Los hilos perdidos

«LOS HILOS PERDIDOS»

Nancy Sarquis

Licenciada en Educación, tiene un Posgrado en Psicología y una experiencia docente de 25 años en la Universidad de Carabobo. Trabajó en el área de Educación Preescolar y Especial formando docentes para esas especialidades. Atiende consulta privada, es miembro de la Asociación Venezolana de Psicología Analítica (AVPA) y miembro individual de la IAAP. El presente trabajo fue presentado durante el IV Congreso de Psicología Junguiana, celebrado en Punta del Este, Uruguay del 2 al 7 de septiembre de 2006, y su autora autorizó su publicación. Su e-mail es: nubagua@cantv.net

“ Llegué a casa de una amiga artista y ella me dice: ‘tienes que ver lo que descubrí en mi casa`, me manda a pasar y entramos en una especie de túnel que conducía a una capilla, las imágenes que se veían tenían una gran fuerza, habían diferentes tipos de vírgenes , santos, lienzos que contaban historias, me detenía ante cada figura y sentía que me producía una emoción indescriptible, pensaba: ¡ que lástima que existan personas que no puedan ver el significado de estas imágenes y simplemente piensen que son de yeso!, me emociono mucho y me siento en un lugar muy sagrado que tiene un efecto numinoso en mí. 
Sigo a través del túnel, en un espacio más arriba de la casa y me encuentro con mis dos abuelas tejiendo y conversando entre ellas y pienso en sus vidas y culturas diferentes, se que están muertas pero las siento dentro de mí.”


Este sueño fue la inspiración de este trabajo, dejó en mí un efecto reconfortante, me hizo pensar en el enlace de las imágenes del inconsciente colectivo y personal y cómo se entretejen las diferentes creencias, culturas, razas y vivencias. El túnel como un lugar de conexión de las imágenes arquetipales con lo vivido en la infancia a través de las abuelas y de su legado, el tejido como imagen de hacer vida, del paso del tiempo, de las historias que se cuentan las mujeres.. Una amiga mía escribía con respecto al acto de hilar y tejer: “los hilos se enredan y se hacen distantes, la lengua se traba y las imágenes atormentan, por eso es necesario contar” Y en psicoterapia… echamos el cuento, contamos historias de amantes, de juegos de infancia, de luchas, de fracasos, y queremos hilar los recuerdos, y encontrar los hilos perdidos en el camino, los que desechamos y tiramos al olvido, los que no queremos ver, los que nos producen mucho temor, los que mueven emociones demasiado intensas…..

En la medida que entré en contacto con la psicoterapia, tanto a nivel personal como con los pacientes, fui descubriendo que la vida es un recorrido con múltiples posibilidades, tropiezos, encuentros y que la historia que se cuenta es muy parecida y tiene un denominador común: encontrar el sentido a la existencia. El camino de la vida es pues, un espacio en movimiento, un ir y venir en búsqueda de significado. Los indios Kogi decían: “Nos gusta caminar, vamos para arriba y para abajo, de un lado al otro lado y así vamos tejiendo, caminamos como si estuviéramos tejiendo en un telar. Tejer es pensar”. Es como una coreografía donde se danza entre el mundo consciente e inconsciente brindando un espacio para la creación de nuevas posibilidades.

En el tejido hay varias imágenes que podemos relacionar con el proceso psicoterapéutico: En un principio cuando el paciente llega a consulta, hay algo que esta perturbando el ritmo de su vida: un conflicto, la pérdida de valores sostenidos hasta el momento, cambios en su entorno que implican procesos de adaptación… etc. Hay un descontento psíquico que le causa angustia y sufrimiento. El paciente está desorientado, enredado, reconoce sus limitaciones para solventar la situación y pide ayuda. El terapeuta recibe entonces una madeja enredada que tiene que ver con el contenido que trae el paciente

En mi experiencia como analista, me he dado cuenta que la psicoterapia tiene como objetivo ayudar a descubrir las múltiples tramas de una gran red multireferencial y multidimensional para dar significado al sufrimiento y encontrar caminos de realización. El sufrimiento proviene de la dificultad para soltar amarres, pero el soltar no depende de la voluntad sino de la capacidad de elaborar y trabajar con el sufrimiento. En el transcurso del proceso, después de mucho ir y venir, de rumiar la frustración, al fin existe un hilo conector que nos hace comprender el sentido, el para qué y se descubren nuevos hilos de diversos colores que nos conectan con otras realidades y que nos permiten establecer nuevas interconexiones que no necesariamente son felices.

Tejer implica un hacer y deshacer, combinar hilos bajo ciertos patrones, combinar colores y técnicas, en el tejido hay hilos y hay nudos que se interconectan unos con otros. Igual que el tejido, el proceso de psicoterapia implica un hacer y deshacer, volver sobre lo mismo en patrones circulares, relacionarse con otro que supuestamente tiene un “saber” para luego descubrir agradecidos que el saber estaba dentro de uno mismo y que lo que se necesitaba era un compañero de camino. A través de la psicoterapia aprendemos a descubrir el propio tejido y las tramas que lo sustentan. Muchas veces hemos trabajado con un punto que no es el apropiado, con nudos difíciles de desenredar, quizás hemos copiado los puntos a otros, o hemos pedido madejas prestadas, tal vez hemos cedido nuestros hilos a tal punto que nos cuesta reconocernos y hemos construido historias que no nos pertenecen; todos estos aspectos llevan un tiempo de elaboración para poder separar lo que es nuestro y lo que es de otro y descubrir la verdadera sustancia.

LOS PRIMEROS HILOS

LA PRIMERA TRAMA

“Yo no sabía que la casa de la infancia
me hiriera después
y que sus gasas, sus cortinajes, sus ropajes
se apegaran acumulados
a mi piel interior.
Yo no sabía que debía rasgar esas vestiduras
y dejar hilachas
pedazos
entre el vivir.
Yo no sabía
que había que hacer, y deshacer,
como un tejido
fiel
a una primera y única trama

Hanny Ossot (2004)

Hemos escuchado muchas veces que lo primero es lo primero… Y ¿Qué es lo primero?… ¿La primera llamada?… ¿El primer encuentro..?..¿La primera queja? ¿El primer recuerdo? …¿El primer sueño? Creo que todas estas situaciones forman los primeros hilos, los que nos darán la pauta para empezar a desenredar la madeja que implica el trabajo terapéutico.

La primera llamada nos da una imagen incipiente del nudo central del caso, en algunas oportunidades es la madre quien pide la ayuda para su hijo. Recuerdo una ocasión en que la madre llamó solicitando una cita para su hija y su verbatum fue: “quiero que usted me ayude para que ella piense como yo y se parezca a mí” esto ya nos habla de un complejo materno activado en ambos sentidos (madre-hija).

En otras oportunidades, he oído un discurso completamente tenso, donde la máscara es lo que se presenta como defensa y la proyección hacia los demás es lo primero que aflora, nos hace pensar en muchos hilos escondidos y en una trama de apariencia impoluta que implica el trabajo con lo sombrío. También he sentido la depresión y la impotencia a través del hilo telefónico, y a esto se suma nuestra propia psique con sus lagunas y potencialidades y las emociones que se mueven cuando otro nos siente como dueños de un “saber”, como la persona que les va a prodigar solución a sus problemas, entonces el tejido se enreda…

La punta del hilo está en el primer encuentro, este nos permitirá hacernos una idea de lo que será el proceso terapéutico, así mismo el primer sueño nos da las pistas para darnos cuenta de los nudos centrales llamados complejos.


MIS HILOS, TUS HILOS, NUESTROS HILOS…

Viene a mi mente la imagen de un juego que realizaba cuando era pequeña, parecía una especie de tejido de pabilo que se construía a partir de lo que un niño le brindaba al otro niño y se iban elaborando figuras y estas a su vez proponían otras, de la misma manera, considero la relación que se construye entre el analista y su paciente. Concibo la transferencia como un encuentro humano donde el amor es lo fundamental y ambos tanto terapeuta como paciente salen transformados.

Jung (1972) decía:

“Cuando dos cuerpos químicos se combinan, ambos quedan modificados. Lo mismo acontece en la transferencia”.

Así, el arquetipo de la alteridad se hace presente en un “nosotros”: terapeuta y paciente se comprometen a desarrollar un proceso terapéutico donde las historias contadas emergen, tanto del inconsciente personal como del colectivo, y conjuntamente inician una trama de un tejido que irá tomando forma de acuerdo a las interconexiones que se vayan descubriendo en el camino, esto sucede en un lugar sagrado (temenos terapéutico) donde se le da permiso a la divinidad para entrar y ser sentida, donde se puede expresar lo inexpresable y encontrar la aceptación y el amor incondicional y donde hay posibilidad para una intimidad que permita la indagación de los hilos invisibles.

Así cuando el paciente viene a consulta a pedir ayuda el analista sabe que la psicoterapia depende de ambos y se comprometen tanto el ego del paciente como el del analista, pero también existen dos inconscientes y el analista debe tener en cuenta que es necesario establecer una relación tanto con el ego como con el inconsciente del paciente pero también con su propio inconsciente, para de esta manera mantener contacto con su propia alma y saber lo que está sucediendo dentro de sí.

Por su parte Mario Jacoby (1959) hace un análisis del analista como curador herido, cada analista en sí mismo quiere brindar ayuda pero su trabajo no es curar sino ayudar a transformar la actitud del paciente para que tenga una relación adecuada con su inconsciente, él dice “las flechas de Apolo pueden curar, pero también herir”, es por eso necesario que el analista agarre su propio hilo y esté pendiente de no enredarse con los hilos de su paciente, a través de las proyecciones.

A MADEJA ENREDADA. REDES, NUDOS Y COMPLEJOS

Antes de aprender a hilar y tejer el hombre primitivo retorcía las fibras vegetales para convertirlas en cuerdas y cordeles, el nudo fue una consecuencia inevitable de tal situación; una cuerda era inútil mientras no se formara un lazo, algo con que unirla o entrelazarla a otra cuerda, el nudo entonces, fue un logro universal que tuvo múltiples usos: para sostener, construir, atrapar y amarrar.

De la misma manera arquetipos y complejos están entrelazados y forman parte de una red: nuestro devenir esta influenciado por las experiencias vividas, por los mensajes recibidos, por una realidad contextual, pero también por un núcleo arquetipal que ha sido el legado de la humanidad a través de los tiempos. Cuando se consteliza un complejo o un arquetipo, no sólo sirve para explicar un pasado, un por qué sino que es un proceso que involucra en sí mismo una función teleológica, un para qué, de esta manera, estamos hablando no sólo de ayer, ni de hoy, sino de un mañana; con una fuerza potencial de realización que apunta a lo que los junguianos llamamos proceso de individuación; es necesario entrelazar realidades para darle un sentido a lo que acontece. Jung señalaba que los complejos son los puntos nodales de la vida psíquica y que emergen de la demanda del medio para que el individuo se adapte y de la dificultad que tiene este individuo para enfrentar el reto.

Existen complejos que mueven otro tipo de emociones que nos hacen sentir más vivos y en vez de ansiedad, rabia, desesperación, se mueven la alegría, el entusiasmo, la creatividad, el coraje para emprender la acción, Citando a Varena Kast:

“Hay complejos que inhiben y complejos que estimulan. Esto es una realidad. La otra realidad es que en cada complejo, aunque parezca ser un complejo inhibitorio el factor inhibitorio es al mismo tiempo el factor estimulante y si nosotros aceptamos esto, es un incentivo para el desarrollo”


LOS HILOS INVISIBLES…. LOS QUE ENCONTRAMOS EN EL CAMINO

Hay situaciones en la vida que no son predecibles, muchas veces un evento inesperado ocasiona una pérdida de piso, creíamos tener planificado el rumbo y se pierden los hilos, luego aparecen otros completamente desconocidos de diferente textura y color, a los cuales no estábamos acostumbrados y se convierten en intrusos extraños que molestan y nos invaden, en ocasiones queremos reconstruir un pasado que se perdió pero que nos brinda seguridad y esto nos impide ver que tenemos múltiples hilos de colores que se nos están ofreciendo para realizar puntos diferentes en un tejido que nos llevará a encontrarnos con diferentes tramas. Hay una frase de Jung que siempre me ha impresionado y es que “cuando una situación interna no se hace consciente, ocurre afuera, como destino”.

Pareciera que no es posible vivir una vida sin escapar de acontecimientos perturbadores, hay hilos invisibles que de repente se hacen molestosos, como las telas de araña que a veces nos cuesta quitárnoslas de encima. Goethe decía que la felicidad era una bella flor pero que se marchitaba pronto, quizás eso también sea cierto en la vida, quizás los períodos que nos parecen bien armonizados y envidiables, tengan que ser pagados con sufrimiento y lágrimas.

Hermann Hesse se plantea preguntas que sería interesante considerarlas:

-¿Podríamos decir que nuestra vida es más feliz mientras menos cosas ocurren, que el mundo es mejor cuando no tiene historia, sino únicamente existe?

-¿Que es pues, por tanto lo que debemos desear si la única alternativa está en el infierno de una vida heroica o la trivialidad de una existencia sin historia?

Los hilos invisibles y los que se nos aparecen en el camino, los comparo con el concepto de sincronicidad, muchas veces, los terapeutas no sabemos que hacer con este tipo de situaciones, escapa de nuestro entendimiento y quizás pudiésemos leer mensajes del Self para compensar una psique muy polarizada, otras veces se refieren a aspectos premonitorios que de alguna u otra manera han encontrado cuerpo en la psique de algún paciente en específico. Recuerdo un paciente que una vez me llevó un sueño donde me describía la tragedia de Vargas dos meses antes de que sucediera, cuando yo trataba de llevarlo a lo personal, me contestaba,“esto no tiene nada que ver conmigo, algo de gran magnitud va a suceder en Venezuela”.

Voy a recurrir a una de mis pacientes con un fuerte complejo paterno y con gran dificultad para integrar lo femenino. Después de algunos años de trabajar con lo femenino herido aparece un sueño muy significativo:

“Entro en una Iglesia cuyo altar estaba lleno de velas blancas, me acompaña un tío mío, alguien dice: `Esta es la iglesia de la Virgen María’, cuando vamos entrando, él me comenta que tenemos que comprarle unas flores a mi mamá, aparece una señora que me regala 3 rosas: una blanca, una roja y una amarillo ocre. Luego aparezco en una casa hablando con una mujer, enseguida me conduce por toda la casa que es una especie de laberinto, existían otras casas dentro de la casa, llego a la parte de atrás donde encuentro a otra mujer que hace flores artificiales variadas y yo converso con ella para pedirle que me haga un ramo de flores”.

Cuando le pido asociaciones de este sueño, ella verbaliza que tiene que ver de nuevo con lo femenino, sin embargo, la siento haciendo este análisis desde el logos y me pregunto si ella en realidad ha interiorizado lo que ha significado su femenino herido y como ella se sigue manejando con su defensa, desde lo masculino, le pregunto entonces, si ella sabe quién es laRosa Mística, ella dice que ha oído hablar que es una Virgen, le hago referencia a que las tres rosas corresponden a los colores de esa Virgen, se ríe y no entiende mucho que está pasando con este sueño, el ego del sueño escoge el ramo de flores artificiales, aspecto significativo porque pareciera cambiar unas flores naturales entregadas en un recinto sagrado, por otras artificiales

En la sesión siguiente llega algo conmocionada por las cosas que le han correspondido vivir en esa semana, cuenta que al llegar a su casa encuentra por debajo de la puerta dos oraciones de la Rosa Mística e igualmente ese domingo cuando fue a visitar la tumba de la madre se encuentra con unos volantes que se referían a la misma Virgen. Comenta que luego se sintió interesada en averiguar la historia y no consiguió nada relevante, sin embargo, compra una imagen para colocarla en su casa a ver como se podía conectar con ella, días después encendió una vela porque tenía que solucionar el problema y cuando llegó al sitio, su sorpresa fue grande, pues al entrar a la oficina donde tenía que gestionar los papeles, había una imagen de la Rosa Mística iluminada con una vela, ella rompe a llorar y no sabe que está pasando con ella.

Me pregunté como psicoterapeuta que me estaba queriendo decir su psiquis en este caso, lo femenino aflora desde un ángulo virginal sagrado, conectando en ella la emoción y la intelectualización es dejada de lado. No se trata de dar una explicación racional al hecho, se trata de una vivencia desde lo materno. Desde lo sagrado, en este caso, representado por las rosas amarilla, roja, y blanca unas flores naturales entregadas en un recinto sagrado, flores alquímicas que hablan de transformación pero que sin embargo, son cambiadas por las flores artificiales que le dan mayor seguridad, el Self le muestra la “sustancia”, sin embargo, el ego del sueño escoge, desde la “persona” el ramo de flores artificiales.

Por otra parte, su cuerpo también le está hablando de conexión, aproximadamente por esos meses le es diagnosticado un fibroma en la matriz y tiene que enfrentarse a una histerectomía. No ha sido fácil lidiar con el complejo, el hecho sincronístico la está invitando a compensar una psique muy polarizada, son los hilos invisibles que nos manda el Self para hacernos tomar conciencia de algunas situaciones.


EL HILO QUE CONECTA. EL PROCESO DEL TEJIDO…

“Cuando en situaciones impenetrables y peligrosas buscamos un hilo de Ariadna que nos saque del laberinto, volvemos la mirada hacia los orígenes. Podemos abandonar el origen en un doble sentido. O nos zafamos de él, o simplemente procedemos de él. No podemos desligarnos del origen y nos dirigimos a él para averiguar qué pasa con nosotros mismos. Así, el origen es o un comienzo, que hemos dejado detrás de nosotros, o bien un principio que no cesa de comenzar” Safranski (2000)


Cuando tomo la imagen del hilo de Ariadna para explicar el proceso, me refiero a la necesidad de sumergirse en la cueva, en este caso el inconsciente, para enfrentarse con contenidos sombríos y salir de este viaje. Mucho se ha hablado sobre este mito, Córtazar, en su libro “Los Reyes” ejemplifica al Minotauro como al hombre libre censurado por la sociedad, mientras que Teseo representa el orden establecido, otros hablan del Minotauro como lo salvaje y necesario en el ser humano que necesita ser integrado, igualmente a Ariadna se la visualiza como símbolo de ayuda, pero también como símbolo de poder. Pero como los símbolos y los mitos pueden ser interpretados de variadas maneras prefiero acercarme Ariadna, con la imagen del hilo, tratando de hacer un trabajo de conexión con su masculino mediador, quien la lleva a las profundidades del inconsciente, para integrar aspectos sombríos en ella. Al llegar a Naxos, se queda dormida y es abandonada por Teseo donde conecta una profunda tristeza y soledad. Esto es necesario para poder digerir lo que está sucediendo en su interior, la aparición de Afrodita quien escucha su desconsuelo y se conmueve de ella, le promete a Dionisio quien en sí mismo ha experimentado el desmembramiento, la muerte y el renacimiento, cuando Dionisio aparece se conecta la emoción y hay un proceso de transformación. El, en sí mismo, conecta lo femenino con lo masculino.

En todo proceso terapéutico, hay miedo a lo desconocido, cuando se culmina una etapa en la vida, hay elementos que son abandonados, muchas veces se pasa a través del laberinto y sin embargo, no hay proceso, es necesario un decantar y elaborar, este proceso sólo se lleva en soledad para estar preparados a darle la bienvenida a Dionisio que como una imagen de Self dice: “Sé tu mismo”

TEJER CON LO QUE SE TIENE Y CON LO QUE SE PUEDE.

¿Que les pasa a quienes no conocen realmente la realidad? Es que está tan despeinada que no hay peine que pueda alisarla? Los poetas la atraviesan y tratan desesperadamente de hacer un peinado con sus cabellos que pronto viene a espantarlos por las noches. Hay algo malo con la apariencia. Su cabellera, ahora bien peinada, aun puede ser arrojada de su casa de sueños pero ya no se deja domar. O se desparrama nuevamente y ahora cuelga como un velo frente al rostro. Apenas puede ser dominada. O se eriza sobre la cabeza, aterrada ante todo lo que ocurre incesantemente. Simplemente no se deja peinar.

Elfriede Jelinek (2004)

Este fragmento, escrito por la premio novel de literatura 2004, nos lleva a reflexionar sobre lo que pudiera llamarse realidad y como se acercaría el psicoterapeuta a la misma, en nuestro caso hablaríamos de realidad psíquica, ella está allí apareciendo en múltiples formas: ”los cabellos se enredan, se enmarañan, se alisan” y pienso que nos conecta con un profundo sentimiento de humildad ante lo que no se deja domar, queda entonces al margen el posible complejo de poder del terapeuta, quien pudiera atreverse a pensar que todo caso que llega a su consulta es posible resolverlo o sanarlo.

Recuerdo a Guggenbhül (1992) cuando hace una reflexión del arquetipo del curador. Nuestro anhelo es que el paciente desarrolle todas sus potencialidades y a veces nos damos cuenta que a pesar de nuestros esfuerzos, no lo logramos, hay un daimon invisible, un poder, una fuerza que se refiere a la invalidez. Salud y enfermedad están en el mismo eje y podemos enfrentar la vida de una u otra manera La invalidez siempre nos ha acompañado y se define como la carencia de algo, vivir con eso y como reaccionamos es una situación humana, por tanto es arquetípica y nos afecta en todo, nos confronta con lo que nos corresponde vivir. Podemos pasar el peine muchas veces, podemos tratar de dar consejos y orientaciones que pueden o no surtir efecto, realizar agudas interpretaciones, para darnos cuenta al final, que solo somos simples acompañantes en el tejido de la vida, que muchas veces hay que estar en una perenne escucha hacia lo que la vida nos quiere decir, tomar distancia esperando que lo que tenga que aparecer haga su epifanía y como nuestras abuelas cuando tejían, llenarnos de una profunda paciencia esperando que el tiempo del otro, llámese paciente, reciba la bendición de los dioses y descubra el verdadero sentido de su vida , agarrando el hilo que le es propio.

Hacer psicoterapia, es identificarnos con Penélope, para ser perseverantes, tener la intuición necesaria y estar dispuestos a la espera. Quisiera tomar un párrafo que a mi manera de ver, describe la labor del terapeuta. Dice así:

”Penélope simboliza en el tejido, virtudes como la perseverancia, la devoción, la paciencia y la fidelidad necesarias para alcanzar el equilibrio. En ella se encarna la dualidad, en ese símbolo recurrente donde tiempo y destino, donde paz y tolerancia están enriquecidas por la metáfora transcurrida entre el hacer y el deshacer, en el día y la noche, en la vigilia y el sueño, en aspirar y expirar. El tiempo profano de la espera, refuerza los sentimientos, su destino del tejer y destejer guarda las ilusiones”. María Teresa Guerrero (2005)

Y con esta conciencia de humildad, me inclino ante lo divino, pidiendo que desde el eros pueda recibir a mi paciente y empezar a desatar los nudos que le impiden vivir a plenitud.

Y me siento a contemplar a mis abuelas, cuyo don de la paciencia me muestran en el sueño.
Llevo un traje
una conquista hecha de abuelas fuertes.
Llevo un vestido hecho a mano
tejido hilo a hilo
Llevo una memoria que enlaza
un círculo que da coherencia
que anuda al dios y lo cuida de lo libre
Llevo en mi bordados de iniquidad
magnificencias
arrastro mi cola.
Quiero bordar, quiero la aguja, mi ansia es un telar,
la rueca
quiero, sabes, una murmuración
el murmullo de un río y el choque de sus piedras
golpeando rechazando
mientras corro, ando, cuento hilos y ato cuerdas.

HANNY OSSOT (2004).

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