Marie-Louise von Franz
M-L von Franz nació en Zurich en 1915, fue alumna y discípula de Jung, se especializó en el estudio del simbolismo, la interpretación de sueños, mitos y leyendas. Fue presidenta honoraria del Instituto Jung de Zurich. Dotada de una especial habilidad para traducir los materiales junguianos simbólicos a la realidad psicológica cotidiana, murió en 1998. Este documento corresponde a la Segunda Conferencia del libro Símbolos de Redención en los cuentos de hadas, 1990, Barcelona: Ediciones Luciérnaga S.A. Fue tomado del Blog Psicología Analítica, Colectivo e Individuación del Psicólogo uruguayo Pablo Javier Borges.
Segunda Conferencia
Anteriormente tratamos de determinar cuál es el personaje a quien le corresponde el papel de héroe en un cuento de hadas y llegamos a la conclusión de que es imposible comparar al héroe con el yo de un ser humano. El héroe, en un cuento de hadas, más bien corresponde a ese aspecto del sí mismo que se ocupa o dedica a la construcción del yo, su funcionamiento y su desarrollo; también es un arquetipo y un patrón en cuanto a la forma de un comportamiento correcto.
Sin embargo, nos encontramos con una gran variedad cuando comparamos un cuento con otro. Algunos héroes sólo tienen que sentarse cerca de la estufa y bostezar, sin aparentemente lograr nada, pero al final terminan casándose con las princesas, mientras que otros tienen que resultar vencedores en la lucha con malhechores y brujas, etcétera. No obstante, cuando leemos un cuento de hadas tenemos la sensación de que ésta es la manera correcta, de que únicamente a través de este tipo particular de comportamiento puede el héroe alcanzar su meta mientras que todos los demás fracasaron. Por eso en algunos casos no importa que el héroe sea tonto y torpe mientras que en otros tiene que ser muy listo y hasta heroico. En algunas ocasiones se requiere la magia o el animal útil, mientras que otras veces el héroe es el único protagonista, cumpliendo su acción. Siempre parece existir un comportamiento correcto típico. Si participamos emocionalmente nos da la impresión de que ésa es la forma correcta de llevarlo a cabo y, a través de esta identificación, sentimos que éste es el camino secreto de encontrarnos con la vida.
Por lo tanto podemos decir que el comportamiento del héroe sólo puede ser entendido dentro del escenario de la historia y que representa a la persona cuya acción instintiva es la correcta en esta situación específica. Pero ¿cuál es el tipo de comportamiento «correcto»? Ésta es una de las dificultades en los cuentos de hadas, ya que son tan ingenuamente convincentes que uno no los cuestiona. Es obvio que el comportamiento del héroe no está de acuerdo con las normas del ciudadano ordinario; puede ser estúpido, ingenuo o cruel y usar toda clase de trucos que nosotros condenaríamos y, sin embargo, de cualquier forma que se comporte, tenemos la impresión de que está haciendo lo correcto.
Por lo tanto esta «rectitud» puede quizá definirse mejor como guardando una completa concordancia con la totalidad de la situación. Nunca podemos decir: «Muy bien, los malhechores tienen que morir y las brujas siempre son las que tienen más artimañas», porque siempre encontraremos otras historias donde no suceda así. Por consiguiente no existen recetas. Sólo podemos decir que en esta historia es obvio, por los resultados, que el héroe hizo lo correcto a pesar de que nadie podría adivinar de antemano cuál sería su siguiente paso, porque lo que hace el héroe, siempre es una sorpresa. Por lo tanto esta manera de llegar a la posibilidad correcta es algo mucho más primitivo que una actitud intelectual correcta; proviene de las profundidades de la personalidad y está de acuerdo con el sí mismo. En este sentido nos aclara el hecho que también observamos en situaciones individuales psicológicamente difíciles, es decir, que no existe una respuesta convencional a un complejo o problema individual.
Generalmente, cuando alguien decide comenzar un análisis, ya ha tratado lo que puede hacerse en la situación consciente y por lo tanto nos encontramos enfrentados a la delicada pregunta que la sociedad nos impone, como es la de determinar qué es lo que la persona, en sus condiciones particulares, debería hacer. Aquí podemos decir que el comportamiento «correcto» puede describirse como aquel que esté de acuerdo con la totalidad de la personalidad. La situación en los cuentos de hadas es similar porque el héroe y la heroína pueden representar modelos de funcionamiento del yo que se encuentran en armonía con la totalidad de la psique. Son modelos para un yo saludable y sano, un complejo del yo que no perturbe la composición total de la personalidad, sino que al contrario funcione normalmente como su órgano de expresión.
Comparado con otros animales de sangre caliente, el ser humano es único en el sentido de que ha desarrollado una forma de conciencia específicamente enfocada que no encontramos en otros seres, por lo menos no en este planeta. Los animales parecen encontrarse ceñidos, en un grado mucho más elevado a sus patrones de comportamiento, con frecuencia hasta el punto de la destrucción. Por ejemplo, los lemmings (pequeños roedores del ártico, parecidos a los ratones del campo y a las ardillas), como muchos otros animales, de tiempo en tiempo, tienen la tendencia a reunirse en grupos y emigrar.
Obviamente la naturaleza dotó a esos animales con esta urgencia instintiva para forzarlos a cambiar sus sitios de alimentación y no acabar con todo en un solo lugar. El instinto de migración es tan fuerte que se mueven en línea recta de tal modo que incluso llegan a meterse en una corriente de agua en donde pueden perecer. Son incapaces de detenerse y tomar otro camino. Por lo tanto, los animales no pueden desprenderse de sus patrones de comportamiento, aun cuando éstos puedan ser destructivos para ellos.
El ser humano, sin embargo, posee una capacidad mucho mayor para adaptarse y vivir en todo tipo de climas, a lo largo y a lo ancho del mundo, en condiciones que no tienen por qué ser semejantes a aquellas en las que nació. Pero para esto tiene que pagar un precio muy alto porque a través de esta adaptabilidad mucho mayor, y por su capacidad de contrariar sus propios instintos animales, es capaz de reprimirlos en tal grado que puede convertirse en un neurótico, y la totalidad de la personalidad dejar de funcionar. Éste es el pesado precio que paga el hombre por su mayor libertad. Por esta razón el yo humano también se ve confrontado con la tentación de desviarse de sus instintos a tal grado que surgen esas dificultades. Por lo tanto es tremendamente importante para la conciencia humana el tener un modelo en la mente, un patrón de cómo el yo puede funcionar de acuerdo con el resto de las condiciones instintivas. El héroe en los mitos y cuentos de hadas tiene esta función redentora de la correcta dirección del comportamiento en concordancia con la totalidad del ser humano. El hecho de que existan muchas posibilidades, únicamente nos muestra la dificultad de la tarea.
El primer motivo de redención que quisiera comentar es el del baño. Se trata de una técnica de redención muy difundida. En muchos cuentos de hadas éste es el motivo de la persona maldecida o embrujada, ya sea hombre o mujer, que, condenada a hacer el mal, puede redimirse tomando alguna especie de baño. Puede tratarse ni más ni menos sólo de un recipiente de agua dentro del cual el héroe tiene que sumergir a su compañero tres veces, logrando así como respuesta, la redención, o puede ser también leche de vaca u orina de caballo. La temperatura del baño puede no mencionarse o puede tratarse de un baño de vapor de muy alta temperatura o quizá la persona que se encuentra bajo maldición tiene que ser cocida en el agua. En ocasiones aparece el motivo de la estufa en lugar del tema del baño, pero eso lo veremos por separado
Un ejemplo del procedimiento del baño nos lo da un cuento de hadas noruego llamado El camarada, en el cual la princesa se encuentra en las garras de un demonio de montaña, un hombre muy viejo con una barba blanca. Es el amante secreto de la princesa y juntos traman la manera en que la princesa atraiga a los hombres capturándolos en su red y sometiéndolos a pruebas de acertijos. Si ignoran la respuesta son decapitados; el resultado es que la princesa mata a todos sus pretendientes independientemente del hecho de que disfrute haciéndolo o no. En otra variante, la princesa lleva puesta una piel de duende (de acuerdo con el diccionario de Oxford un duende es un «ser sobrenatural, un gigante, o [más tarde] un enano amistoso pero malévolo de la mitología escandinava»). En ambos casos nos encontramos con un héroe a quien ayuda un colaborador fantasma, que le va diciendo cómo comportarse. Este ser sobrenatural tiene alas y puede volar al sitio donde se maquinan las conspiraciones, de esta forma escucha mientras que el viejo demonio y la princesa deciden acerca de los acertijos y por lo tanto el héroe será capaz de contestar las preguntas que le hagan, y de esta manera despotencializa el mal en la princesa y ella accede a dormir con él y lo acepta como esposo, pero entonces el ser sobrenatural le dice que la batalla aún no se ha ganado y que la princesa tiene la intención de destruirlo en la noche de bodas; sin embargo, todavía puede salvarse si prepara un recipiente de agua y la sumerge en él tres veces.
En la versión alemana la inmersión se lleva a cabo colocando un recipiente con agua cerca de la cama de modo que, cuando la princesa salte en la noche con la intención de huir, caiga en el agua. En ese momento tiene que atrapar a la princesa, entonces verá que de ella sale un cuervo y tratará de escapar, luego una paloma a quien también tiene que sumergir en el agua; después de esto la princesa aparecerá en su verdadera forma y podrá casarse con el príncipe sin ningún riesgo. En la versión nórdica el peligro es terrible. El héroe se va a la cama y pretende dormir. La princesa trata de averiguar si efectivamente está dormido, toma un cuchillo para matarlo pero en ese momento él la atrapa y la golpea con unas varas de avellano hasta que éstas se rompen. Después de lo cual, primero la baña en leche agria y en seguida en leche dulce, a consecuencia de esto su piel de duende cae por tierra junto con sus intenciones de hacer el mal. En esta variante no sólo habría huido sino que también habría matado al héroe en su noche de bodas.
Este mismo motivo lo encontramos en el apócrifo Libro de Tobías. Otra variación de la misma historia dice que la princesa tiene cuchillos en todo su cuerpo y que al dormir con ella, el esposo muere. El motivo de las armas secretas en el cuerpo de la novia también lo encontramos en textos de alquimia en donde también es necesario el exorcismo a través del baño. Al considerar el simbolismo del baño también podemos compararlo con todos los diferentes ritos bautismales de nuestra propia religión y con los rituales precristianos. Por ejemplo, en los misterios eleusinos o los más comúnmente conocidos como los misterios de Ceres, los participantes, primeramente, tomaban un baño ritual en el mar. Estos baños purificadores tomados antes de iniciarse en los misterios profundas, son símbolos difundidos en todo el mundo. Los indios norteamericanos generalmente acuden a una pequeña casa de baños de vapor donde se sientan en un cuarto bajo tierra; se arroja agua sobre las piedras calientes y mientras el hombre recibe el vapor, se frota con salvia para limpiarse a sí mismo de los pecados que ha cometido y eliminar a la vez los espíritus malignos.
En antiguas interpretaciones el bautismo cristiano también se entendía como una purificación y separación del pecado y una manera de arrojar a los espíritus malignos. Aquí existe una conexión con la idea de renovación porque la persona bautizada ha sido renovada en Cristo y se ha despojado de antiguos pecados paganos. Como prueba de esto usaban un vestido blanco, símbolo de purificación y de la nueva personalidad. Lo mismo encontramos en la mayoría de los diferentes baños rituales junto con la idea de renovación por el agua.
En general, el agua simboliza al inconsciente, y sumergirse en el agua y salir de nuevo parece tener una cierta analogía con penetrar en el inconsciente. La pila bautismal que se usa en el cristianismo se compara, frecuentemente, con el útero de la madre Iglesia y tiene por consiguiente un aspecto maternal, el renacer en el eterno vientre que es el agua. Es la matriz de donde se sale y a la que se retorna en forma renovada. En tiempos antiguos únicamente las personas adultas se bautizaban y se sumergían completamente. Al bautismo infantil se llegó a través de la creencia de que únicamente el bautizado podía ir al cielo y ver a Dios, y naturalmente los padres cristianos no querían que sus hijos murieran como ateos. En los pergaminos del Mar Muerto también se menciona la renovación a través del bautismo.
En muchos sueños, el proceso analítico se asemeja a un baño y con frecuencia el análisis se compara con el acto de lavarse o bañarse. En alemán usamos una expresión que alude al «lavado de cabeza de alguien» que significa regañarlos, o hacerles ver los aspectos incorrectos o errados de sus ideas. La mayoría de la gente cuando empieza el análisis tiene la incómoda sensación de que algo por el estilo es necesario y de que sus culpas pueden quedar al descubierto. Por lo tanto, la idea del baño es un ejemplo muy obvio. La suciedad que cubre el cuerpo puede significar influencias psicológicas del entorno que han contaminado la personalidad original.
Es mucho más fácil y natural ser uno mismo si uno vive solo. Los introvertidos son muy sensibles y con frecuencia dicen que están bien mientras se encuentran solos porque cuando están con otras personas «recogen» toda clase de influencias perturbadoras y pierden su serenidad íntima. No todos los pacientes son ambiciosos pero si alguien hace un movimiento indicando un deseo vehemente de lograr algo, todos los demás aspiran a lograr lo mismo. Ése es el fenómeno de la psicología de masas en donde prevalecen las emociones primitivas. El contagio aniquila la razón y la gente menos educada contamina a los otros y todos son arrastrados hacia abajo. Si alguien tiene la misma potencialidad es excitado al instante. En el momento empezamos a formar parte del rebaño humano, nos deterioramos y nuestra sombra comienza a formarse. Podemos decir que nuestra propia oscuridad es activada desde fuera pero también podemos realmente «recoger» oscuridad que no es nuestra. La gente se puede dejar seducir por actitudes que no son suyas y cuando se dan tiempo para pensar se preguntan qué les sucedió. Eso es algo que debemos limpiar una y otra vez y por lo tanto generalmente interpretamos el baño como la necesidad de combatir los problemas de la sombra.
Existe la gran tentación de aplicar este significado a los cuentos de hadas y decir que la figura del ánima tiene que entrar en el proceso de renovación, pero si hacemos esto estamos olvidando nuestras propias hipótesis, a saber, que los personajes son arquetípicos y no humanos. Por lo que podemos señalar que el baño, el agua, es un regreso al inconsciente a efectos de purificar ciertos aspectos de la sombra que en realidad no pertenecen al sujeto. Si el ánima tiene que entrar en el proceso, no es lo mismo que si el ser humano es quien tiene que hacerlo. Es el complejo neurótico el que se enfrenta, no el ser humano; se le hace regresar al agua, esto es, sumergirse en el inconsciente donde los impulsos neuróticos destructivos son tratados a través del método de la amplificación. Uno tiene que observar los sueños para saber qué es lo que existe detrás. Cuando un sueño se amplifica se le coloca nuevamente en su contexto original. El fragmento del sueño se sumerge en el flujo amniótico para enriquecerlo y para que a través de este proceso de amplificación aparezca de nuevo bajo una forma diferente.
El baño tiene que ver también con esa ampliación; es decir, con la actitud psicológica que se ocupa de devolver al complejo aparecido recientemente su dimensión original, así como de buscar y analizar qué especie de fuerzas están actuando en dicho complejo. Con frecuencia, los síntomas neuróticos son el resultado de algo que se atasca entre lo inconsciente y lo consciente. Les daré un ejemplo; una joven tenía un complejo que la mantenía aprisionada en su apartamento. Tenía miedo a la infección. En cuanto se encontraba en la calle o en el tranvía su complejo le hacía pensar que cualquier obrero que encontrara a su paso le transmitiría la sífilis; a pesar de que sabía muy bien que esto era imposible, no podía actuar razonablemente, ni tampoco lograba deshacerse de esa idea.
Obviamente la joven esquivaba el trabajo puesto que el obrero representa la energía de trabajo. Al faltar al trabajo, su energía de trabajo se volvió negativa y perturbó sus funciones eróticas. La enfermedad apareció causada por su complejo de padre. Una y otra vez empezaba con diferentes trabajos, pero después de un tiempo los abandonaba y su padre, un hombre rico, siempre se doblegaba ante sus decisiones. El obrero en ropa de trabajo podía contaminarla: la energía no utilizada infectaba su personalidad de manera destructiva atacando especialmente a la mujer, donde ella era más vulnerable, eso es: en su feminidad. La energía de la libido no utilizada contaminó y destruyó el deseo y el amor. El inconsciente le transmitió, claramente, un mensaje pero no había llegado a entenderlo. El doctor Jung tardó sólo media hora en diagnosticar y la paciente se curó en esa media hora. La joven poseía una fuerte integridad ética, comprendió el diagnóstico y comenzó a trabajar. Jung le dijo que si no lo hacía terminaría en un manicomio.
En este ejemplo vemos cómo la joven parecía estar aprisionada por algo completamente destructivo y cómo el inconsciente, a través del simbolismo del síntoma, le había mostrado la cura. En algunas ocasiones ciertos mensajes de alivio se vuelven destructivos si no son comprendidos y utilizados correctamente. Permanecen en la barrera de la conciencia. Un mensaje simbólico del inconsciente puede compararse con un ser hechizado: un contenido se quedó atrapado en un nivel intermedio debido a condiciones particulares en el inconsciente que no le permitieron resurgir; si se le hace regresar al fondo, y se le permite que vuelva a surgir en toda la grandeza de su significado original, el efecto destructivo desaparece.
Examinemos el tema de la princesa golpeada con varas de avellano. El árbol de avellano y sus ramas, en especial en las mitologías celta y germana, se relaciona estrechamente con el conocimiento de la verdad —el sabio salmón que comió las avellanas que crecían en la orilla del agua es capaz de aconsejar a los héroes—. La vara de avellano se relaciona con la verdad impersonal y la objetividad. En la antigua Thing germana (consejo de los hombres libres de la tribu) cuando uno de sus miembros tenía que ser juzgado, antes de que el juicio comenzara, tomaban una vara de avellano desprovista de hojas, símbolo mediante el cual se expresaba que aún sin considerarse genuinamente subjetivos, al mismo tiempo exteriorizaban su intención de ser lo más objetivos y honestos posibles en el juicio. Esto recuerda el cetro real que también representaba un principio impersonal de autoridad y no un complejo de poder personal.
Por lo tanto si el héroe golpea a la princesa con la vara de avellano le está dando una verdad desagradable de manera objetiva, del mismo modo que la interpretación de un sueño nos acerca a una verdad objetiva que tiene un efecto exorcizante. El significado de un sueño puede ser doloroso y cortar como un látigo, puede decirnos por ejemplo que una persona detestada es semejante a uno mismo, pero la crítica impersonal y objetiva se ha purificado de su aspecto destructivo. El hecho de que la vara de avellano crezca silvestre, también es muy significativo. Dios permite que algunas personas sean personas débiles y uno no debe ser tan arrogante como para pretender saber exactamente cómo debe actuar la gente; otras pueden permitirse las cosas más sorprendentes, sin recibir por ello castigo. En ciertas civilizaciones la pereza es muy normal sin que por ello estas personas sean neuróticas. Pero si aparece como síntoma, entonces ya es otro asunto, puesto que en ese caso, ha crecido en el alma del paciente.
La completa represión de un complejo puede compararse con encerrarlo dentro de un cajón; mientras que la muerte de un complejo puede ilustrarse a través de la transferencia de la libido (energía psíquica), como por ejemplo en el caso que comentaremos a continuación. Una joven campesina practicaba magia negra y con frecuencia soñaba con su abuelo, que ella nunca vio y quien durante su vida había llevado a cabo sesiones de espiritismo. En un sueño, el abuelo apareció como un ser hermafrodita, mitad hombre, mitad mujer. En el lenguaje inconsciente, hermafrodita simboliza «esto y también aquello». Ilustra la naturaleza de «cuña» del complejo. En este caso, había dos aspectos involucrados: por un lado una mente insatisfecha mal y poco desarrollada, y por otro una naturaleza femenina muy apasionada y reprimida. La mezcla de las dos había dado por resultado un monstruo hermafrodita. La joven tenía que resolver esa equivalencia en el análisis. Tuvo un sueño en el cual debía bajar al dormitorio de su madre que se encontraba en una cavidad subterránea muy profunda, donde una mujer extraordinaria daba a luz a un niño, un nacimiento milagroso llevado a cabo por un ángel. Al mismo tiempo oyó insistentes lamentos y vio al abuelo que estaba en una cama, muriéndose. De esa manera, apenas nació en su alma la personalidad femenina, el monstruo perdió su energía, desapareciendo a la vez el poder de la magia negra del abuelo y con esto su interés por ella se desvaneció. Comprendió que había sido un intento impotente por obtener lo que quería. La libido, hasta entonces canalizada hacia la magia negra, pasó a la psique poniéndose al servicio del proceso de individuación.
Por lo general, los baños no se toman en el mar sino en una bañera, lo cual nos proporciona una distinción muy definida puesto que la bañera es un recipiente de tamaño definido, fabricado por el hombre y dentro del cual puede introducirse el ser humano. Representa de una manera muy específica, el inconsciente, por lo cual tenemos que entrar en el simbolismo del recipiente, que es inmenso. El recipiente es el vientre de la madre Iglesia, el útero, y por lo tanto posee una cualidad concreta materna y femenina. Mitológicamente, con frecuencia se encuentra contaminada con su contenido. Para el alquimista, el recipiente y el agua son la misma cosa. El agua es el recipiente en el cual se produce la piedra filosofal, porque en alquimia el contenedor y el contenido son creados enteramente juntos. Puesto que el recipiente está hecho por el hombre para retener el agua, éste está relacionado con la función de la conciencia; ser capaz de utilizar este instrumento es una prerrogativa de la conciencia humana y marca sus actividades como un símbolo. El recipiente representaría un concepto o una manera de concebir una cosa.
La Iglesia es este recipiente por tener la capacidad de proveer las condiciones para mantener unidos, a través de un sistema dogmático, los valores religiosos cristianos y las ideas. Psicológicamente, el recipiente se relaciona con votos, ideas, sentimientos básicos y conceptos que tratamos de mantener unidos impidiendo que se escapen por la vida, pues es el recipiente que conserva junto todo esto para evitar que se pierda. Por lo tanto constituye un medio de volverse consciente.
En muchos idiomas la concepción y la comprehensión expresan la función del recipiente —un medio de atrapar y captar de alguna manera, la idea o cosa, moldeándola de tal forma que pueda controlarse—. La técnica del alquimista no era la de tener aquí un sistema y allá un fenómeno de la psique, sino tener un concepto psicológico de la psique derivado de sí mismo. Esto se olvida fácilmente. Hemos aprendido el sistema jungiano con conceptos como ánimus y ánima, pero en eso existe un peligro. En realidad, Jung llegó a estos conceptos a través de su propia experiencia con el inconsciente por lo que aquí, pues, el recipiente y el contenido son uno mismo. Tratamos de entender la psique a través de la psique y a esto se le llama «pensamiento simbólico». No concebimos una neurosis compulsiva compuesta de tal y cual fenómeno y tratada terapéuticamente de tal y cual forma.
La idea es que debemos observar cómo la psique se conecta con el problema, y es ésa la identidad secreta del contenido y del contenedor. Los alquimistas pensaron que la materia podía enseñarles cómo tratar la materia. No obstante, contamos con varios recursos en cuanto a métodos: interpretación de sueños y ciertos puntos de vista sobre la naturaleza de la psique; estas actitudes generales pueden compararse con el símbolo del recipiente. A diferencia de los freudianos no alentamos al paciente a perderse en un interminable río de asociaciones, sino que nos limitamos al símbolo y al motivo para impedir que éste no se disuelva en el mar del inconsciente. Trazamos una frontera elástica entre lo que pertenece y lo que no.
Saber qué cosa pertenece a un problema es una cuestión de habilidad que se adquiere con la práctica. Si existe un complejo semiinconsciente, como por ejemplo en el caso de la joven con el complejo de sífilis, lo empujamos de regreso al agua de la bañera sin dejar que se desparrame por todos lados; las reminiscencias infantiles por ejemplo, no tendrán sitio aquí. Nos mantenemos dentro de determinado campo e intentamos el método siguiendo la emoción del paciente. De esta manera encontramos suficiente material desconocido a través del cual puede manifestarse el complejo; de lo contrario nos perderíamos en la infinidad del inconsciente. Lo que sigue después es el cocimiento o baño de agua caliente, el baño frío, el baño caliente y el baño de fuego. El simbolismo de la temperatura naturalmente se refiere a la intensidad emocional: lo que surge de una emoción es calor. El enfriamiento se asocia con el apaciguamiento, es menos emotivo o puede tratarse de una manta mojada aquietando el entusiasmo.
También el agua representa un tipo de emoción y las olas del mar son el movimiento del agua. Generalmente esto no se menciona. El enfriamiento se relaciona muchas veces con la razón. Es posible tratar de convencer al analizando de que en esta situación particular no se debe decidir nada sino que debe entenderse qué es lo que está sucediendo. La peor pasión surge cuando la gente se enfrenta con un factor desconocido. El pánico es destructivo. Es una alteración sin sentido, semejante a la que experimenta un animal en estado de pánico. En las psicosis con frecuencia encontramos explosiones de pánico como la que puede producir una conflagración del Universo o la situación de un hombre casado, enamorado de otra mujer y por ese motivo lleno de pánico por no saber qué hacer. La excitación repentina de no ser capaz de enfrentarse a la situación constituye un serio conflicto de la personalidad sumamente peligroso. En esta situación, la comprehensión es el instrumento calmante. Se trata de orientar a la persona hacia un concepto más amplio y mostrarle que el conflicto es provocado por nuestra alma y no por nosotros mismos. Si se puede lograr que la persona se dé cuenta de lo que sucede aun cuando no entienda y se llegue a la decisión de no actuar por el momento, el peligro del pánico disminuye y hasta desaparece, siendo reemplazado por una actitud de espera.
Entonces puede esperarse una solución humana razonable en lugar del destructivo pánico. El hombre se vuelve muy peligroso cuando el fuego de la pasión se apodera de él. El agua en el baño tiene mucha relación con la proximidad de la comprehensión. En su ensayo «La psicología de la transferencia», Jung nos proporciona varios comentarios interesantes sobre el agua y el baño en donde la comprehensión del símbolo del agua está expuesto en una gran cantidad de materiales y se compara con el agua de la sabiduría de los alquimistas. También se menciona la necesidad de comprehensión intelectual y una relación de sentimientos hacia los contenidos del inconsciente. Tuve ocasión de seguir el caso de una mujer que se encontraba atrapada en un pánico de muerte.
Deseaba compulsivamente el suicidio y el psiquiatra con quien yo trabajaba quería internarla. Pregunté a la mujer por sus sueños y me contó que había tenido una visión en la cual vio un huevo y oyó una voz que decía: «la madre y la hija». Estudiamos este material aclarándole que el huevo significaba el germen de una nueva posibilidad, etcétera. Se encontraba tan fuera de sí misma que no entendió una sola palabra de la explicación, y después me dijo que no había sido capaz de concentración para escuchar, a pesar de lo cual, después de haberle hablado durante un largo rato se calmó y dijo que se iría a su casa. Por ese motivo sugerí que no fuera internada. Más tarde me explicó que aunque no había entendido lo que yo le había dicho, pensó sin embargo que la doctora von Franz había considerado el sueño como positivo.
El hecho de que alguien entienda es suficiente, a pesar de que uno mismo no comprenda —entonces la temperatura baja, surge una cierta calma, y quizás el paciente también pueda entender—. Con frecuencia contenidos arquetípicos se encuentran muy lejos de la conciencia y si no se acerca al paciente a la comprensión de ellos en estos términos, no puede transmitirse el significado, pero el hecho de sentir que alguien entiende tiene por sí mismo un efecto calmante.