Transición al patriarcado en los mitos cosmogónicos chibchas

«TRANSICIÓN AL PATRIARCADO EN LOS MITOS COSMOGONICOS CHIBCHAS»

María Claudia Munévar

María Claudia Munévar es miembro y Secretaria General de ADEPAC, Psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia, con Especialización en Ética y Derechos Humanos. Tiene experiencia en talleres de Desarrollo Personal y es terapeuta clínica privada. Este documento recoge la ponencia presentada por la autora durante el Primer Encuentro de Mitos y Cuentos Colombianos, organizado por ADEPAC en Medellín el 21 de abril de 2007. Su e-mail es: maclamun@hotmail.com

 


«Bachué» del maestro Luis Alberto Acuña

 

Los arquetipos… son fuerzas psíquicas que exigen que las tomemos en serio, y que tienen un modo extraño de asegurarse su efecto. Dispensaron siempre protección y salvación, pero su profanación desencadena “los peligros del alma” que conocemos por la Psicología de los primitivos. Son, además, las causas infalibles de trastornos neuróticos e incluso psicóticos, comportándose exactamente como órganos menospreciados o maltratados o sistemas orgánicos funcionales.

C.G. JUNG, Ensayos sobre la ciencia de la mitología.
Obras completas, vol IX

OBJETIVO GENERAL

Tener la oportunidad de estudiar sobre la mentalidad mítica, presente a lo largo de todos los tiempos, y visualizar su vigencia en nuestra época actual, contribuye a esta tarea que muchos de nosotros nos hemos propuesto de adentrarnos en la comprensión de lo humano.

Así como la mente primitiva dio forma corpórea, visible y viviente, a través de sus deidades, para explicarse el origen de las cosas y de los hombres, quizás nosotros podamos conectarnos a través de estos relatos con símbolos renovadores que nos permitan transformar y transformarnos, generando nuevas y más integradoras formas de vivir nuestras vidas y entender lo que nos está pasando.

Es curioso que a partir de nuestro interés general por la Psicología analítica, decidamos ahora construir, a través de la mitología, un espacio que nos convoque y nos una desde nuestras raíces, recordándonos que necesitamos ritos que reactualicen permanentemente nuestro mito.

Dice Javier Ocampo ..aún los mismos hombres pueden ser mitificados, en cuanto revelan una fuerza o el espíritu que los anima. Tal vez aquí estamos alimentando al espíritu de Adepac, que partiendo de intereses profesionales, ha adquirido vida a partir de cada nuevo encuentro. Antes solo eran individuos, que con su dedicación hicieron que Adepac no fuera sólo una ilusión, sino una entidad que nos convoca nutriéndonos con cada encuentro, que es lo que lo mantiene y anima, revelándose su fuerza y espíritu. Somos parte y todo a la vez.

Jung comenzó como un individuo aislado, hasta que poco a poco, a partir de la propia fuerza que lo animaba, muchos se fueron uniendo a él, fundando no solo una teoría, sino un modo de vida. Por eso, muchos nos preguntamos si nosotros llegamos a Jung, o si su espíritu se ingenio la forma de encontrarnos.

Así comienza nuestra tarea de comprender qué liga nuestros mitos. No sabemos si el mito se va a comunicar a través de nosotros o nosotros a través del mito. Como tampoco a dónde llegaremos. Sólo hacia dónde estamos caminando.

 

MITOS COSMOGÓNICOS CHIBCHAS

Al principio todo era oscuridad. Al momento de la creación, la luz, que estaba «metida» en Chiminigagua comenzó a salir para iluminar el universo. Chiminigagua era «una cosa grande, esencia creadora», que infundía su luz resplandeciente a las cosas. La única luz que existía era la suya, una divinidad bondadosa y universal. Creó el universo con sus estrellas y el mundo con sus tierras y aguas. Era la oscuridad del espacio, en la noche del infinito. Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzo al espacio. Cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo. En el proceso de creación de todo lo existente en el universo, Creó a Súa (el sol) y a Chía (la luna), que eran esposos. El sol era masculino y la luna femenina.

El era el benefactor de los hombres y dispensador de la fecundidad de la tierra. Ella, la representación de la hermosura de la mujer y de la luz en el firmamento en las horas de la noche. Se veneraba a través de las aguas y de las lagunas.

Luego la diosa Bachué, nimbada en una luz que hizo resplandecer la tierra, emergió de la laguna de Iguaque sacando consigo de la mano a su hijo Iguaque de tres años, con quien bajo a la serranía, en donde posteriormente surgió el pueblo de Iguaque. Allí construyó una choza, la cual se convirtió en la primera vivienda de los muiscas. Cuando el niño creció en su desarrollo natural, Bachué se casó con él realizándose el primer matrimonio chibcha. Esta unión fue tan importante y la mujer tan prolifera y fecunda, que en cada parto tenía entre cuatro y seis hijos, con lo cual muy pronto se llenó de gente la tierra. Viajaban por todas partes, dejando hijos en todas ellas. Mientras estuvo en esta tierra fue su tarea exhortar las gentes a «la paz y conservación entre sí, la guarda de los preceptos y leyes… en especial, en orden al culto de los dioses», para lo cual después se les apareció muchas veces.

Sin embargo, el poder de Bachué se debilitó cuando apareció Bochica, el enviado de Chiminigagua, un hombre «no conocido de nadie», de avanzada edad, largos cabellos y blancas barbas, descalzo, que se ayudaba con un bordón de oro y vestía una túnica recubierta por una almalafa. En Bogotá y en Sogamoso impartió sus enseñanzas sobre oficios, cultivos, normas y cultos. Era un maestro, en especial de los tejidos. Tenía control del tiempo, el cual gobernaba a su antojo: podía hacer llover, enviar heladas, escarchas, fríos, y calores. También podía producir enfermedades, pero también curarlas.

Ante la nueva situación que dio un mayor poder al hombre, apareció la diosa Huitaca, «hermosísima y de grandes resplandores» quien llegó para persuadir a las gentes que llevaran una «vida ancha, placeres, juegos y entretenimientos de borracheras». Predicó y difundió cosas «con novedad y malicia», que por lo contrarias a las de Bochica, «atraía con la facilidad que refieren la muchedumbre». Logró confundir la doctrina y las buenas acciones del predicador, y les instó a la embriaguez con el zumo de una planta, a mascar tabaco, a consultar los oráculos y equivocar los diseños de sus mantas.

El dios Chibchacum, el protector de los dominios del Zipa, agraviado por las murmuraciones y ofensas estimuladas por la diosa Huitaca, decidió castigar a la gente y provocó un espantoso diluvio, juntando las aguas de dos ríos que, salidos de madre, anegaron las tierras y cultivos provocando las hambrunas

Los chibchas pidieron a Bochica su protección ante la maldición de Chibchacum, por lo que una tarde apareció resplandeciente Bochica, «reverberando el sol en el aire húmedo contra esta sierra de Bogotá», quien ante un inmenso arco iris, convocó a los principales y, condolido de su suerte, arrojó contra las peñas que rodeaban el inmenso lago represado su vara de oro que separó la sierra y desaguó la sabana por el Salto de Tequendama. Así, el agua brotó, precipitando el agua represada en una catarata estruendosa, desinundando las tierras, y posibilitando de nuevo la siembra.

Indignado Bochica por el proceder de Chibchacum, este fue castigado a cargar eternamente el globo terráqueo, que hasta ese momento había estado reposando en cuatro grandes guayacanes que sustentaban la tierra. Cuando, cansado, Chibchacum cambiaba el mundo de un hombro a otro, se producían los temblores en la tierra. Pero también Bochica castigó a Huitaca por sus malas enseñanzas a la gente, «le dio plumas y transformó sus miembros en lechuza», «e hizo que no anduviera sino de noche, como ella anda».

Las gentes quedaron obligadas a adorar y hacer sacrificios a Bochica luego del poder demostrado al des-hanegar la sabana. Tiempo después, él desapareció en Iza, un pueblo cercano a Sogamoso, dejando estampada la huella de su pie en una piedra de cuya raspadura bebían las mujeres preñadas para tener buen parto y que por su carácter sagrado, era visitada en peregrinación por los chibchas.

En cuanto a Bachué e Iguaque cuando ya estaban viejos llamaron a sus descendientes y fueron acompañados hasta la laguna de Iguaque, su lugar de origen. Allí Bachué hizo una plática final, exhortándolos a la paz, después de la cual se despidieron y se convirtieron en dos grandes serpientes que se sumergieron en la laguna. (1)

 

LA CULTURA CHIBCHA

La cultura chibcha o muisca se ubicó en el altiplano cundiboyacense, en el interior del país. Constituyeron uno de los pueblos más avanzados en la zona nor-oriental de Sudamérica y desaparecieron con la conquista española en el siglo XVI.

Tenían un tipo de estratificación social en la cual los caciques formaban un estamento superior privilegiado; también influían los sacerdotes o jeques y los guechas o guerreros. En las decisiones importantes, los caciques estaban asistidos por un consejo de caciques de alta jerarquía. Después, seguía el pueblo, jerarquizado de acuerdo con el trabajo que realizaban. Por último, en la escala social estaban los esclavos, que generalmente eran los prisioneros de guerra.

La base de su sociedad era la familia. Varias familias formaban los clanes y varios clanes formaban la tribu. Pagaban los tributos a los caciques, con oro, alimentos, mantas y trabajo.

Alcanzaron notables avances en las técnicas de la agricultura, la exploración de la sal y de esmeraldas. Planificaban la agricultura con base en el calendario y en observaciones metereológicas y climatológicas. Su vivienda era el “bohío”, una choza cubierta de paja, de planta circular y con techo en forma cónica acampada.

Una de sus actividades importantes fue la alfarería y la orfebrería. Explotaban las minas de sal de Zipaquirá y en poblados como Sogamoso usaban el carbón mineral. También desarrollaron una industria de tejidos con una gran variedad de fibras vegetales, principalmente el algodón y el fique. También fue importante la industria plumaria y la de las pieles de los animales que cazaban.

Tenían una religión organizada alrededor de un conjunto de dioses, templos y un grupo sacerdotal encargado del culto. Sus principales deidades estaban alrededor del sol, la luna y el agua. Respetaban profundamente las lagunas, las montañas y las rocas, y consideraban que los espíritus están vinculados a los fenómenos físicos, los ríos, las montañas y las lagunas. Los sacerdotes llamados jeques, se educaban durante doce años.

Destacaron los mitos de los dioses creadores, aquellos que enseñan a los hombres los orígenes del mundo y de la vida, los mitos de los dioses civilizadores, aquellos que enseñan a los hombres los fundamentos de la vida cultural, tanto espiritual como material.

Es importante recordar que en el mundo neolítico, las sociedades se tornan matriarcales y lo femenino lleva las riendas sociales. Al igual que otras culturas prehispánicas, en Colombia existió una cultura femenina extendida. Roberto Restrepo dice que los chibchas se regían por el derecho materno y la descendencia matrilineal, y los mitos cosmogónicos de la creación del mundo y del hombre descansan sobre el papel protagónico de la Diosa Madre. Posteriormente la sociedad se reorganizó y el culto patriarcal apareció a finales del neolítico y comienzo de la edad de los metales, desplazando la organización matriarcal. Pero los mitos femeninos de Chía y Bachué, evidencian la importancia inicial que tuvo lo femenino. Adicionalmente estos mitos estaban en relación con la fertilidad de los campos, las cosechas y la influencia de la mujer, tan importantes para la supervivencia de la especie humana.

 

INTERPRETACIÓN JUNGUIANA DE LOS MITOS (3)

Marie-Louise von Franz ofrece algunas orientaciones metodológicas para interpretar los mitos. Propone básicamente las mismas normas que para la interpretación de sueños.

La primera etapa consiste en dar un orden al material mítico, a fin de facilitar la labor. Para ello, se trata al material como una historia o drama, separando el relato en cinco partes. La primera es la Introducción, en la que se deben definir el tiempo y el lugar de la acción. La segunda, la Dramatis personae, que corresponde al número y tipo de actores a lo largo del drama. La tercera es la Exposición del problema, en que se describen las dificultades del relato, las cuales permiten delimitar el conflicto psicológico e identificar su naturaleza. La cuarta es la Peripateia, que son las peripecias y altibajos de la historia. Finalmente, la última es la Lysis o desenlace, momento de máxima tensión en el que se resuelve todo el drama del relato.

Una vez dividido el mito en sus componentes, una segunda etapa es estudiar los símbolos en el orden en que éstos van apareciendo. Es preciso conocer el contexto típico y frecuente en que suelen aparecer cada uno de estos elementos simbólicos en la mitología universal, mediante asociaciones y amplificaciones arquetípicas. Para ello, es preciso buscar temas míticos paralelos que amplíen y enriquezcan las temáticas míticas, recogiendo versiones análogas; se realiza lo que von Franz denomina la “anatomía comparada” del material simbólico.

En la tercera etapa, la anterior amplificación típica se complementa con una “anatomía específica”, mediante la contextualización de las imágenes y elementos simbólicos especiales del relato, que se comporten de manera atípica y diferente a la habitual en mitos semejantes.

La etapa final en el estudio del mito consiste en llevar a cabo la “interpretación” propiamente dicha, relacionando todos los hallazgos anteriores desde una perspectiva psicológica que ofrezca un significado totalizador del conflicto implícito en el mito.

 

Introducción (definición del tiempo y del lugar de la acción)

Al principio todo era oscuridad. Al momento de la creación, la luz, que estaba «metida» en Chiminigagua comenzó a salir para iluminar el universo. Chiminigagua era «una cosa grande, esencia creadora», que infundía su luz resplandeciente a las cosas. La única luz que existía era la suya, una divinidad bondadosa y universal. Creó el universo con sus estrellas y el mundo con sus tierras y aguas. Era la oscuridad del espacio, en la noche del infinito. Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzó al espacio. Cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo. En el proceso de creación de todo lo existente en el universo.

Como se observa aquí, no aparecen un tiempo ni un espacio definidos, lo cual es característico de los mitos cosmogónicos, donde lo que se cuenta ocurre en un tiempo primordial, en el de los comienzos.

Una pequeña descripción de cada uno de los personajes míticos contenidos en este relato y su comparación con otras mitologías, nos facilita comprender el significado tanto estructural como dinámico de cada uno de los símbolos contenidos allí, para poder proceder a plantear algunas hipótesis sobre el posible sentido del papel ha tenido la transición entre consciente-inconsciente, matriarcado-patriarcado, y femenino-masculino en nuestra sociedad contemporánea.

Chiminigagua era el ser supremo creador de todas las cosas del mundo, quien con el aliento de sus aves negras dio la iluminación al cosmos. No se le rendía culto directamente a él, sino a través de sus creaciones de Sue (el sol) y Chia (la luna). Chiminigagua nos recuerda al Caos de la mitología griega, dios totalizador del que surgieron otros dioses cósmicos, que poco tenían que ver con los humanos. Tanto Caos como Chiminigagua surgen de un gran vacío oscuro, y generan principios arquetípicos que al ascender hacia la conciencia, se van constelando en personajes que serán quienes pueblen la tierra.

 

Dramatis personae (número y tipo de actores a lo largo del drama)

Chiminigagua creó a Súa (el sol) y a Chía (la luna), que eran esposos. El sol era masculino y la luna femenina. El era el benefactor de los hombres y dispensador de la fecundidad de la tierra. Ella, la representación de la hermosura de la mujer y de la luz en el firmamento en las horas de la noche. Se veneraba a través de las aguas y de las lagunas.

Luego la diosa Bachué, nimbada en una luz que hizo resplandecer la tierra, emergió de la laguna de Iguaque sacando consigo de la mano a su hijo Iguaque de tres años, con quien bajo a la serranía, en donde posteriormente surgió el pueblo de Iguaque. Allí construyó una choza, la cual se convirtió en la primera vivienda de los muiscas en Boyacá. Cuando el niño creció en su desarrollo natural, Bachué se casó con él realizándose el primer matrimonio chibcha. Esta unión fue tan importante y la mujer tan prolifera y fecunda, que en cada parto tenía entre cuatro y seis hijos, con lo cual muy pronto se llenó de gente la tierra. Viajaban por todas partes, dejando hijos en todas ellas. Mientras estuvo en esta tierra fue su tarea exhortar las gentes a «la paz y conservación entre sí, la guarda de los preceptos y leyes… en especial, en orden al culto de los dioses», para lo cual después se les apareció muchas veces.

Sin embargo, el poder de Bachué se debilitó cuando apareció Bochica, el enviado de Chiminigagua, un hombre «no conocido de nadie», de avanzada edad, largos cabellos y blancas barbas, descalzo, que se ayudaba con un bordón de oro y vestía una túnica recubierta por una almalafa. En Bogotá y en Sogamoso impartió sus enseñanzas sobre oficios, cultivos, normas y cultos. Era un maestro, en especial de los tejidos. Tenía control del tiempo, el cual gobernaba a su antojo: podía hacer llover, enviar heladas, escarchas, fríos, y calores. También podía producir enfermedades, pero también curarlas.

Ante la nueva situación que dio un mayor poder al hombre, apareció la diosa Huitaca, «hermosísima y de grandes resplandores» quien llegó para persuadir a las gentes que llevaran una «vida ancha, placeres, juegos y entretenimientos de borracheras». Predicó y difundió cosas «con novedad y malicia», que por lo contrarias a las de Bochica, «atraía con la facilidad que refieren la muchedumbre». Logró confundir la doctrina y las buenas acciones del predicador, y les instó a la embriaguez con el zumo de una planta, a mascar tabaco, a consultar los oráculos y equivocar los diseños de sus mantas.

Dice Fray Pedro Simón en sus Noticias Historiales que el dios Chibchacum, el protector de los dominios del Zipa, agraviado por las murmuraciones y ofensas estimuladas por la diosa Huitaca, decidió castigar a la gente y provocó un espantoso diluvio, «para lo cual crió o trajo de otras partes los dos ríos, que crecieron tanto las aguas del valle, que no dándose a menos, como dicen, la tierra del valle a contenerlas, se venía a anegar gran parte de ella creciendo», juntando las aguas de dos ríos que, salidos de madre, anegaron las tierras y cultivos, provocando las hambrunas.

Como vemos, la relación entre estos personajes va generando una dinámica de opuestos que se va haciendo más visible en cuanto más se van objetivizando sus características, al alejarse de su carácter divino. Son ocho personificaciones, una que contiene en si mismo lo femenino y lo masculino, tres representaciones de lo femenino y cuatro de lo masculino.

Así como de Chiminigagua surgen Sué (el sol) y Chía (la luna), de Caos surgirán Nix (la noche) y de la unión de ésta con Erebo nació Hémera, que era la luz del día. El sol era el benefactor del pueblo chibcha y el dispensador de la fecundidad de la tierra (el dios fecundador). Todos los días en las horas de la madrugada, los indígenas, sus caciques y sacerdotes, se reunían para adorar al sol y esperar su salida por el oriente. Sentían terror y pánico ante la oscuridad y alegría cuando el sol seguía cumpliendo su deber de iluminar el mundo. Oraban, cantaban, danzaban y en algunas oportunidades hacían sacrificios de niños, a quienes se les sacaba el corazón como una ofrenda sagrada al sol.

Chía era la representación de la hermosura de la mujer y de la luz de la noche. Estaba relacionada con la fertilidad sexual y la fecundidad de la tierra. A Chía se la veneraba en las aguas de las lagunas y en los baños sagrados de los caciques. Su mito está ligado con el matriarcado entre los chibchas y con el poder e influencia de la mujer en la familia.

Tanto Bachué como Chía están también relacionadas con la fecundidad animal y vegetal. Entre los griegos, la diosa de la fertilidad y de la agricultura era Ceres, o Deméter, cuyos templos se encontraban en el interior de los bosques. El mito de Bachué está universalmente relacionado, asimismo, con los mitos de las aguas, las lagunas y los ríos. Igualmente en la mitología americana, el culto a la Luna, está relacionado con la fecundidad de la tierra y la fertilidad sexual.

Bachué es la progenitora del linaje humano, su diosa madre. Iguaque fecunda a Bachué para dar vida a toda la gente del mundo. Es frecuente encontrar este incesto sagrado en el que el recién nacido ego deja el estado de perfección del que gozaba dentro del mar del inconsciente, crece luego y se convierte en el amante de la Diosa para generar el resto de la humanidad. También en la mitología griega se encuentra este motivo arquetípico en el caso de Gea y Urano. Es por eso que Bachué será adorada posteriormente como la madre de todos los hombres y mujeres del mundo.
El conflicto se inicia después de la aparición de Bochica, que representa el emerger de la conciencia, un anciano de cabellos y barba blanca, que llevaba un bordón de macana en la mano y adornos de una cruz. Les enseño distintas artes. Tales como hilar, tejer mantas, pintar telas y elaborar la cerámica, y predicó así mismo los preceptos morales, sociales y políticos. Se convirtió en el gran predicador enviado por el dios creador Chiminigagua. Bochica fue el Dios civilizador.

Bochica nos recuerda al Apolo griego quien fue considerado un dios solar, quien se encarga de lograr el equilibrio y la armonía entre los deseos, no por suprimir las pulsiones humanas, sino por orientarlas hacia una espiritualización progresiva, gracias al desarrollo de la conciencia. Inspira profetas, poetas y artistas.

Volviendo al mito chibcha, ante la nueva situación que dio un mayor poder al hombre, apareció la diosa Huitaca. Dice el relato que predicaba la necesidad de una vida ancha, alegre, llena de juegos, placeres y borracheras, precisamente contra todas las predicaciones de Bochica. Este mito representa la lucha entre el matriarcado y el patriarcado. Aquí podemos observar el comienzo de una compensación arquetípica, resultante del emerger desequilibrado de una polaridad. Esta lateralidad genera a su vez la aparición del dios Chibchacum quien, considerando que la gente había aceptado las malas enseñanzas de Huitaca, resolvió castigar a los pobladores con un espantoso diluvio que inundó la sabana de Bacata, dañando todos los cultivos.

Es inevitable relacionar a Huitaca con el dios griego Dionisio, quien presidía los desenfrenos que produce la embriaguez, que apresa a las gentes arrebatadas por la música y la danza, opuesta al prudente aspecto de Apolo. Sin embargo, sus fuerzas están representando la forma en que la regresión hacia las formas primordiales de la vida, son fundamentales para el desarrollo psíquico. Por su parte, Chibchacum, que etimológicamente significa “Báculo de los Chibchas”, era el protector de los dominios del Zipa. Era el dios de los comerciantes, labradores y en general de los sectores populares del cacicazgo. Ella, como representante de lo femenino, reivindicaba este aspecto desde los niveles más profundos de la naturaleza humana. Él, representante de lo masculino y de la protección del emerger de la conciencia, respondía utilizando su poder destructivo.

Como vemos, estos personajes se relacionan unos con otros, aunque los contenidos van variando, representando valores arcaicos y ancestrales que tienen un valor inapreciable en la historia de la humanidad. Como afirma Mircea Eliade, en su libro “Mitos, Sueños y Misterios”, los mitos revelan las estructuras de la realidad y los múltiples modos de ser en el mundo. Por ello son el modelo ejemplar de los comportamientos humanos: revelan historias verdaderas, hacen referencia a las realidades…todos los mitos participan de alguna manera del tipo del mito cosmogonico ya que toda la historia de lo que ha pasado en el tiempo no es más que una variante de la historia arquetípica acerca de cómo ha llegado a existir el mundo.

Exposición (descripción de las dificultades del relato, delimitando el conflicto psicológico y su naturaleza)

Los chibchas pidieron a Bochica su protección ante la maldición de Chibchacum, por lo que una tarde apareció resplandeciente Bochica, «reverberando el sol en el aire húmedo contra esta sierra de Bogotá», quien ante un inmenso arco iris, convocó a los principales y, condolido de su suerte, arrojó contra las peñas que rodeaban el inmenso lago represado su vara de oro que separó la sierra y desaguó la sabana por el Salto de Tequendama. Así, el agua brotó, precipitando el agua represada en una catarata estruendosa, des-inundando las tierras, y posibilitando de nuevo la siembra.

 

 

Lysis (momento de máxima tensión en el que se resuelve todo el drama de la historia)

Indignado Bochica por el proceder de Chibchacum, este fue castigado a cargar eternamente el globo terráqueo, que hasta ese momento había estado reposando en cuatro grandes guayacanes que sustentaban la tierra. Cuando, cansado, Chibchacum cambiaba el mundo de un hombro a otro, se producían los temblores en la tierra. Pero también Bochica castigó a Huitaca por sus malas enseñanzas a la gente, «le dio plumas y transformó sus miembros en lechuza», «e hizo que no anduviera sino de noche, como ella anda».

Las gentes quedaron obligadas a adorar y hacer sacrificios a Bochica luego del poder demostrado al des-anegar la sabana. Tiempo después, él desapareció en Iza, un pueblo cercano a Sogamoso, dejando estampada la huella de su pié en una piedra de cuya raspadura bebían las mujeres preñadas para tener buen parto y que por su carácter sagrada, era visitada en peregrinación por los chibchas. Siendo elegida Sogamoso, como la ciudad religiosa del pueblo Chibcha por haber sido escogida por Bochica, y donde se instauró el gobierno de los sumos sacerdotes.

En cuanto a Bachué e Iguaque, cuando ya estaban viejos llamaron a sus descendientes y fueron acompañados hasta la laguna de Iguaque, su lugar de origen. Allí Bachué hizo una plática final, exhortándolos a la paz, después de la cual se despidieron y se convirtieron en dos grandes serpientes que se sumergieron en la laguna.


Mientras Bachué e Iguaque se dedicaban a poblar la tierra exhortando a la paz y conservación entre sí, la guarda de los preceptos y leyes… en especial, en orden al culto de los dioses», Bochica trataba de poner orden a los movimientos compensatorios producidos a raíz de su aparición, ayudando a los hombres y castigando a Huitaca y Chibchacum por sus manifestaciones.

Indignado por el proceder de Chibchacum, Bochica lo condenó eternamente a cargar el globo terráqueo sobre sus hombros, que hasta ese momento había estado reposando en cuatro guayacanes. El mito de Chibchacum se asemeja al mito griego de Atlas, el gigante hijo de Cimene y Japeto, quien tomo parte en la guerra de los gigantes contra los dioses. Los gigantes fueron vencidos, recibiendo por ello los castigos de Zeus, quien condenó al gigante Atlas a sostener la bóveda celeste sobre sus hombros. Por ello, al dios protector de Bacatá, también se le llama “El Atlas Chibcha”. Pero también Bochica castigó a Huitaca por sus malas enseñanzas a la gente, y la transformó en una lechuza, e hizo que sólo saliera a los campos como ave nocturna. Su culto pertenece al ritual lunar.

Después de esto Bochica desapareció en Iza, los muiscas visitabán en peregrinación el lugar y hacían anualmente una gran fiesta religiosa para conmemorar su regreso.
Bachué e Iguaque, cuando ya estaban viejos, llamaron a sus descendientes y fueron acompañados hasta la laguna de Iguaque, su lugar de origen. Allí Bachué hizo una plática final, exhortándolos a la paz, después de la cual se despidieron y se convirtieron en dos grandes serpientes que se sumergieron en la laguna. Así se resuelve el drama del relato.

 

INTERPRETACIÓN GENERAL DEL MITO

En este mito encontramos elementos que nos permiten comprender cómo a partir del caos de lo inconsciente, emerge la conciencia, a partir de su propio poder autogenerador y de la necesidad de una relación entre los principios femenino y masculino. También nos muestra la forma en que la conciencia emergente, representada en lo masculino, dejó de lado el poder creativo de lo femenino. En esencia, el relato representa el paso de una sociedad matriarcal a una sociedad patriarcal, en la que el predominio de lo masculino perdió contacto con el principio femenino, en aspectos que fueron asumidos como sombríos. La consecuencia es que este proceso de cambio apartará al ser humano de sus aspectos más instintivos.

El temor del ego a la dimensión transformadora de lo femenino escindió lo femenino, reduciéndolo a lo bondadoso, conectivo y procreador. En palabras de Whitmont, el propósito de reprimir lo femenino es que “el poder abismal de lo femenino no disolviese la voluntad firme del varón y le entregase desvalido al gran torrente de la transformación”

La pregunta es ¿cómo adaptarnos conscientemente a los principios femeninos y masculinos en todos sus aspectos, sin que se perciban como amenazantes sino como compensatorios y cooperadores, integrando sus aspectos inconscientes, redimiendo el dominio de lo femenino?

Esto parece hacerse evidente y necesario en nuestra sociedad Occidental, donde una nueva comprensión de estos principios contrarreste la parcialidad masculina predominante, contactando de nuevo con las fuerzas del Eros, que ignorémoslo o no, continua ejerciendo control desde sus profundidades, quedando enfrentados, ante la desintegración, al enorme poder destructivo de los arquetipos, cuando estos se sienten saboteados.

Esto hace pensar en la sacralidad del matrimonio de Bachué con su hijo, el ego naciente que ella necesita para salir de su estado inconsciente primigenio, como una relación con su propio poder creativo, con su capacidad de procrear, gracias a la cual todo lo demás surgirá, pues es a partir de esta unión que la tierra se puebla. Si bien es cierto que la función de Bochica de ordenar, enseñar y restablecer el equilibrio era fundamental para todo lo naciente, ¿qué pasa si nos divorciamos de nuestro propio ser, que desde lo femenino está relacionado con los orígenes de la vida?


Según Whitmont, el precio que pagamos por esto es doble, ya que por una parte, perdemos contacto con la continuidad vida-muerte de la existencia, y por otra, el yo se enfrenta a un mundo extraño y absurdo en el que la amenaza de la autodestrucción colectiva es inminente.

Por fortuna, ser conscientes del problema podría conjurar la amenaza, asimilando las fuerzas inconscientes y trasformándolas en nuevas formas de cultura, de conciencia y de control de lo agresivo.

Esto lleva también a reflexionar en el desenlace de nuestro mito, en que, Bachué y Bochica, que objetivizan la presencia de lo femenino y lo masculino, de lo inconsciente y consciente, de lo matriarcal y lo patriarcal, desaparecen volviendo a sus orígenes. ¿Qué sentido podría tener esta desaparición en este movimiento dialéctico, que nos impulsa a buscar nuevas formas de autovaloración y de relación con nuestros impulsos instintivos y emotivos, pero partiendo de formas arcaicas reprimidas y desechadas, que necesitan ser redimidas y reconocidas por la conciencia?

Varias ideas se me ocurren: que debemos volver al caos, al estado primordial, para renacer renovados y regenerados, como una forma de vivificarnos, integrar la dualidad relacionada con las fuerzas naturales y darle paso al espíritu. Whitmont dice que “La nueva conciencia, comparada con la del pasado, estará dotada de una claridad, una libertad y un conocimiento de sí misma mucho mayores, y de una capacidad de amor distinta y nueva”.

Lo anterior nos estaría mostrando el camino de la individuación, en el que después del reconocimiento, aceptación e integración de los opuestos, retornamos al arquetipo del Sí-mismo, el retorno a la totalidad consciente e inconsciente, pero habiendo pasado por un camino de adaptación consciente.

DESCRIPCIÓN DE LOS SÍMBOLOS (3)

Pero es aquí que me gustaría abrir paso a una reflexión, que nos ayude a darle vida al mito, relacionando lo ya analizado con la descripción universal de los símbolos contenidos en el relato, para a partir de allí elaborar unas conclusiones.

• LA LUNA, como símbolo femenino. A través de los tiempos ha sido relacionada con la Gran Madre, pero también con la anciana mujer. Y su simbolismo siempre se manifiesta en correlación con el sol. Se asimila a las aguas primordiales de las que procede la manifestación. La luna dirige la renovación periódica tanto sobre el plano cósmico como sobre el terrestre vegetal, animal y humano. Concierne a la divinidad de la mujer y a la potencia fecundante de la vida. La zona lunar de la personalidad es esta zona nocturna, inconsciente, crepuscular de nuestros tropismos, de nuestras pulsiones instintivas.

• EL SOL: es descrito como la manifestación de la divinidad, sino como la fuente de la luz, del calor y de la vida. Sus rayos representan las influencias celestes o espirituales recibidas por la tierra.

• EL AGUA: es el símbolo de las energías inconscientes, de las potencias informes del alma, de las motivaciones secretas y desconocidas. Las significaciones simbólicas del agua pueden reducirse a tres temas dominantes: fuente de vida, medio de purificación y centro de regeneración. Contiene todas las promesas del desarrollo, pero también todas las amenazas de reabsorción.

• LA LECHUZA: es Ave nocturna, en relación con la luna, que no puede soportar la luz del sol. Esta asociada con las fuerzas ctónicas, como un avatar de la noche, la lluvia y las tempestades. Se asocia a la vez con la muerte y las fuerzas de lo luni-terreno, que gobiernan las aguas, la vegetación y el crecimiento en general

• EL BÁCULO: Su forma de gancho, semicírculo, o círculo abierto, significa el poder celeste abierto sobre la tierra, la comunicación de los bienes divinos, el poder de crear y recrear los seres…es un símbolo de autoridad, de una autoridad de origen celeste. Es comparable al palo del pastor.

• EL DILUVIO: el símbolo de la germinación y de la regeneración. Un diluvio no destruye sino porque las formas están usadas y agotadas, pero lo sucede siempre una nueva humanidad y un nueva historia. Está ligado también a menudo a las faltas de la humanidad, sean morales o rituales, pecados y faltas a las leyes y a las reglas. Entonces purifica y regenera, es un inmenso bautismo colectivo, decidido, no por una conciencia humana, sino por una conciencia superior y soberana. Si las formas no fuesen regeneradas por su reabsorción periódica en las aguas, se desmoronarían, agotarían sus posibilidades creadoras, y se extinguirían definitivamente.

• LA SERPIENTE: expresión de lo primordial indiferenciado. Aparece como la gran regeneradora e iniciadora, dueña del vientre del mundo. La ciencia de la serpiente extiende igualmente su poder sobre el reino de la sombra y sobre el de la luz, concilia el alma y el espíritu, las dos zonas de la conciencia, la sagrada izquierda y la sagrada derecha. Reconoce la anterioridad de lo increado primordial, de lo que él mismo ha salido, y en donde hay que volver para sumergirse para regenerarse y fructificar. Relacionada con lo lunar y lo femenino por su por su capacidad de renovarse. El carácter, siempre cambiante, siempre renovador de ambas, la luna y la serpiente, ha hecho aparecer las creencias que atribuyen el poder de la inmortalidad a veces a la luna y a veces a la serpiente. También la serpiente se asocia con la luna porque viven en agujeros oscuros y bajan por las hendiduras de la tierra y de las rocas, Viven en una región subterránea que para los antiguos era el infierno. Su movimiento es secreto y misterioso, son de sangre fría e inaccesibles para el sentimiento humano. Se relacionan con las sombras de la muerte igual que la luna en su fase oscura. Finalmente también juega un papel como representación del falo.

Hasta aquí tenemos ya un mapa de los elementos contenidos en el mito y lo que estos nos pueden representar desde una mirada actual. Me gustaría ahora anotar algunas conclusiones respecto de lo descrito y analizado.

CONCLUSIONES

• Tenemos un mito, un relato, unas relaciones, unos símbolos, unas conjeturas que han permitido establecer una conexión con nuestros antepasados, permitiendo aventurar un sentido permanente y actual.

CHIMINIGAGUA
(Representante del caos, lo primigenio, lo indiferenciado)
SUE (EL SOL)
(Lo consciente, lo masculino)
CHIA (LA LUNA)
(Lo inconsciente, lo femenino)
BOCHICA
(El gran padre, lo patriarcal)
 

BACHUE
(La gran madre, lo matriarcal)

CHIBCHACUM
(Lo masculino constelado)

HUITACA
(Lo femenino escindido)

 

• Una historia que contar, donde a partir del caos, de lo primigenio, de lo indiferenciado surge la necesidad de diferenciar, apareciendo el sol y la luna como estructuras arquetípicas que al objetivarse dan vida a la inevitable aparición de los opuestos que surgen de la disolución, como única forma de salir de un estado de simbiosis, para generar progreso, desarrollo y evolución.

• Sin embargo el conflicto se polariza, mientras lo inconsciente-femenino da paso a lo masculino-consciente porque lo necesita como única posibilidad de desarrollo, dando vida a un ego, ordenador y generador de progreso, éste se empodera con una mirada patriarcal que pretendiendo protegerse y mantener el equilibrio para no regresar a un caos inconsciente e indiferenciado, niega una parte de si mismo, la relacionada con su propio origen.

• Pero él mismo lanza un diluvio que amenaza con destruir lo construido pero que también purifica. Por tanto, pasado un tiempo, las aguas son de nuevo reencauzadas para continuar generando vida. Sin embargo lo femenino y lo masculino ya se han hecho conscientes de su separación. Y han asumido un lugar que en la distancia parece invitarlos a encontrar una nueva forma de relacionarse.

• Entonces los arquetipos desaparecen, ya no se nos hacen visibles, vuelven a su origen, pero dejándonos la sensación de que siempre van a retornar. Así uno desaparece en la nada, en lo etéreo, en el espíritu. Mientras ella con su masculino ya diferenciado de sí, regresan a lo subterráneo, lo profundo, lo acuoso, a la infinidad de lo posible en forma de dos serpientes, que representan lo dualidad de lo regenerador y lo destructivo, de lo fecundador y de lo fecundado, de lo que es capaz de hundirse en lo más profundo y volver a salir, una y otra ves renovado.

• Quizás sea este el mismo camino que seguimos en nuestro proceso de individuación, primero diferenciarnos, permitir el desarrollo del ego, poblar nuestro mundo externo, volver la mirada hacia adentro, reconocer las fuerzas actuantes dentro de nosotros, observar la tensión producto del conflicto, equilibrar asumiendo las polaridades, asumir lo que nos es claro y lo que nos es oscuro, potenciar el conflicto, integrar, para finalmente de nuevo posesionando de nuestra dualidad, arrastrarnos de nuevo hasta las profundidades, donde lo individual, lo colectivo, lo creativo, lo vivificador, lo instintivo, lo espiritual, están presentes, para salir renovados y avanzar en espiral hacia mayores grados de conciencia, que sin alejarnos de nosotros mismos nos permita establecer una relación equilibrada como parte y todo de lo que somos y lo que nos rodea.

PIE DE PAGINA

(1) Compilación de mitos realizada por Juan Carlos Alonso para este escrito, tratando de mantener en lo posible los terminos utilizados por los autores clásicos consultados, en especial Restrepo, Correa y Ocampo.

(2) Basado en Juan Carlos Alonso, «El Mito Kogi de la Creación desde la Psicología Analítica», En Revista Universitas Psychologica, Facultad de Psicología, Pontificia Universidad Javeriana, En Prensa.

(3) Basado en el Diccionario de Símbolos, de Chevalier y Gheerbrant .

BIBLIOGRAFÍA

• Chevalier, J y , A. Diccionario de Símbolos. Herder, 2003.

• Restrepo, Roberto. Consejería Presidencial para la Política Social, Las mujeres en la historia de Colombia.

• Harding, Esther. Los Misterios de la Mujer. Ediciones Obelisco,1995

• Newmann, Erich. Orígenes e Historia de la Conciencia.

• Ocampo L., Javier. Mitos y leyendas Bogotanas. Plaza y Janes, 2001

• _______. Mitos colombianos. Ancora editores, 1988.

• Whitmont, Edward. El retorno de la diosa. Es aspecto femenino de la personalidad. Piados, 1998.

 

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