los botones de la vergüenza, el dolor y la obsesión.
Muchos cónyuges y amigos de alcohólicos activos, saben lo que se siente desde el otro lado. Pueden hacer lo que quieran, excepto interponerse entre un alcohólico activo y su botella de licor. Si lo hacen, se arrepentirán, y pueden quedar seriamente lastimados. Esta es la amenazante presión que tienen familiares y amigos para no afrontar la realidad de la adicción, sino conspirar con la racionalización, la justificación y la negación, que los convierte en facilitadores. En muchos aspectos, parece más seguro para todos no provocar al Complejo Adicción-Sombra (el Tyrannosaurus Rex en el salón).
Me han preguntado acerca de cómo se aplica el Complejo Adicción-Sombra a los llamados «alcohólicos funcionales» y los «bebedores compulsivos». Por «alcohólico funcional», me refiero a un individuo que bebe regularmente, en gran medida, y algunas veces se cae a causa de la embriaguez, pero siempre funciona en sus roles como padre, esposo y trabajador. No faltan al trabajo, ni se olvidan de recoger a los niños en sus entrenamientos, ni ignoran el cumpleaños de la madre, a causa de su consumo de alcohol. Hay muchas variedades de alcohólicos individuales en muchas etapas diferentes del proceso debilitante. Lo que se llaman «alcohólicos funcionales» pueden ser o no ser adictos. A algunos les gusta demasiado salir de fiesta, beber demasiado a menudo, abusar del alcohol y emborracharse con demasiada frecuencia, pero pueden reducirlo o suspenderlo, si deciden hacerlo. Según mi definición, no son adictos. Otros, cuyos patrones de consumo de alcohol pueden parecer muy similares, son en realidad muy diferentes. Estos individuos no tienen la capacidad del ego ni fuerza de voluntad para detener o controlar la bebida, incluso si lo desearan; ellos son verdaderamente adictos. Algunos llamados «alcohólicos funcionales» son adictos, otros no lo son. Esto no se puede decidir solamente con base en los patrones de consumo. No se puede juzgar un libro por su portada; es necesario conocer la historia que hay dentro. Lo mismo sucede con el diagnóstico de alcoholismo y otras adicciones: hay que conocer la historia de lo que está pasando adentro de averiguarlo.
Los «alcohólicos funcionales» no adictos probablemente tienen un camino más fácil que la mayoría de los demás para convertirse en alcohólicos «no funcionales» adictos. Si usted está jugando con fuego en el límite, todo el tiempo, es mucho más fácil quemarse y caer en el agujero negro. El término «alcohólico funcional» tiende a enfocarse lejos de lo que es central en la adicción, y a confundir a la gente para minimizar, negar, y racionalizar lo que es la adicción; el término conduce a más confusión, menos claridad, y sencillamente no es muy útil.
Los «bebedores compulsivos» también pueden ser o no ser adictos. Si son adictos, una vez que comienzan a beber no pueden detenerse. Algunos individuos solo disfrutan embriagarse periódicamente, pero podrían modificar su manera de beber, si lo desearan, pero no lo hacen. De hecho, los verdaderos alcohólicos siempre dicen que son capaces de controlar la bebida.
Toda esta cuestión del «alcohólico funcional» y el «bebedor compulsivo» ilustra lo central que es el componente psicológico para entender la adicción. Muy a menudo la gente quiere centrarse solamente en el comportamiento o la biología, y no quiere considerar a la psique en la ecuación. Sé de casos en que sacerdotes católicos y feligreses que se están recuperando de su alcoholismo, han sido capaces de recibir el vino eucarístico sin que les desencadene el Complejo Adicción-Sombra. No estoy recomendando que los individuos se pongan en riesgo al tratar de hacer esto, pero sin duda plantea la pregunta de lo que está sucediendo fenomenológicamente. ¿Por qué este vino en la comunión no activa la adicción al alcohol, cuando cualquier otro uso de alcohol lo hace? La respuesta, creo, está en la parte psicológica/espiritual de la ecuación. Tal vez el vino sagrado está siendo tomado y recibido de una manera completamente no adictiva, psicológicamente. Esto puede no ser tan extraño como parece. Los individuos con adicción a la comida me dicen que tienen muy clara la diferencia entre el momento en que están comiendo alimentos por razones normales, sanas, nutritivas, y cuando sale a comer su Complejo Adicción-Sombra. Cuando están comiendo alimentos por razones normales, no se activan los irresistibles deseos compulsivos/ansiosos que activan la adicción. Muy a menudo, comer adictivamente es desencadenado por emociones, no por la existencia de alimentos. Esto es claramente una distinción psicológica no dictada por la simple exposición biológica de la sustancia adictiva.
También he trabajado con alcohólicos en recuperación y con drogadictos que sufrían por problemas de dolor crónico y que han sido medicados legítimamente para regular el dolor. Esto es, por supuesto, un territorio peligroso para un individuo alcohólico o adicto a las drogas, y el medicamento para el dolor puede fácilmente desencadenar el Complejo Adicción-Sombra y descontrolar al sujeto. Lo que he observado y me ha sido informado varias veces es que si la persona sólo toma exactamente la cantidad de medicación y con la frecuencia prescrita por el médico, por razones médicas legítimas, no hay problema. Si, por el contrario, el individuo se da a sí mismo permiso para experimentar, o tomar más de la medicación para el dolor, o tomarla con más frecuencia de lo indicado, se le dispara el Complejo Adicción-Sombra, y se produce el descontrol. Una vez más, no estoy alentando a los alcohólicos o adictos a ponerse en peligro con medicación para el dolor. Obviamente, hay muchos individuos adictos que no pueden exponerse a medicamentos para el dolor sin que se desencadene una recaída, pero en los casos citados anteriormente, es claro que el factor psicológico es al menos tan importante como la exposición biológica y comportamental. La psique tiene un papel mucho más importante en la adicción de lo que la mayoría de la gente cree o entiende.
En la adicción, la conducta potencialmente adictiva ha pasado de influir y tentar seductoramente al ego y sus pensamientos, juicios, percepciones, sentimientos, decisiones y acciones (lo que es clasificado en el manual de diagnóstico DSM IV como abuso de alcohol o abuso de drogas), para hacerse cargo de toda la persona, física, mental, emocional y espiritualmente (lo que se clasifica en el manual de diagnóstico DSM IV como el alcoholismo o drogadicción), lo que sería una verdadera adicción psicológica, según mi criterio. Llega a ser más poderoso que la identificación alineada con el ego-persona original, y de hecho la reemplaza. Continuando con la conducta adictiva en el marco del Complejo Adicción-Sombra, es la prioridad número uno en la psique, más importante que los amigos, la familia, el matrimonio, la carrera, la salud y hasta la vida misma.
Marion Woodman, la muy conocida analista junguiana que ha escrito mucho sobre la adicción, especialmente en relación con los trastornos alimentarios en las mujeres, dice que «en el núcleo (el corazón) de cada adicción hay una energía que en última instancia, quiere la vida misma de la persona» (5). Su experiencia con la adicción la lleva a la conclusión de que la adicción quiere todo para sí, y que si eso significa que el individuo debe ser destruido en el proceso, es justo lo que sucede. Ella cree que una adicción realmente tiene un espíritu del mal, o dicho de otra manera, hay un espíritu maligno en cada adicción.
Describir este núcleo de la adicción como un asesino no es una exageración dramática para llamar su atención o una exageración alarmista; es la dura verdad y la realidad de la adicción. Los comentarios de Jung en su carta a Bill W. ciertamente apoyan esta idea, y lo hace la experiencia de millones de alcohólicos e individuos adictos, sus familias y amigos, y todos los terapeutas y consejeros de adicciones que se han combatido cuerpo a cuerpo con este monstruo imponente, psicológico y espiritual.
La Sombra arquetipal/Mal arquetípico -, componente final, fundamental, y necesario para crear el Complejo Adicción-Sombra, requiere más explicación y aclaración. El siguiente capítulo está completamente dedicado a tratar de comprender este misterioso concepto, difícil, borderline, de la Sombra Arquetípica/Mal arquetípico, como ingrediente esencial en la psicodinámica de la adicción.
Notas de pie de página
1. Daryl Sharp, Jung Lexicon: A Primer of Terms and Concepts (Toronto. Inner City Books, 1991), p. 123.
2. C. G. Jung, «The Shadow,» CW9ii, § 14.
3. Linda Schierse Leonard, Witness to the Fire: Creativity and the Veil of Addiction (Boston: Shambhala, 1989).
4. The World Book Encyclopedia, 1993 edition, Vol. 18, p. 898.
5. Marion Woodman, “Holding the Tension of the Opposites” (audiotape).
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