Clare Thompson
Clare Wright Thompson (1912-1980) fue analista Junguiana y miembro fundador del Instituto C.G. Jung de San Francisco. Trabajó con Dora Kalff. Este artículo hace parte de un clásico en la técnica del Juego con la Caja de Arena: Sandplay Studies: Origins, Theory and Practice, editada en el año 1981 por el C.G. Jung Institute of San Francisco.
Traducido del inglés al español por María Patricia Quijano
I
NACIMIENTO DEL JUEGO CON LA CAJA DE ARENA.
Como lo plantea el presente volumen, el Juego con la Caja de Arena es un asunto muy individual y cada terapeuta lo utiliza de manera diferente; de hecho, quizá, puede ser mejor entendido si se considera lo que ha sido toda su evolución, cómo, cuándo y por qué aparece.
La primera fecha sobre la cual hay un acuerdo general es 1911, cuando H.G. Wells publicó el libro Floor Games (Juegos en el Piso), que fue publicado en Inglaterra, al siguiente año se publicó la edición Americana del texto. En este ameno libro, vuelto a publicar recientemente (Wells, 1975), el autor relata las actividades en las cuales participaban él y sus dos hijos. Aunque en términos del desarrollo del Juego con la Caja de Arena, pasó un período de 18 años, muchos de los principales elementos son ya descritos por Wells. Equipados con pedazos de madera, papel, plastilina y miniaturas que representaban personas y animales, sus hijos y él se dieron a la tarea de elaborar juegos en el piso, uno de los cuales era la construcción de ciudades y otro de “islas fantásticas”. La contribución de Wells al campo no sólo fue el reconocimiento de los materiales que se debían utilizar, sino en hacer honores a la actividad de la imaginación creativa. Por ejemplo, cuando describía la construcción de un castillo, decía: “Por supuesto, no se puede seguir adelante sin decir que despreciamos estos tontos y costosos castillos elaborados en madera y cartón que venden en las tiendas -jugar con ellos es como jugar con el juego sin vida de alguien más, en estado de rigor mortis” (p.23). La característica esencial de su libro es la vivacidad -la vivacidad propia del juego de arena.
La siguiente persona que aparece en escena es Margaret Lowenfeld, quien comenzó su larga vida profesional como pediatra Inglesa. En 1925, abandonó la pediatría ortodoxa y empezó con el tratamiento psiquiátrico de los niños. Por ese tiempo, recordó el libro Floor Games, publicado, “en mi juventud”, cuando contaba con apenas 21 años. “Recolecté primero una miscelánea de material, crayones de colores, pequeños juguetes de todas las clases, hojas de papel y pequeñas cajas de fósforos y guardé todo en lo que vendría a ser llamado por mis niños “La Caja Mágica” (Lowenfeld, 1979, p.3).
En 1929 trasladó su clínica para niños, que luego se llamaría el Instituto de Psicología Infantil (ICP, sigla del nombre en inglés), a unas nuevas dependencias y agregó nuevos elementos al equipo de su salón de juegos. Entre este material se encontraban dos cajones de zinc colocados sobre mesas, uno lleno de arena y otro lleno de agua. No fue la primera vez que se introdujo un equipo como éste en un salón de juegos, pero lo que sí es memorable es lo que se desarrolló a partir de allí. “La caja mágica” era, por supuesto, parte del equipo de la sala de juegos; sus modelos de personas y objetos en miniatura ahora estaban guardados en los pequeños cajones de un viejo mueble que almacenaba huevos de pájaros y que permanecía en una mesa en el salón de juegos. Los niños llegarían a llamar a este mueble “el mundo”.
Durante el primer mes, en el salón recién equipado, un niño combinaba algunas de las miniaturas en el cajón lleno de arena, y en los dos meses siguientes los terapeutas tomaban nota sobre las construcciones que se hacían en la arena (para el momento ya un evento común), los cuales eran conocidos con el nombre de “mundos”. Ville Andersen reporta: “En menos de tres meses se consiguió un equipo que incluía una caja de metal con arena moldeable, colocada en una mesa y una gaveta que contenía objetos en miniatura incluidos en el equipo del cuarto de juegos; había nacido espontáneamente una técnica creada por los propios niños” (Bowyer, 1970, p.8).
Casi 15 años después, un amigo, conocedor de mi interés en los juegos de arena, me escribió desde el Centro de la Ciencia de la Salud de la Ciudad de Oregón:
Por supuesto, mis estudiantes hacen la terapia de la manera más convencional, pero en el salón de juegos siempre hay una caja de arena, (excepto cuando utilizamos cereales en vez de arena, de tal manera que los niños muy pequeños y/o que sufren retardo puedan ingerirlo con más seguridad). Por otra parte, el salón de juegos esta igualmente equipado con los objetos usuales -familia de muñecas, casa de las muñecas, figuras de animales, etc. También tenemos- objetos más grandes como los ladrillos y los balones. Pero a mí lo que más me fascina es que todos los niños, tarde o temprano, llevan las figuras (que están sobre una mesa a todo lo largo del cuarto) a la caja que contiene cereales, y allí juegan con ellos exactamente como si necesitaran un arenero y esto fuera el mejor sustituto que pudieran encontrar (Garner, Nota 1).
Uno de los propósitos mas originales de Lowenfeld al diseñar su clínica para niños, fue “encontrar un medio que fuera en sí mismo instantáneamente atractivo para los niños y que les permitiera a ellos y al observador un ‘lenguaje’ a través del cual la comunicación pudiera establecerse”. Se puede advertir como ella dice que es “encontrar un medio” no “diseñar un medio” como lo señala Ville Andersen, “…las bases de todo el concepto del tratamiento de niños reside en que si a los niños se les dan las herramientas correctas ellos encontrarán la manera de comunicar su propia experiencia interior”.
La espontaneidad -la inevitabilidad- que casi caracteriza el desarrollo del Juego con la Caja de Arena es, a mi modo de ver, la mejor prueba que lo valida como un método de comunicación.
Los elementos básicos de lo que Lowenfeld denominó la “Técnica de los Mundos”, han permanecido virtualmente sin cambio desde sus comienzos en 1929. Estos elementos, como aquellos del Juego con la Caja de Arena, son actividad imaginativa con la arena, que utiliza o no objetos, en un espacio determinado, y en presencia del terapeuta.
El primero y más importante artículo de Lowenfeld sobre el tema, fue publicado en 1939, pero ella ya había presentado el método en varios congresos internacionales desde 1937. Una analista Junguiana de niños, de nacionalidad suiza, Dora Kalff, participó en uno de estos congresos en Suiza, donde fueron exhibidos dos de estos “mundos”. Ella comprendió entonces que debía hacer suyo este método y fue a Londres en 1956 a estudiar con Lowenfeld. Al volver a Zurich, continuó sus asesorías con Jung, quien junto con su esposa Emma, fueron los responsables de su entrenamiento analítico y su carrera. Un hecho que vale mencionar, es el que Jung haya asistido al Décimo Primer Congreso Internacional de Psicología en París, en 1937, y haya interpretado uno de los mundos de Lowenfel que había allí; Kalff dice que, 20 años después, él nunca hizo mención de ello. Los propios “juegos de construcción” de Jung, que él hizo en una villa en la playa del Lago de Zurich, se han visto en algunas ocasiones como preconstructores del juego de la caja de arena (L. Stwart, 1977, p.9), sin embargo Kalff no está de acuerdo con esto. En cambio, acepta el hecho de que Jung fue su más constante colaborador y asesor en el desarrollo de su método del Juego con la Caja de Arena (Sandplay) -nombre que ella misma le dio.
En 1962, Kalff presentó un documento en el Segundo Congreso Internacional de Psicología Analítica y cautivó la imaginación de muchos analistas junguianos. A pesar de que ella, sorprendentemente, tiene muy pocas publicaciones acerca del tema del Juego con la Caja de Arena, ha enseñado y ha dado conferencias copiosamente y ha tenido tal efectividad que en algunos lugares (en San Francisco, por ejemplo) la comunidad de profesionales ve el juego de arena como algo exclusivamente junguiano. Realmente no conozco ningún o de los junguianos que usa el método, que no haya sido introducido a éste directa o indirectamente por Kalff. A su turno, Kalff reconoce su deuda hacia Lowenfel: “Ella entendió completamente el mundo del niño y creó con ingeniosa intuición una manera que permite al niño construir un mundo -su mundo- en una caja de arena” (Kalff, 1971, p.32).
Al mismo tiempo que Lowenfel, aunque de manera independiente, Melanie Klein también introducía la idea del juego en la terapia infantil. En lo que respecta a la orientación de este artículo, Klein es de suma importancia por su influencia sobre Winnicott, quien a su vez ha sido importante para Michael Fordham, londinense, psicólogo analítico de niños. En efecto, Alfred Plaut, el editor del magazín de Psicología Analítica, tituló el grupo Fordham del cual es miembro, como un “Híbrido Junguiano Kleiniano” (Henderson, 1975, p.198).
Mis propios intereses me han llevado a seguir los desarrollos Kleinianos, principalmente por su influencia sobre Eric Erikson, cuyo trabajo sobre el juego en el preadolescente (Erikson, 1951), veo como la más completa ilustración de cómo un método, tal como el juego de arena, puede llevar a través de la observación hacia diversas teorías. Tanto Erikson como Lowenfeld se aproximaron a este método empíricamente, para ver hacia donde los podía conducir. Para Erikson, esto lo lleva a una nueva formulación psicoanalítica acerca de las mujeres (Erikson, 1964). Para Lowenfeld se convirtió en una compresión sistemática del “pensamiento” de los niños.
Antes de 1933, Lowenfeld mantenía correspondencia con Charlotte Bühler, cuyos métodos acerca de la observación de los niños ella admiraba. En 1934, Bühler fue a Londres y organizó un instituto para el estudio de los niños normales, en donde los estudiantes de Lowenfeld, y ella misma, pudieron estudiar. Bühler visitó la ICP y observó a los niños haciendo mundos. Luego se interesó en una investigación trans-cultural y en la estandarización de dicho estudio, para utilizarlo como un test diagnóstico. Interrumpido por la segunda guerra mundial, el contacto entre Lowenfeld y Bühler sólo se reanudó hasta 1950, y para ese momento, los desarrollos de sus teorías ya divergían ampliamente. Por ejemplo, varios estudios experimentales se relacionan mucho con el trabajo de Bühler que con el de Lowenfeld.
En esta conexión, se debería mencionar el trabajo de Hedda Bolgar y de Liselotte Fischer (1947), para obtener datos normativos sobre los adultos de altos niveles educativos y socio-económicos. Otra ramificación del trabajo de Bühler fue el desarrollo del Test Village por psicólogos franceses (Mucchielli, Nota 2; Paterson, Nota 3). Conceptualmente muy similar a la técnica del mundo, este test tiene ventajas por ciertas situaciones y lleva a un desarrollo práctico del pensamiento. No obstante, puesto que mis propios intereses me llevaron a buscar sólo el uso terapéutico de la Caja de Arena, la estandarización no hace parte de este capítulo; los lectores interesados pueden remitirse a la bibliografía que se encuentra en el apéndice.
Como lo hemos visto, el método del Juego con la Caja de Arena, aunque se desarrollara desde muchas fuentes, siempre, para cada personan que indaga, comenzó con los niños; sin embargo no conozco una vía que no conduzca a utilizarlo igualmente con adultos. Posiblemente, el primero que extendió este trabajo a adultos jóvenes fue Erikson en su trabajo de 1937, con los estudiantes de Harvard (Homburger, 1938). En una conferencia de Lowenfeld, en 1939, al preguntársele al respecto, hizo referencia a su uso con un joven de diez y nueve años. Las mamás de Kalff, como ella lo dice en su película, empezaron a interesarse en el Juego con la Caja de Arena a través de los trabajos de sus niños, y ahora es una parte importante de su trabajo analítico con adultos. En su libro publicado en 1979, Lowenfeld describe el método independientemente de la edad; incluye además un capitulo “Sobre la subjetividad al hacer un Mundo”, describiendo material que sólo puede obtenerse de adultos y no de niños. En general, los terapeutas que atienden tanto niños como adultos y que usan la Caja de Arena en su trabajo, no consideran apropiado basarse en la edad, sino en otro tipo de condiciones.
II
METODOLOGÍA
Una técnica creada por niños debe ser utilizada con respeto y admiración -y sobre todo- sin rigidez. Sin embargo, es característico de quienes escriben sobre este tema suenen muy rígidos. Por ejemplo, la medida de la Caja de Arena se especifica en pulgadas ó centímetros y las instrucciones para quienes van a construir los mundos son definidas con exactitud, por lo cual es obviamente imposible seguirlas en la práctica actual. ¿Quién le va a decir a los niños, quienes inventaron esta técnica de hacer mundos, qué es lo que tienen que hacer?
La mejor evidencia de la importancia -o más bien, de la falta de importancia- de las instrucciones, viene de Erikson. En la década de los treinta, éste se presentó ante los estudiantes de Harvard con una serie de juguetes y ladrillos para crear una escena. Al sujeto, “se le decía que el observador (quien era desconocido para él) estaba interesado en ideas para ponerle movimiento a las figuras del juego y que deseaba que él utilizara juguetes para construir sobre una segunda mesa una escena dramática” (Homburger, 1938, pp. 553-4). “Cinco de los veintidós sujetos ignoraron las instrucciones….de los otros diez y siete, sólo cuatro construyeron escenas dramáticas que no tenían que ver con accidentes automovilísticos”.
En relación con estos resultados Erikson (1951, p. 669) menciona, “los estudiantes de Harvard fueron todos estudiantes ingleses educados en la imaginería del más fino drama Inglés». Pero se observó que construían escenas con mínimo sabor dramático. En un segundo estudio a gran escala (Erikson, 1951, p.668) dijo a los preadolescentes femeninos y masculinos, lo siguiente: “estoy interesado en la realización de películas…. por supuesto, yo no les puedo proporcionar un estudio real con actores reales, en su lugar, ustedes tienen que utilizar estos juguetes. Escojan cualquiera de las cosas que ven aquí y construyan sobre esta mesa una escena emocionante salida de una película imaginaria. Tómense todo el tiempo que deseen y luego me cuentan de qué trata la escena”. Sobre los resultados obtenidos, Erikson (1951, p.670) comenta: “Los niños de este estudio produjeron escenas con una asombrosa falta de similitud con los clichés de las películas. De las casi 500 construcciones, no más de tres podían compararse con las películas actuales; en ningún caso un muñeco representaba a una actriz o actor determinado. Difícilmente podría argumentarse que estos niños no tuvieran experiencia con el cine; la mayoría de ellos iba al cine regularmente y tenía preferencia por actores y tipos de películas”.
Estos estudios muestran la falta de correspondencia entre las instrucciones y el comportamiento de quien construye. Mirando hacia atrás, a los autores del método –los mismos niños sin ningún instructivo – se aprecia que son de hecho, son mínimas las instrucciones que se requieren. En el uso específico que hago del Juego con la Caja de Arena, trato de mantenerlo, en la medida de lo posible, en el nivel de lo no verbal.
La invitación a que en el procedimiento que cada terapeuta hace a quienes realizan los mundos o la misma tarea, naturalmente depende de su óptica terapéutica. Es necesario hacer énfasis en que el juego de arena, aunque útil y emocionante, no es un tratamiento en sí mismo, sino un complemento a la terapia y que la aproximación que se haga a éte tiene que variar con la individualidad de cada terapeuta; en mi opinión no recordamos esto con la debida frecuencia.
En mi propia investigación, a propósito de este artículo, en cuanto a las medidas “apropiadas” para la Caja de Arena, se revela una situación próxima al caos; la disposición de Louis Stewart (1977, p.9) de “aproximadamente 30x20x3 pulgadas”, es una tendencia, no una modalidad.
Cuando se discute sobre la medida de la Caja casi siempre se asume que, por supuesto, es rectangular. Sin embargo, Erikson por ejemplo utilizó una que era cuadrada. Albino (1954, p.62) al argumentar que “El juego de los mundos de Lowenfeld fue elegido como la técnica más apropiada para este estudio” (el estudio de las defensas contra la agresión), continúa diciendo, “la caja de arena era circular en lugar de ser rectangular”, pero no explica el porqué ni discute el efecto de la forma. Kamp y Kessler (Nota 4), utilizaron una mesa especialmente hecha con las esquinas redondeadas, más bien como la mesa de planchar de la casa. Esta fue diseñada para extraer datos acerca de la impresión que algunos niños tendrían al seguir el borde externo de la mesa cuando colocaban los objetos. Desafortunadamente, este manuscrito no está publicado y Bowyer (1970, pp. 82-84) señala que no se hicieron comentarios sobre lo que se encontró en relación con la forma.
La altura de la caja es otra de las dimensiones en las que difieren los terapeutas. Al menos en su más reciente trabajo, Kalff utilizó una altura uniforme para todos los constructores de mundos. Pero por otra parte, para ella era importante que toda la escena fuera visible sin tener que mover la cabeza, lo cual parece imposible con una sola altura para todos. La última especificación de Lowenfeld consistía en que la altura de la caja llegara hasta la cintura. Yo misma espero, infructuosamente, encontrar un mecanismo que permita, como en la silla de un babero, que cada individuo encuentre su altura preferida. Un fin similar podría tener servir un conjunto de areneras en gavetas, al interior de un armario. Conozco una terapeuta, que trabaja con el Juego con la Caja de Arena, que tiene cajas de diferentes alturas, puesto que atiende a muchos niños preescolares; las cajas menos altas fueron diseñadas para ellos. Sin embargo, también la usa una mujer adulta que se arrodilla para realizar su trabajo. Por otra parte, Karen Signell nos relató cómo ella coloca el arenero sobre el piso “de manera similar a como nosotros jugábamos de niños”.
En general, las personas que trabajan con el Juego con la Caja de Arena, están de acuerdo en que las miniaturas deben ser agrupadas de acuerdo a categorías. Sin embargo, en el Test Village las miniaturas son colocadas arbitrariamente al frente del sujeto, y la necesidad de hacer orden dentro del caos es vista como un aspecto importante dentro del proceso; R. W. Pickford utiliza el material de los mundos de la misma manera (Bowyer, 1970, p.17).
Las miniaturas son clasificadas por lo general en ocho categorías: edificios; árboles y arbustos; cercas y portones; animales salvajes; animales domésticos; transporte; personas; y materiales multiusos tales como cordeles, plastilinas y papel. Una lista de siete páginas hecha recientemente por el grupo del Instituto de Psicología Clínica (ICP) de Londres incluye estas categorías, junto con el uso de “animales fantásticos” y de figuras “humanas” de “fantasías y figuras del folklore”. El espacio sideral también se ha constituido en una categoría. Las series de miniaturas, tales como los Modelos Británicos de Animales de Granja y de Animales del Zoológico, son cuidadosamente clasificados: por ejemplo, la jirafa mide 5 5/8 de pulgadas de alto y el conejo 3/8 de pulgada. De otra parte, una variedad a escala permite la posibilidad de expresar la importancia a nivel psicológico y la dominancia o la expresión de la distancia a través de la perspectiva.
Lowenfeld prefiere que los materiales se guarden en unos cajones de tal manera que el niño tenga control sobre la cantidad y la clase de estimulación a que está expuesto en cualquier momento. Kalff utiliza estantes (fotografiados en su libro de 1970, p.35), así como la mayoría de sus alumnos. Robert Royeton, un estudiante de Lowenfeld, utiliza una combinación de estantes y cajones. Yo controlo el peligro de que el sujeto sea sobre-saturado, disponiendo la Caja de Arena de tal manera que quien realiza el mundo tenga el material sobre estantes a sus espaldas, excepto cuando elija intencionalmente ponerse de frente para buscar los objetos.
La importancia de tener estos estantes o gabinetes en el consultorio depende, de cómo los terapeutas integren este método a su trabajo. Algunos consultorios parecen dominados por una Caja de Arena; en otros el equipo se encuentra en un cuarto separado. Yo puedo considerarme una fiel seguidora debido al diseño que utilizo: un mueble de cinco pies de alto por ocho de ancho (equivalente a 1,50 x 2,40 mts) , con dobles puertas que se abren y dejan ver estantes de dieciséis pies (4,80 mts) que van de lado a lado en el interior de cada puerta hasta el fondo del mueble. Cuando están cerradas, las puertas de madera forman parte de la decoración de la oficina. A éste (mueble), he añadido un estante en el cual están visibles conchas, piedras, pedazos de madera y otros objetos naturales. Cuando las puertas del mueble están abiertas, estos objetos están disponibles para el juego de arena. También son usados en los análisis más tradicionales; por ejemplo, uno o los dos (terapeuta y/o analizando) puede acariciar una piedra o un pedazo de madera durante una sesión. De nuevo, este estante y sus contenidos hacen parte de la decoración de la oficina.
Todos los terapeutas que trabajan con el Juego con la Caja de Arena, están de acuerdo en que grabar es importante. No obstante, por otra parte, se debate como debe hacerse. Probablemente el método más usado es la fotografía. La dificultad obvia aquí es que si una toma es hecha en línea recta hacia abajo en la Caja de Arena, se pierde cualquier modelado de la arena y si es tomada en cualquier otro ángulo, algo del primer plano es cortado por los lados de la caja. Yo pido a quien construye su mundo, tomar la impresión en Polaroid que mejor registre la escena que él o ella desea realizar; luego tomar una diapositiva en 35 m.m. del mismo ángulo. Por supuesto que no hay ninguna regla que límite al fotógrafo a un sólo ángulo. Lowenfeld y otros prefieren los diagramas; en el libro de Lowenfeld, las ilustraciones ofrecen un buen argumento para este método. Aite (1978) hace una combinación de ambos, de la fotografía a color y del diagrama, que ilustran claramente las ventajas de cada uno. Erikson fue de las fotografías a los esquemas, por lo que demarcaba su mesa en cuadrados.
El propósito de grabar naturalmente varía con el propósito del Juego con la Caja de Arena. Lowenfeld deseaba estudiar el pensamiento de sus niños. Erikson quería utilizar sus construcciones para compararlas con otros datos, con otros hechos. Kalff, y la mayoría de sus estudiantes, revisan el curso de la terapia con el analizando recopilando una serie de diapositivas de la Caja de Arena. Tales registros pueden ser utilizados para hacer verificaciones en intuiciones clínicas sobre algunos grupos de personas: ¿qué caracteriza a los niños como diferentes de las niñas, a los adolescentes de los niños o la gente que uno ve ahora de aquella que uno vio hace quince años? Lowenfeld señala que la consulta es una razón adicional para grabar: otros datos psicoterapéuticos traídos al consultante han sido ya procesados a través de la psique del terapeuta, no en una diapositiva. Por ejemplo, la mayoría de personas que consultan conmigo acerca de sus propios pacientes en su trabajo con la Caja de Arena, lo hacen trayéndolo en diapositivas. Aun cuando reconstruimos la escena actual en mi caja, la diapositiva es una ayuda invaluable.
Pareciera que uno debe aprender por uno mismo como equilibrar la necesidad de tener un registro y la preponderancia del proceso terapéutico. Este problema se ha presentado desde el comienzo de la aparición del método. Aunque su propósito no era terapéutico, Wells hace el mismo señalamiento (1911/1975, pp. 76 -78). “Como yo deseaba fotografiar una escena particular con el propósito de ilustrar este relato, tomé el ángulo más amplio de los arreglos que usualmente hago. Era necesario tomar todo dentro de la ilustración, asegurar un fondo de luz…. Cuando las sesiones de fotografía terminaron, las cosas volvieron nuevamente a la normalidad. Dejé el salón y cuando volví encontré que el grupo de soldados que se habían reunido en la casa pública, habían sido repentinamente llamados de guardia. Eickhoff (1952, p.241) confiesa al respecto “Mi secreto celo por la fotografía muchas veces excede temporalmente mi sentido terapéutico”. Por supuesto, que las discrepancias entre las necesidades del terapeuta y las necesidades terapéuticas no son propias de la Caja de Arena. Aun cuando, yo no estuve al tanto de ello a su debido tiempo, es probable que tal consideración me condujera en mi propio trabajo a involucrar plenamente a quien construye su mundo en el proceso de grabación.
Las construcciones no siempre permanecen iguales, grabar complementa y amplia el proceso terapéutico. Durante el año pasado yo me ví enfrentada a varios casos en los cuales la persona que construía los mundos, encontraba muy importante hacerle cambios a la construcción, con los cuales él o ella estaba a gusto en el momento de su realización. En cada caso, los cambios tomaban una forma simplificada: las cosas superfluas de ese mundo tenían que irse. La grabación de cada paso en este proceso, así como la revisión de todos los eventos, interiores y exteriores en diferentes momentos, era esencial para que el realizador del mundo de arena incorporara la experiencia.
En mi trabajo con los sueños, considero que tanto el analizando como yo tengamos copias de los sueños. En el Juego con la Caja de Arena, hago una variación al respecto, reteniendo todas las fotografías de las cajas hasta que uno de los dos ve la necesidad de hacer una revisión; después de esta revisión, el analizando guarda una copia de cada fotografía. La decisión de cuando es tiempo para hacer una revisión puede ser subjetiva o puede ser precipitada por ciertas circunstancias -la terminación de la terapia, por ejemplo, o un cese temporal de ésta, lo que permite nuevamente la revisión del material. Con frecuencia, utilizo tal oportunidad para revisar también los sueños.
El orden y el método de construcción de mundos también pueden convertirse en un asunto significativo para grabarse. Muchos terapeutas del Juego con la Caja de Arena hacen una recolección de material durante este proceso. Lowenfeld era de la opinión que el niño experimenta esto como que se le da importancia a su producción. Sin embargo, como realizadora de mundos, yo misma encuentro esto como una interferencia que me distrae en el proceso; en consecuencia, como terapeuta mis notas son casi siempre tomadas después y, así como con la fotografía, incluyo la participación de aquel que construye su propio mundo. Los métodos que utilizan los terapeutas del Juego con la Caja de Arena, varían desde este rango de informalidad o, incluso, desde aquellos que no graban en absoluto, hasta el sofisticado aparato de Dahlgren (1975).
Otro aspecto que necesita ser grabado es lo que el objeto seleccionado significa para el realizador del mundo. Lowenfeld parece haber sido meticulosa al respecto; se describe a si misma imaginando con el niño que es una isleña del sur que nunca ha visto a Europa, teniendo el niño que explicarle lo que es cada objeto, “esto es, esto para él es” (1979, p.7). Uno se acuerda de la solicitud que Jung hace a sus pacientes acerca de las asociaciones de las imágenes de los sueños, insights que son hechos mucho más asequibles y mejor comprendidos por nosotros en un caso discutido por Mary Ann Mattoon (1978, pp. 185-195). A mí me gusta especialmente la advertencia que hace Lowenfeld (1979) acerca del peligro de las hipótesis no verificadas:
…una persona que construye un mundo estando frente a un cajón abierto que contiene una cantidad de representaciones de casas de diferentes tamaños y formas “toma una casa de tamaño mediano y la pone sobre la superficie de la arena en la caja de arena”….Para el individuo que ha tomado esta casa podría representar efectivamente “una casa”, pero también podría no representar con igual posibilidad, algo en este sentido. Podría ser el objeto más cercano que encontrara para representar la idea de “seguridad” o de “estar bajo observación” o de “las restricciones de la vida urbana” o de “la familia”, o simplemente ser un objeto rectangular de conveniente tamaño y forma que puede utilizar como una columna donde luego coloque a un jinete para formar una estatua. (p. 255)
Las hipótesis acerca del significado de los objetos y del comportamiento pueden estar mucho más allá. Un ejemplo de esto es la actividad de enterrar, la cual es fácilmente vista como agresión. Bowyer (1959, p.162) cuenta que los niños de los dos a los cuatro años tienden a echar arena sobre las personas y los objetos en la Caja de Arena. Es más, “muchas veces el vigor del niño pequeño le impide sostener un animal sobre la superficie de la arena o quizá, no reconocer los limites de la superficie de arena, le ocasionan que lleve a empujar los objetos al fondo de la arena”. Bowyer cuenta como Eve Lewis escribió, “he observado con frecuencia que el cuidadoso entierro de algunos juguetes no indica agresión sino la aceptación de aquello que el juguete simboliza en el inconsciente colectivo. El niño usualmente pregunta si el juguete que deja lo encontraría allí de nuevo” (1959, p.162). Tampoco la presencia de animales salvajes necesariamente significa agresión.
Aun cuando soy consciente de todo esto, el valor que le otorgo al carácter no verbal del método me lleva a evitar las extensas discusiones verbales en mi propio trabajo. Nuevamente, trato de tener una experiencia de producción más bien que de análisis. De manera similar a lo que Jung dice acerca del valor del proceso de los sueños, Lowenfeld (1950, p.330) lo afirma sobre el Juego con la Caja de Arena: “el solo hecho de hacer una serie de mundos y grabarla, en sí mismo, ayuda a aminorar los sufrimientos y padecimientos de algunos niños”.
Por otra parte, el terapeuta debe estar atento a los significados y simbolismo más allá de aquellos que ofrece quien construye los mundos y estos significados adicionales tienen su propio valor, como en el concepto de amplificación de Jung. Por ejemplo, las construcciones de juegos de Erikson mostraban paralelos entre las casas construidas por las chicas preadolescentes y el cuerpo femenino (Erikson, 1964) y en su trabajo más reciente sobre el tema, él elaboro una observación similar con material que ciertamente puede considerarse como amplificación:
También nosotros utilizamos esta metáfora conscientemente. Hablamos del “aspecto” de nuestro cuerpo y del “cuerpo” de las vasijas, los carros y las iglesias. En analogías espirituales y poéticas, el cuerpo lleva una connotación de prisión, de morada, de refugio, o de un templo inhabitado entonces por nosotros mismos: “Esta casa mortal”, como decía Shakespeare. Tales metáforas, que varían en abstracción y condensación, expresan grupos de ideas que a veces son demasiado elevadas o demasiado simples para poner en palabras. También en el argot popular, cada parte destacada del cuerpo, comenzando por “los soportes”, se traslada en metáforas de partes de la casa….Lo que sea que esto demuestre, nos ejemplifica que no se necesita de erudición ni de una habilidad especial con el simbolismo para entender todas estas metáforas. (Erikson 1951, p.691)
Las innumerables variaciones en la metodología presentadas anteriormente, espero, autoricen a los terapeutas que leen (este capítulo) para acercase al Juego con la Caja de
Arena, según su su criterio.?
III
UN PUNTO DE VISTA
Eickhoff (1952, p.235) afirma: “De acuerdo con mi experiencia, el método terapéuticamente más satisfactorio y emocionante es el Juego con la Caja de Arena con todo sus implementos. Aquí el material moldeable son las formas de arena y agua, por medio de las cuales se puede expresar una cantidad de sentimientos; para ello se puede arrojar el material, alisarlo, emplastar, moldear y amasar; sobre esta base pueden ser colocados símbolos concretos de tal manera que una situación es fácilmente presentada al observador”. En esta descripción ella ha enumerado las múltiples ventajas que tiene este medio.
La mayoría de los autores están de acuerdo en que una de sus ventajas es la facilidad con que una situación puede ser mostrada; el Juego con la Caja de Arena no requiere habilidades especiales, artísticas o de otro tipo. Puede ser utilizado por aquellos que tienen pocas habilidades en el lenguaje, particularmente con personas con retardo y niños muy pequeños. El énfasis se hace en la comunicación no verbal -consigo mismo y con el propio terapeuta- y Lowenfeld ve esto tan importante que lo enfatiza en las instrucciones que da a los niños. En mi experiencia, esta cualidad de lo no verbal tiene una ventaja que noté durante mi propia práctica como constructora de mundos. Prescindir de las palabras es un beneficio, no sólo en la inadecuación verbal sino también para la intelectualización. Por primera vez, comprendí que en mis muchos años de entrenamiento y análisis personal, yo había utilizado palabras para ocultarme -no sólo de mi analista sino también de mi misma. Cuando regrese de Zurich a una ciudad universitaria Americana, encontré que el método terapéutico no verbal del Juego con la Caja de Arena, había sido recibido con entusiasmo por los terapeutas y por el cuerpo de estudiantes de dicha facultad.
Aparte de la inadecuada o muy adecuada habilidad verbal del realizador de mundos, el método no verbal de la caja de arena permite al consultante representar eventos en muchos niveles al mismo tiempo -de la misma manera que son presentados en los sueños. Pero en el análisis de los sueños, el soñante debe trasladar las imágenes del sueño a palabras y debe organizarlas para así poderlas contar de una manera hilada. Lowenfeld (1979, pp. 16-24) hace una exposición acerca de lo que llamó “protosistema”. Ella hace una analogía a “esa mezcla de cuentos de hadas y relatos infantiles” en los cuales había un jardín rodeado por un gran muro el cual todos los chicos toman como si fuera realmente el fin del jardín…”. Estas páginas de Lowenfeld han sido ampliamente leídas y recapituladas: alude a experimentar en aquello que “no tiene tiempo ni espacio”, -una frase que ciertamente nos recuerda a Jung. En efecto, me parece que este tema del “jardín secreto” es paralelo a lo que un analista junguiano (Spencer, 1979, pp. 55-58), llama sagrado, como opuesto a lo profano, el tiempo y el espacio.
Una segunda ventaja de la caja de arena es su espacio delimitado, de tal manera, “que como Kalff lo decía, la fantasía de quien juega está definida y contenida dentro de unos limites” (1971, p. 23). Esto también es aplicable a los espacios utilizados por Erikson y Klein. El espacio delimitado es complementario a la libertad y a la protección ofrecida por la flexibilidad y la contención de la situación terapéutica en si.
Como indiqué anteriormente en relación con el trabajo terapéutico en general, me cuido de estar “analizando el proceso” y lo enfatizo en el uso de la terapia del Juego con la Caja de Arena. Aunque es muy gratificante poder penetrar cada vez más en el proceso y en como va este proceso, la experiencia en si misma es el más importante de los ingredientes. La clase de comprensión que requiere el terapeuta en la situación actual no es un ejercicio intelectual, sino un “estar con” –que no es cualitativamente diferente de lo que ocurre en las horas de terapia que no incluyen la realización de mundos en la Caja de Arena.
El objetivo de Lowenfeld (1979, p. 23) era “ayudar a los niños a producir algo que ellos pudieran hacer por si mismos y que fuera independiente de cualquier teoría acerca de su naturaleza”. La mayor parte del material de casos utilizados en el presente volumen son presentados por analistas junguianos y reflejan, como todos lo hacemos, nuestra orientación básica. Entonces, cuando se vive junto a los símbolos, axiomáticamente, uno se acerca al mundo de la caja de arena a través de ellos y probablemente lo llame con las mismas palabras de Kalff –Juego de Arena.
Debido a que este volumen, en el que aparecen estos artículos, está bajo los auspicios de un Instituto Junguiano, las interpretaciones que aquí se ofrecen están bajo esta óptica. Por ejemplo, constantemente me pregunto que tan “Junguianas” parecen las interpretaciones de Lowenfeld, aun cuando su objetivo era llegar a esa experiencia empíricamente. Su libro de 1979, The World Technique, es ampliamente recomendado.
Nuevamente debemos recordarnos que la teoría es una función del terapeuta que utiliza el Juego con la Caja de Arena, no del método de los mundos en si mismo. En efecto, dos de los más serios estudiosos del Juego con la Caja de Arena, y que además lo utilizan terapéuticamente, difieren ampliamente en la teoría: Bowyer (1970) encuentra la teoría de Lewin mucho más aplicable; en cambio Kamp sigue a Piaget (Kamp and Kessler, Nota 4). “Los juguetes son para los niños como los implementos culinarios son para la cocina; cada cocina posee estos implementos además de los alimentos. Pero es lo que el Chef hace con los utensilios y elementos lo que determina el plato” (Lowenfeld, 1979, p.3). Platos muy diferentes son preparados por los terapeutas de todo el mundo.
Tanto desde el punto de vista Junguiano-Kalffiano, como desde la más terapia más ampliamente conocida de la Caja de Arena, el juego de arena es una cuestión muy personal. Despierta todo el sí-mismo (self) del terapeuta, -su naturaleza, su sistema de valores, su inconsciente-. Ann Bernhardt (Nota 5) le ha llamado (a este juego) un excelente medio para que el analista y el analizando se conecten a un nivel inconsciente, de tal manera que el inconsciente del analista se despliegue sobre los estantes. Es sólo cuando el método se usa como “un test”, más bien que como un complemento a la psicoterapia, que se emplea un conjunto estándar de materiales.
En su artículo “La Versatilidad de la Técnica de los Mundos”, Ruth Pickford (1973, p. 23) concluye, “El propósito de este artículo ha sido animar a aquellos que no han utilizado la técnica de los mundos para intentarlo por ellos mismos y para experimentar así su versatilidad”. Con escasas diferencias, mi conclusión es un eco de la de ella: mi esperanza es animar a los terapeutas de todas las posturas, para que experimenten el juego de arena por ellos mismos y traten por todos los medios de ver si éste concuerda con su enfoque terapéutico general”.
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