Semblanza de Marie-Louise von Franz

JUAN CARLOS ALONSO

JuanFant

Juan Carlos Alonso es Psicólogo (Universidad Nacional, Bogotá) y Analista Junguiano de la IAAP (International Association for Analytical Psychology). Magister en Estudios Políticos (Universidad Javeriana). Miembro Fundador y Director de ADEPAC (Asociación de Psicología Analítica en Colombia). Atiende consulta particular como psicoterapeuta y analista junguiano especializado en adultos. Este artículo fue elaborado con base en la charla que el autor ofreció en la Conferencia Trimestral de Bogotá, el día 25 de febrero de 2006. La charla fue acompañada por el video de una entrevista a M-L von Franz realizada por Françoise Selhofer durante el otoño de 1982, en Bollingen. Correo:adejungcol@yahoo.com

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Marie-Louise von Franz falleció en Zúrich el 17 de febrero de 1998. Fue la colaboradora más cercana del psicólogo suizo Carl Gustav Jung y la más representativa de los autores del enfoque junguiano clásico. Fue muy conocida por los especialistas en Psicología Analítica por la extensa obra que escribió en este campo, pero también por el público no especializado, debido a que formó parte del grupo que elaboró El Hombre y sus símbolos, esa gran obra de divulgación de la Psicología Junguiana.

Había nacido el 4 de enero de 1915, y cuando tenía apenas cuatro años, su familia debió abandonar Austria y viajar a Suiza, en donde posteriormente obtuvo la nacionalidad. Vivió y trabajó en Kusnacht, Suiza, mientras enseñaba en el Instituto Jung. Paralelamente a su extensa actividad investigativa, desarrolló una gran labor como psicoterapeuta, analizando sueños de multitud de personas de todas las naciones y culturas. Tan pronto como tuvo oportunidad, se instaló en una casa de campo, en Bollingen, cerca de donde vivía Jung.

Portada del video de F. Selhofer

En la entrevista realizada por Françoise Selhofer durante el otoño de 1982, en Bollingen, relata su encuentro con Jung, un día de 1933. M-L von Franz tenía en ese momento 18 años y había ya realizado estudios en filología clásica. Fue una suerte para ella que Jung, de 58 años, invitara a algunos estudiantes a su casa de Bollingen. En la entrevista comenta que Jung les había hablado de manera tan impresionante sobre la realidad del alma, que la había afectado profundamente. Dice que volvió a casa pensando “Voy a tardar unos diez años para resumir todo lo que este hombre me ha dicho hoy”. Confiesa que tuvo la sensación que ella iba a ser su colaboradora para los textos alquímicos, debido a su conocimiento de los idiomas. En efecto, al poco tiempo, ella le preguntó a Jung si podía comenzar un análisis con él, pero que su problema era que no tenía dinero para pagarle. Jung le respondió proponiéndole que intercambiaran sesiones de análisis por traducciones que ella le hiciera de textos latinos y griegos, en lo que era ya una especialista.

M-L von Franz aceptó y el primer encargo que Jung le hizo fue un antiquísmo texto alquímico que databa de 1593, llamado Museum Hermeticum. Ella no sabía qué debía traducir y por simple curiosidad, abrió el libro en una página al azar y cuál no sería su sorpresa al encontrase con un relato y un dibujo que reproducía un sueño muy impresionante que había tenido el año anterior. Ella comenzó de inmediato a trabajar en la traducción con disciplina y rigor implacable. Ese fue el principio de una colaboración que se extendería por más de 30 años, hasta la muerte de Jung, en 1961.

Ilustración del Museum Hermeticum

Otra de las obras que le dio Jung para traducir, se convertiría en un enorme reto de trabajo y un tema apasionante para ella, en el que trabajaría quince años y sobre el cual escribiría posteriormente un libro que lleva ese nombre. Se trataba de un viejo texto titulado Aurora consurgens. Debió comenzar por estudiar paleografía para poder comenzar a descifrarlo. Era un documento de la Edad Media que nadie había podido leer. Ella descubrió que el alquimista que lo había escrito describía una experiencia interior mística más que una operación química. El texto abunda en citas bíblicas, por lo que deduce que su autor debía ser un clérigo, posiblemente dominico. La hipótesis central de M-L von Franz es que ésta fue la última obra escrita por Santo Tomás de Aquino.

Ilustración del Aurora Consurgens

Al cabo de un tiempo de estar en proceso de análisis con Jung, una mujer le pidió que fuera su terapeuta; lo consultó con Jung y decidió aceptar el nuevo reto. Quienes fueron sus pacientes, elogiarán luego la atención, agudeza y comprensión con que ayudaba a las personas a convertirse en ellos mismos. Ella se movía entre su casa de Küsnacht en donde atendía pacientes y la pequeña construcción campestre que se había hecho construir sobre la colina de Bollingen, cerca de la Torre de Jung, en donde descansaba. En el curso de su vida, interpretó más de 65.000 sueños, y basada en esta experiencia decía que «lo más sano que pueden tener los seres humanos son los sueños: los sueños nos orientan a encontrar el sentido de nuestras vidas, guiándonos sobre cómo realizar nuestro destino, y expresar los potenciales que hay dentro de nosotros». Para ella, la terapia debe seguir las tendencias de auto curación de la psique. La búsqueda del sentido es el eje conductor de todo su trabajo. Decía, así mismo, que los sueños son la voz de nuestra naturaleza instintiva y la voz de la sustancia cósmica dentro de nosotros.

Marie-Louise von Franz

Casi por la misma época que comenzaba su labor de terapeuta, empezó también a ocuparse de los cuentos de hadas. Cuenta que, al igual que con el trabajo terapéutico, también en este caso la solicitud vino del exterior. Una mujer quería escribir un libro sobre cuentos de hadas y por eso la comprometió para que escribiera el libro para ella. Fue de nuevo el inicio de otra pasión, pues la propuesta se convirtió en una obra de más de mil páginas, en la que trabajó durante nueve años. Durante el resto de su vida, le solicitarían muchísimas veces que dictara cursos y conferencias sobre este tema. Gran parte de los libros que se han publicado recientemente y por fortuna, traducidos al español en su mayoría, son transcripciones de algunas de sus conferencias sobre cuentos de hadas. Afirmaba que, a diferencia de los mitos que han sufrido una gran contaminación consciente, los cuentos presentan los arquetipos del inconsciente colectivo de una manera absolutamente primaria y espontánea.

Portada del libro Erase una vez….

Cuando leemos los artículos y libros que esta autora escribió, tenemos la impresión de que, gracias a su erudición, lograba escribir con sencillez y fluidez la teoría junguiana, así como sus propias formulaciones, pues tenía una rara capacidad de hacer accesibles las teorías psicológicas más complejas. Sin embargo, confesaría luego que cada oración que escribió fue una pesada piedra que tuvo que levantar. Siguió la obra de Jung muy de cerca y luego de la muerte de éste en 1961, le rindió un muy hermoso homenaje al escribir el libro “C.G. Jung, su mito en nuestro tiempo”.

Carl Gustav Jung

Después de la muerte de Jung, fue la principal continuadora de su obra, llegando a convertirse en una autoridad reconocida, además de los cuentos populares, en los campos de interpretación de los sueños, textos alquímicos, adivinación y sincronicidad y en las relaciones entre los arquetipos y la física moderna. En este último aspecto, coincidía con el pensamiento expresado por algunos físicos, quienes asumen que la materia atómica y la psique colectiva inconsciente representan dos aspectos de la misma cosa. Sobre todos estos temas escribió numerosos libros, traducidos a muchos idiomas, entre los que se destacan:

• Érase una vez…. : Una interpretación psicológica. Barcelona: Ediciones Luciérnaga.
• C.G.Jung: su mito en nuestro tiempo. México: Fondo de Cultura Económica.
• Sobre los sueños y la muerte. Barcelona: Editorial Kairós.
• Alquimia: Introducción al simbolismo. Barcelona: Ediciones Luciérnaga.
• La Sincronicidad. ¿Existe un orden a-causal?. Barcelona: Editorial Gedisa.
• Símbolos de redención en los cuentos hadas. Barcelona: Ediciones Luciérnaga.
• Sobre adivinación y sincronicidad: la psicología de las casualidades significativas. Barcelona: Paidós Junguiana.
• La gata: un cuento de redención femenina. Barcelona: Paidós Junguiana.

Portada de algunos de sus libros

Murray Stein, expresidente de la IAAP (Internacional Association for Analytical Psychology), autor del libro El Mapa del Alma, quien fue analizado por ella, le rindió homenaje con ocasión de su muerte. Recordaría ese día, que casi siempre sentía un poco ansiedad antes de cada hora de análisis, no porque le temiera a ella, sino porque sabía que con toda la amabilidad y afecto, lo conducía a enfrentarse con su propia verdad, la cual lograba hacer evidente a través del análisis de sus sueños y de la imaginación activa.

Murray Stein

A diferencia de Jung, a ella le importaba poco si era considerada o no como científica. Por eso, en sus libros no tiene el prurito de Jung para hablar de sus propias creencias; acepta abiertamente que creía en un Dios y gran parte de sus investigaciones se relacionaban con la posible vida después de la muerte. Algunos meses después de la publicación de su libro Sobre los sueños y la muerte, en 1984 le apareció la enfermedad de Parkinson, con la que tendría que luchar durante muchos años, hasta su muerte. Soportó esta larga enfermedad con mucha lucidez, y una paciencia estoica, sin perder nunca su sentido del humor y mostrando siempre una cálida simpatía a los amigos que la visitaban. Murray Stein menciona que ella le dijo varias veces que tenía la sensación de que la enfermedad fue efecto directo de escribir este libro, en el cual relata una gran cantidad de sueños de personas que están cerca de la muerte y en los que parece que el inconsciente se estuviera preparando para entrar a una fase en su desarrollo.

Marie-Louise von Franz

Stein, quien además de su paciente fue su amigo, la pudo acompañar en sus últimos períodos de vida y relata que dos años antes de su muerte ella tuvo el siguiente sueño:

“Vi un árbol en medio de una gran floresta, pero yo estaba parada en el agua y no tenía mucha tierra a mi alrededor”.

Con la sinceridad más profunda, le dijo que quería que todos sus amigos supieran que un soplo de viento podría derribarla. Y un año antes de su fallecimiento contó un nuevo sueño:

“Yo había escrito un trabajo de ocho volúmenes sobre la alquimia árabe. Tenía los ocho volúmenes delante de mí y estaba absolutamente feliz con ellos”.

Ella entendía el sueño como afirmación de que su trabajo en la vida había acabado. Y un mes antes de su deceso, contó su último sueño:

“Es tarde y yo debo rastrillar encima de la hierba de modo que el rocío de la noche no lo vaya a humedecer. ¡Me doy cuenta que la noche vendrá rápidamente!”

La significación que le dio era el que debía poner sus asuntos en orden. En su última Navidad, afirmó que ya no lucharía más, algo nuevo en ella, pues hasta ese momento había luchado siempre. Estaba mentalmente alerta, interesada sólo en quiénes la visitaban, y en qué sucedía en el mundo, y así permaneció hasta el final. Pero era a menudo difícil entenderla, porque a partir ese momento, apenas podía hablar.

Deseó morir, y no tenía ningún miedo de la muerte. Había dicho que con su libro sobre los sueños y la muerte, se había convencido de que la vida existía después de la muerte. Y ese paso lo dio en febrero de 1998, a las 2:15 de la mañana, en su casa de Küsnacht, sobre el lago de Zúrich (Suiza).

Al final de la entrevista que le hizo Françoise Selhofer, expresa su preocupación profunda por el descenso de nuestra cultura y civilización; cree que cualquier esperanza de renovación, sólo puede ser encontrada a través de los descubrimientos de Jung, es decir, en contacto positivo con las energías creativas del inconsciente y con nuestros sueños, nuestras raíces psíquicas. Sólo nosotros mismos podemos encontrar respuestas constructivas que nos ayuden a solucionar las preguntas aparentemente insolubles con las cuales nos enfrentamos hoy. Dice textualmente:

“Como todos nosotros, tengo la impresión que nuestra cultura y nuestra civilización está en una etapa final, que ha entrado en una etapa del decaimiento. Creo que, o encontramos una renovación, o bien es el fin. Y puedo ver solamente esta renovación en la salida que Jung descubrió, o sea, en nuestro contacto positivo con la fuente creativa del inconsciente y con los sueños. Estas son nuestras raíces. Un árbol puede renovarse solamente a través de sus raíces. Por esta razón, mi mensaje es impulsar a cada uno para dar vuelta de nuevo a esas raíces psíquicas internas porque ahí es donde se encontrarán las únicas sugerencias constructivas que vengan a contrarrestar nuestros enormes dilemas: la bomba atómica, o la sobrepoblación. Ésta es la mejor manera de solucionar todos nuestros problemas que parecen insolubles”.

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